Pasión Prohibida: Poco control.
img img Pasión Prohibida: Poco control. img Capítulo 1 1.
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Capítulo 6 6 img
Capítulo 7 7. 1 3 img
Capítulo 8 8. 2 3 img
Capítulo 9 9. 3 3 img
Capítulo 10 10. img
Capítulo 11 11. img
Capítulo 12 12 img
Capítulo 13 13. img
Capítulo 14 14. img
Capítulo 15 15. img
Capítulo 16 16. img
Capítulo 17 17. 1 2 img
Capítulo 18 18. 2 2 img
Capítulo 19 19. 1 2 img
Capítulo 20 20. 2 2 img
Capítulo 21 21. 1 2 img
Capítulo 22 22. 2 2 img
Capítulo 23 23. img
Capítulo 24 24. img
Capítulo 25 25. img
Capítulo 26 26. img
Capítulo 27 27. img
Capítulo 28 28. img
Capítulo 29 29. img
Capítulo 30 30. img
Capítulo 31 31. img
Capítulo 32 32. img
Capítulo 33 33. img
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Pasión Prohibida: Poco control.

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Capítulo 1 1.

El infierno comienza desde la oscuridad, cuando lo usé como excusa para escapar de las ganas que tenía de hacerte mío.

En las apacibles afueras de Londres se encuentra el pintoresco pueblo de Hambledon, una joya escondida que transporta a sus visitantes a un mundo encantador y sereno. Rodeado de exuberantes campos verdes y arboladas colinas, este rincón tranquilo es un refugio idílico para aquellos que buscan escapar del bullicio urbano. Las calles empedradas de Hambledon están bordeadas por encantadoras casas de estilo inglés, con fachadas de ladrillo y rosales trepadores que añaden un toque de color y fragancia a la atmósfera. A medida que paseas por el pueblo, te envuelve la sensación acogedora de una comunidad unida, donde los lugareños te saludan con sonrisas cálidas y amables. El corazón del pueblo alberga una plaza central con un mercado semanal, donde los agricultores locales exhiben sus productos frescos y artesanos talentosos ofrecen sus creaciones. Los cafés y pubs tradicionales que rodean la plaza son lugares perfectos para relajarse y disfrutar de una taza de té caliente o una pinta de cerveza artesanal. Los alrededores de Hambledon ofrecen numerosos senderos para explorar la naturaleza circundante. Un paseo por los bosques frondosos revela la rica biodiversidad de la región, con aves cantoras y riachuelos serpenteantes que crean un paisaje tranquilo y rejuvenecedor. En primavera, los campos cercanos se tiñen de colores vibrantes con la floración de las flores silvestres, mientras que en otoño el paisaje se transforma en una paleta de tonos cálidos y dorados. Con su encanto histórico, la iglesia parroquial de Hambledon se yergue majestuosamente, ofreciendo una visión de la rica herencia del pueblo. Los eventos comunitarios, desde festivales locales hasta ferias artesanales, refuerzan el sentido de identidad y conexión entre los habitantes.Hambledon, con su combinación única de belleza natural, arquitectura tradicional y comunidad acogedora, se presenta como un retiro idílico para aquellos que buscan una pausa serena en las afueras de la bulliciosa Londres. En este escenario pintoresco y la proximidad de las dos pasiones a punto de estallar, establece un ambiente propicio para el inicio de una historia entre dos personas, que causará una vuelta como tal infierno entre cuatro paredes.

Solo quiero joder contigo, solo contigo.....

Una chica morena, de físico esbelto y tonificado resalta de manera perfecta mientras viste de forma informal, pero atrayente, desplazándose con gracia en un Cadillac rojo, llevando unas gafas que emulan los ojos de un gato sobre sus intensos ojos negros. Su rostro, simétrico y hermoso, está al natural, resaltando el brillo rojizo del labial en sus labios gruesos y perfilados. Sus tatuajes que adornan sus brazos, cuello y pecho, se notan de forma perfecta mientras los rayos del sol dan hacia toda su piel, acaparando desde la lejanía rápida, la atención. La voz de Ty Dolla - Or Nah - Cuya canción es su favorita, llena el espacio del auto mientras avanza por una serpenteante carretera, rodeada de árboles cuyas ramas se entrelazan formando un dosel natural sobre la ruta. Flores a ambos lados de la carretera dan un toque de color al viaje.

Tengo mucho dinero (Mustard on that beat ho)

No me importa gastarlo, sí

Voy a fumarme este porro y luego te voy a complacer

Estaría mintiendo si dijera que no eres el indicado

Todos estos tatuajes en mi piel te encienden

Mucho fumar, beber, eso es lo mío

Escuché que no eres del tipo que se lleva a casa para presentar a mamá

¿Vamos a tener sexo cuando salgamos del club o no?

No estoy gastando dinero por nada, quiero verte desnudarte

Voy a destapar esta botella, ¿me vas a dar placer oral o no?

Escuché que eres del barrio, ¿lo representas o no?

Tienes mucho bulto, ¿vas a moverlo o no?

Escuché que fumas blunts, ¿te gustan los aviones de papel o no?

Me siento como Tony, ¿tú eres mi jefe? Creo que no

El mundo entero lo tomo...

Mientras tarareaba la melodía de fondo, imbuido por la misma pasión oscura que envolvía la versión original, llegó finalmente a la Urbanización conocida como Hill's. Este apacible rincón se hallaba a una breve distancia, apenas quince minutos de trayecto que separaban la bulliciosa realidad del día a día. Detalló con atención los árboles de membrillo que flanqueaban las serpenteantes calles de la urbanización. De repente, se detuvo, fijando la mirada en la pequeña fotografía que rescató de su bolsillo trasero de los jeans. Necesitaba asegurarse por completo de que estaba de pie frente a la casa que tanto había explorado en línea.

