Capítulo 4 En la Sombra de la Traición

En la batalla de la vida, no se mide la fuerza por los golpes que das, sino por aquellos que puedes resistir mientras proteges a los que amas.

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Bellatrix:

El reloj de la mansión hacía eco con su ritmo constante, un recordatorio impasible del tiempo que se deslizaba entre mis dedos. La noche había caído como una manta negra sobre la ciudad, envolviendo todo en un silencio ominoso. Mis pasos eran suaves y calculados, como el sigiloso avance de un depredador en busca de su presa. Mi respiración se mantenía regular, pese al torrente de adrenalina que corría por mis venas. Cada habitación de la mansión de los aliados del mafioso que había asesinado a mi clienta frecuente era un laberinto oscuro de secretos que necesitaba descifrar.

La mansión, una joya de la arquitectura barroca, se alzaba con una elegancia fría. Cada rincón guardaba un secreto. Las paredes estaban adornadas con tapices antiguos que susurraban historias de épocas pasadas, y los candelabros de cristal proyectaban sombras inquietantes sobre los suelos de mármol. Mi mirada se posó en una montaña de informes y documentos, extendidos sobre una mesa en la biblioteca, como piezas de un rompecabezas que buscaban ser ensambladas.

Mis manos se movieron con agilidad, abriendo carpetas y hojeando papeles con frenesí. El sonido de mi respiración se mezclaba con el crujido del papel, un ruido que en la quietud de la noche parecía ensordecedor. Encontré un archivo en particular que hizo que mi corazón se detuviera por un instante. Era un informe detallado sobre mi familia, que incluía sus horarios y rutinas. El más inquietante de los documentos era una nota manuscrita que confirmaba la presencia de un mafioso londinense en Italia, con intenciones claras de atacar.

El miedo se apoderó de mí como un frío gélido, pero la determinación fue más fuerte. Saqué mi teléfono con manos temblorosas y escribí un mensaje urgente a mis guardaespaldas: "¡Peligro inminente! Diríjanse al aeropuerto de inmediato. No hay tiempo que perder". Mis dedos volaban sobre el teclado, cada letra cargada de urgencia.

Llamé a una empleada y le ordené la preparación de un vuelo privado. Ella, con un temor evidente en sus ojos, asintió con rapidez y comenzó a ejecutar mis órdenes. Me dirigí hacia el aeropuerto con la misma velocidad que el pánico que me invadía. El avión privado que había dispuesto para esta ocasión era una bestia de acero y lujo. Su exterior reflejaba la luna llena, y el interior, con sus asientos de cuero y un minibar bien surtido, parecía un refugio de opulencia en medio del caos.

Mi auto rugía con intensidad mientras me dirigía al avión. Mis guardaespaldas, en una formación imponente, seguían cada movimiento. La seguridad que brindaban era palpable, su presencia una mezcla de fuerza y determinación. Subí al avión con el corazón palpitante, el destino trazado en mi mente con una claridad implacable: proteger a mi familia a toda costa.

El vuelo fue tenso, cada minuto se sentía como una eternidad mientras el avión surcaba el cielo nocturno en dirección a Italia. El sonido de los motores era un constante recordatorio del peligro inminente. Al aterrizar, el rugido de los motores y el resplandor de los faros iluminaban la pista, una bienvenida a una tierra que prometía desafíos. Mi llegada al majestuoso hotel Diamante Dorado se produjo con precisión militar. La imponente estructura del hotel se alzaba ante mí, su fachada combinando elegancia clásica con lujo moderno.

El personal del hotel me recibió con una mezcla de respeto y cautela. Me quité la peluca negra y los pupilentes oscuros, revelando mi verdadera identidad. Los empleados se inclinaron ante mí, reconociendo mi reputación en los oscuros círculos del poder.

Me dirigí a la mesa de la cena donde mis padres esperaban. Al verme, sus rostros mostraron una mezcla de sorpresa y alegría. Mis padres, Cristal y Damián, se levantaron y me abrazaron con una intensidad que casi me ahoga. El amor en sus ojos era tan palpable como la preocupación que nublaba sus miradas.

-¿Por qué has venido tan repentinamente, querida? -preguntó mi madre, su voz cargada de inquietud mientras se apartaba de mí y me miraba con ojos ansiosos-. Pensamos que todo estaba bajo control en Londres. ¿Hay problemas que debemos saber?

