Antologias de Amor
img img Antologias de Amor img Capítulo 5 Amor Silencioso - Un Cambio Para Edward Parte Tres
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Capítulo 6 Amor Silencioso - La Resistencia Parte Uno img
Capítulo 7 Amor Silencioso - La Resistencia Parte Dos img
Capítulo 8 Amor Silencioso - La Resistencia Parte Tres img
Capítulo 9 AMOR SILENCIOSO - LAZOS DE AMISTAD PARTE UNO img
Capítulo 10 AMOR SILENCIOSO - LAZOS DE AMISTAD PARTE DOS img
Capítulo 11 Amor Silencioso - Lazos De Amistad Parte Tres img
Capítulo 12 Amor Silencioso - Tiempo De Crecer Parte Uno img
Capítulo 13 Amor Silencioso - Tiempo De Crecer Parte Dos img
Capítulo 14 Amor Silencioso - El Silencio Del Ángel Parte Uno img
Capítulo 15 Amor Silencioso - El Silencio Del Ángel Parte Dos img
Capítulo 16 Amor Silencioso - El Gran Efecto Dominó Parte Uno img
Capítulo 17 Amor Silencioso - El Gran Efecto Dominó Parte Dos img
Capítulo 18 Amor Silencioso - El Gran Efecto Dominó Parte Tres img
Capítulo 19 Amor Silencioso - Las Consecuencias Del Error Parte Uno img
Capítulo 20 Amor Silencioso - Las Consecuencias Del Error Parte Dos img
Capítulo 21 Amor Silencioso - Las Consecuencias Del Error Parte Tres img
Capítulo 22 Amor Silencioso - Un Flash De Luz Parte Uno img
Capítulo 23 Amor Silencioso - Un Flash De Luz Parte Dos img
Capítulo 24 Amor Silencioso - Heridas Del Pasado img
Capítulo 25 Amor Silencioso - ¿Bailamos Parte Uno img
Capítulo 26 Amor Silencioso - ¿Bailamos Parte Dos img
Capítulo 27 Amor Silencioso - ¿Bailamos Parte Tres img
Capítulo 28 Amor Silencioso - Primeros Intentos Parte Uno img
Capítulo 29 Amor Silencioso - Primeros Intentos Parte dos img
Capítulo 30 Amor Silencioso - Primeros Intentos Parte Dos img
Capítulo 31 Amor Silencioso - Descubrimientos Parte Uno img
Capítulo 32 Amor Silencioso - Descubrimientos Parte dos img
Capítulo 33 Amor Silencioso - Descubrimientos Parte Tres img
Capítulo 34 Amor Silencioso – Rompiendo Esquemas Parte Uno img
Capítulo 35 Amor Silencioso – Rompiendo Esquemas Parte dos img
Capítulo 36 Amor Silencioso – Rompiendo Esquemas Parte Tres img
Capítulo 37 Amor Silencioso – Fuertes Y Valientes Parte Uno img
Capítulo 38 Amor Silencioso – Fuertes Y Valientes Parte dos img
Capítulo 39 Amor Silencioso - Fuertes Y Valientes Parte Tres img
Capítulo 40 Amor Silencioso - Fuertes Y Valientes Parte Cuatro img
Capítulo 41 Amor Silencioso - Una Segunda Oportunidad Parte Uno img
Capítulo 42 Amor Silencioso - Una Segunda Oportunidad Parte Dos img
Capítulo 43 Amor Silencioso - Una Segunda Oportunidad Parte Tres img
Capítulo 44 Amor Silencioso - Una Segunda Oportunidad Parte Cuatro img
Capítulo 45 Amor Silencioso - Los Matices Del Amor Parte Uno img
Capítulo 46 Amor Silencioso - Los Matices Del Amor Parte Dos img
Capítulo 47 Amor Silencioso - Los Matices Del Amor Parte Tres img
Capítulo 48 Amor Silencioso - La E De Esperanza y Envidia Parte Uno img
Capítulo 49 Amor Silencioso - La E De Esperanza y Envidia Parte Dos img
Capítulo 50 Amor Silencioso - La E De Esperanza y Envidia Parte Tres img
Capítulo 51 Amor Silencioso - Amor o ¿Lástima Parte Uno img
Capítulo 52 Amor Silencioso - Amor o ¿Lástima Parte Dos img
