Es como una hermana para ella, su mejor amiga y su confidente sin igual.
Llamada entrante: Spencer.
-¡Hasta que por fin respondes, Bianca! -La voz de Spencer sonaba ansiosa, casi desesperada.
-No exageres, Spencer. Llegué hace poco y apenas estoy por desempacar -respondió Bianca, tratando de mantener un tono calmado, aunque su corazón aún latía con fuerza.
-Bien, bien, está bien. Como sea, ¿cómo fue el viaje? ¿Qué tal la mujer que te alquiló la casa? -La curiosidad de Spencer era palpable.
-El viaje estuvo excelente, Spencer. El lugar es hermoso y la mujer, que se llama Amanda, es muy amable y servicial.
-Qué bien que el viaje estuvo bien y, bueno, pensé que la mujer sería una amargada.
Bianca rio un poco, tratando de aliviar la tensión que aún sentía, mientras con su mano libre abría sus maletas para comenzar a desempacar.
-Pensaste mal, Spencer. Es muy amable, tanto que más tarde iré a cenar a su casa.
-Puede que allí te envenene -bromeó Spencer, con una risa traviesa en su voz.
-Spencer... -Bianca suspiró, sabiendo que su amiga no podía evitar hacer comentarios sarcásticos.
-Solo molesto, Bianca -rió un poco y retomó su tono serio-. A esto, ¿qué tal todo?
-¿Qué tal todo de qué? -Bianca preguntó, algo confusa.
-¿Esa mujer tiene algún hijo por ahí que te llame la atención? -preguntó Spencer con un tono picante que Bianca reconoció al instante.
-Por Dios, Spencer, no comiences -le pidió Bianca, sintiendo cómo el rubor subía a sus mejillas mientras metía su ropa en uno de los cajones del guardarropa de madera.
-No comienzo con nada, Bianca. Solo responde, ¿tiene o no algún hijo la señora?
-... Sí, sí tiene un hijo y es un adolescente, tiene 18 años.
-¿Y? -La pregunta de Spencer estaba cargada de intención, y Bianca, al terminar de guardar su ropa y de poner sus pares de zapatos a un lado del guardarropa, frunció el ceño.
-¿Cómo que "Y", Spencer?
-No es tan adolescente, Bianca -dijo Spencer con un tono sugerente.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Nada.
-Es increíble cómo ver tanto esa serie de Bridgerton te tiene la mente retorcida.
-Yo no he dicho nada, Bianca.
-Claro, como no, Spencer.
-Bueno ya, mejor... Dime, ¿es guapo el chico? ¿ Cómo se llama?
Bianca se quedó en silencio un momento, sintiendo como el rubor volvía a subir por sus mejillas morenas mientras recordaba esos ojos intensos que la habían desarmado y vuelto una confusión desde que lo vio.
-...Spencer... Bueno, está bien, es guapo. Muy guapo -admitió finalmente, con el corazón acelerado, sintiendo que confesaba más de lo que quería.- Y se llama Cameron.
Spencer rió suavemente al otro lado de la línea, una risa baja y melodiosa que hizo que Bianca sintiera un ligero escalofrío recorriendo su columna.
-Lo sabía.
-¿Sabías qué? -preguntó Bianca, intentando mantener la voz firme.
-Que te ha gustado ese chico.
-¿Pero qué dices, Spencer? -Bianca sintió su corazón latir con más fuerza, un calor inexplicable subiendo por su cuello.
-Lo que oíste. -La voz de Spencer era segura, casi burlona.
-Deja de decir tonterías. Estamos hablando de un chico menor, y muy fácilmente podría ser profesora o tutora en su universidad.
-Pero no lo eres, Bianca. Además... Tú misma me has dicho que está guapo.
-¿Y desde cuándo decir que alguien está guapo es sinónimo de que te guste? -Bianca apretó el teléfono con más fuerza, sus dedos tensos.
-Desde que te llamas Bianca y te pones nerviosa solo por lo que dije -le respondió Spencer, con un tono que insinuaba que sabía más de lo que decía. Se hizo un breve silencio entre ambas, pesado y cargado de tensión. Spencer lo rompió-. Bianca, no lo digo por mal, solo es un chico un poco menor...
-Definitivamente, tienes que dejar de ver esa serie de Netflix -la interrumpió Bianca, su voz un poco más alta de lo que pretendía. Escuchó la risa de la rubia tras el teléfono, una risa que parecía acariciar sus oídos y, al mismo tiempo, sentía sus latidos acelerados ante lo que decía su amiga. Spencer, cuando quería, podía ser insoportable o, en otros casos, una bruja-. Spencer, ya déjate de tonterías, ¿sí? Yo no vine de Londres hasta acá para tonterías con un mocoso. Vine a distraerme y lo sabes.
-Pero distraerse también puede ser tener una especie de aventura prohibida... -la voz de Spencer bajó una octava, volviéndose casi un susurro.
Bianca cerró los ojos, sintiendo un tumulto de emociones. La insinuación de Spencer la hacía cuestionarse más de lo que estaba dispuesta a admitir. Sentía una mezcla de deseo y culpa que la hacía estremecerse. ¿Podría permitirse siquiera fantasear con algo así?
-Spencer, en serio... -dijo finalmente, su voz sonando más suave, casi suplicante.
-Lo entiendo, lo entiendo -respondió Spencer, suavizando su tono-. Solo te estoy diciendo que te relajes y disfrutes un poco. No tiene que ser nada serio, solo vive el momento.
-Gracias por el consejo, pero no necesito una aventura para disfrutar y menos con un mocoso. Ahora tengo que terminar de desempacar y prepararme para la cena. Amanda y su hijo han sido muy amables conmigo.
-De acuerdo, no te molesto más. Solo prométeme que me contarás todo después de la cena.
-Lo prometo, Spencer. Hablamos luego.-Hablamos luego. Cuídate, Bianca.
La morena colgó y miró alrededor de la habitación, la luz del atardecer se filtraba a través de la ventana de arco, bañando el espacio en tonos cálidos y dorados. Suspiró, intentando dejar de lado la confusión y el nerviosismo que la presencia de Cameron le había provocado desde que lo vio. Sus pensamientos volvían una y otra vez a esos ojos lapislázuli, intensos y cautivadores.Tomó un momento para calmarse y comenzó a desempacar de un pequeño bolso de mano sus pertenencias. Cada objeto que sacaba de su bolso era un recordatorio de su vida en Londres y de lo mucho que necesitaba este tiempo para sí misma. Mientras organizaba algunas fotos de viajes, y objetos personales, trataba de convencerse de que podía manejar esta situación sin perder el control. Pero una parte de ella no podía evitar sentirse intrigada por lo que podría pasar.Finalmente, después de terminar de desempacar y de acomodar todo lo que trajo, se dirigió al baño para refrescarse y prepararse para la cena. Se miró en el espejo, intentando ver a la mujer fuerte y decidida que siempre había sido. Pero en sus ojos vio una chispa de emoción y curiosidad que no pudo ignorar.
- Esto es una tontería. Solo es una cena. - se dijo a sí misma, intentando convencerse. -Nada más que una cena con nuevos conocidos. - Pero en el fondo, sabía que la noche podría traer sorpresas inesperadas.
O por lo menos, eso se sentía....