-No te preocupes, Isabelle -le digo volviendo en mí sin despegar la vista del apuesto, pero sucio chico-. Está bien, es un... amigo -le digo con una pequeña sonrisa para que se tranquilice-. Déjanos solos.
La mirada asombrada y cargada de incredulidad de Isabelle no tarda en chocar contra mí. Preguntando a todas luces si estaba segura de ello, aun cuando no ha abierto la boca. Asiento y le digo que salga con un ademán.
-Bien, ¿te has replanteado mi propuesta? -le pregunto una vez que estamos a solas, obviando todo lo que acaba de pasar.
El hombre frente a mí, del que, por cierto, aún no conozco su nombre, me mira un tanto conmocionado, asiente y se sienta en la silla que hay al otro lado de mi escritorio.
-Con que D'Luca-dice con un leve tono de asombro en su voz, pasando por alto mi pregunta y de pronto provocando una gran ofensa en mí. No sé si no me ha escuchado o me está ignorando a propósito. Cosa que no me agrada.
Lo que me apetece ahora sería mandarlo bien lejos, por osado, de una patada en ese culo tan atractivo que se le intuye, a través de esa horrible prenda, pero, de pronto, recuerdo que lo necesito y lo peor de todo es que él lo sabe. Una sonrisa arrogante, que de buena gana le borraría de un bofetón, se planta en su cara, cuando se da cuenta de la situación. Así que respiro profundamente para tranquilizarme, expulso lentamente el aire y lo miro.
Me limito a asentir.
-¿Esta es tu empresa?
-De mi familia -contesto seca.
-Así que... ¿tu oferta va en serio?
Otro asentamiento por mi parte.
-¿Me contarás el porqué?
-Tal vez -contesto perdiendo un poco la paciencia-. Una vez que firmes.
Lo observo mientras su máscara de suficiencia se va desquebrajando poco a poco, en el instante que se plantea la posibilidad de que no tiene tanto poder sobre mí, como él creía cuando entró por las puertas de mi despacho. Noto duda en su rostro, pero a la vez una irrefrenable curiosidad inunda sus facciones, algo que me da una clara ventaja.
Tras unos momentos en silencio, estiro el brazo, alcanzo el teléfono de mi mesa y rápidamente marco a Brian.
-Hola, ¿me puedes subir el contrato que te pedí que preparases? -Veo cómo el chico frente a mí me contempla extrañado, su cara es un verdadero cuadro mientras continúo hablando con mi abogado y amigo-. Si... Perfecto... Te espero.
En cuanto cuelgo, el chico que posiblemente salvará mi empresa, mi sueño, todo lo que me ha importado en mi vida además de mi familia, todo por lo que he luchado y me he dejado la piel en ello, y del que aún no se ni su nombre, me mira nervioso. Mierda, se va a ir.
-Esto ha sido un error -dice comenzando a levantarse, pero lo alcanzo rápidamente de la mano.
-No, no te vayas, solo he llamado para que traigan el contrato. -Él dirige su profunda mirada ambarina a donde nuestras manos se unen, un momento antes de soltar un suspiro agotado y sentarse de nuevo-. De todas formas, no hubieses llegado más allá de las puertas del ascensor de la planta baja -murmuro recobrando la compostura, frente a la atónita mirada de mi acompañante, quien me mira fijamente.
-Y, ¿cómo pensabas evitar que me fuese de aquí? - pregunta curioso.
-Fácil, tengo mucha gente de seguridad, estarían preparados para retenerte antes de llegar a la puerta, una vez que salieses del ascensor.
-¿Eres de la mafia o algo así?
Un inevitable ataque de risa surge y, aunque me da un poco de vergüenza, no puedo evitar reírme como una pobre morsa a la que le falta la respiración.
