EL SECRETO DE LA ASISTENTE DEL CEO
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Capítulo 5 CAPITULO 5

El timbre sonó nuevamente y Dai con el corazón acelerado, corrió a abrir la puerta. Se sorprendió al ver a Andreina, parada en el umbral con lágrimas en los ojos.

-Sigue, Andreina. ¿Qué te pasó? ¿Por qué lloras así? -preguntó Dai, abrazando a Andreina con ternura y preocupación.

-Dai, no sé qué pasó anoche al salir del bar -susurró Andreina, su voz temblando y entrecortada por el llanto.

Dai, con un gesto de profunda compasión, la guió hacia el sofá.

-Toma este café y cuéntame todo desde el principio. Quiero ayudarte, no me gusta verte así -murmuró Dai, sentándose al lado de Andreina.

Andreina tomó un sorbo del café, tratando de calmarse.

-Después de tomarme la mitad de mi trago, no supe más de mí. Amanecí en un hotel sin saber con quién estaba. Cuando desperté, me asusté tanto que me vestí rápidamente y salí huyendo de esa habitación. Pedí otra para ducharme, pero cuando estaba en el apartamento, papá llegó furioso con fotos en las que se me veía besándome con otro hombre en la salida del bar. Me quitó el apartamento, me dio una cachetada y me dijo que ya no era su hija. Juan canceló la boda y se va a casar con Ana. Mi vida se desmoronó en una sola noche, Dai.

Dai miró por la ventana, angustiada.

-¡Maldita sea! -exclamó-. Mira, Andreina tenemos que salir de aquí. Los hombres que están afuera, son traficantes de trata de blancas.

Yo me les escapé, por eso cambié mi nombre y apellido , amiga llevo un año huyendo de ellos.

-Calma, Dai. Vamos a salir en mi carro. Te vas a esconder en la parte trasera, colocaré cobijas encima y saldremos de aquí -dijo Andre con voz firme pero tensa.

-Gracias, Andreina. Sé que nadie me conoce en tu familia. Es una ventaja. Ahora, vamos a empacar mis cosas personales. La ropa está en el último cajón de abajo. Ahí también tengo unos sobres con dinero -añadió Dai, tratando de mantener la calma mientras empacaba rápidamente.

Cuando terminaron de preparar todo, Dai miró a Andreina con nerviosismo.

-Ya está todo listo. Vámonos -murmuró Dai, entrelazando sus manos por los nervios que sentía.

-Voy a cambiar las placas del carro. Cuando estemos en carretera, las cambiamos por unas falsas, pero necesitamos hacerlo en un lugar donde no haya cámaras -indicó Andreina, tomando las llaves del auto.

-¿Para dónde vamos, Dai? No tengo a dónde ir -preguntó Andreina, con la voz temblando de miedo y ansiedad.

-Tranquila, nos vamos a ir a España -contestó Dai, con una mezcla de seriedad y calma.

-Pero si compras un pasaje, tu papá sabrá a dónde nos dirigimos y esos hombres que me están siguiendo nos encontrarán -gritó Dai, sus lágrimas desbordando de nuevo.

-No nos encontrarán, relájate. Sube al carro, voy a colocar las cobijas y las maletas encima de ti. Luego cambiaré las placas y nos iremos -dijo Andreina con un tono que reflejaba su determinación.

-Ya nos vamos, ¿sí? -confirmó Andreina.

-Tengo hambre, Andreina -dijo Dai, tratando de aliviar un poco la tensión con un intento de humor. -No la dejes ir, jajaja. Cuéntame tu plan.

-Listo, salimos del parqueadero sin que se dieran cuenta. No dejaste nada en tu auto, ¿cierto? -preguntó Andreina mientras comenzaba a conducir.

-Pasé todo al carro y cerré el mio. Me traje las llaves, al menos como recuerdo -respondió Dai con una sonrisa nerviosa.

-Jajajaja, eres un caso perdido amiga. Bueno, sal del escondite. Nadie nos sigue. Veo un lugar a lo lejos donde no hay cámaras. Me voy a estacionar y cambiar las placas -dijo Andreina con un poco de alivio en su voz.

Dai salió de su escondite y miró alrededor, asegurándose de que no hubiera señales de peligro. Andreina, con una habilidad rápida y discreta, cambió las placas del carro.

-Ahora si Andreina, voy a llamar a mi amigo que conocí en la empresa. Es el Vicepresidente y amigo de Pablo Montenegro, el dueño de los hoteles Montenegro que están por todo el mundo -anunció Dai, su voz reflejando un atisbo de esperanza.

-¿Y crees que tu amigo nos ayudará? -preguntó Andreina, su mente aún está atrapada en la ansiedad del momento.

-Sí, me gusta. Anoche salimos, bailamos y fuimos al cine, después de salir del bar . Ahora somos novios. Va a ir a España y le voy a pedir que nos lleve en su avión privado. Así no sabrán que salimos de México -explicó Dai con una sonrisa de confianza.

-No puedes presentarte en la empresa de tu padre, Andreina. Tendrás que cambiar de empresa. Voy a decirle a Alejandro. Tal vez te ayude a encontrar trabajo en la empresa Montenegro en España -sugirió Dai con un tono de decisión.

-Tienes razón en todo, pero tengo hambre, igual que tú -dijo Andreina- mientras Dai sacaba su teléfono.

En otro lugar de la ciudad, el hombre que había estado buscando a Andreina, se encontraba frustrado. No había encontrado nada sobre la chica y había llamado a Pablo para informarle de la situación.

-No encontré nada. Las cámaras estaban todas rotas. Pablo está enojado. Me dijo que viajará a España mañana y enviará el avión -dijo el hombre, su voz cargada de desánimo.

Colgó la llamada y recibió otra de su novia, Dai, quien le pedía que se encontraran en el restaurante del hotel.

Después de colgar la llamada, le marco de nuevo a Pablo -¿Alejandro encontró a la mujer? -preguntó Pablo al otro lado del teléfono.

-No, señor.-¡Maldita sea!-grito Pablo en el teléfono, no recuerdo mucho, estaba borracho. Solo recuerdo que tiene una cadena con un sol y una pulsera con una luna, probablemente a juego con la cadena. Además, tiene un pequeño tatuaje del sol y la luna divididos por la mitad -respondió el hombre, esforzándose por recordar detalles.

-Dijo el hombre, con su voz cargada de determinación.

El teléfono se cortó y Pablo se quedó en silencio, pensando en lo que vendría a continuación. Su mente estaba llena de planes y estrategias, mientras el destino de Andreina y Dai se entrelazaba con el suyo en una red de intriga y peligro...

Continuara...

                         

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