-Sí, mamá -respondí, intentando mantener mi voz firme a pesar de la ansiedad que me invadía-. He descubierto que un poderoso mafioso de Londres ha llegado a Italia. Sus intenciones son claras: planea atacar a nuestra familia. Encontré documentos que confirman que su objetivo somos nosotros. El peligro es inminente, y no podíamos quedarnos en Londres sin actuar.

Mi padre, Damián, se inclinó hacia adelante, su rostro endurecido por la preocupación y la determinación. Su mirada era un torbellino de emociones contenidas.

-¿Cómo es posible que haya llegado hasta aquí sin que tu equipo lo detectara? -preguntó con voz grave, la preocupación apenas disimulada por su tono autoritario-. Sabíamos que podría haber amenazas, pero no imaginamos que se manifestarían de esta forma.

-El enemigo ha sido muy astuto -dije, respirando profundamente-. No solo está aquí, sino que también parece tener información detallada sobre nosotros. Debemos actuar rápidamente para protegernos. Ya he coordinado con mi equipo para asegurar nuestra ubicación y preparar una defensa.

Mi madre se acercó y me tomó la mano, su mirada se suavizó mientras hablaba, con una mezcla de amor y miedo.

-Estamos tan orgullosos de ti, Bellatrix -dijo con voz temblorosa-. Pero también estamos aterrorizados. ¿Qué podemos hacer para ayudar? No podemos simplemente quedarnos aquí esperando a ser atacados.

-La primera medida es asegurarnos de que todos estemos a salvo -respondí con firmeza-. Mis guardaespaldas han llegado con refuerzos. Vamos a reforzar la seguridad del hotel y, si es necesario, prepararnos para evacuar si la situación se vuelve crítica. Además, necesitaré que se mantengan alerta y preparados para cualquier emergencia.

Mi padre asintió con determinación, su mirada de acero no vacilaba. Me llevó a mi habitación y, mientras nos dirigíamos por el pasillo, le expliqué los detalles de la amenaza.

-He preparado una serie de medidas de seguridad para el hotel -dije-. Cada entrada y salida será monitoreada, y hemos colocado guardias en puntos estratégicos. El personal del hotel está informado y será entrenado en procedimientos de emergencia.

Mi padre me miró con admiración y preocupación a partes iguales.

-Confío en que has hecho todo lo necesario -dijo-. Pero recuerda que, aunque la amenaza es grave, no podemos perder la calma. Mantén tu enfoque y asegúrate de que tu equipo esté en plena forma.

Al llegar a mi habitación, encontré un santuario de lujo y confort. La cama grande y suave, el escritorio de caoba y el armario lleno de ropa de diseñador ofrecían un respiro breve. Me tomó un momento acomodar mis pertenencias, pero mi mente estaba en constante alerta.

La seguridad de mi familia era mi prioridad, y sabía que no permitiría que ningún enemigo amenazara nuestra paz. La noche en Italia apenas comenzaba, y con ella, la promesa de una batalla que estaba dispuesta a librar con todo el coraje y la determinación que poseía. En la oscuridad de la traición, me preparaba para enfrentar lo que fuera necesario, porque en mi mundo, la familia era sagrada, y estaba lista para luchar hasta el final para protegerla.

La mañana en Italia comenzaba con una luz dorada que filtraba a través de las cortinas de mi habitación en el hotel Diamante Dorado. El sol se alzaba lentamente, desperezándose sobre la ciudad con una promesa de calidez que contrastaba con la fría tensión que sentía en el aire. Sabía que no podía relajarme; la amenaza estaba muy cerca, y la protección de mi familia era la prioridad.

Vestida con ropa adecuada para una reunión de seguridad, me dirigí a la sala de monitoreo donde Chiara ya estaba esperando. La habitación estaba iluminada por el resplandor de múltiples monitores, cuyas imágenes proyectaban imágenes en vivo de las cámaras de seguridad del hotel. El brillo azul de las pantallas iluminaba su rostro, reflejando la concentración con la que trabajaba.

-Buenos días, Bellatrix -saludó Chiara, sin apartar la vista de la pantalla principal-. ¿Cómo has pasado la noche?

-No muy bien -respondí, tomando asiento junto a ella y observando los monitores-. La amenaza sigue siendo grave, y no podemos permitirnos ningún margen de error. Necesito que revisemos cada detalle del plan de seguridad para asegurarnos de que todo esté en orden.