Capítulo 53 Amor Silencioso – Todo A Su Debido Tiempo Parte Uno img
Capítulo 54 Amor Silencioso – Todo A Su Debido Tiempo Parte Dos img
Capítulo 55 Amor Silencioso - Todo A Su Debido Tiempo Parte Tres img
Capítulo 56 Amor Silencioso - Una Noticia Inesperada Parte Uno img
Capítulo 57 AMOR SILENCIOSO - UNA Noticia Inesperada img
Capítulo 58 Amor Silencioso - Una Posible Esperanza Parte Uno img
Capítulo 59 Amor Silencioso - Una Posible Esperanza Parte Dos img
Capítulo 60 Amor Silencioso - Promesas De Futuro Parte Uno img
Capítulo 61 Amor Silencioso - Promesas De Futuro Parte Dos img
Capítulo 62 Amor Silencioso - Trabajo De Hormiga Parte Uno img
Capítulo 63 Amor Silencioso - Trabajo De Hormiga Parte Dos img
Capítulo 64 Amor Silencioso - Trabajo De Hormiga Parte Tres img
Capítulo 65 Amor Silencioso - El Temor De Volver img
Capítulo 66 Amor Silencioso - Es Así Como Debe Ser Parte Uno img
Capítulo 67 Amor Silencioso - Así Es Como Debe Ser Parte Dos img
Capítulo 68 Amor Silencioso - Es Así Como Debe Ser Parte Tres img
Capítulo 69 Amor Silencioso - Agonía Parte Uno img
Capítulo 70 Amor Silenciosos - Agonia Parte Dos img
Capítulo 71 Amor Silenciosos - Los Errores Que Cometemos Parte Uno img
Capítulo 72 Amor Silencioso - Los Errores Que Cometemos Parte Dos img
Capítulo 73 Amor Silencioso - Oscuridad Y Luz Parte Uno img
Capítulo 74 Amor Silencioso - Oscuridad Y Luz Parte Dos img
Capítulo 75 Amor Silencioso - Almas Del Silencio Parte Uno img
Capítulo 76 Amor Silencioso - Almas Del Silencio Parte Dos img
Capítulo 77 Amor Silencioso - Almas Del Silencio Parte Tres img
Capítulo 78 Amor Silencioso - El Solitario Unicornio img
Capítulo 79 Amor Silencioso - La Gran Lección De Gerts Parte Uno img
Capítulo 80 Amor Silencioso- La Gran Lección De Gerts Parte Dos img
Capítulo 81 Amor Silencioso - Fragilidad Parte Uno img
Capítulo 82 Amor Silencioso - Fragilidad Parte Dos img
Capítulo 83 Amor Silencioso - Fragilidad Parte Tres img
Capítulo 84 Amor Silencioso - Un Minuto De Caos Parte Uno img
Capítulo 85 Amor Silencioso - Un Minuto De Caos Parte Dos img
Capítulo 86 Amor Silencioso - Sonidos De Violencia Parte Uno img
Capítulo 87 Amor Silencioso - Sonidos De Violencia Parte Dos img
Capítulo 88 Amor Silencioso - Sonidos De Violencia Parte Tres img
Capítulo 89 Amor Silencioso - Amor Y Destino Parte Uno img
Capítulo 90 Amor Silencioso - Amor Y Destino Parte Dos img
Capítulo 91 Amor Silencioso - Las Heridas Que No Vemos Parte Uno img
Capítulo 92 Amor Silencioso - Las Heridas Que No Vemos Parte Dos img
Capítulo 93 Amor Silencioso - Cinco Días Parte Uno img
Capítulo 94 Amor Silencioso - Cinco Días Parte Dos img
Capítulo 95 Amor Silencioso - Cinco Días Parte Tres img
Capítulo 96 Amor Silencioso - El Mejor Sonido Del Mundo Parte Uno img
Capítulo 97 Amor Silencioso - El Mejor Sonido Del Mundo Parte Dos img
Capítulo 98 Amor Silencioso - El Mejor Sonido Del Mundo Parte Uno img
Capítulo 99 Amor Silencioso - Una Nueva Realidad Parte Uno img
Capítulo 100 Amor Silencioso - Una Nueva Realidad Parte Dos img
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Capítulo 5 Amor Silencioso - Un Cambio Para Edward Parte Tres

