Vendido a Don
img img Vendido a Don img Capítulo 6 Fin
6
Capítulo 8 Despedida de soltero img
Capítulo 9 Novio te está esperando img
Capítulo 10 Matrimonio img
Capítulo 11 Prefiero ser tu criada img
Capítulo 12 No finjas img
Capítulo 13 Esta mujer img
Capítulo 14 Equivocada img
Capítulo 15 Un beso img
Capítulo 16 Amante img
Capítulo 17 Dios mío img
Capítulo 18 Me atacó img
Capítulo 19 Fuera de mi casa img
Capítulo 20 Enfadada img
Capítulo 21 Curiosidad img
Capítulo 22 Café img
Capítulo 23 Soportar img
Capítulo 24 No sé img
Capítulo 25 Himen img
Capítulo 26 Déjame en paz img
Capítulo 27 De acuerdo img
Capítulo 28 Recompensa img
Capítulo 29 La carne img
Capítulo 30 Al contrario img
Capítulo 31 Embarazada img
Capítulo 32 Un hijo img
Capítulo 33 Tú me calmas img
Capítulo 34 Sabes muy bien img
Capítulo 35 Gran marido img
Capítulo 36 No estás bien img
Capítulo 37 No puedo img
Capítulo 38 Dolor img
Capítulo 39 Cálmate ragazza img
Capítulo 40 Eres tan guapa img
Capítulo 41 Cruzar la línea img
Capítulo 42 Contrólate img
Capítulo 43 Eres mía img
Capítulo 44 Muito img
Capítulo 45 Matado a un hombre img
Capítulo 46 Siempre estava aqui img
Capítulo 47 Besos img
Capítulo 48 Momento img
Capítulo 49 Trabaja img
Capítulo 50 Bailaré para ti img
Capítulo 51 Para! img
Capítulo 52 Te amo img
Capítulo 53 Maledetta img
Capítulo 54 No es mentira img
Capítulo 55 Voy a matar img
Capítulo 56 No merece mi amor img
Capítulo 57 Una puta img
Capítulo 58 Maldita seas img
Capítulo 59 Mátame img
Capítulo 60 Por spuesto img
Capítulo 61 Qué pasaba fuera img
Capítulo 62 Es su problema img
Capítulo 63 Alto img
Capítulo 64 Estaba a salvo img
Capítulo 65 No pasa nada img
Capítulo 66 No quiero saberlo img
Capítulo 67 No quieres img
Capítulo 68 Bella mia img
Capítulo 69 Es de la familia img
Capítulo 70 Casualidad img
Capítulo 71 Lo siento img
Capítulo 72 Deseo img
Capítulo 73 No agas nada img
Capítulo 74 ¿Estás bien img
Capítulo 75 Eres una cabrón img
Capítulo 76 Volvió loca img
Capítulo 77 Todo el sentido img
Capítulo 78 Confianza img
Capítulo 79 Va bene img
Capítulo 80 Estás loco img
Capítulo 81 Enfermería img
Capítulo 82 Confío img
Capítulo 83 La niña img
Capítulo 84 Te quiero img
Capítulo 85 Me disculpé img
Capítulo 86 Vestido img
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Capítulo 6 Fin

CAPÍTULO 06

Fabiana Prass

Me sentí libre, corriendo entre los arbustos y cogida de la mano del jardinero, que hasta ahora no me ha dicho su nombre. Entonces me detuve en medio del camino, aún medio sin aliento, y pregunté:

- ¿Cómo te llamas? Nunca recuerdo haber preguntado... - Dejó de caminar y puso cara de asombro. - ¿Cómo? - pregunté y sonreí ante su asombro.

- ¿Cómo me llamo?

- ¿Mi nombre?

- É... ¡Helio! - respondió con torpeza y de repente reanudó la marcha, tirando de mí. Me hizo gracia, debía de ser tímido.

Cuando llegamos al jardín, él conocía un camino secreto que daba acceso a la zona interior, y por mucho que me preocupara desobedecer a mi tío y entrar en tierras ajenas, la emoción habló más alto.

- ¡Qué bonito es esto! Ese río parece mentira, ¡y mira cuántas flores diferentes hay! - comenté, mirándolo todo. Vi que tocaba suavemente las rosas.

- ¡Aquí hay un banco especial! ¿Vienes a echar un vistazo?

