Abro los ojos y lo primero que veo frente a mí me deja con la boca hecha agua. Y no, no por ver que el peso que hay en mi cama sea una bandeja de desayuno, llena de comida, con una pinta riquísima, que la tiene. Tampoco por los maxibatidos de fruta que lleva Jayden en cada una de sus manos, si no por Jayden en particular.
Un Jayden que está mucho más apetecible que la propia comida que ha traído. Se me olvida comentar que está semidesnudo, llevando para tapar su formidable cuerpo nada más que los pantalones de chándal que le di ayer, que cuelgan de forma casual de sus caderas, dejándome ver una escena matutina completamente sexy.
Sigo embobada mirando sus marcados abdominales, cuando se da cuenta, finalmente, de que estoy despierta y mirándole, me llama.
-Katherine, he preparado el desayuno, espero que no te moleste -me dice con una arrebatadora sonrisa de las suyas. Este chico es increíble, ¿a qué loco le molestaría que le traigan el desayuno?, porque a mí desde luego no me molesta.
-No, qué va, al revés, grazie - digo incorporándome y dando golpecitos en el colchón con la palma-. Ven y desayuna conmigo. Por cierto, llámame Kate, los más cercanos así lo hacen y, aunque sea de mentira tú serás mi marido ¿Qué hay más cercano que eso?
-Tienes razón, así que llámame Jay -dice sentándose en la cama con las piernas cruzadas.
Estamos desayunando en un silencio sorprendentemente cómodo cuando, de pronto, mi móvil suena informándome de que me acaba de llegar un mensaje. Alcanzo el móvil, que se encontraba en la mesita al lado de mi cama, y veo que lo que ha llegado es un mensaje de mi madre, en el cual se disculpa por la pelea que tuvimos el otro día, pero se mantiene firme en la fecha que me dio para encontrar a "alguien que me alegre el corazón", palabras suyas.
Quedo atónita frente a la pequeña pantalla hasta que esta finalmente se apaga. Sin poder creerlo aún sigo mirando boquiabierta la pantalla y bufo, dejando caer el móvil de nuevo donde estaba. Al notar mi cambio de humor, la voz de Jay inunda mis oídos cuando me pregunta.
-¿Qué ha pasado, quién era? -dice rozando mi cara con sus duros y a la vez tiernos dedos, elevando levemente mi mentón, haciendo que lo mire directo a los ojos, esos preciosos ojos que me devuelvan la calma tan rápido que incluso me sorprende.
Resignada le respondo.
-Mi madre -contesto, simplemente, y es lo único que hace falta para que el entendimiento aflore en su hermosa cara. ¡Qué estás diciendo Katie, contrólate!, ¿hermosa cara? Sí, la tiene, pero esto es solo un contrato, en un tiempo finalizará. Aunque bien pensado, el tiempo que dure, ¿quién dice que no lo puedo aprovechar?
Bufo de nuevo y me voy al baño, necesito una ducha fría para recomponerme, no puedo estar pensando en estas cosas, Jay solo está aquí por el dinero, y no lo culpo, lo necesita y yo lo necesito a él para no perder mi empresa, todo por lo que he luchado estos últimos años. No lo puedo tirar a la basura, por un chico estúpidamente sexy que saldrá de mi vida en un par de años. Jay me observa curioso y en silencio en mi camino hasta que cierro tras de mí la puerta del baño.
Una vez fuera del baño y con una toalla envolviendo mi cuerpo, veo que Jayden ya no está en la habitación y me acerco al armario para poder vestirme. Hoy no tendría mucho ajetreo en la oficina por la mañana, pero tenía que preparar una reunión importante para la tarde. Bajo a la cocina y ahí estaba Jayden, ya vestido y con todo lo que preparó para desayunar, que no habíamos podido terminar, arriba, repartido en la gran isla de mármol. Tomo asiento a su lado y continuamos con el delicioso desayuno.
Por el rabillo del ojo veo cómo Jayden me mira de vez en cuando, algo que me estaba inquietando.
