Capítulo 3 Compromiso forzado

-¿Y bien?- continúo Sonya, inspeccionando todo el lugar- Por lo menos debiste buscarte un amante que te ayudará en algo, ¿no? Ni siquiera nos podemos quedar a pasar la noche aquí.

La familia de Ross vivía en un pequeño pueblo a casi tres horas de distancia. Ellos se quedarían, como de costumbre, en el apartamento que ella había compartido con su hermana.

-No tengo ningún amante, madre- refutó indignada.

A Ross le parecía increíble que su madre le criticara su forma modesta de vivir, cuando sabía perfectamente que si no tenía dinero para vivir mejor era porque ella se encargaba de pagar el préstamo que habían tomado, poniendo la casa como garantía para pagar deudas que habían contraído y para mejorar la vivienda, y como si fuera poco también tuvo que invertir en la dichosa boda, que no se dio, porque la señora quería algo extraordinario para presumir de lo que no tenían. Además, colaboraba con el pago de la universidad de su hermano Saúl, y la de Jazmina.

-No fue lo que Joel vio, y tu hermana corrobora que no eres lo que aparentas- siguió atacando.

-¡Basta! Si viniste hasta aquí a hablarme de ese par y acusarme por lo que ellos opinen, te puedes ir, por favor.

-¿Nos estás corriendo?

-No, solo a ti porque viniste a ofenderme a mi casa- le habló con rectitud.

-¡Hija, cálmate! No vinimos a... solo estamos preocupados por ti- declaró su padre, sereno como siempre-. Joel dijo que ese hombre hasta te besó en su presencia.

-¡Niégalo, si es que puedes!- exigió Sonya.

-No lo niego- contestó con el corazón encogido. Cómo habían distorsionado todo para hacerla parecer la mala de la película.

-Ves... hasta dejaste a tu hermana viviendo sola para venir a hacer lo que te diera la gana. ¿Cómo va ella ahora a seguir la universidad sin tu ayuda?

-Hace mucho que la dejó- le confesó enojada-. Sí, usaba el dinero que le daba para otras cosas y hacía como que asistía siempre a clases.

Sus padres no se sorprendieron, pues lo sospechaban.

-¡No será que la dejo por falta de ayuda! Pero bueno, bueno... pasado mañana será el cumpleaños de tu padre, en la noche le haremos una pequeña cena. Espero que no inventes alguna excusa para no asistir. Y lleva el pastel. ¡Vámonos!

Se marcharon, dejándola con la angustia de sentirse abandonada. Tarde o temprano todo se aclararía, pero mientras tanto le habían dado la espada, no le habían creído y ahora era ella la acusada. Se dejó caer tras la puerta, y abrazó sus piernas haciéndose un "paquete".

Esa misma noche David volvió a la mansión de los Del Villar por pedido de sus familiares.

-¿Qué es lo que te pasa muchacho?- cuestionó el abuelo- Es hermosa, pero no es para tanto. ¿A qué familia pertenece? ¡Es una simple empleada tuya! Acaso quieres...

-Vivir mi vida abuelo. Ya tú viviste la tuya.

-¡David, qué maneras son esas de hablarle a tu abuelo!- gritó Letizia.

-Les pido, de buena manera, que me den su apoyo, o por lo menos que me dejen hacerlo a mi manera. Querían que me casara y formara mi familia, ¿no? Pues... ¡déjenme hacerlo!

-Con esa chica no- gritó el anciano.

-¿Por qué no?- cuestionó tranquilo.

-Porque... está determinado que te casarás con la nieta de Joshua.

-No te puedo complacer en eso, abuelo.

-¡David, por Dios! ¡No querrás quedarte sin tu herencia!- amenazó Jack.

-¡Herencia! ¿Acaso no soy lo suficientemente rico? No necesito tu herencia.

-Se la donaremos a la caridad- continúo.

David solo se encogió de hombros.

Por supuesto, no le hacía feliz la idea de tener que enfrentarse o alejarse de su familia por una mujer, aunque no era cualquier mujer, era su mujer.

Su padre lo miró con pesar. Él mismo había sido obligado a casarse con su madre.

