El Ceo busca su Cenicienta
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Capítulo 5 Tarde a su propia boda

A Keily se le comprimió el pecho cuando escucho lo del adelanto de la boda, no porque Julián la hubiera engañado, si no por el peso de la traición. Su vida había estado rodeada de traición, la habían engañado y jugado con ella desde que era una niña, la utilizaron tanto como les fue posible para cumplir las misiones más difíciles y luego intentaron deshacerse de ella.

A duras penas había conseguido sobrevivir y vago durante semanas herida sin rumbo fijo, hasta que un día el automóvil en el que viajaba Agustina Peralta sufrió un accidente, su parte sensata y racional le decía que no era su asunto, que lo mejor era no involucrarse, pero cuando sintió los gemidos de dolor procedentes del auto no pudo evitarlo y su cuerpo se activó por sí solo poniéndose en movimiento. Logró recatar a la señora y su chofer justo a tiempo antes de que el auto explotara.

Agustina despertó en los brazos de una niña de apenas 15 años, la chica se veía llena de churre y con una mirada feroz, pero de alguna manera la Señora Peralta solo podía ver un cachorrito abandonado, sucio y con ojos tristes que mordía para defenderse. A partir de ese día Keily se unió a la familia Peralta, pero, aunque la anciana la adoraba pronto el resto de la familia dejo muy claro su odio hacia la recién llegada. Lo último que necesitaban era competencia para la herencia. Agustina solo había tenido dos hijos Fernando Peralta que era el mayor y Mia Peralta la menor. Su hijo mayor siempre había sido prepotente, orgulloso y traía más problemas que recompensas a la familia, en cambio Mia había sido una chica encantadora, amable e inteligente. Agustina siempre la había visto como la heredera del negocio familiar, pero hacia 10 años Mia había fallecido en un accidente aéreo y desde entonces Agustina había caído en una gran depresión.

Gracias a la compañía de Keily la anciana Peralta se había recuperado y por eso su hijo Fernando, su esposa Amanda, y sus hijos les habían permito a la chica quedarse en la familia, siempre y cuando no aspirara a heredar nada de lo que legalmente seria suyo ellos no se preocupaban por ella, aunque eso no quería decir que no intentaban con todas sus fuerzas hacerle la vida extremadamente difícil con la esperanza de que ella abandonara la familia por voluntad propia, ya que en el fondo de sus corazones en realidad si temían un poco. La anciana le tenía mucho cariño a la chica y a todos les preocupaba que llegado el momento le dejara la herencia a ella. Janet era la hija mayor de Fernando, tenía más o menos la misma edad de Keily y desde el primer momento que la vio supo que había encontrado un rival? Janet sentía que Keily había legado para robar lo que debía ser suyo así que por tanto ella estaba en todo su derecho de quitarle cualquier cosa que Keily tuviera.

Keily sintió que su estómago se revolvía, la traición era una vieja amiga que evidentemente se negaba a abandonarla. Keily se sentía herida, no por amor, si no por orgullo, Había conocido a Julián hacia algunos años, era un chico guapo, agradable y ambicioso, ella siempre supo que no se querían y que su interés en ella se debía más al apellido que había adoptado, pero no le importaba. La familia de Julián tenía dinero, eran tan ricos como los peraltas y quizás hasta más, pero eran nuevos ricos, no tenían un pasado incluyente o un apellido poderoso, por eso Julián quería casarse con la familia Peralta. Nada de eso le molestaba a Keily, Julián le caía bien y dudaba de que la traicionara debido a su ambición. Janet lo había rechazado desde que eran niños por su falta de poder, así que ella era su única opción para unirse a la familia Peralta. Después de 3 años de noviazgo Keily creía que eran amigos, así que por fin había dejado de alargar la boda, pero allí estaba otra vez, abandonada prácticamente en el altar y siendo traicionada por el hombre con el que había decidió compartir parte de su vida. Keily se levantó del piso, acaricio a su abuela y le beso la frente.

- No te preocupes, todo estará bien. Regresare pronto.

- ¿A dónde vas? – quiso saber la anciana al verla tan tranquila.

- Pues a la boda obviamente.

- No, Keily, no vayas, no te humilles así.

- Abuela, ellos son los que se empeñan en humillarme, debes entender que no tengo por qué quedarme quieta. Ahora descansa y deja de preocuparte, te prometo que encontrare otro esposo, uno incluso mejor que Julián.

La anciana no respondió y sonrió tristemente viéndola salir por la puerta, adoraba a Keily, la había adoptado y querido como una hija propia, pero conocía bien sus defectos, Keily no era muy refinada ni de buenos modales, no había ido a la universidad ni era buena en nada destacable. Tenía un empleo del que se avergonzaba y por eso se lo ocultaba, se mataba trabajado para no pedirle dinero a nadie porque su orgullo era demasiado fuerte. Debía realizar trabajos pesados y peligrosos porque en ocasiones solía llegar herida, pero aun así era una chica excelente, atenta cariñosa, trabajadora, aunque esas características no serían las que un buen esposo adinerado buscaría. Los hombres de la zona ponían muy en alto los antecedentes familiares y la educación y ella, aunque había sido adoptada y legalizada como una Peralta, no era una de sangre, así que no tendría muchas oportunidades. Aunque puede que su belleza, si la sabia usar, fuera una buena carta. En conclusión, la anciana no tenía mucha fe en la promesa de que encontraría alguien mejor que Julián, después de todo el la necesitaba para entrar a la familia Peralta, pero otros hombres no tendrían esa misma necesidad, en todo caso los Peralta iban en decadencia, desde que Fernando se hacía cargo de los negocios familiares poco a poco había ido perdiendo mucho dinero. La anciana suspiro, no importaba que no encontrara otro hombre influyente, con uno que la quisiera sinceramente y estuviera a su lado se conformaría, solo quería verla ser feliz, con eso bastaba.

Mientras Keily se dirigía a la boda de su prometido en la cuidad, Henry, recibía un aviso que lo hacía sonreír.

- Señor hemos revisado las cámaras de seguridad de todas las farmacias de la cuidad y no encontramos nada, sin embargo, en una pequeña farmacia de las afueras una chica que coincide con la descripción compro algunos calmantes.

- ¿Dónde está esa farmacia? ¿Cuál es el pueblo más cercano?

- Eso no es todo señor, investigamos los alrededores y todas las mujeres jóvenes de la vecindad, luego descartamos según edad o rasgos y que viajen con frecuencia y logramos reducir a una candidata; ella es Keily Peralta, la hija adoptiva de la familia Peralta. – dijo extendiendo una fotografía.

- Keily – Henry saboreo el nombre y sonrió. – finalmente se tu nombre.

- Pero hay un problema señor, - el secretario hizo una pausa y se secó el sudor de la frente, hacia mucho no se encontraba tan ansioso - según el periódico local Keily Peralta hoy está contrayendo matrimonio con Julián Benítez.

- ¿Qué?, y solo hasta ahora la encuentran, manda a llamar un helicóptero, mi cenicienta no se puede casar con nadie más.

-

            
            

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