-¿Qué? -le pregunto más áspera de lo que pretendía, pero me siento hastiada por su intensa mirada, anclada en mi cara. Suspiro-. Tienes que poder decirme abiertamente lo que quieras, si no todo esto va a ser más incómodo de lo que ya es, se va a hacer eterno para ambos -le digo en tono más suave.
-¿Se supone que debo quedarme aquí todo el día? -pregunta finalmente.
-Hoy sí, pero mañana podré tomarme el día libre. Podemos hacer algo para lograr que te sientas más cómodo, no como un prisionero.
-¿Hacer algo? -pregunta con una sonrisa pícara.
-¡No vayas por ahí! -le digo señalándolo con el dedo índice.
Levanta ambas manos mostrando rendición.
-¿Qué? -dice poniendo una expresión de niño bueno que derrite mi corazón-. Si yo no he dicho nada.
-Me refiero a que podemos comprarte más ropa de uso diario, tendrás llaves de la casa para poder salir y esas cosas.
-Eso mismo decía yo, ¿qué pensabas, pervertida?
Noto cómo rápidamente el calor se implanta en mis mejillas y una leve molestia en el pecho.
-Eres insufrible. Me voy al trabajo -le digo levantándome de la silla mientras escucho cómo se parte de risa. Lo miro mal, se levanta y viene hasta mí con las manos al aire.
-Está bien, está bien... Perdona, estaba de broma -dice rodeándome en un corto abrazo, se separa un poco, pero sin soltarme y deja un beso en mi mejilla-. ¿Que tengas un buen día? -dice muy cerca de mi cara, su respiración envolviéndose y perdiéndose con la mía. Mientras me mira, pierdo la noción del tiempo por completo, bien ha podido haber pasado un minuto, cinco o diez, pero seguro, aunque hubiese pasado una hora, me hubiese importado una mierda, solo existirían esos ojos para mí. Cuando parece que piensa besarme, Jayden se aleja de mí dejándome total y completamente desconcertada. Solo hay una pregunta en este momento revoloteando por mi mente.
"¿Qué ha pasado?"
***
Cuando llego a la oficina, una torre de documentos toma protagonismo en mi mesa. Lanzo un suspiro de agotamiento, realmente hoy no tengo la cabeza para estar revisando contratos, necesito un asistente para que realice estos temas menores, que quiebran mi agenda por completo.
Los reviso y firmo, releo los contratos, cuando estoy por terminar, Isabelle llega a mi despacho con una pequeña montaña más.
-Kate.
-No, por favor -la interrumpo suplicante-, no me digas que eso es también para que le eche un vistazo.
Me mira un poco burlona, pero de pronto la seriedad vuelve a su rostro, cuando me ve rendida y me mira con ternura.
-Los puedo revisar yo si quieres.
-¿Lo dices en serio?
-Sí, claro, si te puedo ayudar. Perdone el atrevimiento, pero... -se detiene cuando le doy una mala mirada y ella me sonríe tímida. Sabe que quiero que me tutee. El hecho de que sea su jefa no quita que me cae genial y que la veo como una amiga más- Perdona.
-No importa -la tranquilizo-, continúa.
-Te veo mal por algo, Kate, y si algo te tiene preocupada, solo quiero que sepas que estoy aquí para ti si me necesitas.
-Eres un encanto, Isabelle.
-Por favor, llámame Belle, así me dicen mis amigos -murmura un poco sonrojada.
-Está bien, Belle. Lo tomaré en cuenta. -Antes de que salga de mi despacho la detengo, se gira y me observa tranquila, esperando que hable-: Hay un chico...
-Siempre hay un chico -comenta suspirando como si pensara en su propio chico. Que espero sea mi hermanito, sería genial.
-Sí, tienes razón -digo pensativa, más para mí que para ella. Belle toma asiento frente a mí-. El caso es que hoy pasó algo.
-¿Algo?
-Un acercamiento...
-¿Acercamiento? -dice esta vez subiendo y bajando las cejas y con una sonrisa de pilla, cosa que me hace sonrojar.