Chiara asintió y comenzó a revisar los archivos en su computadora, proyectando una serie de documentos y mapas detallados. Las pantallas mostraban las diferentes áreas del hotel y las posiciones de los guardias.

-He estado revisando los accesos y las cámaras de seguridad -dijo, señalando los puntos débiles en los planos del hotel-. Estos son los lugares que identificamos como vulnerables. Los equipos de seguridad están trabajando para reforzarlos, pero necesitamos tu confirmación para proceder.

Me incliné hacia adelante, estudiando los puntos resaltados en el mapa. Las áreas en cuestión eran entradas secundarias y corredores menos vigilados que podrían ofrecer una ruta de acceso para un intruso.

-¿Cómo planeas abordar estos puntos débiles? -pregunté, tratando de evaluar la eficacia de nuestras medidas.

-Vamos a aumentar el número de guardias en estos puntos y a instalar cámaras temporales adicionales -respondió Chiara-. También he solicitado a los técnicos que revisen el sistema de alarmas para asegurarse de que esté funcionando correctamente. No podemos permitirnos ninguna falla en la seguridad.

-Perfecto -dije, sintiéndome un poco más aliviada-. ¿Y qué pasa con el equipo local? ¿Están todos informados y listos para actuar si es necesario?

Chiara asintió mientras ajustaba las configuraciones en la computadora.

-Sí, el equipo local ha sido informado de la amenaza y se ha preparado un protocolo de emergencia. He programado una reunión con ellos en media hora para repasar los procedimientos y asegurarme de que cada uno esté al tanto de su rol específico.

-Eso es crucial -comenté-. La coordinación efectiva será nuestra mayor ventaja. ¿Tienes alguna recomendación adicional para mejorar nuestra seguridad?

Chiara se detuvo un momento, mirando los datos en la pantalla antes de responder.

-Creo que sería útil hacer una revisión general del personal del hotel. Asegurarnos de que todos los empleados estén conscientes de los procedimientos de emergencia y que sepan cómo actuar en caso de una intrusión. La información constante y la comunicación son clave.

-Estoy de acuerdo -dije-. Haremos una reunión con el personal del hotel para garantizar que todos estén preparados. También asegúrate de que cualquier movimiento sospechoso en las cercanías del hotel sea reportado inmediatamente.

Chiara comenzó a redactar un informe con las instrucciones que le había dado. Mientras trabajaba, me permitió un momento para reflexionar sobre la gravedad de la situación. Cada decisión que tomábamos tenía el potencial de cambiar el curso de los eventos, y no podíamos permitirnos ningún error.

-¿Algo más que debamos considerar? -pregunté, intentando cubrir todos los frentes posibles.

Chiara se volvió hacia mí, su mirada seria pero decidida.

-Además de las medidas de seguridad y las reuniones de coordinación, creo que es importante mantener un perfil bajo. No sabemos si el enemigo ya ha detectado nuestra presencia aquí, así que debemos evitar cualquier acción que pueda alertarlo. Mantén a tu familia informada y tranquila, pero asegúrate de que no se sientan amenazados.

-Entendido -respondí-. Mantendré a mis padres al tanto de la situación sin causarles pánico innecesario.

-Perfecto -dijo Chiara-. Me encargaré de coordinar todo lo necesario con el personal de seguridad y asegurarme de que el protocolo de emergencia esté en marcha. También me aseguraré de que el equipo esté en contacto constante para que podamos reaccionar de inmediato a cualquier cambio en la situación.

Mientras Chiara continuaba con su trabajo, me dirigí a la sala de conferencias del hotel para preparar la reunión con el personal y el equipo local. La mañana seguía avanzando, cada minuto cargado de una tensión palpable, y mi mente estaba completamente enfocada en la seguridad de mi familia.

La luz del sol entraba a raudales por las ventanas de la sala de conferencias, un contraste inquietante con la gravedad de la situación que estábamos enfrentando. Mientras preparaba los documentos y los materiales para la reunión, el pensamiento constante en mi mente era claro: no podía permitir que nada interfiriera en la protección de aquellos a quienes amaba. La amenaza estaba cerca, y cada paso que diera debía ser calculado con precisión para asegurar que estuviéramos listos para lo que pudiera venir.

            
            

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