Rouge
img img Rouge img Capítulo 4 Celeste
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Capítulo 6 Ma deésse img
Capítulo 7 Obsesión img
Capítulo 8 Hechos el uno para el otro img
Capítulo 9 Lo gracioso de la primera noche img
Capítulo 10 Deja Vu img
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Capítulo 4 Celeste

ALICE

Después de pasar casi dos horas enteras con Harry, me dolían los músculos de la cara de tanto reír. Creo que nunca me había reído tanto en mi vida.

En ese pequeño rango de tiempo, hicimos de todo: coloreamos, merendamos, le leí varios cuentos infantiles y él me contó más de una vez que uno de esos cuentos que yo le había leído, era el favorito de su mejor amigo. Cuando le pregunté cómo se llamaba el chico, bajó la cabeza y su semblante adquirió matices tristes. No indagué. Por alguna razón, no quería que el niño dejase de sonreír nunca. Era demasiado adorable mientras lo hacía.

Mi hermano nos observaba atónito y medio divertido. Ya le preguntaría después por qué le parecía increíble que un niño se la pasara bien conmigo. ¡Si yo era la chica más adorable que cualquiera podría conocer! Vale, tal vez no lo era tanto con Max, pero si con todo el que me agradaba. E indudablemente, Harry me agradaba mucho.

Harry y yo estábamos sentados con ambas piernas cruzadas encima del sofá, en posiciones enfrentadas, con los colores y los libros entre nosotros, mientras él me contaba que iba en primero de primaria y que le gustaba mucho aprender.

-La señorita Heather es muy buena. Imagínate, Allie, que dice que yo le gusto mucho porque ya se me todos los números y casi todo el alfabeto. ¡Dice que soy el que más sabe de su clase!

-Con que un chico listo, eh... Eres irresistible, pequeño caballero.

El frunció el ceño.

-¿ Qué es irre...irrst...irresit...

Me dio gracia su carita de confusión y cómo se le enredaba la lengua tratando de pronunciar la palabra.

-Irresistible, Harry. Eso significa que eres encantador, que tienes tantas cosas bonitas, que es difícil que a cualquier persona no le guste tu encanto.

-¿A ti te gusta?

-¿Bromeas, chico? ¡A mi me encanta! Y eso que apenas te conocí hoy. ¿Te imaginas lo que harás con las chicas dentro de unos años?

-Las chicas son pesadas. -señaló frunciendo su naricita de una forma muy graciosa. Era tan tierno.

-Dime lo mismo dentro de unos años, colega. -saltó mi hermano.

Casi se me olvidaba que estaba sentado en un sillón, mirando la televisión.

-Oh no, deja que sea un caballero, no un mujeriego como tú.

-Mujj...mujrg...mjerieg...-intentaba

decir Harry y me regañé mentalmente por decir palabras de adultos delante de él.

-Eso no es una palabra que tengas que pronunciar ahora, Harry. - dije, nerviosa. - ¿Mejor seguimos pintando?

-¡Sí! ¿Podemos pintar ese dinosaurio de carmelita?- preguntó señalando el dibujo que habíamos comenzando hace un rato. Era sobre un dinosaurio que estaba erguido al lado de un árbol.

-Pues no lo se. Pintemos con los colores que más te gusten. Deja tu imaginación volar.

-Alice, ni siquiera sabe lo que es la imaginación. – soltó mi hermano, para molestarme, claro. Si no me pinchaba una que otra vez al día, no dormía contento. No se cómo sobrevivió tanto tiempo sin verme.

- Además, no podemos pintar una hoja de un árbol de color amarillo. Esas por ley son verdes. ¿A que sí, Harry? - continuó hablando Max, esta vez para el pequeño que observaba el dibujo con el ceño fruncido.

-¿Amarillas como el Sol?

-No, no tan fuerte, un amarillo como este. - le indicó Max señalando mi blusa que era de ese color pero en un tono más pálido, más apagado, como una hoja de árbol marchita.

-¡Pero sí hay hojas así! Las vimos en clase, la señorita Heather dice que cuando se marchitan, se ven como la blusa de Allie.

Me empecé a reír. Si que era un pequeño genio, después de todo.

-Ya ves, tonto- dije para Max. - Harry sabe que las hojas de árbol no siempre son verdes.

Mi hermano refunfuñó como un niño pequeño y volvió a centrarse en el televisor. Nosotros seguimos pintando, llenado los dibujos en blanco de colores llamativos y bonitos. Harry estaba encantado y de vez en cuando, nos reíamos cuando decía alguna ocurrencia.

Un momento después, miré al sillón de soslayo y ya no vi a Max. Casi me sobresalto cuando lo sentí detrás de mi, con el teléfono pegado al oído.

Fui muy consciente de cada palabra que decía y supe, claramente, que hablaba con el papá de Harry.

Tenían que ser muy amigos porque no recordaba que mi hermano hubiera sido tan jovial con alguien más en el pasado. Era gracioso verlo voltear los ojos y reírse de la notable exasperación que tenía el hombre al otro lado de la línea.

