Aún puedo recordar su llamada registrada en el teléfono que yacía en el suelo, el sonido del teléfono tras cada intento. No podía moverme, no había forma mientras ellos se acercaban.
La sangre que salía de mi cabeza corría por mi rostro, no podía ver bien, pero podía escuchar sus pasos. Podía ver cómo el cuerpo de mi padre era arrastrado fuera mientras otros se nos acercaban. Sus ojos tan negros como la más oscura noche ... Aunque eso luego de los años de terapia comprendí que solo era una divagación de mi cerebro ante el miedo, ver monstruos, ya que después de todo, eso eran ellos para mí, los monstruos que mataron al hombre que más me importaba.
– Tu madre me dijo que habías regresado hace un mes, lamento no haber venido antes –. Su sonrisa apenada refleja las arrugas que los años han ido dejando en él.
– Hola tío Willy –. Para mí, este hombre que tengo en frente, siempre ha sido eso, una parte más de nuestra pequeña familia.
Mi madre se acerca a nosotros, ambos me observan con esa mirada que rebela que al verme no pueden encontrar nada más que aquella niña indefensa que cubría sus oídos aterrada en el suelo, la cual divagaba palabras incomprensibles sobre ojos negros y figuras aterradoras.
Fueron años de lidiar con esos traumas, demasiados.
– No importa, ya estás acá –. Me acerco dejando un beso en su mejilla mientras sus brazos me envuelven en un abrazo –. Me alegra verte.
– A mí igual, pequeña –. Cuando me alejo acomodo su traje dejándolo impecable nuevamente.
– Y ¿cómo va todo por allá? – indago sabiendo que su vida solo se basa en el trabajo. Sonríe, al igual que mi padre el trabajo es su mayor pasión, ambos compartían eso.
– Aún encierro malos de vez en cuando, aunque mis muchachos se encargan mayormente de eso – bromea –. Ya estoy algo viejo para trotes diarios.
– Te haría bien unas vacaciones, ya hablamos de eso –. Esa es la pelea más frecuente cuando ellos dos se encuentran, mi madre le dice que se tome vacaciones y él como el hombre cascarrabias que es, lo rechaza.
– Mujer, solo cuando me echen de la policía me verás en la playa –. No puedo evitar reírme, porque todos sabemos que eso es cierto. Mi madre nos acerca una copa de jugo bien frío y no la rechazo, tampoco él, ya que es la excusa perfecta para cambiar de tema –. Bueno, ¿qué piensas hacer ahora?
– Supongo que te refieres a mi vida – aclaro y la comisura de su labio se eleva –. Pero ya que mis planes nunca salen del todo bien, mejor te cuento que en mi futuro inmediato solo hay una salida a bailar justo dentro de un rato –. Aprovecho la ocasión para sacar el tema ya que con ello mato dos pájaros de un solo tiro, dejándole en claro a cierta mujer que no llegaré temprano a casa.
Por un segundo tal parece como si la expresión de Willy cambiara por una de preocupación, pero la sonrisa que se dibuja en sus labios demuestra exactamente lo contrario por lo que aparto el pensamiento de inmediato dirigiéndome a la nada tranquila mujer que tengo en frente.
– Antes que lo digas, seré cuidadosa y no beberé nada sin comer algo antes – aclaro ya conociendo por dónde ira el tema.
Soy adulta y demás está el que pida permiso, pero solo somos ella y yo, así que no me importa seguirle la corriente dejando que sienta que su niña no es tan grande.
– Hay Lis, sabes que no me gusta eso, veo todos los días en el trabajo a chicos llegar desmayados de borrachos.
– Lo sé, pero no soy esos chicos y aunque no te gusta admitirlo, ya soy adulta. Puedo cuidarme. Por tanto, no quiero que te preocupes –. Le doy un beso en la mejilla y aunque no se tranquiliza del todo al menos lo intenta –. No me esperes despierta ¿bien? – Asiente y me quedo más tranquila sobre todo sabiendo que ahora Willy le hará algo de compañía cuando el resto de los invitados se marchen.
