- Si, lo sé... Antes que nada, debemos darle calor, está helada. Los humanos son muy frágiles...
Redeye la llevó hasta una profunda cueva donde ya no se percibía el aire frío, la colocó en el suelo y la tapó con su propio abrigo
- ¡Salamandras! - dijo en voz alta, he invocó a unos pequeños espíritus de fuego
- A sus órdenes, amo - respondieron en coro.
- Hagan una fogata aquí dentro, necesitamos darle calor a esa humana...
- Sí, señor- dijeron y soplaron pequeñas flamas formando así una fogata que no necesitaba leña.
- Se los agradezco, pueden irse...- agradeció el joven.
- Estamos para servirle, señor - reverenciaron y se marcharon.
- Zarza, dime, tú sabes más de los humanos que yo... ¿Qué podría sucederle a causa del frío?...
- Bueno, señor, los humanos pueden enfermar por ello y morir, es importante resguardarla y darle calor hasta que despierte. Ese estado de inconsciencia es aún más peligroso en esta situación.
- Entiendo, entonces la cuidaré hasta que abra los ojos...
- Amo ¿Puedo hacerle una pregunta?... ¿Usted salió corriendo, de esa forma tan intempestiva, por que reconoció el aura de esa humana?...
Redeye hizo un breve silencio mientras se acercaba a la joven.
- ¿Lo notaste? ...- respondió.
- Es que no es propio de usted salir de esa manera, y menos a la distancia en la que ellos se encontraban del bosque, no representaban peligro para nosotros...
- Necesitaba saber por qué estaba de nuevo aquí... Su aura sigue intacta como aquel día, pese al paso del tiempo...
- Lo presentía, es la niña de aquella noche ¿Verdad?
- Sí, ella me reconoció, aún en mi forma de bestia... ¿Cómo pudo? ¿Por qué regresó después de tanto tiempo? ¿Qué busca?... Necesito saberlo...
- Comprendo. ¿Qué hará ahora?
- Me quedaré junto a ella hasta que despierte...
- Entonces iré a ver al resto de la manada por si encontraron algo, me retiro, señor - dijo por último Zarza y se marchó, dejándolos solos en la cueva.
Redeye volvió a tomar forma de lobo y se colocó aún costado de Fressia para así brindarle abrigo, pasando así la noche a su lado.
El día siguiente llegó con un clima más amable, ya que el sol brindaba los primeros rayos a la tierra. La joven despertó sin tener claro lo que sucedió antes de desmayarse.
- Despertaste... Fressia...- dijo Redeye, quien se encontraba sentado a su lado ya en su forma original y con su máscara.
Fressia quedó atónita, no podía creer que él estuviese allí, junto a ella. Después de esos años tan duros deseando volver a verlo, aquello era como un sueño. La emoción se hizo un nudo en su pecho y una lágrima bajó por su mejilla.
- ¿Te sientes bien?... - preguntó, sorprendido, Redeye.
- Sí... - respondió, algo tímida y avergonzada.
- ¿Entonces por qué lloras? ...
- No lo sé... lloro de alivio, creo...
Aun desconcertado, insistió:
- ¿Por qué estás aquí?... ¿Qué buscas? ...
Fressia se secó las lágrimas con sus manos y, mirándolo a los ojos, respondió:
- A ti... Te buscaba a ti, Redeye...
- ¿Me buscabas a mí?... ¿Por qué?...
- Porque hace un tiempo atrás me dijiste que siempre estarías aquí...
- ¿Necesitabas mi ayuda?...
- No, no buscaba ayuda, estaba preparada para morir... Sólo quería verte...
El joven la observó con confusión, no entendía por qué querría verlo. Fressia era tímida, pero cuando hablaba decía directamente lo que sentía.
En ese momento llegó Zarza.
- Señor, no hay señales de humanos en los alrededores. ¡Ah! Veo que despertó - dijo, mirando a la muchacha de frente.