Por un momento me preocupé cuando lo escuché hablarle en un tono bastante alto a su amigo, pero luego sonrió y me dijo con voz tranquila que estaba teniendo un ataque de ansiedad.

De repente, sentí curiosidad por ese hombre.

Diablos, que para soportar y tenerle tanta confianza a Maxie, no podría ser cualquiera, tenía que ser especial.

Mi hermano terminó la llamada muerto de risa y fue a ocupar su asiento otra vez.

-¿Por qué estás tan de buen humor, pesado?

-Porque en menos de nada, entrará una bomba a punto de estallar por esa puerta, y será gracioso de ver.

-¿Una bomba?- fruncí el ceño- ¿Te refieres a tu mejor amigo?

-Si, me refiero a ese pequeño idiota. Creo que tu presencia aquí lo ha descolocado un poco.

-¿Entonces yo soy el motivo de que entre como loco un tipo por esa puerta en menos de nada?

-Ajá.

-¿Y estás tan tranquilo?

-Ajá.

Lo fulminé con la mirada

-¿Qué? - preguntó como si no entendiera.

¡Acababa de decirme que un tipo entraría muy molesto por esa puerta! ¡Molesto, por mi culpa! ¿Por qué no estaba en una pose defensiva?

Entrecerré aún más los ojos en su dirección. Harry seguía muy tranquilo concentrado en su dibujo.

-¡Ah! ¿Estás asustada por Pierce?

-Creo que tienes un problema neuronal, Maxie. ¡Claro que si!

-Bah.- le restó importancia con la mano. -No te preocupes, rizos. Él ladra, pero no muerde. Es un osito de peluche en el fondo.

-¿Acabas de comparar a tu amigo con un perro y con un oso en una misma frase? Enloqueciste.

Efectivamente, en menos de media hora, la puerta principal se abrió de un portazo y apareció frente a nosotros un hombre de cabello negro y realmente atractivo. Por su cara de pocos amigos, parecía querer asesinar a alguien. No había que ser muy listos para saber que ese alguien era Maximiliano.

Harry saltó del mueble emocionado y corrió hacia él, abrazándose a sus piernas. El hombre, el tal Pierson, lo cargó y con sus brazos fuertes –muy fuertes, al parecer– lo sostuvo de un solo lado. Después de eso, se calmó.

En verdad, decir que se calmó sería un eufemismo porque parecía que nunca había estado molesto.

Es más, la imagen de él entrando como protagonista de una película de ficción por esa puerta, se borró por completo de mi mente. Ahora era reemplazada por el joven padre cariñoso que moría de amor por su hijo.

Que bonitos eran. Más que bonitos, la escena era muy adorable.

-...¡es la chica más linda que he visto! Sus ojos, papi, sus ojos son lo más bonito. ¡Vamos, pa!. - escuché como Harry alentaba a su padre a conocerme.

Me gustó todo lo que dijo de mí y me sentí satisfecha de haber creado una primera impresión tan buena. Aún así, me acerqué a ellos como si estuviera siendo atraída por una fuerza especial.

-Mira que eres exagerado, Harry.

Cuando hablé, el hombre clavó su mirada en mí y sentí un verdadero desastre de emociones en mi estómago. Fui consciente de cuantas terminaciones nerviosas tenía en el cuerpo. Su mirada era azul, un azul claro, un azul celeste pero muy intenso a la vez, como si buscara quitar cada una de mis capas y descubrirme sólo con los ojos.

Hazlo, joder. Hazme lo que quieras.

Me obligué a permanecer serena, a hacer como si nada, como si este hombre, con sólo mirarme , no hubiera desatado absolutamente nada dentro mi.

Por un momento pensé en mi ex novio y ... ¿Ethan? ¿Quién carajos era Ethan?

Noté como me observó con parsimonia y se detuvo por unos largos segundos en mis ojos. ¿Acaso le gustaban tanto como parecían haberle gustado a Harry?

Esos ojos habían sido motivos de tantas burlas...

Le tendí la mano para presentarme.

Ahí, muéstrale la mujer educada que tienes dentro.

Oh, diablos, como siga pensando así, voy a sonrojarme y no puedo sonrojarme porque entonces sería demasiado evidente que me llama muchísimo la atención y creería que soy una lanzada, que quiero que me besuquee...

Es que es lo que quieres, quieres que te coma la boca a besos.

Oh, para ya Allie. Este hombre debe estar adaptado a que las mujeres le besen los pies y yo no pienso besarle los pies a nadie, ni demostrarle siquiera que...que pienso que está demasiado bueno para mi salud mental. Porque bueno, las cosas como son.

-Soy Alice Sullivan, la hermana de este idiota de aquí -hablé finalmente, señalando a Maxie con mi cabeza. -Y tu debes ser...

-Pierson Evans. -me tomó la mano y me gustó la forma en que se veían juntas, el contraste de su mano enorme y caliente sobre la mía, fría y mucho más pequeña. Me regañé mentalmente, estaba pensando demasiadas tonterías.

