-Oye tú -llamo a su amiga, ella me hace una seña de que me espere un momento. ¿Qué coño?, yo no espero por nadie, por mí hay que esperar-. Mueve el culo hasta aquí rápido o hablo con el dueño de este lugar para que te expulse.
Ella de mala gana viene hasta donde estamos.
-Vaya carisma que te montas. Y yo que quería que Keiri trabajara en tu empresa. Cuanto lo siento. Debe ser difícil aguantarte todo el día -replica ella.
-Te aseguro que preferirías trabajar conmigo y aguantarme todo el día que estar metida sirviendo mesitas aquí. Así que no te sientas la gran cosa.
-Dime que quieres no tengo todo el tiempo del mundo, como ves tengo que servir mesitas.
-Dime donde coño puede estar metida Keira.
- ¿Qué voy a saber yo?. Es mayor de edad hace lo que quiera -La miro con una cara como si quisiera asesinarla-. ¡¿Qué?! -suelta al ver como la miro-. Ahora mismo podría estar en unos cuantos lugares.
-Eres su mejor amiga, ¿verdad?, entonces debes saber. Y más vale que me lo digas ya por qué la paciencia no es mi fuerte.
No dice nada.
-Tú lo decidiste. Hablaré con tu jefe -me levanto de la silla.
-En la playa. Ahí debe estar -responde ella.
-Muy bien, pero ya es demasiado tarde. Me hiciste perder el tiempo.
Me acerco a otra camarera. Y le pregunto por su jefe.
-Al final de ese pasillo a la izquierda. Es su oficina.
Asiento con la cabeza.
Toco la puerta.
-Adelante -comenta el hombre. Cuando me ve se levanta de su silla-. Señor Stone -me extiende la mano, le devuelvo el saludo. No sé quién es. Yo este lugar no lo frecuento nunca.
-Verá...
-Llámeme Hugo y por favor siéntese -me señala una silla.
-Hugo, ocurre un problema y usted tiene la solución. Su empleada -trato de recordar el nombre, Alana, Alina-. Andrea ¿no?, -pregunto a lo que él asiente- habló con usted para que su amiga trabajara aquí. Usted ya dijo que sí, pero si está dentro de sus posibilidades cambiará de parecer.
-No creo que haya problema con eso. No necesito a otra empleada, la verdad con las que laboran es suficiente, pero Andrea es mi empleada de hace mucho y me lo pidió como un favor, por tal motivo fue que acepté. Si quieres le digo a Andrea que no puedo permitirme pagarle a otra empleada porque ya son suficientes.
-Muy bien Hugo. Es exactamente lo que quiero -me levanto de la silla y le extiendo la mano-. Buen lugar, vendré más seguido.
-Gracias, señor.
Salgo de su oficina y me encuentro con Enzo y Andrea.
-Andrea. Hablemos en mi oficina -le dice Hugo.
Su cara es un poema, algo me hace gracia.
-Bravo Aiden -me dice ella-. Eres un tío genial.
Yo le sonrío.
-Aiden ¿Qué derecho tienes para actuar así? -me dice Enzo.
Comprobando la actitud de él con mi secretaria y la que ha tenido con Andrea, deduzco que esta chica le importa.
-Tu tranquilo -le doy una palmada en el brazo-. Me voy, tengo cosas que hacer.
Ahora iré a esa maldita playa a buscarla.
Esa chica es mía. A partir de ahora nadie la toca, nadie la mira. Desde que la vi en plena entrada de la empresa, gritando a todo pulmón con ese estilo de ropa que le queda tan bien y que me la pone tan dura como nadie. Sin miedo a nada, ni a nadie, sin titubear y sin importarle lo que hiciera o pensara el señor Stone.
Minutos después estoy caminando por la arena. A lo lejos se ve a alguien sentado en la orilla. Me acerco aún más. Tiene que ser ella la única loca que se sienta a esta hora a la orilla de la playa.
-Buckett -la llamo cuando estoy frente a ella. Da un brinco.