- Es increíble ¡Puedo entender lo que dice! - comentó, impresionada, Fressia
- Nosotros hablamos el mismo idioma que ustedes, pero lo ocultamos tras otro lenguaje para no llamar su atención. Es mejor que piensen que somos simples animales - respondió mientras se acercaba a ellos.
- Su nombre es Zarza, es el líder de la manada de lobos... Aquí, ellos son como los guerreros, siempre listos para atacar – lo presentó Redeye.
- Oh, ya veo - suspiró, asombrada.
- Entonces... ¿A qué te referías con que estabas preparada para morir? ¿De qué huías?...
- Pues...- Fressia comenzó a relatar su historia.
Tanto Zarza como Redeye la escucharon atentamente.
- Pensar que algunos humanos son capaces de hacerle eso a su propia especie, es terrible – dijo, molesto, Zarza.
- El único que me ayudó fue un niño, Joe, espero que se encuentre bien... Sin él no hubiese podido escapar. Fue mi única compañía en estos años de encierro...
- ¿Y qué planeas hacer ahora? ...- preguntó Redeye.
- No estoy segura... Como dije, creí que moriría en la huida, así que no planeé nada más allá de esto, pero ahora que lo pienso, no puedo ir a ninguno de los pueblos, de seguro Vonseri tiene contactos en todos. Lo mejor sería irme a otro país...
El joven la observó por un momento en silencio y propuso:
- Puedes quedarte aquí un tiempo si lo deseas...
- ¡Pero señor! - exclamó Zarza, en tono de preocupación.
- Conozco las reglas, sé que los humanos no pueden convivir con las hadas, pero puedo hacer una excepción ya que será sólo por unos días...
- ¿De verdad puedo quedarme? ...- preguntó ella, sorprendida.
- Por experiencia sabemos que cuando los humanos pierden algo suelen regresar a buscarlo si les es muy valioso. Puedes esperar aquí unos días por si vuelven, así podrás permanecer oculta... ¿De acuerdo, Zarza? ...- dijo mientras se ponía de pie.
- Como usted diga, señor, vigilaremos la zona y protegeremos a la joven siguiendo sus deseos - respondió el lobo que era fiel a su amo sin importar de que orden se tratase.
- Bien, entonces, ven conmigo. Te presentaré con todos así se enterarán de tu presencia aquí...- continuó y extendió su mano para ayudar a la joven a ponerse de pie.
Fressia se sentía feliz y nerviosa, no podía creer lo que estaba sucediendo. Tomó la mano que Redeye gentilmente le ofreció para levantarse y este se sorprendió.
- Tus manos... son pequeñas...- comentó.
- ¿Eh?... ¿Qué quieres decir? - preguntó ella, sin entender a qué se refería.
- No es nada, sígueme...- respondió mientras lentamente la soltaba.
Al joven le llamó la atención la fragilidad de las manos de Fressia ya que, comparado con ella, su fuerza era equivalente a la de diez hombres juntos. Temió hacerle daño si no tenía cuidado, después de todo para él también era nuevo tener ese tipo de contacto con un humano.
Redeye la guio hasta el final de la cueva y traspasó una falsa pared de roca:
- Ven, no tengas miedo...- dijo y ambos cruzaron al otro lado de esta.
Caminaron por un oscuro túnel y, al llegar, Fressia no podía creer lo que estaba delante de sus ojos, pues se trataba de una pequeña villa subterránea, muy colorida y llena de fabulosas criaturas.
En ella habitaban hadas de todos los tamaños, diminutos duendes y animales de rasgos extraños.
- ¡Escuchen todos!... - habló Redeye en voz alta, aquellos seres prestaron atención - Ella es Fressia y, como podrán ver, es una humana. Le daremos refugio por un tiempo ya que viene escapando del hostigamiento a manos de otros humanos... Así que cuento con ustedes para darle la bienvenida...
Por un momento todos quedaron en silencio, sorprendidos por la petición, Fressia se sentía nerviosa, temió no caerles bien.
- ¡Sí, Señor! - respondieron a coro las criaturas y de inmediato se acercaron a ella.