Me dio otra inspección bastante notable.

¿Cómo era tan descarado?

En realidad, yo aproveché para hacer exactamente lo mismo. Aunque dudaba mucho que yo fuera tan evidente como él.

Era de complexión fuerte, como esos modelos de revista, pero algo en su esencia, en lo que me transmitía, hizo que no quisiera compararlo con cualquier chico de esos que eran tan solo una cara bonita.

Detrás de este hombre había mucho más, había una historia, una historia muy triste que de repente, me encontré queriendo descubrir.

Los rasgos faciales de Pierson eran duros: mandíbula cuadrada, nariz bonita y pestañas negras muy espesas. Pero definitivamente, sus ojos eran la parte de su cara que más me había llamado la atención, por el celeste tan aparentemente tierno al que él mismo imprimía una intensidad que te dejaba sin palabras. Aquellos ojos no eran comunes, aquellos ojos contaban una historia.

Recorrí con disimulo su cuerpo y no me sorprendió la enorme cantidad de músculo que parecía esconder ese uniforme sanitario que traía puesto.

¿Cómo es que hacía que un simple uniforme sanitario que no tenía ni siquiera forma, le quedara tan bien?

Porque el tipo está bueno, realmente bueno.

Escuché a Harry hablar y él me soltó la mano de repente, o tal vez la había sostenido por demasiado tiempo.

Toda la imagen de dios griego encantador y caballeroso que creé en dos segundos, se esfumó cuando abrió la boca.

Pum. Burbuja estallada.

-¿Qué cojones eres?

Lo miré, desafiante.

-Una humana. Sí, la última vez que revisé era humana.

Enarcó una ceja, sorprendido y yo celebré para mis adentros mi pequeña victoria.

Harry habló a mi favor y él lo envió al cuarto, de muy malas maneras. Me irritó que regañara a un niño tan dulce.

-¿Por qué le acabas de hablar así?

Clavó su celeste en mí con más intensidad que antes y se acercó a mi.

-¿Por qué te importa?

Yo me olvidé de que no era mi problema en realidad y le escupí lo primero que me cruzó por la mente.

-¡Porque te estás comportando como un imbécil con tu hermoso hijo!

Sus ojos se tornaron confusos y creo que lo vi sobresaltarse ante mi tono de voz fuerte.

Entonces, tan rápido como la luz, su expresión volvió a cambiar y me agarró de la muñeca con fuerza después de preguntarme que sabía yo de su hijo.

¿Qué diablos le pasa a este hombre con sus cambios de humor?

-¿Por qué hablas como si lo conocieras?-continuó- como si... como si te hubieran hecho un resumen sobre él.?

Me reí en su cara, no pude evitarlo, y sentí la risa ahogada de mi hermano también.

¿Es que acaso estaba loco? ¿Era eso?

-¡Esto no es una película policial, loco!. ¿Qué te crees que soy? ¿La asesina que los persigue y que los quiere descuartizar para vengarse? -resoplé-Venga ya, deberías ir a un psiquiatra. ¡Sólo estábamos jugando y me ha parecido el niño más bonito y agradable que he visto!

Noté como usaba nuestras miradas todavía fijas en el otro para saber si estaba mintiendo o no.

No me gustó la desconfianza, no me gustó que de repente me pareciera un hombre roto.

Un matiz de alivio cruzó sus ojos.

Entonces fui consciente de que aún me agarraba de la muñeca.

-¿Me devuelves mi mano, por favor?

Bajó la cabeza y murmuró:

-Ehm, sí, claro.

Luego, me soltó la mano con rapidez.

Entonces escuché a mi hermano reír a mi espalda y casi instantáneamente, me fijé en que Pierson apretaba los dientes y lo fulminaba con la mirada.

Oh, oh.

-Esto ha sido divertido, hermana. - me habló Maxie. -Tienes un diez en comportamiento ante estúpidos paranoicos.

En este momento, me sentía en medio de un fuego cruzado: Pierson le habló furioso y en dos enormes zancadas, agarró del cuello de su camisa a mi hermano. Hice un ademán de ir a golpear al tipo por acercarse así a mi hermano, pero me descolocó el rostro sonriente de este.

O Max era realmente un retrasado, o ambos eran muy buenos amigos.

En el segundo caso, Pierson parecía ser el que se molestaba fácil y mi hermano el idiota que no podía resistir dos segundos sin incordiar a nadie. Era exasperante a veces.

Les dejé de prestar atención y me centré en recoger mis cosas porque sabía que dentro de nada, nos íbamos.

Efectivamente, sentí a mi hermano a mi lado mientras me inclinaba un poco a tomar el aza de mi maleta. Así que, al levantarme, me enganché a su brazo y fui consciente de que Pierson me miraba fijamente.

Entonces, le sonreí y él hizo algo que no me esperaba: me devolvió la sonrisa. Una sonrisa ladeada malditamente sexy.

Y en ese momento no sabía que tanto iba a gustarme aquella sonrisa.

            
            

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