EL PADRE DE MI NOVIO
img img EL PADRE DE MI NOVIO img Capítulo 2 UNA
2
Capítulo 6 CINCO img
Capítulo 7 SEIS img
Capítulo 8 SIETE img
Capítulo 9 OCHO img
Capítulo 10 NUEVE img
Capítulo 11 DIEZ img
Capítulo 12 ONZE img
Capítulo 13 DOZE img
Capítulo 14 trece img
Capítulo 15 cartoze img
Capítulo 16 Quince img
Capítulo 17 Diecisiete img
Capítulo 18 Diecinueve img
Capítulo 19 Veinte img
img
  /  1
img

Capítulo 2 UNA

6 meses antes...

Los aficionados en esas gradas gritaban como si fuera la final de un partido mundial. Banderas, animadoras, jugadores en su mejor momento. Los campeonatos de fútbol entre universidades se jugaban hasta que caía el último sudor. El final de curso estaba marcado por la rivalidad y la competencia feroz, y ese año el equipo de Ronny Tornneght ganó por goleada, su equipo había entrenado, se había reforzado y había salido vencedor.

En el campo, Ronny no se veía a sí mismo como el heredero de un famoso grupo de empresas millonarias, sino como un chico normal que intentaba hacerse un nombre, y no había nada mejor que ser aclamado por sus esfuerzos. Su equipo, su universidad... y finalmente su novia.

- Estuviste increíble - Le abrazó con fuerza, el sudor no le molestaba por las veces que le había tocado así. La gente que la rodeaba tampoco iba a impedir que lo besara.

- Todos los goles eran para ti. Te quiero. - En cualquier caso, fue ella quien le animó a alcanzar la gloria.

Gritos de victoria rodearon a la pareja. El año había terminado a lo grande, y quizá el año que viene el colegio rival consiga su ansiada primera victoria.

El capitán lo celebró en su casa en una fiesta que cerró toda la finca. ¿Quién estaría tan loco como para ir en contra del fuerte apellido? Música alta, copas, locura, jóvenes "siendo felices" por una noche, una larga noche llena de secretos.

Al salir el sol, el hombre más viejo de la casa se sentó en la cama en busca de su ropa antes de levantarse e ir a la ventana, un pequeño hueco en la cortina se levantó para comprobar el daño que la noche anterior había hecho a su jardín y piscina. Sin duda se habría quejado si hubiera sido en cualquier otro momento, pero comprendía la felicidad de los jóvenes por su victoria ante el final del curso y la proximidad del Año Nuevo. No iba a permitir que su yo más pobre pagara por ello.

Y, por supuesto, dejar que su hijo celebrara aquella gran fiesta también dejaría las puertas de su casa abiertas a Clarisse Evan, la chica a la que sólo veía con los ojos... y novia de su hijo.

Desde que la había conocido, había dejado claro a todo el mundo que no la quería con su hijo, ni en su familia ni cerca de él... pero la verdad era que sí la quería... no sólo cerca, no sólo en su familia, sino en su cama.

- Querida... - Abandonó la cortina para mirar a la mujer en su cama - ¿Te has levantado temprano? Tengo intención de dormir un poco más, viajo dentro de unas horas.

- Siéntete como en casa.

No le hacía ninguna gracia ver a su novia de dos semanas actuando como si fuera la dueña de su cama, pero no iba a impedir que durmiera más después de todo lo que habían hecho la noche anterior. Comprendía su cansancio.

Salió de la habitación tras una ducha caliente, el sábado le prometía una visita a su granja favorita, una carrera de caballos con sus socios, incluso apostar y salir más tarde, así que por supuesto se iba a levantar antes de lo previsto, dando un susto a las compañías que se apresuraban a tenerlo todo listo.

Dar los buenos días, o responder a ese saludo, tampoco le costaba mucho, pero no todo el mundo lo tenía.

La mesa estaba llena, ¿todavía había mucha gente en su casa?

- Buenos días señor Tornneght, ¿desea algo más para el café?

- ¿Todavía muchos invitados?

- Estuvo de acuerdo. - Antes de que su ama de llaves pudiera responder, el heredero de Vincent apareció en la cocina. Tenía una sonrisa en la cara y, en cuanto se quitó las gafas, se rió aún más, mostrando dos ojeras. Sólo se han quedado a dormir los amigos que conoces y que no te tienen miedo.

- ¿Y por qué iban a tenerme miedo? ¿Soy algún tipo de monstruo? - No miró al chico, que giró la mesa para sentarse a su derecha, sino que prestó atención a la agenda que le ofrecía su ama de llaves. - ¿El motivo de la fiesta era la victoria del equipo?

- Creía que lo habías visto. - Vincent negó con la cabeza, haciendo que el otro pareciera divertido - Está bien, sé que tienes mucho que hacer. Pero fue nuestra victoria.

- No espero menos de mi hijo. Eres increíble.

- Sí, ya lo sé. Mi novia me lo dijo ayer.

