La Bailarina Del Ceo.
img img La Bailarina Del Ceo. img Capítulo 8 Lazos de sangre.
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Capítulo 10 Celos. img
Capítulo 11 Una extraña conexión. img
Capítulo 12 Fantasía caliente. img
Capítulo 13 Un almuerzo... ¿de negocios img
Capítulo 14 La cita img
Capítulo 15 Una escapada un tanto excitante. img
Capítulo 16 ¿Cómo te atreves img
Capítulo 17 Siempre estaré para ti. img
Capítulo 18 El olor a peonías en ti me embriaga... img
Capítulo 19 Estas enamorado de ella. img
Capítulo 20 Todos la desean. img
Capítulo 21 Hambriento de sexo img
Capítulo 22 Provocando tus celos. img
Capítulo 23 Señor Lombardi, ¿dónde le gustaría img
Capítulo 24 Al acecho. img
Capítulo 25 Mi prioridad es ella. img
Capítulo 26 Segura entre sus brazos. img
Capítulo 27 Es perfecto estar en sus brazos. img
Capítulo 28 Mi lugar... entre tus brazos. img
Capítulo 29 Parece un sueño. img
Capítulo 30 Me provocas... img
Capítulo 31 Allí estaré, señor Lombardi. img
Capítulo 32 Llevados por el deseo de estar juntos. img
Capítulo 33 Moriré en vida. img
Capítulo 34 Su Luna. img
Capítulo 35 Él es mí hombre. img
Capítulo 36 Estoy embarazada ... img
Capítulo 37 El alma en pedazos. img
Capítulo 38 No quiero saber más de ti. img
Capítulo 39 Todo lo tuyo, será mío. img
Capítulo 40 Decidida a olvidarme de ti. img
Capítulo 41 Loco por ella. img
Capítulo 42 Decidida a olvidarme de él (Parte 1) img
Capítulo 43 Decidida a Olvidarme de él (parte 2) img
Capítulo 44 La culpa. img
Capítulo 45 Por favor, déjame olvidarte. img
Capítulo 46 Continuar con el alma en pedazos. img
Capítulo 47 Un plan perverso. img
Capítulo 48 Lo que más te guste. (Parte 1) img
Capítulo 49 Lo que más te guste. (Parte 2) img
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Capítulo 8 Lazos de sangre.

Durante la película, las niñas se sentaron una al lado de la otra. Ella estaba sentada a dos asientos de su hermanita y él se sentó en el opuesto, a tres asientos de distancia. «Bien, al menos no estamos sentados uno al lado del otro. No creo que pueda manejar eso», pensó ella soltando una risita nerviosa.

Después de la función, Mika se quejó de que tenía hambre, lo que llevó a Sergio a invitar a Eva y Lila a comer. «¿Qué diablos?» Ella pensó y estuvo de acuerdo.

Fueron a una pequeña hamburguesería. Las niñas pidieron palitos de pollo y papas fritas. Eva se pidió una hamburguesa grande con queso, papas fritas y un batido de leche. 'Me«Me engañaron la última vez de mi golosina mensual, ¡me aseguraré de obtener mi hamburguesa con queso!'!» Se dijo a sí misma con cierta determinación.

Sergio la miró en estado de shock justo después de que hiciera su pedido.

«¿De verdad puede comerse todo eso?», él pensó mientras ella esperaba el pedido con una amplia sonrisa.

Lo hizo. Hasta el último bocado.

Esta vez, no pudo ocultar su cara de sorpresa. Eva se encogió de hombros, sabiendo que las mujeres no solían comer como cerdos de la forma en que acababa de demostrar, pero ¿qué demonios? A ella no le importaba. No tenía a nadie a quien impresionar y, especialmente, no necesitaba hacer el papel de -dama- a su alrededor. Fue una cena que Sergio nunca olvidaría, sabiendo que la posibilidad de conocer a una mujer que pudiera comer así era rara.

Las dos niñas suplicaron ir a los juegos nuevamente después de la cena, y los dos adultos obedecieron. Eva encontró un banco cerca mientras observaba cómo las niñas correteaban de máquina en máquina. Sergio se sentó a su lado. Él también observaba a las niñas reír y divertirse.

-Papá, ¿Es cierto que el tío Lian fue novio de la hermana de Lila?