Por lo que restaba de la mañana se dedicaron a crear las señas del resto de niños. Una T y una seña de distraído para Tom, una E y un gesto de ojos rasgados para Eric y una B señalando un hoyuelo que se dibujaba en el rostro de Benjamin cuando sonreía. Una K y seña de amor para Kate y una C señalando los bigotes para Charles cerraban así el primer día de aventuras en la escuela para la pequeña Marianne.

Cuando llegó la hora de la salida todos los niños comentaban emocionados a sus padres la novedad que representaba la visita de Marianne. Unos padres como la madre de Ángela lo tomó con regocijo al ver que su niña podría encontrar en Marianne una amiga especial, otras en cambio como la mamá de Andrea vieron en Marianne una peligrosa amenaza de retraso en el aprendizaje de su hija ¿Qué hacía una niña sorda en una escuela regular? Ella debía tener una educación en casa y no retrasar al resto de niños normales.

- Mi cielo ¡Allí estás! - canturreó Helena entrando al salón para retirar a Edward. El pequeño estaba tan distraído repasando las señas que aprendió en el receso que no reparó en la presencia de su madre. Helena notó la presencia de la pequeñita que había visto en la mañana junto a Edward y sonrió al ver que su niño tenía una nueva amiga. Quiso acercarse para tomar su mochilita pero vio que Edward movía sus manitos intentando decirle algo a la pequeña.

- Dele un minuto - le susurró Kate acercándosele - Estuvo mucho rato aprendiendo y creo que le falta poco para lograrlo - Helena asintió algo confundida. ¿Por qué su hijo hacía señas con sus manos? ¿Por qué la niña lo miraba como si le entendiera? - Marianne padece de sordera congénita. Edward solo intenta decirle que la quiere mucho - Le dijo Kate respondiendo a su pregunta no formulada en voz alta.

Después de varios minutos de intentarlo Edward no lograba recordar el orden de las señas. Helena y Charles estaban empezando a impacientarse, pero Kate los tranquilizaba pidiéndoles más minutos.

Más intentos fallidos llevaron a Helena a acercarse a Edward para hablarle con cariño.

- Edward... nos están esperando para irnos - le susurró con cariño a lo que el pequeño respondió con un bufido un seco "No me voy"

- Cielo, pero mañana puedes intentarlo otra vez. Papá nos está esperando - Edward se removió incomodo cuando Helena lo tocó su brazo y el pequeño se removió incómodo.

- Mami, solo una vez más - Helena asintió con una sonrisa y para ver como su pequeño colocaba nuevamente sus manos en posición.

- Yo te quiero a ti Marianne Cooper - dijo de manera perfecta Edward en señas. Kate sonrió emocionada al ver como Edward lo había logrado. Marianne dejó rodar una lágrima por su mejilla.

- No llores - dijo mientras la abrazaba tiernamente - Ya me tengo que ir. Nos vemos mañana...

Edward se alejó de la niña que tomó la mano de su padre y vio como el súper héroe de su corazón se iba de la mano de su madre.

- ¿Te gusto la escuela? - Le preguntó Charles con señas a lo que su hija le respondió con su manito hecha puño en la señal universal del sí - ¿Quieres volver mañana? - La niña repitió el gesto y sonrío.

De regreso a la estación los tíos de la estación de policía le tenían una sorpresa. En una de las paredes del lugar habían colgado una pizarra de color blanca decorada con letras de colores. Junto a ella había el mapa del estado de Washington y una pequeña bandera de Estados Unidos dando a la sobria estación el aire de estar en un salón de clases.

Harry fue el primero en tomarla en brazos y hacerle cosquillas seguido por el resto de agentes que curiosos deseaban saber sobre el primer día de la pequeña. Charles les contó sobre la historia de Kate con su hermana Iris y lo amable que habían sido todos con la pequeña Marie. Todos sus compañeros lo alentaron a que dejara a Marie en esa escuela, tener a Kate como maestra podría ser una bendición para Marianne y Charles no podía dejar de aprovechar esa oportunidad de superación para su niña.

Después de una tarde algo ligera de trabajo y una cena de microondas, Charles llevó a la cama a Marianne poco después de las 8 p.m. Y es que al día siguiente la jornada debía empezar muy temprano y la niña necesitaba reponerse.

Mientras las luces se apagaban temprano en la casa de los Cooper, en la de los Wellington ocurría algo completamente distinto. Sentados en la sala Edward le comentaba emocionado a su padre sobre la aventura de hoy, le habló de una niña que no escuchaba pero que él aprendería a comunicarse con ella. Su padre le sonreía mientras lo escuchaba atento y recordaba que la niña de quien Edward hablaba era también su paciente, la hija del jefe de policía, la adorable Marianne Cooper.