-¿Qué? ¡No! -digo recuperándome del ataque de risa. Entonces es cuando caigo en lo que está insinuando y le contesto a su impertinencia-. En mi empresa todo se hace y se logra bajo la estricta legalidad-digo realmente seria, me cabrea sobremanera que un cualquiera cuestione todo mi trabajo y mi esfuerzo. Y el funcionamiento de la empresa, que ha sido de mi familia por generaciones, cuando el tipo está claro que desconoce todo lo que esfuerzo y trabajo significa y, desde luego, no tiene ni la menor idea de llevar una empresa ni algo por el estilo. Quizá sea mala idea haber dicho a alguien como él mi situación, por suerte no lo sabe todo. Tal vez debería buscar a otro, alguien... mejor, pero no me puedo arriesgar a que los rumores comiencen. Si lo llegan a saber muchas personas, o peor aún que alguien disperse información falsa, empeoraría la situación completamente. Me niego que mis padres se enteren de lo que pretendo y, a pesar de tener que aguantar a mi lado a alguien que no quiero, no voy a permitir que me quiten la empresa por la que he luchado igualmente. -Hay empresas rivales que quieren lo que nosotros poseemos. Ni la empresa más limpia del mundo asciende puestos en la escala de poder sin conseguir algún enemigo, y mi empresa es la número uno -contesto orgullosa.
Cuando el chico se dispone a contestar, se ve interrumpido por la entrada de Brian, cargado con dos carpetas negras y su maletín de siempre. Mañana le compraría uno nuevo, mi hermoso amigo se encariña demasiado con sus cosas y no se da cuenta de que necesita que le renueven el pobre maletín.
Me levanto rápidamente y prácticamente me lanzo a los brazos de mi mejor amigo, el cual me recibe con la misma alegría que siempre, como si no nos hubiésemos visto en meses o incluso años, cuando la verdad es que nos hemos visto hace apenas una hora. Pero lo amo, es mi mejor amigo y siempre puedo contar con él, al igual que él cuenta conmigo. Será el único, además de mi loca amiga, que sepa del contrato, en él puedo confiar. En medio del abrazo, me levanta y da un pequeño giro ante la atenta mirada del chico, del cual aún desconozco el nombre, que no pierde detalle.
Cuando me baja le doy un beso en la mejilla y regreso a mi asiento, no sin antes quitarle de la mano ambas carpetas y extenderle una al susodicho.
-Lee el contrato, con lo que tengas alguna duda te lo explicaremos -le digo sin levantar la vista de mis papeles.
Comienza a leer en voz alta, en cuanto lo abre.
-"La persona que opta al puesto, se verá obligada a firmar un contrato de confidencialidad de por vida, antes de conocer el resto de la circunstancia que le lleva a la acción de convertirse en esposo. En dicho contrato se estipulará que no debe hablar, ni revelar información, de la señorita Katherine D'Luca, su empresa o familia, ni detalles que haya conocido en su estancia conjunta durante dicho matrimonio o de su convivencia en particular". -Deja de leer y me mira-: ¿En serio, es esto necesario?
-Totalmente, si cierta información que no me convenga que se conozca llega a oídos de nuestros rivales, sería nuestro fin. -Me mira raro. No lo soporto-: ¿Qué? -pregunto un tanto borde.
-¿"Persona que opta al puesto"?
-No sabíamos tu nombre, de hecho, aún no me lo has dicho -Digo defendiéndome.
-Me llamo Jayden.
-Bonito nombre, yo me llamo...
-Katherine Allen -me interrumpe y, mirándome de forma intensa, continúa-. Lo sé -No puedo evitar sonrojarme un poco, tras un momento en silencio, en el que nuestras miradas no se han abandonado ni un solo segundo, un fuerte carraspeo nos trae de regreso a lo que estábamos.
-Kate, tenemos que terminar esto, es importante -murmura Brian, entregándole una copia del contrato de confidencialidad a ambos.
-Tienes razón, perdona, continuemos -dice después de que Jayden firmase sobre el papel que le acaba de extender Brian-, además luego tendremos que hacer un par de cosas una vez que firmes. Continúa leyendo.
-"Dicho aspirante accederá a casarse con la señorita Katherine, un lapso de tiempo no mayor a cuatro años". -Me mira, asiente y continúa leyendo-: "Antes que se realice el enlace matrimonial, firmará la procedente separación de bienes y renunciará a la parte de la empresa que le pueda pertenecer debido a dicho enlace -otro asentimiento de su parte -, al finalizar esta relación profesional, el aspirante recibirá cinco mil euros y una propiedad a su nombre que pertenecerá de por vida a su familia -otro pequeño movimiento de cabeza-. El aspirante deberá acceder a todo lo que la señorita Katherine crea necesario, sin emitir queja alguna, lo que incluye su aparición en diversos actos, conferencias, viajes de empresa u otros menesteres". -Nada más terminar de leer la línea me mira divertido.