Los dejo para que conversen ya que de seguro deben tener muchas peleas para ponerse al día, mientras yo me uno al resto de los invitados disfrutando de mi fiesta al tiempo que él me hace el favor de entretenerla para que no comience con sus consejos de cómo ser prudente.
En ocasiones olvida que por seis años me he valido sola lejos de casa, en un lugar completamente nuevo en donde ella no podía cuidarme. Admito que me era raro que no se opusiera a ello, parecía hasta tranquila. Creo que sabía que necesitaba alejarme, había demasiados recuerdos aquí.
El fin de la fiesta nos alcanza y a medida que todos se marchan queda evidenciado el desastre que provoca hacer festejos en el interior de la casa. Dejar todo como antes tomaría la noche por completo, pero como tengo buenos amigos el trabajo se hace fácil al ayudarnos.
Todos necesitamos un buen baño y ropa limpia antes de marcharnos, entre juegos y el karaoke había perdido la cuenta de cuántos terminaron con la ropa sucia de comida o alguna bebida. Así que por lo mismo ellos se marchan a sus casas para darse una ducha, por mi parte, me dirijo hacia mi habitación para prepararme mientras Willy y mi madre terminan con lo poco que falta.
Tomó un baño a prisa y me pongo la ropa que ya aguarda lista sobre la cama, apenas si me lleva diez minutos terminar de arreglarme cuando siento el claxon del taxi.
Desciendo de prisa viendo a ambos compartir una buena taza de café entre risas. Willy fue su única compañía mientras yo no estaba. Confieso que par de veces por mi mente cruzó la idea de que tanto dolor quizás los terminara uniendo de otra forma, pero eso nunca pasó, al menos de esa clase de unión. Son muy buenos amigos, me alegra que se tengan, es como ver una parte de mi padre en él.
Me acerco para despedirme, ambos elevan la mirada observándome, uno más entusiasmado que otro –. Una falda algo corta –. Volteo los ojos mientras mi madre se ríe, como dije, es como ver una parte de mi padre en él. Ambos siempre compartieron las mismas ideas, hasta lo conservador.
Willy es el tipo de hombre que aún le gusta usar traje y corbata, dice que la elegancia no es cuestión de moda que pueda acabarse en temporadas.
– Creo que tu vista está fallando – lo molesto ignorando su gesto de ofendido ante mi comentario.
– La juventud nos rebasa, Will –. Le doy un beso a mi madre sabiendo que acabo de darles otro tema más de conversación a mi costa, supongo –. Aguarda cariño, tengo algo para ti –. Mi madre sonríe levantándose mientras se dirige hacia las escaleras, supongo que a su habitación. Lo que aprovecho para servirme un poco de agua.
– Has la pregunta –. Willy levanta la vista buscando mi mirada, supongo que demasiado evidente.
Me toma solo un momento decidirme, ambos sabemos que llevo toda la tarde esperando algún instante en donde no nos escucharan y pudiera acercarme –. ¿Se ha encontrado algo? – Comprende de lo que hablo, y su expresión es más que clara al respecto.
– Sabes que nunca he dejado de buscar, ¿cierto? – Asiento resignándome como tantas otras veces que he hecho la pregunta obteniendo respuestas similares –. No voy a rendirme Lis.
Asiento dejando salir el aire que contenía en mi pecho, nunca pierdo la esperanza de que los encuentren, de que al fin un día paguen. Mi padre trabajaba en casos muy complicados. Él y Willy trabajaban en conjunto en varios de ellos contra criminales demasiado peligrosos, sabían el riesgo que tomaban, pero yo nunca estaba lista para eso, nadie podría estarlo.
– No creerías que no iba a obsequiarte nada –. Mi madre llega interrumpiendo el momento, y claro que nota la incomodidad en el ambiente, pero creo que intenta ignorarlo cuando se acerca con una chaqueta entre sus manos.