- Edward... ¡Me estás volviendo loca! Estoy intentando ver Los Pitufos y tú no me dejas escuchar - gritó molesta Elizabeth quien estaba atenta mirando su programa favorito en el televisor de la sala.

- ¡Elizabeth! - Le llamó la atención Helena - No le grites a Edward.

- Mamá, es que no ha hecho otra cosa desde que volvió de la escuela que hablar de esa niña. Que Marianne esto, que Marianne el otro... ¡Ya me tiene cansada que hable de esa tonta niña sorda!

- ¡Elizabeth! - Esta vez fue Carl quien intervino - Eso ha sido muy grosero de tu parte. Apaga por favor el televisor y sube a tu habitación.

- Pero papá el programa no ha terminado - dijo la niña cruzando los brazos sobre su pecho.

- No importa, el programa se terminó para ti. Arriba, ahora... - Elizabeth dio una mirada envenenada a sus padres y a su hermano y subió molesta pisando con fuerza los escalones.

- Muy bien campeón, me gusta que intentes comunicarte con ella. Marianne es una niña que a pesar de ser tan chiquitita ha pasado por mucho y que seas su amiguito le va a ayudar mucho.

- Yo soy su súper héroe papi - respondió inflando su pecho y subiéndose al mueble para parecer más alto.

- Bueno súper héroe, es hora de ir a la cama - Carl lo tomó en brazos y lo subió a su habitación. Luego de una ducha con su pato de hule y de ponerle sus pijamas Edward cayó en un profundo sueño.

A la mañana siguiente, Helena entró a la habitación de Edward y notó dos cosas distintas a las de todas las mañanas. Primero las cortinas ya estaban abiertas y Edward despierto rascando sus ojos y lo segundo y más extraño es que el biberón que todas las mañanas amanecía vacío estaba intacto. Edward ni siquiera lo había tocado.

- Hola mi príncipe - susurró su madre acercándose a él dejándole un beso en su cabellera cobriza - ¿Y ese milagro?

- Quiero ir a la escuela a ver a Marianne - respondió con un bostezo.

- Creo entonces que esa pequeñita se merece hoy que yo le envíe más gomitas por conseguir que mi campeón quiera ir a la escuela - El pequeño asintió y de un brinco se bajó de la cama.

Helena lo ayudó a vestirse y a bajar para tomar el desayuno. Elizabeth bajó unos minutos después y en silencio se sentó a desayunar. Aún seguía molesta y sus padres lo sabían, pero el carácter de Elizabeth era algo especial y no podían ser flojos con ella o en pocos años serían sus títeres a los que ella manejaría a su antojo.

Al terminar el desayuno Edward tomó la mochilita de su refrigerio y la notó algo pesada. Dejándola en el suelo la abrió y notó que su madre había dejado un biberón de leche allí. El pequeño negó mientras la sacaba y la dejaba sobre la mesa. Su madre lo miró extrañada y se le acercó.

- ¿Qué tienes mi amor? El biberón de anoche está intacto también.

- Los súper héroes no toman biberón... Y yo soy uno - sonrió con autosuficiencia - Además Marianne ya no toma biberón, así que yo tampoco lo haré - su madre sonrió mientras negaba. Al parecer la presencia de Marianne en la vida de su hijo provocaría cambios radicales, empezando por el biberón.

Carl los llevó a la escuela como todas las mañanas. Al bajarse del auto corrió hasta su salón para verificar un pequeño detalle. Su rostro se iluminó al ver en la misma sillita de ayer a la pequeñita de profundos ojos chocolates. Su Marianne había vuelto un día más...

La clase del día se basó en los sonidos que hacíamos al hablar como introducción a la terapia de lenguaje que Kate desarrollaría con Marianne.

- Es muy importante mis pequeños que todos aprendamos a hablar bien cuando estemos cerca de Marie.

- ¿Por qué maestra Kate? - preguntó curiosa Ángela.

- Porque habrá momentos en que Marianne se podrá comunicar por señas, pero cuando nadie sepa señas a su alrededor ella deberá aprender a leer los labios. Si hablamos muy rápido o de manera incorrecta ella no va a entendernos así que vamos a aprender a vocalizar muy bien las palabras para que ella nos entienda. ¿Están de acuerdo?

- ¡Sí! - Respondió emocionado Edward junto a Marie a quien tomó con cariño la mano - Yo voy a hablar bien para que me entiendas siempre.