-No quiero lo que ustedes tienen- confesó mirándolos a ambos, refiriéndose al matrimonio sin amor de sus padres. Y se marchó.

Capítulo 6

A la mañana siguiente Ross se reunió con doña Lety. Fue un día muy provechoso porque les entregaron las invitaciones para ser enviadas inmediatamente a sus destinos, eligieron el vestido, el pastel, el banquete, el salón y las flores. Solo le faltó el equipo de música. Claro, ya todo eso estaba preseleccionado, Ross solo tuvo que elegir sobre lo que ya estaba propuesto.

Era casi el mediodía cuando volvía a su oficina. Tenía un poco de hambre, pero ya esperaría el almuerzo, decidió mientras esperaba el ascensor en el primer piso de la torre Del Villar.

-Hola Dra. Duval, ¿cómo se encuentra hoy?- le preguntó el señor Mauricio, acercándosele mucho con una pícara sonrisa en los labios. -Muy bien, gracias- contestó con sequedad.

-Me lo imagino. Corre el rumor de que el mismísimo David Del Villar parece que también quiere contigo. A él sí que no te le negarás, ¿verdad?- le preguntó condicionalmente, abrazándola por un hombro.

-Hum, no está nada mal, ¿no le parece?- le dijo, girándose y levantando un brazo, con el que empujó sutilmente el de él que la abrazaba- Es decir, además de rico y poderoso es soltero y muy guapo. No como otros que habría que embriagarse para mirarlo, aparte de correr el riesgo de que una...quizás una más ingenua que uno, te llame zorra roba marido, y con razón.

-Está bien que lo prefieras a él, pero te advierto que no le sacarás nada- le comentó, poniendo otra vez su mano en la espalda de Ross, para empujarla delicadamente hacia el interior del ascensor. Pero ella se movió rápido, evitando que se prolongara el contacto.

-Detén ese ascensor- le pidió David a su seguridad, porque había visto desde atrás la escena entre su novia y su empleado. El hombre obedeció y apuró el paso cumpliendo la orden.

-Buenos días- saludó David.

Las personas que estaban ya dentro del ascensor, además de Ross y Mauricio, otros tres empleados que habían llegado, no sabían qué hacer. Todos conocían que el jefe tenía el suyo exclusivo.

-¿Le dejamos este, señor?- preguntó alguien.

-La señorita viene conmigo- fue su respuesta, refiriéndose a Ross.

-Disculpa, prefiero seguir aquí. Siempre subo en este y no siempre podré hacerlo en aquel- contestó con serenidad.

David sonrió, arqueó una ceja y, para sorpresa de los presentes, también entró al ascensor, mientras decía:

-Tienes razón, yo puedo usar cualquiera siempre.

De pronto todos se orillaron, incluso Ross, dejándole espacio en el centro.

-¿Almorzamos más tarde?- preguntó David dirigiéndose a su novia, mientras iban subiendo. Mirándola primero y luego al frente.

-¿Qué?- preguntó nerviosa.

Él volvió a mirarla.

-Que si...

-No, es decir... Estaré ocupada- lo interrumpió para excusarse-. Hoy es el cumpleaños de mi padre y lo vamos a celebrar- explicó, al notar que él la seguía viendo con una ceja arqueada, incomprensivo.

-¿Y no me invitas?- cuestionó.

-No, es que... es algo muy sencillo, improvisado. En otra ocasión- repuso.

-Parece que me estás evadiendo- se quejó él.

-¡No, cómo crees!- levantó la mano para tocarlo, pero se arrepintió y no lo hizo.

-A la Dra. Duval le gusta cotizarse, tiene una larga lista de requisitos para poder salir con un jefe- intervino Mauricio.

-¿Y usted conoce esa lista?- inquirió David.

-Bueno, he escuchado...

-Creo que fui más astuto- lo interrumpió-, le puse una sortija de compromiso, nada fácil de resistir- le confesó guiñándole un ojo.

Ross miró, como en automático, el anillo que tenía en su dedo anular, y rápidamente quiso esconderlo bajando la mano.

