Le recordaba demasiado a su última misión, otra traición más. Keily apretó los dientes y entro a pasos acelerados, estaba harta de que todos la traicionaran, estaba harta de ser el hazmerreír.
Cuando las puertas de la iglesia se abrieron a su paso comenzaron a escucharse los murmullos de los invitados, la mirada de los presentes se clavó en ella y la siguió hasta el altar donde su prometido ahora se encontraba de la mano de otra mujer. Debido al ruido Julián y Janet se giraron para encontrar a una Keily muy enfadada. Janet sonrió con suficiencia pensando que le había arrebatado otra vez algo que ella quería, algo importante para Keily. Julián en cambio desvió la mirada con los ojos cargados de culpa.
- Llegas demasiado tarde querida tía. Tu prometido se acaba de casar conmigo, bueno, ya no es tu prometido, ahora es mi esposo.
Keily no dijo nada y cegada por la rabia y el odio subió hasta el altar tomó a Janet por los cabellos y le dio dos sonoras cachetadas.
- Esto es por creerme estúpida y esto por preocupar a la abuela, - le dijo mientras le pegaba. – Julián intento interferir, pero solo se ganó un rodillazo en la entrepierna. – y eso es por hacerme perder el tiempo – le dijo a su ex prometido.
- Por eso no puedes conseguir esposo, porque no eres más que una vulgar mendiga. – gritó Janet desde el suelo donde había caído mientras su madre y su padre se acercaban a ayudarla.
- Keily, ¿Qué crees que estás haciendo? Cómo osas empañar así el buen nombre de la familia Peralta. Aparecerte aquí y armar un escándalo como este. – Keily no pudo evitarlo y soltó una carcajada histérica, luego se acercó a Fernando. El hombre era mucho más alto y fuerte por no hablar de que le doblaba la edad, pero un momento al ver la mirada cargada de rabia y fuego en los ojos de la chica el hombre temió.
- ¿Yo estoy arruinando el buen nombre de la familia Peralta? La ramera de tu hija es la que se está casando con mi prometido en mi propia boda. Todos aquí saben quién se suponía que se iba a casar hoy, todos saben de mi larga relación con Julián, tu hija es zorra rompe hogares y me regañas a mí por darle un poco de educación. La que en primer lugar debías haberle dado tú en casa y mostrarle como debe ser una joven decente.
- No deberías sorprenderte de que me case con otra – logro hablar Julián después de recuperarse un momento – no estuviste aquí para ninguno de los preparativos. Vives prácticamente en la ciudad haciendo quien sabe que, apenas te he visto este último año hoy era la boda y solo unas horas antes apareces después de evitar todas mis llamadas y mensajes. Qué tiene que decida casarme con quien al final de cuentas me ayudó a preparar la boda.
- Claro, es tu decisión con quien te vas a casar, pero no me vengas con el cuento que la idea de remplazar a la novia surgió hace poco tiempo. El vestido que tiene puesto, que casualmente se parece mucho al mío, para no decir que es idéntico, demora 6 meses en hacerse. Nada de la decoración de la boda es la que hable con la encargada, porque puede que no hubiera estado presente, pero conversé con ella una vez y le deje en claro todo lo que no quería y cuales eran mis preferencias, en cambio no veo ni una sola de mis flores favoritas, en fin, me refiero a que si tuvieron tiempo de pedir el vestido y planificar la boda creo que podían haber tenido tiempo de informarme el cambio de novia.
La iglesia quedo en silencio durante un momento, pero de pronto un gran estruendo llamó la atención de todos los presentes, un coche se había estrellado contra la puerta principal y casi a rastras una mujer joven salió del interior del vehículo. Keily no necesito mirarla mas de unos segundos para reconocerla y se inmediato subió su vestido y corrió a ayudarla. Todos los presentes observaban anonadados la escena.
- Keily, tienes que huir, aquí ya no estas a salvo, nos han encontrado. – dijo antes de desmayarse la chica.
No hacía falta que dijera más nada, Keily sabia bien a quienes se refería, el momento que tanto había temido durante los últimos años por fin había llegado. El mismo gobierno para quien había realizado incontables trabajos y quienes la habían convertido en quien era ahora intentaba una vez más asesinarla para no dejar rastros de todas las cosas que habían hecho.