-¡Tonta! -le digo tirándole un pañuelo a la cara y Belle se ríe como desquiciada junto a mí. Es genial sentir que esa tensión que ella tenía al principio conmigo, poco a poco va desapareciendo.
Belle vuelve a hablar cuando recupera un poco el aliento.
-No, en serio, ¿qué tipo de acercamiento?
-Pues, cuando se ha despedido de mí con un abrazo y un beso en la mejilla, se ha quedado mirándome un rato. Cuando pensé que iba a besarme de verdad, me ha soltado y se ha ido. Me ha dejado totalmente desconcertada.
-A lo mejor él también lo está. -La miro sin saber qué decirle-. Piénsalo, a lo mejor lo ha hecho sin pensar y algo le ha hecho parar. No sé las circunstancias que habrá entre vosotros y tampoco pretendo que me las cuentes si no estás lista, pero puede que sí que quiera y algo le ha hecho parar porque no quiere que se arruine algo entre vosotros.
La escucho atentamente y me quedo alucinada. Esta chica es una caja de sorpresas. Si no fuese porque sé con absoluta certeza que desconoce la existencia del contrato, pensaría que es a eso a lo que se refiere sin lugar a dudas. Tiene razón, a lo mejor sí quería besarme, pero lo detuvo el contrato; si algo va mal y aún así está obligado a cumplir con lo que firmó, será una situación mucho más tensa. Nuestra relación debería limitarse a la parte profesional y no ir más allá, eso está claro. Pero todo eso se me olvida cuando me mira con esos ojos, esos dichosos ojos que me roban toda la voluntad, es ridículo, lo acabo de conocer.
-Belle -la llamo de pronto y esta me mira sorprendida-, ya que vas a realizar una tarea que no te corresponde y creo que la harás muy bien, te diré que hay una idea que llevo dándole vueltas un tiempo. ¿Qué te parecería ocuparte de más cosas, tener más papeleo? Necesito una asistente, seguirías siendo mi secretaria, pero tendrías más responsabilidades y, por supuesto, con la subida de sueldo que eso merece. Solo te encargarías de quitarme algo de peso, estoy segura que eres capaz de eso y de más -digo para tranquilizarla.
-Me parece estupendo.
-¿Entonces aceptas?
-Sí, acepto.
-Muy bien, ahora al trabajo.
-Está bien jefa -dice levantándose.
-Por cierto -Belle se gira-, grazie por escucharme.
-De nada, Kate -sonríe-. Para eso están las cuñadas.
-¿Qué? -digo levantándome de un salto y corriendo hasta ella, la agarro de los hombros y la sacudo ligeramente-. Dime que es verdad.
-Bueno, aún no es oficial, pero después del otro día en la comida, nos hemos estado mensajeando y Hudson no ha dejado un solo día de pedirme salir, no sé qué le habrás dicho, pero anoche hice exactamente lo que me dijiste y cuando llamaron a mi puerta y vi a Hudson tan guapo y con una hermosa rosa en su mano, no me lo creía. Me lo pasé genial, Kate. Grazie mille. -Habla muy rápido y yo estoy esta mañana muy lenta.
-Espera, Belle, respira.
-Está bien, perdona -me mira con una gran sonrisa en sus labios-. Estoy tan feliz.
Me abraza y sin pensarlo ni un momento le correspondo. Me pone muy feliz que mi hermanito haya encontrado a una buena chica que está enamorada de él ni se sabe el tiempo y finalmente ver a una de mis mejores amigas feliz con el chico del que estaba y está perdidamente enamorada... Es una sensación inexplicable. Lo mejor de todo: he ganado una cuñada que es genial. Hudson estaba ciego al no ver a Belle, pero, al menos, ahora ha abierto los ojos el condenado mujeriego al que tanto adoro. Más vale tarde que nunca, o eso dice mi madre, y ahora veo que tiene razón, quizá tiene también razón en muchas otras cosas. Tal vez sí necesite a alguien y tampoco me di cuenta hasta ahora. Quizá ese alguien sea Jayden.