Aunque su contacto estaba prohibido, las hadas eran seres muy curiosos de los humanos. Sus artes, inventos y comida llamaban mucho la atención de estas, pero principalmente lo emocionales que eran.
Todos se acercaron a Fressia para hablarle, tocar su cabello y posarse en sus manos.
La joven no podía evitar sonreír en esa situación, el ser recibida de esa manera la hacía muy feliz.
- Es inevitable... ¿Verdad, señor? Las hadas se sienten atraídas por ese tipo de aura...- dijo Zarza mientras miraban la situación, un poco alejados, con Redeye.
- Así es...
- ¿No se lo dirá?... ¿El por qué los humanos no deben convivir con las hadas?
- No lo creí necesario, después de todo sólo serán unos días... No significará peligro...
- Comprendo, amo.
El joven también sentía curiosidad por ella, su delicada figura, sus enormes ojos brillantes y aquella capacidad para tener esas expresiones como pasar de llorar a reír en un instante llamaban su atención.
- Son todos muy amables, con gusto les ayudaré en lo que quieran mientras esté aquí - dijo, sonriente, Fressia.
Por primera vez en mucho tiempo se sentía feliz de verdad, libre.
Se decidió que la joven viviría en la Villa, acogida por una pequeña hada de viento llamada Cirse, con la que se llevó bien de inmediato.
Redeye estaba a punto de marcharse cuando Fressia se acercó a él una vez más.
- Disculpa ¿Cómo debería llamarte?... – preguntó.
- ¿A qué te refieres?...
- Es que todos te tratan de amo o señor... y me siento irrespetuosa llamándote por tu nombre...
El joven clavó una gentil mirada en ella y, igual que aquella noche, acarició la cabeza de la muchacha como si fuese una niña.
- No te preocupes por eso, todos aquí me llaman así por instinto natural, pero tú puedes llamarme por mi nombre...
Fressia no esperaba semejante gesto y no pudo evitar sonrojarse.
- Nos veremos luego... - terminó él y se marchó.
Cirse se aproximó a la muchacha.
- El amo parece alguien frío, pero en realidad es muy amable - comentó.
- Sí, lo sé...
- Ven, te mostraré la Villa.
- Muchas gracias por recibirme...
El hada le dio un recorrido por el lugar, explicándole sus costumbres y ocupaciones de cada uno de los pequeños clanes de los elementos y tipos de criaturas que los componían.
- Todo es muy hermoso, jamás imaginé algo así... - dijo la joven, mientras miraba a su alrededor.
- Si el amo lo permite te llevaré a conocer nuestros lugares en el bosque mañana.
- ¿Redeye no vive dentro de la Villa?
- No, nuestro señor habita en la guarida de los lobos que está fuera de la villa, allí se crio de pequeño.
- Oh, entiendo...
La noche llegó y todos se disponían ya para dormir, pero antes, Fressia tenía una agradable reunión con Cirse y sus hijos que estaban ansiosos por preguntar sobre el mundo humano y la vida de la joven.
- ¿Entonces eres bailarina? ¿Es como danzar? – indagó uno de ellos.
- Así es - respondió la muchacha
- ¡Eso es increíble! Aquí las que danzan los días de ceremonia son las hadas del agua.
- ¿Días de ceremonia?
- Sí, una vez al año rendimos tributo a nuestros ancestros, pero cada elemento tiene un deber en particular. Nosotras, las hadas de viento, nos ocupamos de la música, las del fuego de las luces, las de tierra de los alimentos y las de agua de la danza.
- Vaya... De seguro debe ser un evento muy hermoso.
- Sí, lo es ¡Lo esperamos con muchas ansias! Promete que antes de irte nos mostrarás como bailas, ¿sí?
- Claro, con gusto. Sólo necesito una superficie que sea completamente plana, ya que la danza que practicó requiere mucho equilibrio.
- ¡De seguro encontraremos el lugar!
- Bueno, niños, es hora de dormir - dijo Cirse.
