EL SECRETO DE LA ASISTENTE DEL CEO
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Capítulo 2 CAPITULO 2

El sol comenzó a filtrarse a través de las cortinas del hotel, extendiendo un rayo de luz sobre la habitación. Andreina se despertó con un dolor de cabeza punzante, como si un tambor retumbara en su cráneo. Abrió los ojos con dificultad y miró a su alrededor, tratando de entender cómo había llegado allí. La habitación estaba en desorden; copas y botellas vacías estaban esparcidas por el suelo y sobre la mesa de noche.

Su mirada se posó en la cama. Alli había una mancha de sangre sobre las sábanas. La preocupación la invadió de inmediato. Mi primera vez...Susurro y ahora, una escena confusa. Había pasado la noche con ese hombre y se levanto de la cama, con cautela, buscando en la habitación alguna pista sobre la identidad de la persona con la que había estado. Encontró prendas tiradas por el suelo, pero nada que le permitiera identificarlo. La desolación creció en su pecho.

Andreina se sintió abrumada por la culpa y la confusión. Sin saber qué hacer, se dirigió a la recepción del hotel para pedir ayuda, pero las empleadas no podían proporcionarle ninguna información sobre los huéspedes debido a políticas de privacidad estrictas. De vuelta en la habitación, buscó más pistas en vano.

Mientras tanto, pidió una habitación a parte Andreina estaba en el baño del hotel, tratando de recomponerse. La ansiedad la envolvía. La noche anterior había una mezcla de alcohol y decisiones impulsivas. Se miró en el espejo, notando las ojeras bajo sus ojos y la expresión de desasosiego en su rostro.

"¿Cómo he llegado aquí?" pensó mientras se vestía rápidamente. Los recuerdos de la noche eran borrosos y fragmentarios, como si una niebla los hubiera envuelto. Todo lo que podía recordar era un bar, unas copas de vino y una conversación que se volvió difusa con el paso de las horas.

Una vez vestida, se inclinó sobre la cama para recordar que había observado al hombre que yacía en la cama de la otra habitación. Era un desconocido completo para ella. Una oleada de vergüenza y arrepentimiento la invadió. Sin pensarlo mucho, recogió sus pertenencias y salió de la habitación con el rostro cubierto por su chaqueta para evitar las cámaras de seguridad del hotel. La sensación de urgencia la llevó a buscar un taxi, huyendo del lugar mientras su mente se tambaleaba entre el caos emocional y el deseo de volver a la seguridad de su hogar.

Pablo, mientras tanto despertó en la habitación , se levantó colocando sus manos en su cabeza por la jaqueca que tenía se vistio rápido y salió de la habitacion para regresar a su apartamento con la esperanza de encontrar alguna respuesta. La búsqueda en la calle por un taxi resultó infructuosa. Su frustración y angustia aumentaban con cada minuto que pasaba sin obtener respuestas. Se sentía atrapado en un laberinto de dudas y arrepentimiento, sin comprender cómo había llegado a esa situación ni quién era la mujer que había estado con él.

La tarde avanzó, y mientras Andreina se sentaba sola en su apartamento, luchaba con el arrepentimiento y la tristeza. La mañana había sido un torbellino de emociones, y el peso de lo que había hecho la estaba consumiendo. Se metió en la ducha, esperando que el agua caliente pudiera aliviar un poco la culpa y el arrepentimiento que sentía. Sin embargo, no podía evitar la sensación persistente de que algo fundamental se había roto dentro de ella.

Se dio cuenta de que su comportamiento de la noche anterior había revelado una parte de ella que preferiría no conocer. La falta de control y la decisión impulsiva eran ahora un doloroso recordatorio de que había cruzado límites que preferiría no haber cruzado.

El teléfono sonó, interrumpiendo sus pensamientos. Era un mensaje de su prometido , de su futuro esposo, pero ella no tenía ánimo para responder. Apagó el teléfono y se sentó en el borde de la bañera, intentando calmarse.

De vuelta en el hotel, Pablo seguía en busca de respuestas. Camino por el barrio, preguntando a personas que había visto en el bar la noche anterior, pero sin éxito. La preocupación y la confusión aumentaban con cada minuto que pasaba sin respuestas. La noche llegó y Pablo, desalentado, regresó a su apartamento.

En la puerta del apartamento , Pablo vio a su amigo Alejandro , quien parecía igualmente abatido. Estaba sentado en una esquina del área común, con la cabeza entre las manos. Al principio, Pablo no estaba seguro de si debía acercarse, pero su preocupación y empatía lo llevaron a hacerlo.

-¿Estás bien? -preguntó Pablo con voz suave, aunque la preocupación y la confusión todavía estaban presentes en su tono.

Alejandro levantó la vista lentamente, sorprendido de ver a Pablo allí. No podía creer que él también estaba en busca de respuestas.

-No... no sé -respondió Alejandro con la voz quebrada-. Simplemente necesitaba salir de mi casa. No podía soportar la idea de estar solo con mis pensamientos.

Pablo se arrodilló a su lado. Los dos compartían un sentimiento de desconcierto y desilusión, y en ese momento, se dieron cuenta de que no estaban solos en su angustia.

-Yo también estoy perdido -admitió Pablo-. No entiendo qué pasó anoche. Solo sé que me siento horrible y confundido.

El silencio se instaló entre ellos mientras ambos procesaban sus sentimientos. Finalmente, Alejandro habló.

-Yo también me siento así. Creo que cometí un gran error, pero no sé cómo arreglarlo.

Pablo asintió, reconociendo la verdad en sus palabras. Aunque sus caminos se habían cruzado de una manera inesperada y dolorosa, había una conexión en su dolor compartido. La conversación que siguió fue una mezcla de disculpas, lágrimas y explicaciones, donde ambos intentaron entender lo que había llevado a esa noche y cómo podían encontrar una manera de seguir adelante.

El diálogo entre ellos les permitió ver más allá del caos de la noche anterior. Aunque el camino hacia la comprensión y la redención no era claro, al menos podían encontrar consuelo en la compañía del otro. Era el comienzo de un proceso largo y difícil, pero también era el primer paso hacia la sanación y el entendimiento.

A medida que el sol se ponía, Pablo y Alejandro se encontraron en una conversación honesta, compartiendo sus miedos y sus esperanzas. Aunque no sabían qué les depararía el futuro, el reconocimiento de su sufrimiento mutuo fue el primer indicio de que podrían superar la confusión de la noche anterior y buscar una forma de enmendar sus errores.

La noche llegó y, aunque el futuro seguía siendo incierto, ambos encontraron una pequeña chispa de esperanza en el hecho de que al menos podían enfrentarlo juntos...

Continuara...

            
            

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