La pequeña sonrió y ladeó su cabeza. Estuvieron repasando el sonido de la P, la M, la K, la Q, estos dos últimos que eran para una persona sorda los más difíciles de distinguir al parecerse a la A y a la U respectivamente.

Un día más de escuela se terminaba y con ello la tristeza de la despedida de Edward y Marianne. Cada vez Edward lograba decirle te quiero con más rapidez, incluso al finalizar esa semana Marianne retribuyó el gesto respondiendo un te quiero seguido de un abrazo.

Los días comenzaron a pasar en aquel salón de clases. Lentamente Charles comenzó a aminorar las horas de estadía en la escuela hasta llegar al punto que no necesito acompañar a Marie a clases. Marianne por su parte empezó a dar indicios de progresos académicos, se comunicaba con más facilidad y su timidez comenzó a quedar en el olvido. Kate pronto se dio cuenta que Marianne era muy buena con los crayones y el dibujo por lo que escribir no se le dificultaría en lo absoluto.

La relación de Edward y Marianne se volvió más cercana con el paso de los días. No solo se sentaban juntos en el salón, también lo hacían en la hora del receso. Se envolvían en una mágica burbuja donde el silencio a pesar de no decir nada, lo decía todo. Una hermosa relación empezaba a florecer entre el pequeño Edward Wellington y la hermosa Marianne Cooper

Una mañana de junio, mientras desayunaban en casa de los Wellington, Helena mencionó algo del cumple de Edward por lo que el pequeño sonrió al imaginar su fiesta. Ya era todo un hombre grande y cumplía 4 años. Escuchó decir a sus padres sobre los invitados y enseguida a su cabeza vino un nombre.

- ¡Marianne! ¡Ella tiene que estar aquí! - dijo masticando sus cereales. Su madre le dio una mirada reprobatoria al verlo hablar con la boca llena de comida a lo que él susurró un tímido "perdón".

- Vamos a invitar a todos tus amiguitos del salón - comentó Carl antes de dar un sorbo a su café.

- ¿Puedo invitar a las niñas de mi salón? - preguntó Elizabeth de manera tímida. Después del incidente de aquella noche poco a poco la niña era un poco más reservada con lo que decía frente a sus padres y de su hermano. Carl y Helena le hablaron unos días después diciéndole que el hecho que Marianne no pudiera escuchar no la hacía menos que ella, que Edward o cualquiera de los niños de la escuela. Elizabeth se disculpó con sus padres prometiendo ser más cuidadosa al referirse de la amiga de Edward.

- Claro princesa, puedes invitarlas - respondió su madre. La niña asintió y siguió desayunando.

A la semana siguiente Helena llevó a la escuela las invitaciones del cumpleaños del pequeño Edward para ser repartidas por el salón. Todos tomaron con alegría la invitación menos Marianne.

- ¿Qué pasa Marianne? - Le preguntó lentamente. La pequeña estaba aprendiendo a leer los labios y entendió a la perfección la pregunta de Edward.

- Nunca he ido a una fiesta de niños - le dijo con señas a Edward. El pequeño no entendió lo que Marianne le quiso decir y llamó a la profesora.

- Dime Edward - se acercó la maestra mientras el resto del salón comentaba sobre la fiesta de Edward.

- Ella me quiso decir algo, pero no entiendo - le dijo con tono de frustración el pequeño. Kate sonrió y preguntó a Marianne lo que había dicho a Edward. Marianne repitió la oración y Kate asintió acariciando su mejilla.

- Edward, Marie nunca ha estado en una fiesta de niños. Tiene algo de temor - Edward chasqueó su lengua y la abrazó rápidamente. Se separó de ella y le habló a la maestra.

- ¿Puede decirle que no tenga miedo? Yo estaré a su lado siempre... - Kate sonrió al notar la implicación de la palabra siempre en la frase de Edward. Siempre que esté feliz, siempre que esté triste, siempre cuando consiga un logro, siempre cuando alguien la rechace por ser diferente. Kate miró por un segundo a Edward y vio determinación en su mirada, era cierto... Edward estaría junto a Marie siempre.

La fiesta de Edward fue hecha el mismo día de su cumpleaños, un 20 de junio. La decoración realizada por completo por su madre no podía ser otra que no fuese de Spiderman, desde los manteles, servilletas, vasos y piñatas. Todo el techo estaba decorado con enormes telarañas ficticias que daban la impresión que en cualquier momento Peter Parker saltaría sobre ellas para luchar contra los malhechores.

