Mi cuarto apenas estaba iluminado con la luz trasera del patio y, gracias a ello pude ver como el segundo hombre se ponía de pies, ambos estaban desnudos y con una prominente erección, el primero me sujetaba de espaldas mientras que el segundo desató mi vestido
-¡MAMÁ!- la llamé entre lágrimas -¡NO DEJES QUE ME HAGAN ESTO, NO LOS DEJES, POR FAVOR...POR FAVOR!-
-tranquila cariño, relajate y disfruta como yo lo hice- sonrió para luego acomodarse sobre la almohada.
Aquél hombre relamio sus labios cuando me tuvo desnuda frente a él, yo no llevaba ropa interior puesta y esto le emocionó de sobremanera -¡Mira que tierna de ves Aracelis- acarició mis pesones- intenté safarme del agarre de aquel hombre, pero me fue imposible, pataleé y grité, pero a cambio recibí un golpe en mi cara, dejando un fuerte dolor -no quiero lastimarte, solo quiero hacerte sentir mujer- tomó uno de mis senos y lo llevo a su boca, succionando y mordisqueandolo, grité con todas mis fuerzas y, esta vez su puño fue directo a mi estómago, dejándome sin aire, retrocedió un poco y fue por una especie de paño y lo colocó en mi boca -nada de gritos- sonrió con malicia
-no demores Amado, yo también quiero probar- dijo el hombre que me sostenía mientras restregaba su erección sobre mi culo
-me tomaré mi tiempo Sandy- se colocó en cuclillas y con brusquedad abrió mi entrepierna, acarició un poco y luego colocó su boca sobre mi sexo, haciendo que mis gritos fueran más fuerte y mis lágrimas se apresurasen más en salir, pero todo aquello era inútil.
Me devoraba sin una pizca de delicadeza y, aunque me doliera, aunque sintiera asco, en ese momento sentí como todo mi cuerpo se acaloraba y una fuerte sensación recorrió desde mi columna vertebral hasta alojarse en mi vientre amenazaba con hacerme flaquear
-¿Te gusta lo que hace mi lengua?- pregunto mientras abría mis labios vaginales para entrar su lengua y hacerla subir y bajar, sentía mi sexo caliente y de un momento a otro un líquido recorrió mis piernas, sentí su lengua recorrer cada parte en la que el líquido me recorrió -ahora me toca a mí- sonrió nuevamente y me guiaron hasta la cama, me sentía un poco débil y mareada, tiraron mi cuerpo sobre la cama, pero esta vez estaba de espaldas, mis manos fueron sujetas por el mismo hombre que me mantuvo agarrada
-ahora si disfrutarás cariño- dijo mi madre dando pequeños aplausos y saltitos de alegría, si todo esto dolía, más dolía el saber que mi madre estaba disfrutando del daño que me hacían. Sentí aquel hombre colocarse detrás de mí y con sus manos abrir mis piernas
-esto dolerá, pero te prometo que solo será un poco- escupió mi culo y sin previo aviso penetro profundo en mi parte trasera , entraba y salía de una manera desgarradora, deseaba morir, lo deseaba en aquel preciso momento -¡Esto es el cielo Sandy!- dijo entre gruñidos -al parecer nunca lo había usado- río a todo pulmón -se siente tan...- acalló sus palabras y se concentró en sus embestidas, luego sentí sus manos sujetar más fuerte mis caderas y seguido de esto un fuerte gruñido escapó de sus labios, me dio una nalgada y susurro en mi oído -eres toda una diosa Aracelis-
-ya déjate de tonterías Amado y deja que Sandy disfrute- escuché a mi madre dar órdenes. Aquel sujeto salió de mí
-¡maldición!, Ahora tengo sangre en mi pene- dijo jalando mi cabello
-eso te pasa por cerdo, solo a ti se te ocurre tener sexo anal- espeto el hombre que me sujetaba con asco -lo mío son las vaginas y está, está se ve como nueva- dijo una vez me colocó de frente. Acarició mis pechos, beso mi cuello y se detuvo por un momento en este, dejando una marca, luego bajo a los pechos y les mordió... Yo simplemente deje de sentir y, decidí cerrar mis ojos cuando su miembro se posición en mi entrada, pero en ese momento, justo en ese momento, la puerta se abrió y pude deslumbrar que era quien hace unos momentos estaba en el baño
-¡MALDICIÓN SANDY!- camino hasta nosotros y despegó a aquellos hombres de mí - SON UNOS MALDITOS HIJOS DE PUTA- yo no sabía qué hacer, así que en el momento de confusión, corrí a toda prisa hacia mí baño y me encerré allí, coloque todo cuanto pude detrás de la puerta mientras aún los escuchaba gritar.
Me entre a la bañera y deje que el agua mojará mi piel, estaba toda sudada y débil, mis piernas eran una gelatina y mi trasero, este ardía y dolía como el demonio. Lloraba en silencio con temor de que aquella puerta fuese abierta y, cuando agache la mira para dejar que el agua mojará mis cabellos, pude ver como corría la sangre en mi entrepierna
-te odio mamá...te odio con todas mis fuerzas- caí sobre la bañera y decidí quedarme ahí, bajo el grifo, par la ver si así dejaba de sentirme sucia, tome la esponja de baño y tallé mi cuerpo, provocando que en algunas partes sangrara, pero no me importaba, solo quería borrar el rastro de aquellos hombres de mi piel.
Un fuerte frío abrazo mi cuerpo y me fue imposible no tiritar, abrí mis ojos de golpe y ahí estaba, no fue una pesadilla, todo había ocurrido, me encontraba aún bajo el agua, con dificultad me puse de pies, tome un albornoz que reposaba sobre un gancho y me lo coloqué, pase frente al espejo y me detuve un momento, si bien es cierto que amé el reflejo que el espejo de Matilde me dio anoche, hoy lo odiaba, mis ojos estaban completamente hinchados y uno de ellos estaba morado, mi labio inferior estaba partido, mire mis muñecas y estás estaban marcadas, abrí el albornoz y pide ver un gran ematoma en mi estómago, toque la zona y ahogue un grito lastimero, realmente dolía, pero no tanto como mi interior, este estaba destruido, creo que ya se lo que se siente cuando duele el alma, porque en este momento eso era lo que sentía que dolía.
Abrí la puerta, me daba igual si aún estaban ahí o se habían marchado, pero para mi sorpresa no había nadie, camine hasta mí clóset y saqué unos jeans, una camiseta, ropa interior y unos converse, una vez lista agarre una maleta, cargue lo esencial, vi mi móvil en la mesita de noche y lo tome junto con el cargador, no sabía hacia donde iba, pero sabía que cualquier lugar era mejor que esté. Quise apresurarme en caminar, pero un fuerte latido en mi trasero me hizo retroceder la marcha e ir más despacio, al caminar note que las personas ya no estaban y que la puerta estaba abierta, así que sin pensármelo mucho me dispuse a salir, necesitaba, sentía que el oxígeno de aquella casa no me era suficiente y que en cualquier momento colapsara por la falta de este.