-Hola mi vida, te ves preciosa, ese cambio es espectacular, te ves bien, dijo Aldo tomando por la cintura a su bella esposa.
-Te presento a los nuevos inversionistas del complejo hotelero, después de presentarle a muchos hombres de negocios y de decir algunos nombres de los que ella no recordaba, se disculpó.
-Un gusto conocerlos a todos, espero nos acompañen a cenar, será un gusto, dijo la chica siguiendo el debido protocolo para estos casos, sin embargo, ella solo deseaba que se largaran de la casa, siempre que Aldo bebía se ponía muy agresivo.
-No mi vida, más bien ya Juanita está preparando mis maletas, saldré del país durante una semana, el jet sale en media hora, así que te tocará cenar sin mí, estoy seguro de que me extrañarás como nadie.
-Qué pena, en otra ocasión nos acompañaran y claro que te extrañaré, lo sabes, dijo ella despidiéndose de todos, si ella no seguía pareciendo la esposa educada y enamorada que Aldo hacía ver, pagaría las consecuencias sin más.
Treinta minutos después de haber llegado, Liam entró por la puerta de servicio, cargado de bolsas.
-Juanita, estas son las compras de la señora, dime donde las pongo.
Juanita era una mujer de mediana edad, tenía muchos años trabajando con la familia, desde que Ayleen había llegado a la mansión, ella realmente le tenía pena a la chica pero no podía desatar la furia de Aldo, así que tenía que seguir al pie de la letra lo que su jefe decía.
-Ya el señor Corona se fue, así que mejor me haces el favor y llevas las cosas a la habitación de la señora, es la última puerta del pasillo, dijo la mujer sin percatarse de que Ayleen ya había llegado a la mansión.
Liam caminó por la gigantesca y lujosa casa cargado de bolsas de diferentes marcas, tocó la puerta de la habitación pero nadie respondió, así que imaginó que Ayleen no estaba, entró y poco a poco fue poniendo las bolsas en la blanca alfombra de la habitación, en aquel lugar solo había cosas de mujer, por lo poco que pudo observar, no tenía nada masculino, era una gran habitación de mujer, en tonos blancos y grises.
Liam estaba perdido en una hermosa pintura que colgaba en la pared cuando dentro de la habitación una puerta se abrió dejando ver a Ayleen Hall completamente desnuda salir de la ducha.
Ninguno de los dos pudo moverse ni dejar de mirarse a los ojos.
-Lo siento, lo siento señora Ayleen, Juanita me pidió subir las bolsas, que pena, dijo el hombre conteniéndose para no volver a mirar el escultural cuerpo de la chica que tenía al frente.
Ayleen tomó una bata de baño que estaba justo a su lado y se la puso de inmediato sin decir una sola palabra.
-Qué pena, dijo el hombre saliendo rápidamente de la habitación.
-Por Dios, que acaba de pasar, dijo la chica en voz alta.
Ayleen se recostó en su cama, pero no pudo dormir prácticamente nada en toda la noche, amaneció, desayunó algo ligero y salió de la mansión vistiendo un mezclilla y una camiseta blanca que hacía juego con sus tennis blancos, un bolso de espalda de la marca cannel, al chica se veía hermosa, sus ojeras de la noche que había pasado, no se notaban gracias al maquillaje que llevaba.
Por otro lado Liam que no la había pasado diferente imaginando aquel cuerpo desnudo de su jefa, no tenía maquillaje con que cubrir la desvelada.
-Buenos días Liam, dijo la chica algo ruborizada.
-Buenos días señora, ¿A la universidad?
-Sí por favor, fue lo único que dijo la chica en todo el tiempo que tardó el viaje.
-¿A las cuatro igual?
-Sí a las cuatro, diciendo esto la chica caminó hasta el edificio, se sentía avergonzada pero le excitaba el hecho de que aquel hombre la hubiese visto desnuda.
Kattya la esperaba en el estacionamiento para entrar al salón de clases.
- Ayleen tenemos que hablar dijo la chica tomándola del brazo, escúchame, escuché a Ludwing diciendo que te llevaría a la cama a como diera lugar, ten cuidado con ese tipo, por lo que he escuchado, no es de fiar.
-Pues está muy equivocado, porque a mí nadie me lleva a la cama, gracias por decirme Kattya, así estaré atenta a cualquier cosa.
-Pero vean nada más que mujer más hermosa viene entrando al salón, Ayleen Hall, de verdad que no sé cómo no te conocía antes, eres la mujer más hermosa que he visto en la vida, te invito a tomar algo a la salida de clases, vamos, dime que sí, estoy seguro de que la pasaremos bastante bien, dijo Ludwing comportándose como lo que era, un completo idiota.
-No, gracias, tengo cosas que hacer después.
-Pero si tu marido no está en el país, ¿Qué tanto tienes que hacer? Preguntó el chico.
-¿Cómo sabes eso?
-Pues porque Cinthia anda de vacaciones con él, dijo Ludwing intentando que la chica accediera a irse a la cama con él después de saber que Aldo le estaba siendo infiel en Venecia con Cinthia Oses.
-No me digas, sabes que, no te creo nada, dijo la chica astutamente.
-Ah sí y que te parece esto, dijo él mostrándole un video a Aylenn.
-¿Cómo sé que no es algún montaje hecho por alguien que desea perjudicar a mi marido?
Envíamelo para estudiarlo bien, dijo la chica astutamente.
Cuando Ludwing le envió el video ella únicamente se limitó a decir; pues que disfruten juntos.
Ya con el video en la mano, Ayleen podía alejarse d Aldo, pues esa era una de las clausulas que habían firmado, que si él era infiel no podría volver a ponerle un dedo encima, sino llevaría al divorcio inmediato, claro que el tío Roberth lo había hecho todo bien, Ayleen se quedaría con la mitad de os bienes del hombre si una infidelidad se filtraba.
De inmediato la chica envió el video a su correo, uno que nadie sabía que tenía puesto que lo había abierto cuando tenía diez años y lo había dejado de usar, eso por si Aldo tenía jackeada su cuenta de correo.