De a poco los invitados empezaron a llegar. Por petición del mismo Edward esa tarde usaba un trajecito formal, un chaleco y un corbatín negro le daban el toque de elegancia a su camisa blanca y pantalón de tela costoso. Se lo veía como todo un caballerito, de aquellos a los que provoca comerse a besos por lo adorable que se ven.

La mayoría de regalos de sus invitados eran relacionados a la fiesta. Muñecos de Hombre Araña, camisetas y mochilas del mismo personaje. Todos eran muy parecidos, nada diferente a lo que ya tenía en su habitación. Edward aún no sabía ver la hora, pero lo que sí sabía es que ya se les había hecho tarde a Marianne y a su padre y ellos no aparecían en la fiesta.

Por un momento temió que su niña de ojos cafés no llegara a la fiesta, miedo que fue disipado cuando la vio entrar con un lindo vestido blanco y su cabello suelto adornado con unas flores del mismo color del vestido. En el rostro del niño se dibujó una enorme sonrisa y corrió hasta la puerta, pero fue interceptado por Andrea quien también había llegado unos segundos antes.

- ¡Mira Edward! - Le extendió una enorme caja interrumpiendo así su encuentro con la pequeña Marianne - ¡Es tu regalo! ¡Feliz Cumpleaños! - El niño frunció el ceño y apartó a Andrea rápidamente - ¡Hey! - fue la única respuesta de Andrea.

- ¡Viniste! - dijo mientras la abrazaba con fuerza e Marianne asentía. Helena quien estaba cerca de la puerta agradeció a Charles el traer a Marie a lo que Charles respondió que lamentaba haber llegado tarde, pero tenían una emergencia en la estación.

- Si quiere la puede dejar aquí Jefe Cooper. Estará segura con nosotros... Yo personalmente la voy a cuidar - Con algo de recelo Charles aceptó dejar a su pequeña Marie con la promesa de Helena que nada le pasaría.

Marianne vio llegar a más niños con enormes cajas en sus manos y se sintió avergonzada por la pequeñez de su regalo, pero era algo que había tardado días en hacer y en lo que había puesto todo su corazón.

La pequeña miró la casa con rapidez y notó que había un patio interno. Rápidamente tomó la mano de Edward y cruzaron la sala.

- ¿Esa no es la niña sorda de la escuela? - Se le escuchó decir a Laura, una de las amigas de Elizabeth - No sabía que tu familia se juntaba con personas extrañas - La pequeña Elizabeth negó y salió avergonzada de la sala camino a la cocina.

- ¿Dónde vamos? - preguntó con curiosidad un sonriente Edward. Marianne siguió su camino y llegó al patio. El lugar era bonito, tenía un césped muy bien cuidado y muchas flores de colores. A pesar que su lindo vestido se podría arruinar a Marie no le importó y se sentó sobre el césped.

- ¿Qué hacemos aquí? - dijo Edward mientras se sentaba frente a ella. De un pequeño bolsillo que su vestido tenía en la parte delantera Marianne sacó un papel muy bien doblado y se lo extendió a Edward. Él miró extrañado por un segundo - ¿Es mi regalo? - Marianne asintió al entender lo que Edward le preguntó.

Con cuidado el niño desdobló el papel para ver su contenido. En él, un hermoso dibujo había sido plasmado. De manera un poco deforme, pero muy clara se veían dos muñecos; una niña y un niño que estaban tomados de la mano, debajo de ellos un enorme corazón rojo estaba pintando con crayones. Edward sonrió al ver el mejor regalo que pudo recibir aquella tarde. El regalo de su Marianne.

- ¿Somos tu y yo? - Preguntó a lo que la niña asintió - Juntos por siempre - fue su sentencia. Se acercó a ella para agradecerle por el gesto, pero a diferencia de otras ocasiones en las que abrazaba el pequeño cuerpo de Marianne esta vez hizo algo distinto. Recordó el gesto que papá tenía con mamá cada vez que preparaba su comida favorita e intentó imitarlo.

Se acercó a ella y en el acto más inocente del mundo junto sus labios a los de la pequeña Marianne, así como lo hacía su padre. La pequeña se sorprendió y abrió los ojos como platos mas no se retiró. Fracciones de segundos fue lo que duro aquel cándido beso, pero fue suficiente para darse cuenta que...

Aquella tarde un dibujo, una promesa y un beso marcarían sus vidas para siempre.

                         

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