Capítulo 8 Disfruta el momento, nena

Punto de vista de Makenna:

La fuerte bofetada rompió el silencio del jardín, haciendo eco como un trueno.

Frank se quedó completamente estupefacto, mientras un repentino escozor se extendía por toda su mejilla.

Le tomó un momento recuperar el sentido. La incredulidad se reflejó en su rostro mientras se cubría con la mano donde yo había golpeado. "¡Makenna Dunn! ¿Cómo te atreves a golpearme?", espetó.

"¿Crees que estar cerca de los príncipes te da libertades? Créeme, puedo acabar contigo", gruñó con una mirada maliciosa mientras apretaba los puños, listo para atacar.

Pero yo no me inmuté. En cambio, alcé la barbilla desafiantemente.

"Mañana me reuniré con el rey. Si ve una herida en mí y me pregunta, le contaré tus malas acciones".

Frank estaba tan furioso que se le puso la cara roja como un tomate mientras temblaba. "Si te atreves a contarle algo, el rey también te castigará y serás expulsada del palacio. ¡Desearás estar muerta!", escupió con los dientes apretados.

Una mueca de desprecio se dibujó en mis labios. Si había llegado a un punto sin retorno, ¿qué debía temer?

"En ese caso, podríamos caer todos juntos. "No tengo nada que perder".

Lo miré a los ojos mientras mi odio hervía bajo la superficie. "No creas que traerme al palacio te libra de culpa. No dejaré que te salgas con la tuya. Ninguno de ustedes escapará de lo que hicieron".

Frank pareció desconcertado y aturdido. Pero luego recuperó la compostura y lanzó una última amenaza: "¡Ya verás! No dejaré que ganes".

Luego, se marchó furioso.

Lo observé alejarse con el corazón iracundo.

Las personas que me traicionaron y me hicieron daño no encontrarían el perdón con facilidad.

Me di la vuelta para irme, pero entonces vi una sonrisa burlona y mi corazón dio un vuelco.

"Príncipe Bryan...", tartamudeé y retrocedí, como si me hubiera alcanzado un rayo.

"¿Te quedaste despierta hasta tarde para esperarme?", murmuró burlonamente y alzó mi barbilla.

Tenía un brillo juguetón pero amenazante en sus ojos. "Makenna, esta vez te voy a disfrutar por completo".

Los recuerdos de esa mañana volvieron a mi mente y temblé de miedo. "Su Alteza...".

Quise suplicar, pero antes de poder ordenar mis pensamientos, Bryan estrelló sus labios contra los míos.

Me besó con un fervor que parecía como si hubiera estado ansiando ese momento. Sus intentos por abrirme la boca eran tan brutales que me dejaron sin aliento.

"Hmm...".

Intenté resistirme, pero Bryan era un príncipe licántropo, con una fuerza imparable. Me abrazó con fuerza para que no escapara.

Presa del pánico, seguí luchando, pero él seguía negándose a soltarme. Una mano agarró mi cintura mientras la otra se deslizaba debajo de mi ropa para apretar bruscamente mi piel.

"Hace horas que deseaba esto", murmuró. Finalmente, soltó mis labios. Su aliento, caliente contra mi oído, olía a encantamiento retorcido cuando susurró: "Se sienten tan bien como imaginé, me gustan".

Su cálido aliento me provocó escalofríos y me debilitó las rodillas. Sentí que me desmayaría.

Bryan se rio entre dientes, me sujetó con fuerza, levantó descaradamente mi blusa y lamió mi pezón antes de chuparlo fervorosamente.

Lo escuché succionar, y me estremecí ante la vergüenza de ser violada en público. No tenía más opción que suplicarle: "Por favor, no aquí. Por favor, suéltame...".

Pero Bryan no se dejó intimidar y exhibió toda su depravación. No le importaba que alguien lo viera, así que siguió chupando con fuerza y presionó su dureza contra mi muslo.

"¿Es grande?", preguntó levantando la cabeza de mis senos. Tenía una sonrisa burlona y una ceja arqueada.

Me mordí el labio, pues no pensaba responder a una pregunta tan humillante.

Bryan se echó a reír, sin inmutarse por mi silencio. "Deberías considerarte afortunada de tener mi atención. No te preocupes, te tomaré aquí y ahora".

Sin esfuerzo, abrió mi blusa y rompió mis pantalones.

"¡Ah!", jadeé. Mientras buscaba algo para cubrirme, el gélido viento azotó mi piel expuesta y me puso la piel de gallina. En medio de mi pánico, me resultaba difícil decidir por dónde empezar.

Bryan lanzó una risa profunda y burlona.

Me quitó el sujetador de un tirón y me lo metió en la boca. "Disfruta el momento, nena", susurró.