-¿Todo lo que quieras y sin quejas? -dice alzando ambas cejas. Me mira con picardía.
-Lo que yo quiera -le informo, sacándolo de su error. Su cara ya no muestra diversión ni picardía cuando vuelve a hablar. -Eres una aburrida -comenta desilusionado mientras firma el contrato y me da un poco de risa.
Con una sonrisa satisfecha le contesto.
-En seguida comprobarás que eso no es verdad. Acompáñame. -Recojo mis cosas y salgo de mi despacho con una sonrisa triunfante y Jayden pisándome los talones.
Llego hasta donde se encuentra la mesa de Isabelle y le digo que posponga todas mis reuniones del día para mañana. Le doy unos informes antes de irme.
-Quiero que mandes estos informes a contabilidad para realizar el ingreso a la cuenta de la empresa por el trato cerrado con Mackenzie's. Envía los contratos que te di esta mañana a la sucursal de México e Italia para que los firmen y que te los devuelvan. -Isabelle asiente levemente a cada orden que le doy. Es una gran chica y muy buena en su trabajo, debería relajarse un poco más.
-¿Necesita algo más señorita...? -No termina de formular su pregunta ya que la miro entrecerrando los ojos-, Kate -se corrige y le sonrío satisfecha.
-No, nada más por hoy, una vez que lo tengas todo listo y en mi mesa puedes irte a casa a descansar. -Me mira desconcertada.
-Pero, esta tarde...
-Esta tarde yo no estaré -le corto- y no necesito que estés aquí tú sola sin nada que hacer, lo que necesito es que vayas a casa, te relajes y te arregles -la miro pensativa y en seguida recuerdo aquel vestido que le vi en una cena de empresa el año pasado- formal, aquel vestido negro que usaste en la cena del año pasado, ¿sabes cuál te digo? -asiente con la cabeza-. Bien- le doy un beso en la mejilla-, pues yo me voy, termina rápido y haz lo que te he dicho. Me da la impresión que esta noche alguien te visitará.
Isabelle me mira completamente roja y da un pequeño grito, llamándome enfadada.
-¡Kate! ¿Qué diablos has hecho?
Al darse cuenta de cómo me ha hablado se tapa la boca rápidamente con expresión horrorizada, acto que provoca que estalle en una sonora e incontrolable ola de carcajadas. Jayden contempla la escena en silencio con rostro divertido.
-¿Yo? -digo recuperándome del ataque de risa-, nada que no quisieras hacer tú, pero no te animabas. Agradéceme haciendo lo que te he pedido y esperando lo que tenga que pasar -Le lanzo un beso y me giro hacia Jayden-: Vámonos.
Una vez en la entrada de la empresa, el coche nos está esperando junto a Daniel apoyado en el lateral. Al vernos se acerca a la puerta y la abre para nosotros con una amable sonrisa dirigida sobre todo a Jayden. Daniel ha sido el chófer de mis padres desde que se casaron, hace más de treinta años. Es un hombre de confianza y muy noble, no juzga a los demás por su aspecto o nivel económico y, a pesar de tener ya el dinero suficiente para terminar de trabajar y poder vivir tranquilamente, él siempre dice lo mismo: "Me quedaré mientras vea que me necesitan". Adora a nuestra familia y formar parte de ella, porque sí, aunque sea el chófer de la familia, también es parte de nosotros porque lo adoramos. Es uno de mis mayores confidentes, siempre me ha apoyado en todo desde pequeña, él y su mujer, Sam. Hacen una pareja espléndida. Jamás he visto a una pareja con más amor que ellos y mis padres, además ambos se mantienen muy bien para la edad que tienen. Ronda los sesenta, pero Daniel siempre ha sido, y sigue siendo muy apuesto.
Cuando se detiene el coche, abro la puerta, salgo y con un pequeño ademán con la mano, le digo a Jayden que salga también y eso hace. Hemos parado frente a Massimo Dutti y un par de mujeres muy amables se acercan a nosotros. Bajo la mirada de desconcierto total de Jayden, le pido a una de las mujeres, la más mayor, que tome sus medidas y que mande a hacer tres trajes: negro, gris claro y gris oscuro. La mujer asiente y se lo lleva adentro, mientras que la más joven me ofrece asiento y un café. Cuando, pasados veinte minutos, sale Jayden por la puerta que entró, aún más contrariado, agarro su mano y tiro de él fuera de la tienda, antes de que se le ocurra preguntar algo.