Eva no comprendió nada. ¿De donde la niña había sacado que ella salió con un chico que se llamaba Lian? Además, ¿por qué le decía tío?

-Perdón, pero ¿de qué hablas, mi amor? -le preguntó con cierta curiosidad.

-Es que me hizo una video llamada, y Lila me contó que en la casa vio una foto tuya con mi tío.

Eva quedó perpleja y sin importarle que Sergio estuviera allí, le pidió a la pequeña ue le mostrara alguna foto y al ver la imaginen la sangre se le heló.

-No puede ser -dijo, recordando el dolor que supo sentir y que a parecer, no se había esfumado. Sabiendo que lo que iría a hacer estaba mal o que resultaba extraño, le pidió a la niña que le hiciera otro video llamada y así poder comprobar que quizá, estaba equivocada, pero lamentablemente fue encontrarse con esa mirada, esa sonrisa que le hizo para darse cuenta que efectivamente, era él... Lian, o Segio, como lo había concoido.

-¿Eva? -peguntó el hombre al otro lado de la llamada.

-¿Tú? -dijo con un nudo en la garganta. En ese momento no solo sintió que la mentira era más grande de lo que imaginaba, sino que, se sentía atraída por el hermano del hombre que había hecho pedazos su corazón y que al parecer, aun no había sanado.

La niña se marchó entre carcajadas cuando Lila se acercó a buscarla y para avisarle que su turno había llegado y que si no se acercaba a la maquina, iba a darse por ganadora. Eva se quedó pensativa y con un nudo en la garganta.

-Lian... así es como te llamas -dijo ella en un mero susurro.

-¿Eh? -preguntó un poco confundido por qué se mencionaba el nombre de su medio hermano y porque no comprendió su cambio de actitud repentina.

-Lian. Es tu hermano ¿no? -él asintió -¿No se llama Sergio? -negó. Ellos no tenían buena relación. De echo, Lian lo odiaba por ser el favorito de su padre, porque aunque él, Sergio, no era el hijo de sangre de su padre, él lo puso al frente de la empresa que él tenía que liderar.

-Es una historia larga. ¿te sucede algo? -preguntó preocupado.

-Salí con él -dijo al fin.

-Ya veo -la decepción y un ligero enfado tiñeron su voz estoica. «¿Cómo se las arregló ese imbécil para entretener a una mujer como ella?» pensó aún más molesto.

-Debí saberlo -. Eva continuó: -Tu pelo, tus ojos. Exactamente igual que el suyo. -«Tus labios son diferentes a los suyos, Sergio. Tus labios son más suaves. Se ven más suaves... Me pregunto si son tan suaves como parecen...» Sus pensamientos comenzaron a divagar un poco y sintió una pequeña sensación de hormigueo en su interior.

-Umm. No exactamente -defendió

-Sí. No exactamente...- Ella soltó una risita leve antes de volverse para mirarlo a los ojos. Un semblante suave y nostálgico brilló ante sus ojos.

-¿Por qué? -preguntó.

Sonó su teléfono, interrumpiendo sus miradas escrutadoras. Eva sacó el teléfono de su bolso y miró fijamente el identificador de llamadas.

Elliot, decía. Con un dedo reacio presionó el botón de -silencio- y guardó la cosa.

Sergio ignoró la interrupción y su acción. Segundos antes había sentido su excitación en el aire. Pero la maldita cosa había arruinado su estado de ánimo, así que ahora se sentaba a su lado y todo lo que podía sentir era incomodidad.

«¿Qué sucedió con mi hermano que te hizo cambiar ese semblante y sentir tan incómoda, pequeña?» Respiró hondo mientras la brisa de la tarde pasaba junto a ellos. Su olor se coló por las fosas nasales. Peonías. Era un olor dulce y había llegado a disfrutarlo las pocas veces que la había encontrado.

El paseo había terminado y se separaron.

Eva se quedó pensativa en lo que había sucedió. Ahora comprendía el por qué Sergio le resultaba tan familiar.

Pensar en que él tenía algo que ver con el que le rompió el corazón era algo con lo que no podía luchar. Era algo con lo que no quería luchar. Su corazón aún seguía sangrando por alguien que no valía la pena, y fijarse en el hermano de ese traidor no iba a ser algo bueno.

A veces la solución resulta ser peor que el problema... O no.

            
            

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