Es de cuero, con pequeños detalles metalizados que le da un toque peligroso y atrevido, y perfecta para realzar mi vestido esta noche –. Es preciosa –. Me acerco dejando un beso en su mejilla y siento su pecho subir y bajar con alegría.
– Sabía que te gustaría –. Me sonríe preparándola para que me la coloque, hago a un lado mi cabello quedando de espalada mientras me ayuda a pasar las manos. Se siente cómoda y es mi talla –. Te queda hermosa, ahora anda antes de que esos chicos despierten al vecindario entero – me pide cuando por décima vez se escucha mi nombre desde afuera.
– No se desvelen –. Los señalo como si fueran niños pequeños haciendo que ambos suelten un bufido ante tal atrevimiento, por lo que me escabullo deprisa antes de que Helen me recuerde quién es la adulta en esta casa.
Salgo a prisas, pero con cuidado de no romperme una pierna en el proceso, tacones y apuro no son una buena combinación para una chica, menos para una tan torpe como yo.
– Estás hermosa –. Jarol me mira de arriba abajo, lo que me hace sentir incómoda de inmediato acercándome a ellos.
¡No soy jamón en exhibición idiota! – le grito mentalmente.
– Oye Jarol, recoge tu baba, amigo – le suelta Meret con una sonrisa burlona a lo que le agradezco internamente.
Monto en el vehículo y el momento incomodo con Jarol no acaba cuando el chico no deja de mirarme en todo el trayecto, el que agradezco que sea corto. En pocos minutos ya estamos en el bar, el Red Fox es un bar que se encuentra en plena inauguración. Como es de esperar, el sitio está a punto de reventar, gracias al cielo Meret conoce al dueño y guardó una mesa para nosotros. Con eso resuelto solo queda ordenar unos tragos y disfrutar de la noche. Meret y Sam, su novio, se sientan a mi derecha, Jarol toma asiento a mi izquierda pegando más de lo necesario su silla.
Hay que darle crédito, el chico es persistente.
Meret hace una seña dándose cuenta de las intenciones de Jarol y elevo los ojos al cielo exasperada en busca de paciencia divina. Jarol es un chico muy lindo, los 3 estudiamos juntos desde que éramos pequeños, pero desde hace un tiempo decidió que una buena amistad no es suficiente. A pesar de lo mucho que le he dicho que para mí no es más que un amigo.
Unas semanas atrás las cosas se volvieron más intensa, no puedo hablar con ningún chico sin que él se entrometa de forma posesiva. Eso sin contar que no necesito ayuda para ahuyentar a un chico, yo sola sé inconscientemente como arreglármelas muy bien.
Cuanta citas intento tener, no dejan de terminar siendo en fracasados intentos que me dejan reducida a frijol en diente: sí, en cuanto lo detectas lo escupes. Y no es que pueda culparlos. Cuando decido poner de mi parte para que funcione, termino con una de mis meteduras de pata a gran escala, o sencillamente digo hola y me escapo como alma que lleva el diablo.
No es que lleve el diablo dentro ni nada por el estilo, aunque a veces creo que le debo algo, porque siento que lo llevo en la bolsa, y tanto ensañamiento de la vida hacia mí tiene que provenir de alguna parte ¿no?
Después de dos horas y tanto la cosa se pone insostenible, le lanzo un manotazo para refrenar la trayectoria de su mano hacia mi cintura, y Jarol suelta una risotada como si de juego se tratara. Conclusión: si este chico tiene vergüenza, pues yo soy virgen.
– Meret, lo ciento, pero ya no soporto más a Jarol – me quejo entre susurros desesperados.
Respuesta de mi amiga ante mi disgusto: risas y montones de risas ¿acaso este día podría ir peor?
– Lis, dale una oportunidad, el pobre chico babea por ti. Quién sabe, a lo mejor ....
– Shshsh –. Logro silenciarla justo a tiempo antes de tener que perforar mis oídos para evitar escuchar semejante estupidez, con las mías ya son más que suficientes.