De pronto me comienzo a sentir como en Pretty Woman, pero a la inversa y, sobre todo, sin prostitución de por medio. Igualmente, una sensación de emoción me invade extrañamente, me lo estoy pasando genial, yendo de compras y lo mejor es que, Jayden tiene que acatar lo que yo diga y no se puede quejar. Lo sé, soy muy mandona y algo controladora, como dice mi madre, pero si quiero que las cosas salgan bien, tengo que hacerlas yo misma y, a fin de cuentas, esto es bueno para él también. Al final me lo agradecerá.
Nos montamos en el coche y bajamos frente a Giorgio Armani. Le toman las medidas y pido otros tres trajes completos de tonalidades distintas y, esta vez, entramos a Ermenegildo Zegna y pedimos varias camisas de distintos tonos; en Channel compramos algunas corbatas y encargamos en Ángel Infantes varios pares de zapatos hechos a mano. Terminamos en Gucci, ya que mi padre siempre dice que "un buen par de zapatos italianos, hechos a mano, jamás te fallarán en los negocios ni en tu vida personal".
Llegamos a mi casa, le digo dónde está el baño y le doy una camiseta negra y un par de pantalones de chándal y calzoncillos que paré a comprar en Calvin Klein, cuando me di cuenta de que no tendría nada de ropa hasta que la recogiésemos el lunes por la mañana, ya que debían hacerla y tardarían un par de días. Dejo el resto de ropa casual encima de la cómoda y me tumbo boca abajo en mi cama, esperando que entre para terminar de hablar.
Escucho que entra a la habitación y me quedo sin palabras al verlo. Sabía nada más verlo que era guapo, pero ni siquiera me había acercado a la realidad. Es increíble. Sus facciones faciales ahora se ven más claras, a través de la fina camiseta negra de manga corta que lleva puesta; se adivina un cuerpo bien trabajado y se pueden apreciar unos brazos fuertes y musculosos; es alto; y su pelo oscuro, que ahora se encuentra mojado y revuelto, le da un aire aún más sexy a este maldito británico que hace que un extraño sentimiento se esparza rápidamente por todo mi cuerpo y se plante en cierta zona. ¿Pero a ti qué te pasa, Kate? Contrólate, no eres una adolescente en pleno huracán hormonal.
-¿Y bien? ¿qué tal estoy? -dice tímido, ya que después de casi dos minutos, sigo mirándolo sin decir ni pío.
-¡Estás tremendo! -contesto sin pensar y me doy una bofetada mental por ser tan estúpida, ¿por qué he dicho eso? Jayden sonríe satisfecho y un tanto engreído y, lejos de soltar algún comentario jocoso sobre lo que acaba de pasar, se acerca a mí y se sienta a mi lado. Mira a nuestro alrededor y profiere un silbido de asombro, cosa que me hace reír un montón.
-¿Te enseño la casa? Tendrás que conocerla si se supone que has venido aquí más veces cuando "comenzamos el noviazgo" -digo haciendo comillas con los dedos-. Además, te ayudará a no perderte. Aquí no hay carteles de "usted está aquí".
-Pues sería una gran idea -dice riéndose, y es una risa súper linda, un tanto ronca y completamente sexy.
-¿Verdad?, le dije eso al arquitecto, pero no coló.
Seguimos hablando de tontería y riendo mientras le enseño toda la casa, incluso el jardín. Cuando terminamos el tour nos sentamos en la barra de la cocina, tomando una copa de whisky. Continuamos con nuestra agradable charla.
-No pensé que fueras así -admite Jayden.
-¿Así como?
-Pues como eres, tan natural, agradable y divertida -Lo miro y sonrío.
-O cómo te has portado con tu secretaria -continúa.
-Y... ¿Cómo te pensabas que era? -pregunto pensativa, casi por inercia, sin darle realmente importancia.
-Pues los reporteros te pintan como una empresaria, superseria, concentrada...
