**"Hola Ariane, anoche pasé una velada increíble. Si quieres, me gustaría volver a verte esta noche. ¿Qué tal si nos vemos en el hotel Le Parisien, habitación 302, a las 20 horas? – Roman."* *
Ariane sintió que su corazón se aceleraba al leer estas palabras. Colgó el teléfono y se pasó una mano temblorosa por el pelo. Sabía que aceptar esta invitación significaba cruzar una línea sin retorno. Sin embargo, la idea de encontrar a Romain la atraía más allá de lo razonable.
A lo largo del día, Ariane sonrió al pensar en su encuentro con Romain. A pesar de las dudas y la culpa que la abrumaban, no podía ignorar la emoción que se estaba acumulando en su interior. Sus colegas notaron su comportamiento inusual, pero ella rechazó sus preguntas distraídamente y prefirió guardarse su tormento interior para sí misma.
Al final de la tarde, Ariane regresó a casa y se sumergió en su camerino, buscando el outfit perfecto para esta velada. Finalmente optó por un elegante vestido negro, ajustado a su figura, y unos tacones altos que alargaban sus piernas. Se aplicó el maquillaje con cuidado, añadiendo un toque de rojo a sus labios para completar su look. Mientras se miraba en el espejo, una ola de nerviosismo la invadió.
**"¿Estoy realmente lista para hacer esto?"** se preguntó, contemplándose a sí misma. Pero cada vez que pensaba en volver, la imagen de Romain y la promesa de una noche de placer la animaban a continuar.
A las 19.30, Ariane salió de su apartamento con el corazón latiendo con fuerza. Tomó un taxi hasta el hotel Le Parisien, intentando calmar el temblor de sus manos. Al llegar frente al imponente edificio, respiró hondo y entró en el lujoso vestíbulo.
La recepcionista le dedicó una sonrisa educada mientras se dirigía al ascensor. Las puertas se cerraron detrás de ella y se encontró sola, el silencio roto sólo por el ligero sonido de sus tacones en el suelo. Cuando llegó al tercer piso, salió del ascensor y buscó la habitación 302.
En la puerta, Ariane vaciló. Su mente corría con pensamientos contradictorios, pero antes de que pudiera cambiar de opinión, la puerta se abrió, revelando a Romain. Él le sonrió y todo rastro de duda se evaporó.
"Buenas noches, Ariane", dijo en voz baja. Eres magnifica.
Ariane sintió que sus mejillas enrojecían bajo su intensa mirada.
-Buenas noches, Romain. Gracias.
Él se hizo a un lado para dejarla entrar y ella cruzó el umbral de la habitación con el corazón acelerado. La habitación estaba elegantemente decorada, con una cama grande en el centro y luces tenues que creaban un ambiente íntimo. Romain cerró la puerta detrás de ella y ella sintió que su presencia se acercaba.
- Quieres beber algo ? el sugirió.
"Sí, con mucho gusto", respondió ella, tratando de ocultar su nerviosismo.
Romain le sirvió una copa de vino y se sentaron en el sofá, con las rodillas casi tocándose. Ariane tomó un sorbo, saboreando la calidez del líquido y la proximidad de Romain.
"Me alegro de que hayas venido", susurró, mirándola a los ojos.
"Yo también", respondió ella con sinceridad. Debo admitir que estaba un poco nervioso.
-Está bien, Ariane. Sólo quiero que te sientas bien.
Continuaron hablando, la conversación se volvió cada vez más íntima. Romain le contaba anécdotas de su vida y Ariane se sentía cada vez más a gusto, riéndose de sus historias y a su vez compartiendo fragmentos de su vida. La tensión entre ellos era creciente, palpable, pero suave y excitante.
Después de un momento, Romain dejó su vaso y se acercó a ella. Él tomó su mano y la miró con una intensidad que hizo que Ariane se estremeciera.
"Ariane", murmuró, inclinándose hacia ella. Desde nuestro primer encuentro, no he dejado de pensar en ti. Quiero hacerte sentir cosas que nunca antes habías sentido.
Ariane sintió que su corazón se aceleraba ante estas palabras. Ella dejó su vaso y se acercó a él, sus labios a centímetros de distancia.
"Yo también, Romain", susurró.
Sus labios se encontraron en un beso apasionado. Las manos de Romain se posaron en sus caderas, acercándola a él. Ariane se perdió en la calidez de su abrazo, olvidándose de todo lo demás. Sus besos se volvieron más urgentes y sintió las manos de Romain deslizarse por su espalda, explorando cada curva.
"Vamos", susurró contra sus labios, llevándola suavemente hacia la cama.
Ariane se dejó guiar, su cuerpo vibraba de deseo. Romain la hizo acostarse en la cama y ella lo miró con los ojos brillando de pasión. Se inclinó sobre ella, sus labios se encontraron de nuevo con los de ella y sus manos comenzaron a desabrocharle los botones del vestido. Cada movimiento era lento y mesurado, lo que aumentaba la excitación que se estaba acumulando en su interior.