Los demás no sabían si felicitarlos o era broma, pero habían visto el anillo, de hecho, aún lo podían ver.

-¿Debemos felicitarlos?- se atrevió a preguntar uno de los empleados.

-Si lo desean- contestó David encogiéndose de hombros.

En ese momento se abrió el ascensor, y todos salieron dejando a la pareja sola, que continuó subiendo hacia el último piso.

-Ese tipo te estaba molestando, ¿cierto?- quiso confirmar David. Había visto cuando ella se movió para evitar su abrazo.

-Es una de las cosas con las que las mujeres tenemos que luchar día a día. Se da en todos los ámbitos y estatus sociales, creo- le dijo.

-Es una realidad de la vida. Pero no solo les ocurre a las mujeres y no solo se da en el plano sexual, puedes ser acosada hasta por ser diferente o porque alguien crea que tienes un potencial. A veces, ni siquiera es perceptible.

-Si lo sabré yo- salieron al pasillo, quedando frente a la oficina de David-. Adiós.

Él la detuvo sosteniendo su brazo.

-Ese tipo...- apretó los labios- Si alguien te intimida...

-¿Quién podría? Trato de no darle ese poder a nadie- ella lo miró directamente a los ojos, para convencerlo de su seguridad-. Tranquilo. El señor Mauricio es un degenerado, pero hasta donde sé es bueno en su trabajo. Y además, hay quienes aprovechan a los degenerados como él para escalar. Será por algo que existen.

-Sus días aquí están contados- vaticinó.

-No quiero que... no pretendo que hagas cosas para evitar los obstáculos que deba yo enfrentar, de hecho, él nunca lo fue. Sé cómo defenderme perfectamente.

-Si no por ti, entonces por otra que sí pueda sucumbir y sí lo lamente.

-Bueno, Ok. - aceptó encogiéndose de hombros.

-¿Cuándo saldremos entonces?

-¿Me estás acosando?- le cuestionó con una enorme sonrisa- ¿Qué te parece el fin de semana?

-Tu sonrisa me ilumina y me hace decir que sí- le confesó abrazándola por la cintura, pero Ross rápidamente lo empujó.

-Nos vemos luego- le prometió, y se fue a toda prisa.

Ese jueves en la tarde, Ross se montó en un autobús rumbo a su pueblo para asistir al cumpleaños de Onil, con el pastel como le había solicitado su madre. Sabía que allí no solo se encontraría con su hermana y su ex, sino con otros miembros de la familia que la mirarían intrigados, algunos le harían una que otra pregunta, para lo que no estaba de humor.

En un parador, tomó un periódico para ir leyendo en el camino.

Regresó a su asiento en el autobús. Comenzó a leer en la parte del centro, justo donde había una fotografía de la Familia Del Villar junto a la familia Burgos, anunciando el compromiso de los jóvenes David y Cinthya. Ross tuvo que leer la nota más de una docena de veces.

Llegó a la casa y saludó a todos con una fingida sonrisa, pero sentía como si a su cuerpo le faltará el alma.

Por suerte, la actividad se dio de lo más armoniosa, hasta que Sonya solicitó dar unas palabras a la audiencia. Como la sala de la casa no era muy amplia, todos estaban muy cerca, incluso Joel y sus padres se encontraban al lado de Ross.

-Agradecemos a Dios y a todos los presentes por sacar un momento de sus ocupadas vidas para acompañarnos en un día tan especial como lo es el natalicio de nuestro amado Onil. Tenemos la certeza de que este no será nuestro último encuentro este año, pues además de las navidades esperamos celebrar pronto la boda pospuesta de nuestra... Rosalind- terminó de decir, al tiempo que era interrumpida por el timbre-.Mira a ver quién está tocando- le ordenó a su sobrina Aida.

-Es un señor que dice llamarse David Del villar- anunció la jovencita de unos quince años -. Y también dijo que es... el prometido de... Rossalind- continúo pasando la información directamente, sin procesarla.

Antes de que pudieran asimilar lo que decía la jovencita, todos vieron entrar a aquel hombre apuesto y de semblante dominante, que iba vestido con mucha elegancia.

            
            

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