Capítulo 6 Kallie se desmaya

Las lágrimas brotaron de los ojos de Kallie, pero se armó de valor para no dejarlas caer. Alzando la mano, intentó acercarse a Jake, pero él ya le había dado la espalda para alejarse. Su alta figura exudaba una gélida determinación.

"¡Espérame!", gritó Sarah y se apresuró a alcanzarlo. Luego, agarró la mano de Jake y entrelazó sus dedos sin problemas.

"¿Qué hacía ella en este hotel? O vino para causar problemas o se encontrará con otra persona. ¡Vaya!", murmuró Sarah, apenas audiblemente. Jake aminoró el paso, sorprendido por esas palabras.

Sin embargo, en lugar de detenerse, apartó su mano abruptamente. "¡Deja de decir estupideces!", bramó.

Mientras se acomodaba en su auto, escuchó un lejano trueno, seguido por un aguacero.

A pocos pasos detrás de él, Sarah terminó empapada en cuanto salió del refugio del hotel. Su cabello meticulosamente peinado ahora se le pegaba a la cabeza mientras corría hacia el vehículo.

Su mano alcanzó la manija de la puerta, pero para su sorpresa, estaba cerrada. "Jake, abre la puerta...", rogó golpeando la ventana.

Detrás de ella, una voz desdeñosa gritó: "¡Perra!".

Sarah se dio la vuelta y vio a Linsey en la entrada del hotel. Tenía los brazos cruzados y una mirada satisfecha.

"Esa mujer me atacó y ahora ha venido para causar más problemas...".

Los ojos de Sarah se mostraron malicia, pero ocultó rápidamente ese sentimiento con una triste inocencia mientras golpeaba la ventana del auto.

"Deja de fingir. ¿Por qué no revisas las cámaras de vigilancia?", preguntó Linsey con intensidad, perforando la tensión. "Jake, sé un hombre decente. Ten una buena vida con tu esposa y evita hacer tonterías y contraer enfermedades con estas mujeres desvergonzadas. No todo se trata de ti. ¡Piensa en Kallie!".

"¡Oye!". Sarah estaba furiosa, ya que esas palabras eran un claro golpe para ella. De inmediato, se dio la vuelta para enfrentarse a Linsey, pero entonces el auto de Jake cobró vida detrás de ella y se fue con un rugido.

"Kallie, vámonos", dijo Linsey. Le lanzó una última mirada desdeñosa a Sarah y acompañó a su amiga de regreso al hotel para terminar su trabajo.

Sin embargo, cuando tuvieron que irse, el incesante aguacero no había parado.

"Te llevaré a casa", comentó Linsey mientras la ayudaba con su impermeable.

Kallie vaciló y agitó la cabeza. No quería imponerle nada a Linsey, ya que su casa estaba demasiado lejos.

"Entonces, toma un taxi. ¡No le ahorres dinero a ese idiota!", resopló Linsey.

Kallie esbozó una sonrisa irónica y asintió.

A pesar de sus intenciones, ningún taxi la llevaría tan lejos en medio de la tormenta. Cuando llegó a casa en metro, tenía las piernas y la ropa cubiertas de barro, así como los labios azules por el frío.

Con las manos temblorosas, intentó desbloquear la cerradura con su huella digital, pero la puerta se negó obstinadamente a abrirse. Jake la había dejado en la calle.

"Señor...". El mayordomo, que había venido para servir bebidas, miró la lluvia del exterior. No obstante, bajo la imponente presencia de Jake, se abstuvo de seguir hablando.

El estudio estaba oscuro mientras el hombre, sentado entre las sombras, observaba atentamente el vídeo en la pantalla del ordenador con una expresión severa.

Sus emociones se agitaban tan violentamente como la tormenta. ¿Qué hacía Kallie en el hotel?

Jake observó meticulosamente cada segundo del vídeo de vigilancia, siguiendo la llegada de Kallie y Linsey, su interacción con Sarah y la partida de Kallie. Resultó que ella solo había ido a dejar unos libros.

"¿Cuánto tiempo ha pasado desde que volvió?", preguntó con una mirada más suave tras ver el último segmento del metraje.

"Una hora...", susurró el mayordomo, sin atreverse a alzar la mirada. "Su esposa ha estado en la puerta todo este tiempo".

Un trueno estalló de nuevo, los relámpagos atravesaron el cielo, el viento aulló y la lluvia azotó las amplias ventanas de la villa.

A Kallie siempre le habían dado miedo los truenos. Cuando era niña, se escondía bajo las sábanas cada vez que ocurría una tormenta. Ahora llevaba una hora de pie bajo la lluvia torrencial.

Jake no dijo nada y pasó de largo junto al mayordomo para bajar las escaleras. Cuando miró a través de las ventanas mojadas de lluvia, asumió que Kallie ya se había ido.

Sin embargo, al abrir la puerta principal, Jake la encontró desplomada en el suelo. Tenía los ojos cerrados, sin saber cuánto tiempo había estado ahí.