- ¿Por qué especial? - pregunté acercándome a él.

- Ya verás... - Le seguí por el hermoso jardín. El césped estaba muy bien cuidado, con guijarros que hacían de senderos, y luego subimos a un puente, que estaba todo trabajado con piedras que seguramente habían sido pegadas y pintadas.

Cruzamos el río y había una zona a modo de tienda donde las propias ramas formaban la parte superior, y debajo había un banco para hasta tres personas.

Él se sentó sonriendo y ahora, mirándolo de cerca y sin la gorra, puedo ver que es hermoso, me recuerda a alguien, pero no sé a quién.

- ¿A quién?

- Eres muy guapo, ¡sobre todo sin la gorra! - dije avergonzada.

- ¿Eso crees? - Se sentó a mi lado.

- ¿Tu prometido es feo? No sé si puedo preguntarle eso... - me miró sin comprender.

- Bueno, no me fijé mucho... llevaba mucha ropa elegante, una boina y gafas, no le grabé la cara... y el segundo día no pude fijarme en nada aparte de las gafas, apenas le miré porque estaba muy nerviosa... siempre me pondrá nerviosa....

- Vaya... que pena. Espero que algún día lo consigas.

Cuando terminé de contestar, vi que varios colibríes empezaban a acercarse a la jardinera, y al poco rato estaban sobre mí. Parecían acostumbrados, estaban tranquilos y me pareció precioso.

- ¿Vienen siempre aquí? - pregunté.

- Soy jardinero... ¿quién crees que ayudó a crear este jardín? - Sonrió.

- ¡Caramba! ¡Eres genial en eso!

En aquel banco hablamos del jardín y de mí. El jardinero está relajado, me siento ligera con él y ya me preocupa tener que olvidarme de él cuando nos vayamos.

Ahora mi vida estará rodeada de dolor y destrucción, porque si Don me hizo eso antes de casarme, no puedo imaginar lo que hará cuando todo haya terminado.

- ¡Túmbate aquí en mi regazo! ¡Así podrás descansar! - me propone, y entonces miro mi ropa.

- ¿Te importa si estoy mal vestido?

- ¡Para mí estás preciosa! ¿Y eso por qué?

- No es nada... ¡Don me hizo ducharme y cambiarme para tener acceso a él! - El jardinero empezó a toser y pensé que se había atragantado con algo, así que le di una palmada en la espalda intentando ayudarle.

- Jesús, ¿estás bien?

- Estoy bien... Seguro que fue por alguna otra razón por la que me pidió que hiciera esto, ¿iba sin acompañante? - Lo negué.

- No le importa, ¡no soy nada para él! Pero cambiemos de tema, ¿vale? - Me tumbé en su regazo y los colibríes siguieron viniendo.

- Por supuesto... - Me echó todo el pelo hacia atrás y me estiró las piernas, colocándolas sobre el brazo del banco.

El jardinero guardó silencio durante un buen rato mientras me acariciaba lentamente y yo cerraba los ojos, ni siquiera mi madre me trataba así, me sentía tan bien.

Me miraba tanto, y empezó a conocer cada detalle de mi cara y yo de la suya. Varias veces sentí su tacto en mi piel, esas suaves caricias que me encantaban. Su mano en mi pelo me hizo suspirar y hasta cerré los ojos varias veces.

Seguí analizando su rostro bien diseñado, con la mandíbula ligeramente cuadrada, las cejas parcialmente perfiladas y el pelo desordenado que le daba un aspecto más relajado.

Su mirada era profunda, parecía que sus pensamientos estaban tan lejos que me intrigaba.

- Como hoy es tu último día, soltera, creo que aún puedes dejar que te bese... - Puso su dedo índice en mis labios y los miró con malicia.

- Pero estoy comprometida...

- ¿Y elegiste estar comprometida? - Lo negué. - ¡Entonces es él el que está comprometido! - bromeó y yo sonreí.

Levanté más mi cuerpo y él se dio cuenta de que iba a ceder y tiró de mí para sentarme en su regazo, literalmente, dejándonos en una posición muy íntima.

Ahora sobraban las palabras. Al mirarnos sabíamos lo que iba a pasar, y poco a poco nos fuimos acercando y entonces se produjo el beso tan esperado.