- Está bien ¡Mañana seguiremos hablando, Fressia!
- ¡Sí! Buenas noches, pequeños...
La joven se sentía un poco desvelada y decidió salir fuera de la casa para mirar la Villa. Como era un lugar subterráneo la luz natural no entraba, así que el pueblo era iluminado por luciérnagas y pequeñas farolas con magia de fuego.
- ¿Qué sucede, Fressia ? ¿Aún no quieres dormir? - preguntó Cirse, quien la vio salir.
- Todo es tan hermoso... tengo miedo de dormir y que al despertar sólo sea un sueño...
- Ya veo... Has pasado por situaciones muy duras ¿verdad?...
- A veces los momentos tristes te marcan tanto que el sólo hecho de recordarlos logra lastimarte, y buscas aferrarte con todas tus fuerzas a esos pequeños instantes de felicidad para tener esperanzas... como el día en que conocí a Redeye...
- ¿Te refieres a aquella noche de la que me hablaste? ¿Cuándo eras pequeña?
- Sí... Aunque pasaron diez años me esforcé cada día por recordarlo, para no olvidar ningún detalle de él, como su mirada... Sus gestos siguen siendo igual de cálidos para mí...
Cirse pudo percibir algo más en las palabras de Fressia.
- Dime, muchacha ¿Qué te trajo hasta aquí realmente?... - preguntó.
La joven sonrió con timidez, miró al hada y respondió:
- Amor... podría decir que fue la fuerza del primer amor lo que me trajo hasta aquí...
- ¿Estás diciendo que sientes amor por el amo?
- Al principio no podía ponerle nombre a este sentimiento... puedo recordar perfectamente lo que sentí esa noche, el latir fuerte en mi pecho. Muchos años pensé si se trataba de gratitud por lo que hizo por mí, pero luego comprendí que fue amor a primera vista... Ahora que he vuelto a verlo puedo asegurarlo...
- ¿Por qué lo dices?
- Porque todo este tiempo sólo estuve enamorada de un recuerdo, pero ahora que pude tenerlo cerca de mi otra vez sentí que el corazón se me saldría del pecho por los nervios y felicidad, porque es aún mejor de lo que imaginé...
- Estoy sin palabras... jamás creí que una humana podría enamorarse de nuestro señor - dijo Cirse, con una sonrisa cómplice.
- Comprendo que es algo que está prohibido, para empezar ni siquiera debería estar aquí, pero Redeye fue muy generoso al dejarme quedar con ustedes...
- El amo es muy noble, no importa si nos pide algo que esté fuera de las leyes, confiamos en que sus decisiones son correctas.
- Gracias por escucharme, Cirse, aunque sé que mi amor es imposible por lo menos quería poder decírselo a alguien...
- No te preocupes, pequeña, prometo guardar el secreto – dijo, mientras ponía su mano en el hombro de la joven.
- Confieso que esperaba verlo una vez más antes de dormir - sonrió la muchacha.
- Ah, pero si es eso lo que quieres podrás hacerlo, el amo siempre viene a dar una vuelta antes de que todos duerman para controlar que todo esté bien. Mira, ahí está él - señaló.
En ese preciso momento, Redeye ingresó a la Villa, fijó su mirada en Fressia y caminó hacia ella.
- Esperaba que estuvieses dormida...- comentó, acercándose.
- Buenas noches, señor, Fressia aún no tenía sueño así que estábamos teniendo una conversación agradable - explicó Cirse.
- Entiendo, todo esto es nuevo para ti...
- Sí... todo es maravilloso - respondió la muchacha, ya nerviosa ante la presencia de Redeye.
- Ya que aún no quieres dormir ¿Puedes venir conmigo?... Me gustaría que hablemos...
- S-Sí - respondió, sorprendida, y lo siguió.
- No te preocupes, Fressia, nuestro hogar estará abierto para ti, así que regresa con calma – dijo Cirse, mientras veía como ambos jóvenes se dirigían al exterior.
Continuará...