"- Kiara hija, por favor escúchame. El bosque trae consigo muchos peligros y tú no eres la Caperucita roja. - Decía su madre cada vez que tenía oportunidad. - Nunca te adentres en él, y menos sola."
Y a pesar de todos los esfuerzos de su madre en alejarla, con el paso del tiempo se le hizo imposible y más cuando su abuela paterna se mudó a una alejada cabaña, dentro del bosque que rodeaba el pueblo en el que vivían.
Con el paso de los años ella creció, hasta convertirse en una adulta; su abuela, cumpliendo el ciclo de la vida, falleció y le dejó la cabaña, como herencia. Por lo que al terminar la universidad, se mudó allá, aún muy en contra de lo que su madre deseaba; pero siendo sincera, ella amaba ese lugar y para su tipo de trabajo, era perfecto, pues tenía la calma que tanto deseaba para poder concentrarse.
Kiara se había graduado de una escuela de artes para sorpresa de toda su familia, los cuales intuían que estudiaría algún tipo de carrera científica; más no fue así y ahora tenía un trabajo estable como ilustradora de cuentos infantiles y para publicidad, de manera remota. Su padre fue el único que no se había sorprendido, pues a pesar de que su hija tenía lo necesario para sumarse a la línea de científicos en la familia, no tenía espíritu para estar encerrada en un laboratorio 18 horas al día.
El mejor que nadie sabía que su hija era como su esposa y su propia madre, espíritus contradictorios y libres, cambiantes como el viento. Por ello, nunca dejó de apoyarla en ninguna de sus decisiones, aun cuando no estuviera del todo de acuerdo o pensara que fuera acertada o no.
Un ejemplo de ello fue cuando Kiara de manera impulsiva decidió comprometerse con Aarón, su novio desde el segundo año de universidad. Alexander sabía que su hija lo estaba haciendo por amor, sin embargo, algo en su yerno no le gustaba y él no era el único, su esposa, Aisha, opinaba lo mismo, pues ella fue la primera en oponerse al compromiso.
Aarón era un muchacho en apariencia bueno, de buena familia y buenas costumbres, cualquier padre estaría contento que su hija tuviera un novio como él, más, las apariencias engañan y para ellos, escondía algo muy oscuro.
Eso, Kiara lo había aprendido a las malas, y, es que solo se conocía a las personas realmente una vez que vives con ellos; razón por la cual se lamentaba completamente no escuchar a sus padres.
~...~
En las sombras del bosque, se escuchaba el crujir de las ramas rompiendo bajos sus pies, mientras la carrera que mantenía, parecía no tener fin, la densidad del follaje la consumía. Pero, contrario a lo que el mundo pudiera pensar, no tenía miedo de la oscuridad a la que se adentraba con cada paso que daba, la verdad es que sentía más miedo de lo que estaba dejando atrás, o, más bien, en lo que intentaba evitar.
Cuando sintió que estaba lo suficientemente alejada de lo que huía, disminuyó la velocidad hasta detenerse completamente. Su pecho subía y bajaba con un ritmo acelerado, su corazón latía desbocado, mientras una fina capa de sudor se formaba en su frente a pesar del frío que dominaba en el ambiente.
- Maldición... - Masculló la dama mientras que se apoyaba en un árbol.- ¿Qué mierda acaba de pasar?
Se preguntó a sí misma a pesar de que ya sabía la respuesta. Mirando por encima del hombro, confirmó que no había nadie detrás de ella, suspirando, se dejó caer en las raíces del árbol en el que estaba apoyada, agarrándose la cabeza.
Sintiendo cómo el agotamiento, la frustración y el miedo se abrían paso por ella.
- ¿Hasta cuándo vas a soportar esta mierda? - Se regañó a sí misma, abrazándose. Pronto la adrenalina, que había llenado su sistema, empujándola a correr, se esfumó, dejando únicamente el caos emocional que la emborrachaba y la enfermaba.
Recuerdos de los momentos anteriores a su estratégica carrera, se repetían en la mente de Kiara como un bucle, un tortuoso bucle, que daba como resultado que la sensación de un vacío se asentara en su estómago.
Le ardía la mejilla derecha, estaba segura de que al día siguiente tendría un moretón que le costaría cubrir con maquillaje, ¿realmente necesitaba cubrirlo? Sí, no quería preocupar a nadie, ni aceptar que eso era algo que sucedía comúnmente. Los gritos seguían frescos en su mente, los ojos llenos de odio, que él tenía, solo dolían en el fondo de su alma; ella no se merecía eso.
Y, entonces, se volvió a preguntar "¿Hasta cuando voy a soportar esta mierda?", ya en la situación actual, estaba más que segura que no había amor, quizás nunca lo hubo, al menos no de manera correspondida; posiblemente fue únicamente un amor unilateral.
Fuera como fuese, aquello la hacía sentir patética, tan patética como su estado actual.
Posando por un segundo, la mirada en sus pies descalzos, completamente llenos de barro y hojas, que tenían un color azulado o quizás solo era su mente, en el manchado borde del vestido color verde. Suspiro, sintiendo cómo el aire frío entraba a su cuerpo, contrarrestando el calor que su cuerpo luchaba por generar; sin embargo, ella era incapaz de moverse.
En la soledad, de la espesura del bosque, Kiara, tan borracha de sentimientos pesados, pese a no ser el lugar o la situación, solo se largó a llorar, sintiéndose extrañamente protegida. Permitiéndose, limpiar todo lo que pesaba en su alma antes de volver a coger fuerza para volver.
A sabiendas de que él seguía en su casa esperando por ella. Debía terminar ese ciclo, de no hacerlo, no estaría segura de que podría pasar o cuanto más aguantar.