-Vaya, parece que eres bastante importante y conocida por acá, dijo su amiga.
-Ay ni me digas, poco a poco te contaré mi historia, pero no es nada de lo que dicen, ni caza fortunas ni mantenida, en lo único que tienen razón es que ando el vestido de la abuela, dijo ella causando que ambas chicas sonrieran.
Al terminar el día de clases, las nuevas amigas se despidieron, estaban felices de contar una con la otra, serían compañeras en todos los cursos, Katty era hija de unos multimillonarios que tenían empresas cementeras en Florencia, la chica tenía buen gusto y educación, se podía ver que sus padres la consentían pero no en exceso, pero no era una chica malcriada como aparentaban ser sus otras compañeras de clase, Katty era diferente.
Liam esperaba a su jefa en el lugar en donde la había dejado en la mañana, el hombre por supuesto que llamaba la atención de todas las chicas del lugar, era extremadamente atractivo, mientras esperaba recostado al costoso auto.
-Señora, dijo Liam ofreciendo su mano para que Ayleen subiera en la parte trasera del auto.
-Santo cielo, si este es el chofer, como será el hombre con el que se revuelca, dijo una de las compañeras de la chica. Siendo fulminada por Liam quien escuchó el absurdo comentario.
-Es un multimillonario dueño de hoteles en ambas costas, no sé si se casó con él o solamente es su amante, ¿sabes quién es Aldo Corona, pues el hombre que paga las cuentas de la abuela? Dijo otra chica burlándose y recordando el vestuario de la hermosa chica.
-Vaya, que crueldad, porqué tienen que hablar así de esa mujer, es hermosa y lo saben, se ve educada y definitivamente en otro trajecito, porque no, hasta podría llevármela a la cama, si es verdad que su esposo es el anciano Corona, no creo que le dé lo que ella necesita, dijo Ludwing Salem.
-Bueno, Aldo Corona tiene cuarenta y ocho años, pero se conserva bastante bien, es más, por algunos millones, yo sería capaz de irme a la cama con él, mi padre ha hecho negocios con ese hombre y créeme, los millones que tiene, compensan todo lo viejo que pueda ser.
-Bien, hagamos un trato, tú te llevas a Aldo Corona a la cama, me das pruebas de eso y si yo me llevo a esta hermosura a la cama, haré lo mismo, ¿Qué te parece Cinthia?
-¿Y que gano yo con eso?
-Que te transfiera diez millones de euros a tu cuenta y te pague un viaje al lugar del mundo que quieras.
-Hecho! Dijo Cinthia sabiendo que la empresa de su padre estaba por caer en crisis, por eso Gustav Oses había tenido una reunión con Aldo para que le inyectara algo de capital a su negocio, sin embargo, este que era bastante inteligente en los negocios, jamás aceptaría tal inversión.
-¿A casa señora?
-Si no es molestia me puedes llevar por favor al centro comercial del centro?
-Claro que sí señora, estoy para lo que ordene.
-Liam, tengo diecinueve años solamente, mientras que no esté Aldo, podrías solo decirme Ayleen, me haces sentir vieja y hoy ya no quiero sentirlo más, este modelito que me fui a poner, ha causado burlas y comentario estúpidos por parte de personas que no deberían afectarme, pero después de no salir en tanto tiempo, creo que me he sentido peor que nunca, mi inseguridad es bastante.
La chica después de que Aldo no la volviera a tocar, sentía que no era lo suficientemente atractiva para que su esposo se sintiera atraído por ella.
-Claro Ayleen, como usted diga, con todo respeto, usted es hermosa, sin importar lo que lleve puesto, dijo el hombre intentando subirle el ánimo.
-Gracias Liam, pero los dos sabemos que con esto parece que asalté el armario de mi abuela, dijo ella haciéndolos reír.
-Bueno, puede que no sea el mejor modelo, si me permite, la llevaré a un lugar en donde la asesorarán con todo gusto, de verdad, ahí podrán ayudarla.
-Claro, te lo agradezco, dijo la chica recostándose en el asiento trasero del costoso auto.
Treinta minutos después el joven chofer estaba estacionándose en un gigantesco centro comercial, en donde solamente se veían anuncios de marcas bastante costosas.
-¿Vaya hombre, donde me has traído? Preguntó la chica sin dejar de admirar aquel hermoso edificio.
-Qué pena, no le pregunté cuánto dinero deseaba gastar? imagine que tenía acceso ilimitado a la cuenta de su esposo, dijo Liam algo incomodo.
-.No, no lo digo por eso, es que tengo tanto tiempo de no salir de casa, solo con Aldo a sus cenas y presentaciones que no conocía este centro comercial, lo decía por la arquitectura tan espectacular.
-Qué pena, no le había entendido a lo que se refería, dijo el hombre bajando del auto y abriendo la puerta de la chica, cosa que no fue necesario, pues ella ya había bajado del auto.
-No es necesario que me abras la puerta, me siento inútil, entiendo que seas mi guarda espaldas, pero no tienes que ser mi chofer, de verdad, mientras estemos solos dejemos los formalismo que me incomodan, cuando está Aldo, ya lo conoces, dijo ella caminando hacia dentro del edificio.
Caminaron por algunos minutos hasta que se detuvieron en una gigantesca tienda, evidentemente era la más grande y lujosa de todo el centro comercial, diferentes marcas de reconocidos diseñadores era o que había en el lugar, bolsos, calzado, prendas de vestir y hasta joyería de una prestigiosa joyería "polvo de estrellas".
-Santo cielo, esto se asemeja mucho al paraíso, dijo la chica mirando a su guarda espaldas, haciéndolo reír.
El hombre cuando sonreía dejaba ver un hoyuelo en cada mejilla, haciéndolo ver más sexi.
-Señor Hendrich, que gusto tenerlo por acá nuevamente.
-Amanda, deja lo del señor Hendrich, sabes que eso no me gusta para nada, no va conmigo, dijo el hombre amablemente.
-Está bien Liam, deja que me acostumbre, Carolina no se encuentra hoy, ha salido del país para supervisión de otra tienda en Milán, regresa mañana a primera hora.
-No lo sabía, nunca me dice nada, ni modo, me acostumbraré algún día, dijo él levantando sus hombros como señal de derrota.
Ante todo aquello, Ayleen no entendía lo que estaba sucediendo.
-Bueno, Amanda, sé que me puedes ayudar tú sin ningún problema.
-Ella es la señora Hall, necesita que la asesores con lo que te pida, cuento contigo Amanda, confío en ti, mi trabajo está en juego, dijo el hombre sonriendo y tomando asiento en un sofá bastante lujoso que había en la tienda.
Con algo de timidez, Ayleen buscó algunas prendas, la chica tenía buen gusto, solamente era algo tímida para elegir.