"Eres tan hermosa", susurró, deslizando el vestido por sus hombros, dejando al descubierto su piel desnuda.
Ariane se estremeció bajo su mirada, sintiendo el calor de sus manos sobre su piel. Continuó desnudándola, sus gestos estaban marcados por la ternura y el deseo. Cuando estuvo desnuda ante él, se tomó un momento para mirarla con los ojos llenos de admiración.
"Eres perfecta", susurró, inclinándose para besarla de nuevo.
Ariane sintió sus labios recorrer su cuerpo, cada beso encendía brasas de placer dentro de ella. Las manos de Romain exploraron cada rincón de su cuerpo, provocando oleadas de deseo que nunca había conocido. Ella se arqueó ante su toque, sus gemidos llenaron la habitación.
"Roman", susurró, su voz temblaba de deseo. Yo te quiero.
Él la miró con una sonrisa de satisfacción en los labios.
"Soy tuyo, Ariane", respondió suavemente. Esta noche quiero que te olvides de todo lo demás y te dejes llevar.
Continuó acariciándola, sus gestos se volvieron cada vez más íntimos. Ariane sintió cada fibra de su ser vibrar de placer bajo las manos expertas de Romain. Se dejó llevar por las sensaciones, olvidándose de todo lo que no era ese momento, ese hombre.
Romain se tomó su tiempo, saboreando cada momento, cada reacción de Ariane. Cuando finalmente entró en ella, ella dejó escapar un grito de placer, sintiendo su cuerpo abrirse a él. Sus movimientos coincidían perfectamente, cada embestida los acercaba al éxtasis. Ariane se perdió en la sensación de su cuerpo contra el de ella, el calor de su piel, la fuerza de sus brazos alrededor de ella.
"Roman", jadeó ella, clavándose las uñas en su espalda. Yo voy...
"Déjate llevar, Ariane", le susurró al oído. Estoy contigo.
Ella se dejó llevar por una ola de intenso placer, sintiendo su cuerpo contraerse alrededor de él. Romain continuó moviéndose dentro de ella, prolongando su orgasmo hasta que sintió que las últimas oleadas de placer se disipaban.
Sin aliento, se tumbaron uno contra el otro, con sus cuerpos todavía temblando por la intensidad de su abrazo. Romain acarició suavemente el cabello de Ariane y ella sintió que una profunda paz la invadía. Por primera vez en mucho tiempo, se sintió completa y realizada.
"Gracias", susurró ella, mirándolo.
Él le sonrió con los ojos llenos de ternura.
- Soy yo quien te agradece, Ariane. Eres increíble.
Se tumbaron juntos, saboreando la tranquilidad del momento. Ariane sabía que esa noche marcaba un punto de inflexión en su vida. Había cruzado una línea y no estaba segura de lo que le deparaba el futuro. Pero por ahora, lo único que importaba era este momento, este intenso vínculo que compartía con Romain.
Los minutos transcurrían lentamente y cada segundo parecía extenderse en un suave letargo. Romain continuó acariciando su cabello y Ariane se acurrucó contra él, saboreando el calor de su cuerpo.
- Te sientes bien ? preguntó suavemente, rompiendo el silencio.
"Sí", susurró ella, sonriendo. Mejor que nunca.
Ella lo miró y se encontró con su intensa mirada. Romain inclinó la cabeza y la besó tiernamente, un beso que parecía prometer nuevos descubrimientos.
-¿Qué te gustaría hacer ahora? preguntó, sus dedos trazando círculos sobre su hombro desnudo.
Ariane pensó por un momento. Se sentía extrañamente tranquila, como si todas sus preocupaciones se hubieran disipado en el placer de su abrazo.
"Sólo desearía poder quedarme aquí contigo", respondió finalmente. Disfruta este momento.
Romain sonríe y sus ojos brillan de ternura.
"Yo también", dijo, abrazándola.
Se quedaron así, acurrucados juntos, disfrutando de la cercanía y el consuelo de su abrazo. Ariane se sintió extrañamente tranquila, como si todas las piezas de su vida acabaran de encontrar su lugar. Sabía que esa noche con Romain quedaría grabada en su memoria para siempre.
Después de un largo momento, Romain se levantó y caminó hacia el minibar de la habitación. Sacó una botella de champán y dos copas y las llenó antes de volver a sentarse junto a ella.
"La nuestra", dijo, levantando su copa.
Ariane tomó la flauta que él le entregó y brindó con él.
"La nuestra", repitió sonriendo.
Bebieron en silencio, saboreando el sabor chispeante del champán. Ariane sintió que el alcohol la relajaba aún más, sus músculos se relajaron bajo el efecto combinado de la bebida y la compañía de Romain.
"Sabes", dijo después de un momento, "nunca antes había hecho algo como esto. Quiero decir, estar con otro hombre mientras todavía estoy casada.
Romain la miró con expresión suave y comprensiva.