– Sabes que no lo veo de esa forma y ya me está volviendo loca. Mejor me marcho antes que le tatúe el rostro con mi puño y con mi suerte acabaré la noche en urgencias por fractura de mano o algo parecido –. Yo no me pienso arriesgar, este chico me está poniendo de los nervios.
– ¡Vamos, es tu cumpleaños! – Me mira con ojos de cachorritos y casi no consigo resistirme, casi, porque de ver de soslayo a Jarol me hace recobrar la cordura.
– Lo siento, pero ya quiero irme. Tú quédate y disfruta de la noche con tu amor –. Hago un gesto hacia donde está Sam que no le aparta la vista de encima.
– Te acompañaremos – propone y se apresura a tomar su bolso, pero le detengo mientras me pongo en pie lista para salir de esta trampa mortal a la que me han traído.
– Tranquila –. Evito que arruine lo que puede ser una buena noche para ellos dos –. Solo son las 11 y algo de la noche, puedo regresar sola.
Meret comprueba su reloj de muñeca y lo piensa un instante antes de asentir –. Está bien, pero llama en cuanto llegues – pone de condición en una clara advertencia.
– Lo prometo –. Me acerco dejando un beso en su mejilla despidiéndome antes de ponerme en marcha hacia la salida tan rápido como puedo antes de que Jarol me vea.
Comienzo a atravesar un molote de personas frente a la barra que bloquean la salida. Paso por el lado de una pareja que están abrazados y el chico a espalda de su novia me roza la mano y hace un guiño de ojo.
Lo que faltaba, huyo de un idiota y me encuentro al rey de ellos. Le lanzo la ya practicada mirada fulminante y continúo, es increíble, los hombres no pueden con una mujer y ya quieren dos.
¡Idiota!
– ¿Cómo me has dicho? – pregunta un chico al que nunca antes he visto en toda mi vida y admito que el hecho es una total desgracia.
– ¿Qué? – Me quedo confundida, pero no siega, este chico está de diez.
Estatura 1.80, piel dorada bien cuidada, mandíbula cuadrada, ojos color almendra, labios prominentes que dibujan una sonrisa traviesa y un escultural cuerpo que grita: «Estoy hecho para disfrutar, cariñito».
Sip, todo un chico peligro lo llamaría mi madre.
– Linda, me han llamado idiota muchas veces, pero siempre tienen motivos y que yo recuerde a ti no te he hecho nada ¿o sí? – Levanta una ceja mirándome expectante ladeando una sonrisa con la vista clavada en mi escote como lobo en casería mientras yo envío plegarias al cielo por otro asuntito con papá Dios.
Señor, dime que no estuve soltando mis pensamientos en voz alta otra vez. ¡Tierra trágame! –. Yo no, este, en ... no... mm. Am.
No importa qué invente, nada puede sacarme de este embrollo, la solución diplomática: me haría ver como tarada, la atrevida: me dejaría como una mal educada, y la habitual: ... bueno, qué remedio, de todos modos, no tengo una mejor solución, a grandes vergüenzas, grandes desvergüenzas, o algo así ...
Como dice Meret, cuando las cosas están fuera de control, solo hay tres soluciones:
#1 Fingir sordera.
#2 Hazte la loca o la desentendida.
#3 Dile que te ha confundido con alguien más.
Siendo sincera, no resuelve el problema porque no dan resultado, pero si tienes suerte te dará tiempo para un escape ileso.
– Lo siento no sé de qué me hablas, creo que me confundes con alguien más – suelto de corrida con una sonrisa de inocencia fingida que me queda impecable.
El chico me mira como si tuviera tres cabezas al escuchar mi mentira descarda.
Y ese es el motivo por el que no da resultado.
Salgo de ahí como si mi trasero se incendiara y si la vida se compadece de mi persona, aunque sea un poco, no volveré a verlo jamás.
Era más sencillo decirle que no era con él, pero así soy yo, complicándome la vida más de lo que debo siempre.