-Lo soy, concentrada y seria, pero eso no quiere decir que sea una bruja. -Me defiendo molesta y harta de esa acusación de los dichosos medios.
-Lo sé -dice rápidamente. Me mira arrepentido-, no quería decir eso. Perdona.
-No perdóname tú, es solo que estoy harta de que todo el mundo piense que soy la mala por querer llevar la empresa que mi familia fundó con tantos esfuerzos a lo más alto. No soy para nada como me dibujan. Por eso también quiere que tenga alguien en mi vida que me quiera y sea mi pareja, porque cree que eso me endulzará más, de cara a los medios. Verán que soy humana-. Digo indignada, como si no lo fuera por no tener pareja.
-¿Quién?, ¿quién quiere eso? -pregunta él muy astuto.
-Mi madre -confieso.
-¿Por eso haces todo esto?
-Sí.
-¿Por qué no le dices simplemente? Lo siento, mamma, no estoy interesada en casarme por el momento.
-Como si fuera tan fácil -digo exasperada.
-¿Qué complicación le ves?, ¿qué tienes que perder?
-Mmm, no sé. -Finjo que estoy pensativa, la verdad es que estoy fastidiada. ¿Por qué tiene que preguntar? Me da rabia tener que hablar del tema, es frustrante ver que todo mi esfuerzo de años se puede ir a la mierda en un solo segundo, por algo tan estúpido como no tener novio-. Mi empresa, para empezar -digo brusca. -Toda mi vida, para terminar.
- ¿Por qué perderías tu empresa?
-Porque la mujer atolondrada, fantasiosa, mandona y cabezota que tengo por madre, y amo con locura, es una idealista que quiere para su hija lo mismo que ella tiene. El amor de su vida a su lado, pero no se da cuenta de que ahora mi prioridad es la empresa, y como la suya es que yo encuentre el amor...
-Te presiona para que lo encuentres, porque si no te quitará la empresa -termina por mí, adivinando mis palabras.
-Sí- contesto decaída.
Acerca su mano a mi cara, la coloca bajo mi mentón y, con delicadeza, hace que levante la cara para que lo mire. En cuanto nuestros ojos conectan entre ellos, veo una profunda mirada cargada de sinceridad.
-No perderás la empresa, tranquila, no llores -dice enjugando mis lágrimas con su pulgar.
"¿Estoy llorando?" -pienso. Acerco mi mano a mi cara y veo que es verdad. En ese momento me doy cuenta de que había comenzado a llorar. Vuelvo a bajar la mano, pero la dejo sobre uno de sus fuertes y musculosos brazos.
-¿Cómo estás tan seguro de eso? He luchado en cuerpo y alma por esa empresa, si descubre la verdad de nuestra relación, el trato...
-No descubrirá nada -me interrumpe-. Confía en mí.
Pasadas dos horas, en las que después de un silencio largo, pero cómodo, continuamos con nuestra animada charla, descubrí algunas cosas de él. Acompaño a Jayden y su sexy acento británico, que por cierto me confirmó que era de Inglaterra y que tiene familia por aquí pero no quería contarles el hecho de que vivía en la calle, para no preocuparles o causarles problemas, a la habitación de huéspedes. Habitación que ocuparía mientras no estén por aquí mis padres, una vez que lo presente como mi prometido.
-Buenas noches -me dice una vez que llegamos a la puerta de su habitación.
-Buenas noches, si necesitas algo, mi habitación es la última puerta por ese pasillo -digo señalando un pasillo que hace una rara "L", desde donde nos encontramos-. Y tienes un baño justo al lado de la puerta de tu habitación -señalo la puerta que sigue a la suya.
-Está bien, gracias -dice, se acerca y deja un pequeño beso en mi mejilla y se aleja de mi cara con una arrebatadora sonrisa. Un ligero sonrojo tiñe mis mejillas ante el dulce e inesperado gesto. Antes de que pueda hablar, abre la puerta del que será su cuarto y desaparece por ella, dejándome como una boba contemplando la puerta por donde se ha ido.
Giro y me dirijo a mi habitación, me cambio y coloco mi pijama para intentar dormir un poco. "Mañana será un día largo", me recuerdo a mí misma viendo que no logro dormir. Un rato después, el sueño me abraza y comienzan a pesarme los ojos, me relajo y, finalmente, logro dormir.