Capítulo 4 Las intenciones de Sarah

Los ojos de Sarah reflejaban descontento: ¿por qué esa muda había sido la esposa de Jake durante tanto tiempo si no merecía ese título?

¿Por qué?

Era intolerable.

Pero su voz destilaba una falsedad empalagosa: "Por supuesto, ella es la estimada señora Reeves, y yo solo soy la amante despreciada, merecedora de todo el odio y la condena".

Jake le acarició el cabello suavemente. "Es absurdo".

"¿Pero es cierto? Yo estuve primero contigo, fui tu verdadera novia. Ahora hay rumores de que la traicionaste a ella por mí, y me pintan como una amante repugnante", dijo Sarah con un tono más suave, teñido de vulnerabilidad. "Con todo el sufrimiento que he soportado, ¿no debería recibir una compensación?".

Jake se rio entre dientes, se reclinó en el asiento trasero y se desabrochó lentamente su camisa. "De acuerdo, ¿qué es lo que quieres? Dímelo".

Sarah evaluó con cuidado su expresión antes de expresar tímidamente su deseo: "He estado viendo el último Mercedes coupé. Aún no está disponible aquí, pero me gustaría mucho tenerlo".

La expresión de Jake se mantuvo imperturbable. "Bueno, anda y cómpralo".

Sarah agregó con mucha emoción: "Y tal vez un bolso Birkin de Hermès. No vale exactamente una fortuna, pero el gasto necesario para adquirirla parece excesivo. He dudado porque...".

"Si eso quieres, cómpralo. No solo uno, consigue la línea completa si deseas", respondió él con despreocupación.

Sarah estaba tan extasiada que casi quería dar saltitos en el auto. Rápidamente envolvió sus brazos alrededor de Jake y le dio un beso en la mejilla. "¡Cariño, yo sé que me adoras más que a nadie! Prometo que ya no me quejaré. ¡Nuestra felicidad es todo lo que me importa!", declaró con una sonrisa radiante.

Pero el rostro de Jake no revelaba nada. "La semana que viene es tu cumpleaños", dijo con serenidad. "Considéralos tus regalos de cumpleaños adelantados".

Sarah frunció los labios en un puchero juguetón. "¿Te acordaste de mi cumpleaños? Entonces ¿por qué me has estado evitando? Como castigo, no puedes volver a casa la próxima semana ni ver a tu esposa. ¡Tienes que pasar todo el tiempo conmigo!", declaró.

Al recordar la respuesta de Kallie sobre tener hijos, Jake sintió una vaga incomodidad en el pecho. Como estaba furioso, accedió a la petición de Sarah sin dudarlo. "Está bien, lo prometo".

Sarah estaba tan alegre que se abalanzó para abrazarlo de nuevo.

Jake reaccionó rápido y la estabilizó para evitar que se golpeara accidentalmente contra el techo del auto. En medio de eso, no se dio cuenta del sutil movimiento de Sarah en su asiento.

Mientras tanto, Kallie observaba el auto de Jake desde una librería no muy lejana, parada junto a una ventana enorme. Ya fuera por casualidad o a propósito, el vehículo mantuvo inmóvil y la ventanilla permaneció abierta. Desde ese ángulo, podía ver lo que ocurría en el interior. Sarah ahora estaba prácticamente en el regazo de Jake, balanceándose ligeramente.

Aunque ella ocultaba el rostro de Jake, Kallie creía que él debía de estar bastante feliz. Después de todo, estaba con la persona a la que amaba.

Las lágrimas no tardaron en llenar sus ojos y recorrieron silenciosamente sus mejillas, difuminando su sutil maquillaje.

Fue entonces cuando le sirvieron una taza de café.

Su colega Linsey Brooks siguió su mirada triste y no tardó en enfurecerse. "¿Cómo puedes vivir en ese matrimonio? ¡Está coqueteando con su amante delante de ti! Todos piensan que eres tú quien se está aprovechando. ¡Es ridículo! Tal vez no puedas hablar, pero en cuanto a apariencia y talento, no tienes competencia. Para mí, cualquiera que engaña a su pareja y se arriesga a contraer Dios sabe qué enfermedad, no vale la pena en absoluto. ¡No querría a tu esposo ni aunque fuera el último hombre sobre la tierra!".

Tras trabajar en esa librería durante años, Kallie consideraba a Linsey más que una simple colega. También era su defensora y amiga.

Kallie desvió la mirada y le dedicó una sonrisa agradecida. Después, señaló con las manos que estaba bien y expresó su gratitud por esas palabras de aliento.

"Ese hombre no merece tus lágrimas. Si tienes la oportunidad de escapar, debes aprovecharla", insistió Linsey mientras la abrazaba.

Su rostro reflejaba preocupación. "Te traje un pequeño pastel. Tienes que comer algo dulce, quizás te haga sentir un poco mejor. No te preocupes por la entrega al hotel. Yo me encargaré de las revistas publicitarias, tú descansa".

Aunque Linsey tenía buenas intenciones, la cantidad de las revistas que debería llevar al hotel era grande, con varios viajes de por medio.

Sintiéndose culpable por dejar que su amiga asumiera esa carga, Kallie le expresó con las manos que podía manejar sus responsabilidades y prefería no darle tanto trabajo.

Pero Linsey no quería que Kallie, ya cansada, se encargara de esa tarea sola, así que insistió.

Tras una breve discusión, acordaron ir juntas al hotel.