La mención de esa chica alertó al hombre de la mesa, que guardó rápidamente la tableta e indicó a la mujer que se marchara con un gesto de la cabeza, sonriendo a otra nueva persona que sorbía tranquilamente su café.

Podía sentir el frío en la piel. No, no sabía cuándo había aparecido el deseo por esa chica, pero desde que se la habían presentado, la mirada en sus ojos, el roce entre sus manos, le habían dejado inseguro de cómo actuar.

- Las palabras de una chica a la que le gusta complacer a los que esperan algo grande.

- No vas a empezar a hablar mal de Clarisse, no la conoces.

- ¿Y cómo voy a conocerla si no la veo? - Y eso es lo mejor.

- Ya has dejado claro que no te gusto, y en ninguna de las fiestas a las que he ido la has tratado bien. No es de familia rica, pero es buena persona.

- No es rival para ti.

Ronny pensó en contestar, pero pronto la chica apareció en la habitación, llamando su atención, y la de Vincent también.

Y cómo llamaba la atención.

No entendía cómo una chica blanca de grandes ojos verdes y pelo negro liso que le llegaba más allá de la cintura en un peinado tan sencillo como su ropa y su bolso tirados juntos podían interesarle tanto.

¿Sería por su dulce voz?

¿La mirada inocente?

¿El amor que mostraba por su hijo?

¿Los labios finos?

¿La sonrisa?

¿O la mirada brillante que se lanzaba en tu dirección cuando nadie miraba?

- Cariño, podrías quedarte un poco más, no te he despertado porque pensaba que dormirías más. - Ronny fue a su encuentro.

- No pasa nada. Tengo que irme a casa, mis padres me esperan para desayunar y, por supuesto, no quiero estorbar.

- No estorbas -Aunque estaba hablando con su novio, su mirada se dirigió al hombre sentado. Una mirada fría y desconfiada. - ¿Verdad, papá?

Se detuvo junto a la chica y miró a su padre de la misma manera, pero no obtuvo respuesta.

- Entonces te llevaré. No me cuesta nada.

- Anoche bebiste, tu amiga puede llegar sola a casa. - Vincent se levantó con toda su elegancia, acercándose a los más jóvenes - Y tú tienes que vestirte, que nos vamos a la granja.

- Papá...

- Cámbiate. Nos iremos en unos minutos.

- Está bien, mi amor. Pediré un taxi. - No había mucho que ella pudiera hacer, Vincent era la máxima autoridad en la casa y nadie podía ir en su contra.

Se despidió de su novio mientras desaparecía de su vista. Volvió a mirar a Vincent. No parecía tan viejo como para ser gruñón o grueso como era.

- Era bueno verlo. - Aunque sabía que no tenía ninguna posibilidad de complacer al padre de su novio, nunca lo trataría mal.

- No puedo decir lo mismo. - Lo observó con una sonrisa, una sonrisa que dejó todas las armas de aquel hombre bloqueadas. No podía tratarla mal. No cuando el camino estaba libre. - Haré que alguien te lleve a casa.

- Puedo arreglármelas sola, como has dicho. - Le dio la espalda para marcharse, pero se detuvo al oírle de nuevo.

- No tienes que hacer nada. Acepta mi buena acción. No lo hago a menudo. Pero un padre sabe qué hacer para que su hijo sea feliz.

- ¿Ah, sí? - Entonces, ¿por qué no le gusto? No voy a hacerle daño. Soy una buena persona.

Y lo era, al fin y al cabo, después de haber sido maltratada, nunca dejaría de lado sus modales, respetaba a sus mayores y sabía exactamente cuándo tenía que marcharse.

Pero la mirada de aquel hombre en su dirección estaba tan llena de cabos sueltos que sólo con mirarle sentía que todas sus fuerzas se agotaban. Para una estudiante de Derecho, sus discusiones no deberían terminar nunca, pero se quedaba con la boca abierta en su presencia.

Más aún cuando lo vio acercarse, como un león dispuesto a abalanzarse. Tan alto y encantador... No, encantador no.

- No te mereces a mi hijo. - Dije en tono amenazador. - Sólo eres una chica que intenta descubrir cosas nuevas, y con él no tendrás nada.

- Tengo veintidós años. No intento descubrir nada. - Para sorpresa de la chica, Vincent acabó riendo, con una sonrisa brillante y cálida. - Sólo quiero ser feliz, y tu hijo también.

- Mientras estéis juntos, nunca tendréis la oportunidad de ser felices. - Se acercó más, hasta el punto de que podía oler el dulce aroma que desprendía.

Sus manos salieron de los bolsillos e incluso llegó a tocarla, pero nunca eso. Ambas acciones fueron observadas por Clarisse, que por un momento pensó que iba a ser ahorcada y asesinada, pero no pasó nada.

- La verdad es que no me voy a alegrar porque tenerte de suegro es un castigo. - Se marchó, sin dar a Clarisse ninguna oportunidad de replicar.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022