La vivienda, de estilo cuádruple, exudaba encanto. Sus detalles arquitectónicos destacaban, reflejando a la perfección la magia inherente al lugar.

La mujer de piel morena, adornada con tatuajes que contaban historias aún por desvelar, descendió del automóvil con maletas en ambas manos, avanzando decidida hacia la entrada. Al llegar, dejó escapar un suspiro antes de pulsar el timbre. Como por arte de magia, una dama de tez blanca, cabellos castaños salpicados de canas, y en la plenitud de la mediana edad, surgió con una sonrisa auténtica, abriendo la puerta con un reconocimiento instantáneo hacia la mujer que, apenas un mes atrás, le había consultado sobre la propiedad en alquiler.

- ¡Bianca! ¡Qué alegría verte! - Exclamó la mujer, incapaz de contenerse mientras envolvía a la recién llegada en un abrazo efusivo.

- Hola, Amanda. - Respondió Bianca, devolviendo el abrazo de manera inesperada pero no menos cálida.

- ¿Cómo te fue?

- El viaje fue increíble; la carretera se despliega como una serpiente breve, pero maravillosa. - Comentó mientras observaba como Amanda, sin esfuerzo aparente a pesar del peso, tomaba ambas maletas y las llevaba hacia los adentros de la imponente casa de estilo victoriano, preciso, a la sala principal.

- La carretera puede volverse una locura a veces. - Rio brevemente. - Pero bueno, ¿cómo ha sido el viaje?

- Excelente, he tenido la oportunidad de explorar un poco el lugar. - Respondió Bianca con sinceridad, obteniendo una sonrisa afirmativa de Amanda.

- Siempre es enriquecedor descubrir nuevos lugares, ¿verdad?

Bianca asintió.

- Absolutamente. Además, necesitaba un cambio de escenario para inspirarme.

- Lo entiendo. Recuerdo que me hablaste de eso cuando encontraste mi número, buscando un refugio para liberar tus composiciones.

- Exacto.

- Bien, bien, perfecto. Has llegado al lugar indicado, y está listo para ti. Voy a enviar a mi hijo para que te dé un recorrido completo.

- Oh, pensé que lo harías tú.

- No sé si recuerdas que el lugar que piensas alquilar queda... un poco alto para mi edad.

- Tienes razón, se me olvidó.

Amanda hizo un gesto despreocupado y rio levemente antes de sugerir:

- ¿Te apetece un poco de té?

- ¡Claro, un té sería genial! - Respondió Bianca con una sonrisa, siguiendo a Amanda mientras avanzaban hacia el fondo de la sala hasta llegar a una cocina impresionante de madera de cedro. Una vez allí, Bianca comentó: - No sabía que tenías hijos.

- Solo tengo uno, ya es mayor. - Respondió Amanda mientras ponía a calentar agua para el té. - Suele pasar mucho tiempo en su habitación, no es muy dado a salir. Está en esa etapa que yo llamo "Poco social" - Agregó entre comillas, pronunciando la expresión con cierta gracia, lo que provocó la risa de Bianca.

- ¿Un adolescente entonces? - Preguntó Bianca mientras aceptaba la taza de té que Amanda le pasaba.

- Tiene 18 años, no lo consideraría exactamente un adolescente. - Respondió Amanda mientras se servía un té para sí misma. - Me gustaría que socialice más, pero, solo se dedica a la universidad y al llegar al encierro de su habitación. - Le decía y Bianca solo le escuchaba. - Tal vez, si te llega a conocer, deja esa timidez y se hacen amigos.

- No lo creo. - Comentó Bianca entre risas. - Ya estoy vieja para eso.

- Yo te veo muy joven.

- La piel negra, morena, puede ser engañosa, señorita Amanda. - Le dijo Bianca, y ambas rieron al unísono. - Créame, estoy muy vieja para eso.

- Sigo sosteniendo que estás joven. Además, tengo la corazonada de que a mi hijo le caerías bien.

- Lo dudo.

- Ya lo veremos, ¿eh?

Bianca asintió en silencio, saboreando su té mientras se sumía en el breve silencio que se había instalado entre ellas. De repente, la señorita Amanda depositó su taza de té ya vacía en la mesa y comenzó a llamar casi a gritos a alguien desde el segundo piso de la casa.

- ¡Hijo, ven, necesito que bajes y me hagas un favor! - Bramó dos veces seguidas. - Es increíble como se hace el sordo cuando quiere.

- Cosas de adolescentes, tal vez.

- Me vuelve loca eso de "cosas de adolescentes". - Rieron. - ¡Hijo! - Bramó de nuevo.

A los dos minutos, resonaron pasos en la escalera, un ritmo entre lento y apresurado. Los pasos se extinguieron cuando la persona solicitada finalmente descendió. Al llegar al borde de la entrada de la cocina, la morena, que hasta ese momento había centrado su atención en la taza de té, levantó la vista hacia la entrada. En ese preciso instante, la taza que sostenía cayó sobre la mesa, a punto de romperse, mientras su corazón y cada parte de su columna vertebral experimentaban una sacudida eléctrica. Sin previo aviso, sus labios soltaron de manera inconsciente...

- Joder...

En ese momento, un terremoto interno la invadió, desencadenando un jadeo que brotaba desde lo más profundo de su ser.

            
            

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