Un contrato con Elena
img img Un contrato con Elena img Capítulo 1 1
1
Capítulo 6 6 img
Capítulo 7 7 img
Capítulo 8 8 img
Capítulo 9 9 img
Capítulo 10 10 img
Capítulo 11 11 img
Capítulo 12 12 img
Capítulo 13 13 img
Capítulo 14 14 img
Capítulo 15 15 img
Capítulo 16 16 img
Capítulo 17 17 img
Capítulo 18 18 img
Capítulo 19 19 img
Capítulo 20 20 img
Capítulo 21 21 img
Capítulo 22 22 img
Capítulo 23 23 img
Capítulo 24 24 img
Capítulo 25 25 img
Capítulo 26 26 img
Capítulo 27 27 img
Capítulo 28 28 img
Capítulo 29 29 img
Capítulo 30 30 img
Capítulo 31 31 img
Capítulo 32 32 img
Capítulo 33 33 img
Capítulo 34 34 img
Capítulo 35 35 img
Capítulo 36 36 img
Capítulo 37 37 img
Capítulo 38 38 img
Capítulo 39 39 img
Capítulo 40 40 img
Capítulo 41 41 img
Capítulo 42 42 img
Capítulo 43 43 img
Capítulo 44 44 img
Capítulo 45 45 img
Capítulo 46 46 img
Capítulo 47 47 img
Capítulo 48 48 img
Capítulo 49 49 img
Capítulo 50 50 img
Capítulo 51 51 img
Capítulo 52 52 img
Capítulo 53 53 img
Capítulo 54 54 img
Capítulo 55 55 img
Capítulo 56 56 img
Capítulo 57 57 img
Capítulo 58 58 img
Capítulo 59 59 img
img
  /  1
img
img

Un contrato con Elena

OliviaB
img img

Capítulo 1 1

Cerré la puerta de mi pequeña tienda de flores y suspiré. Otro día duro. Las cuentas no dejaban de acumularse y apenas tenía clientes suficientes para mantener el negocio en pie. Con el cansancio apoderándose de mí, caminé hacia mi diminuto apartamento, sintiendo que el peso de mis problemas se hacía más pesado con cada paso.

Al llegar a casa, dejé caer mi bolso en el sofá y me dirigí a la cocina para prepararme una taza de té. Necesitaba algo caliente para calmarme. Mientras el agua hervía, mi teléfono comenzó a sonar. Miré la pantalla y me sorprendí al ver el nombre de mi viejo amigo, Javier. Javier y yo habíamos crecido juntos y aunque nuestros caminos se habían separado, siempre habíamos mantenido el contacto, aunque fuera esporádico.

-¿Javier? -contesté, tratando de sonar más animada de lo que me sentía.

-Elena, ¡qué bueno que contestaste! Necesito hablar contigo sobre un asunto muy importante. ¿Podemos vernos mañana? -dijo Javier, con una urgencia en su voz que rara vez había escuchado.

-Claro, ¿de qué se trata? -pregunté, intrigada.

-Es mejor que lo hablemos en persona. Te invito a almorzar. ¿Te parece bien a las doce en el Café del Parque?

-Está bien, nos vemos allí -respondí, sintiendo una mezcla de curiosidad y preocupación.

A la mañana siguiente, me dirigí al Café del Parque, un lugar acogedor que Javier y yo solíamos frecuentar cuando éramos adolescentes. El lugar no había cambiado mucho, aún tenía ese aroma a café recién molido y pasteles recién horneados. Al entrar, lo vi sentado en una mesa en la esquina, con su característica sonrisa y una carpeta gruesa frente a él.

-Elena, gracias por venir -dijo, levantándose para darme un abrazo.

-Javier, me tienes en ascuas. ¿Qué es tan importante? -pregunté, sentándome frente a él.

-He recibido una propuesta muy inusual que creo podría interesarte. Es... bueno, es un matrimonio por contrato -dijo, abriendo la carpeta y sacando unos documentos.

Me quedé mirándolo, sin saber si reírme o enojarme.

-¿Qué? ¿Un matrimonio por contrato? ¿Me estás tomando el pelo? -repliqué, sintiendo cómo la incredulidad se apoderaba de mí.

-Sé que suena loco, pero déjame explicarte. Un cliente mío, Alejandro Ferrer, necesita casarse para cumplir una cláusula del testamento de su abuelo y heredar la empresa familiar. Está dispuesto a ofrecer una suma considerable a cambio de un matrimonio de conveniencia.

Mi mente comenzó a girar. Conocía a Alejandro Ferrer, al menos de nombre. Era un empresario exitoso, conocido por su frialdad y su enfoque implacable en los negocios. La idea de casarme con alguien así me parecía absurda, pero la mención de una "suma considerable" me hizo detenerme.

-¿Cuánto estamos hablando? -pregunté, tratando de mantener la voz neutral.

-Elena, esto podría resolver todos tus problemas financieros. Te está ofreciendo suficiente dinero para salvar tu tienda y asegurar tu futuro -dijo Javier, deslizando un documento hacia mí con los detalles financieros.

Miré los números y sentí que mi corazón daba un vuelco. Era más dinero del que había visto en mi vida.

-¿Qué tendría que hacer? -pregunté, aún dudosa.

-Casarte con él por un año. Vivir juntos, mantener las apariencias y, después de ese tiempo, un divorcio discreto y amigable. Sin compromisos emocionales -explicó Javier.

Me quedé en silencio, considerando la propuesta. Era una locura, pero también una oportunidad que podría cambiar mi vida. Con un profundo suspiro, levanté la mirada y encontré los ojos de Javier, llenos de preocupación y apoyo.

-Lo pensaré -dije finalmente, sabiendo que mi vida estaba a punto de tomar un giro inesperado.

Después de nuestro encuentro, caminé de regreso a casa, tratando de ordenar mis pensamientos. Mi tienda de flores era mi vida, mi sueño hecho realidad. Había invertido todo en ese negocio y verlo al borde de la quiebra me destrozaba. La oferta de Alejandro Ferrer podría salvarlo todo, pero a qué costo. No era solo el dinero lo que me preocupaba, sino la idea de casarme con un hombre al que apenas conocía, un hombre con fama de frío y distante.

Esa noche, me acosté en la cama y miré el techo, intentando imaginar cómo sería mi vida si aceptaba la oferta. Podría salvar mi tienda, asegurar mi futuro y quizás, solo quizás, encontrar algo más en este acuerdo. Pero también podía perderme a mí misma en el proceso. Me giré de lado y cerré los ojos, sabiendo que la decisión no sería fácil.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022