- Lo entiendo, Ariane. Pero a veces hay que seguir tu corazón y tus deseos. La vida es demasiado corta para no aprovechar los momentos de felicidad que se presentan.
Ariane asintió, sus pensamientos vagaban. Sabía que Romain tenía razón. Su matrimonio con Guillaume había estado lleno de momentos de felicidad, pero carecía de esa pasión ardiente que sentía con Romain.
"Supongo que tienes razón", dijo en voz baja. Pero todavía me asusta un poco.
Romain dejó su vaso y tomó su mano entre las suyas.
- Estaré ahí para ti, Ariane. No tienes que tener miedo.
Sus miradas se encontraron y Ariane sintió que una oleada de gratitud y afecto la invadía. Ella se inclinó y lo besó, un beso lleno de promesas y esperanza.
"Gracias", susurró ella contra sus labios.
Pasaron el resto de la tarde hablando y riendo, compartiendo historias y secretos. Cada momento pasado con Romain fortaleció el vínculo entre ellos y Ariane se sintió cada vez más cerca de él. La noche transcurrió y finalmente se encontraron nuevamente en los brazos del otro, explorando sus deseos con renovada pasión.
Las horas transcurrieron en un torbellino de placer e intimidad. Ariane se perdió en la calidez de su abrazo, cada beso, cada caricia la llevaba a un mundo de sensaciones y placeres.
Cuando el amanecer empezó a traspasar las cortinas del dormitorio, Ariane finalmente se sintió realizada. Se acurrucó contra Romain, saboreando la tranquilidad del momento, una paz que no había conocido en mucho tiempo.
"Gracias por esta noche", murmuró, cerrando los ojos, mientras el sueño se apoderaba de ella lentamente.
"Gracias, Ariane", respondió él, besándola tiernamente en la frente. Duerme bien.
Ella se quedó dormida en sus brazos, con una sonrisa de satisfacción en los labios. No importa lo que les deparara el futuro, esta noche quedaría grabada en su memoria como un momento de pura magia.
### **Mañana por la mañana**
Ariane se despertó lentamente y sus sentidos volvieron a la realidad. Sintió el calor de Romain contra ella y abrió los ojos, recordando inmediatamente los acontecimientos de la noche anterior. Una sonrisa apareció en sus labios mientras se acurrucaba más cerca de él.
"Hola", murmuró Romain con voz todavía somnolienta.
"Hola", respondió ella, mirándolo. Has dormido bien ?
"Muy bien, especialmente contigo a mi lado.
Permanecieron en silencio por un momento, disfrutando de la tranquilidad de la mañana. Ariane sabía que tendrían que levantarse pronto, pero no quería abandonar ese capullo de calidez y ternura.
- ¿Tienes algun plan para hoy? -preguntó finalmente.
Roman suspiró levemente.
- Desgraciadamente, sí. Tengo algunas reuniones importantes. Pero realmente me gustaría verte de nuevo.
Ariane sintió una pizca de decepción, pero lo entendió. La realidad los estaba alcanzando y no podían permanecer en esta burbuja de placer para siempre.
"Yo también", dijo, enderezándose ligeramente. ¿Quizás podríamos vernos este fin de semana?
Romain asintió con una sonrisa en los labios.
- Sería perfecto. Te ofreceré algo.
Se levantaron de mala gana, preparándose para afrontar el día. Ariane se volvió a poner el vestido y se miró en el espejo, los recuerdos de la noche anterior le dieron un brillo en los ojos que no había visto en mucho tiempo.
- Eres magnífica, dijo Romain, acercándose detrás de ella y colocándole las manos en los hombros.
Ella sonrió ante su reflejo, apreciando el cumplido.
- Gracias, Romain. Eres bastante bueno también.
Se echaron a reír y Romain la besó por última vez antes de dejarla ir. Ariane salió de la habitación, con sus pensamientos todavía dando vueltas en torno a los acontecimientos de la noche.
### **En el camino de regreso**
Ariane se sintió diferente. Como si algo dentro de ella hubiera cambiado, hubiera despertado. Sabía que esto era sólo el comienzo de una aventura que podría cambiar su vida, pero estaba dispuesta a correr el riesgo.
Llegó a casa y se preparó para el día, tratando de ocultar su emoción. Sus pensamientos volvían constantemente a Romain, a la promesa de momentos aún más intensos y apasionados.
Mientras tomaba café, su teléfono vibró anunciando un mensaje. Era romano.
**"Gracias por esta noche increíble, Ariane. Ya estoy pensando en nuestro próximo encuentro. Que tengas un día maravilloso".**
Ella sonrió mientras leía el mensaje y sintió que el calor llenaba su corazón. De repente, el día parecía menos ordinario, teñido con la magia de la noche anterior.
Ariane sabía que su vida estaba a punto de cambiar irreversiblemente. No sabía lo que le deparaba el futuro, pero estaba dispuesta a descubrirlo, paso a paso, junto a Romain.