Me invadió una sensación nueva que me llevó a otra dimensión. Sentí una profunda conexión, un escalofrío que parecía llegar a mi alma y llevarla a un delicioso baile en el que me perdí en mis propios pensamientos.

Me olvidé de todo lo que me rodeaba y me dejé guiar por él. Apoyé mi cuerpo completamente contra el suyo y sentí un ansia que nunca antes había conocido.

Su lengua vagaba sobre la mía y sus labios suaves y bien afeitados chupaban los míos, dejándome en completo éxtasis y satisfacción.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero sé que fue mucho tiempo, ya que el sol empezaba a ocultarse. Sentí que la mano del jardinero se inquietaba y tocaba mi muslo, así que era hora de parar.

- Tengo que irme...

- No voy a hacer nada, sólo te he acariciado...

- Es que tengo hambre y es tarde. Tengo miedo de que mi tío me delate con Don.

- Quédate aquí un rato, voy a robar un trozo de tarta de la casita del fondo, conozco al dueño, allí siempre hay tarta...

- No hace falta...

- Te lo ruego... quédate aquí.

- Está bien... si me lo pides así, ¡no puedo negarme! - sonrió, me dio un último beso y se fue.

Esperé allí un rato y luego volvió con un maravilloso pastel de fresas y nata; creo que nunca había comido uno tan bueno.

El jardinero me untó tarta en la nariz y yo también le unté a él.

- Fue divertido pasar el día contigo...

- ¡No estés triste! Siempre estaré aquí para ti...

- ¡Don no lo aceptará! Seguro que no nos volveremos a ver. - Dije con abatimiento.

- Nunca sabemos lo que nos deparará el mañana. ¡Nunca lo olvides! - suspiré.

- DE ACUERDO.

- ¿Quieres volver? Pronto oscurecerá, ¿no?

- Sí... Nuestro paseo llegó a su fin.

El jardinero me abrazó y caminamos juntos hasta mi casa, por el mismo camino de antes.

- Parece que mi tío no está aquí... - comenté.

- Si quieres, me quedo contigo y lo solucionamos. - comentó.

- Creo que eso sería peor, ¡será mejor que te vayas! - le pregunté. Me dio un último beso y se fue.

Entré en casa y empecé a empaquetar algunas cosas que me iba a llevar a casa de Don. Me duché y me puse mi mejor ropa, aunque encontré un pequeño agujero en mi blusa, pero es difícil de ver, ese ogro emparentado con Sherek se lo tendrá que tragar.

De repente oí un fuerte ruido fuera y corrí a ver qué era. Mi tío sonaba borracho y estaba tirando todas las cosas que había clasificado del reciclaje, desordenando bolsas e incluso atacando cosas de la pared.

- Tío Amador... ¿Qué ha pasado? - se abalanzó sobre mí y me dio dos bofetadas en la cara, una en cada lado que me cortaron un poco.

- ¡Zorra! ¿Dónde has estado, cabrón? - Intenté alejarme de él, pero se me echó encima y me acorraló contra la pared.

Levantó la mano para golpearme de nuevo, pero una voz bastante fuerte lo detuvo.

- ¿Qué crees que estás haciendo, travieso niño puttana? - Era Don.

Estaba oscuro, pero reconocí el estilo de su ropa, que tenía grandes botones en la parte delantera y llegaba hasta abajo, llevaba una boina y una bufanda.

- Aún no se ha casado, así que... - Antes de que mi tío terminara, Don ya le había dado dos palizas que le hicieron desfallecer.

- ¡Debería matarte, cabrón! ¡No quiero verte nunca más cerca de mi mujer! - Don Antonio casi gritó mientras hablaba, con voz firme.

- ¡Ha estado bebiendo! - dije, aterrada, con las manos en la cara.

- Vamos, Fabiana... ¡Mi coche está abajo! No te vas a quedar ni un segundo más con ese hombre...

- Voy a buscar una bolsa que he empacado...

- ¡Soldado! ¡Síguela y trae la bolsa! - habló con más calma y tuve la extraña sensación de conocer esa voz, una sensación diferente, una tirantez... Estoy casi segura de haberla oído antes y no era de Don, pero no tardé en llegar a mi habitación, no le gusta repetir las cosas, se nota.

Me subí a su coche muerta de miedo, pero no había donde huir, ahora estaría en problemas y tendría que saber defenderme de él.

            
            

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