Capítulo 9 Separación y escándalo

Luis Carlos:

En Tablasa, febrero de 1983...

Según Kiko y el abogado, la madre de Verónica me podía denunciar y con esto, ir a la cárcel por el delito de estupro. Porque ella, a pesar de tener diecisiete años, sigue siendo una menor de edad. Aparte, que si no me caso, podían utilizar esto en mi contra y perjudicar mi carrera.

Revisando todo lo que he vivido, tomé la decisión de sincerarme con Vicky. Le propondré que me espere y en un año estaré divorciado para casarme con ella, la mujer que realmente amo. Al día siguiente, casi sin haber dormido, bien temprano en la mañana, llamé a Victoria.

(***)

-¡Buenos días, Vicky! -Saludé, con temor de que alguien le hubiese contado algo. A lo mejor las amigas de Verónica ya lo saben y de seguro se lo contarán a mis compañeros.

-¡Buenos días, mi amor! Respondió ella, irradiando la alegría de siempre.

-¿Vas a la Universidad? -Pregunté dudoso.

-¡Sí! Pero, si me vas a invitar para´¿'ñ salir, nos vemos en el mismo lugar de siempre, dame 15 minutos y estoy ahí -me sugirió.

-¡Perfecto! -Respondí con la mueca de una sonrisa.

Así fue, en quince minutos nos encontramos en nuestro lugar preferido, busqué la mesa con mayor intimidad y ahí la esperé, puesto que llegué con cinco minutos de antelación. Cuando la vi entrar, sentí un dolor profundo en mi corazón y la sensación de que será la última vez que la tenga tan cerca de mí.

Se veía hermosa, juvenil, fresca, como el rocío de la mañana. Si de algo me sentía orgulloso, era de mi novia. Y no solo por su belleza exterior, que es inmensa, sino la interior, esta es superior. Irradia y emana una energía maravillosa, angelical.

Me levanté de inmediato de la silla y caminé hacia ella, desesperado por sentir sus besos, que me devuelven las energías y las ganas de vivir. Esta vez, fui más efusivo, ardiente. Quería demostrarle, en ese instante, cuanto la amaba y deseaba, para que me perdonara este error.

La tomé por la cintura y la acerqué a mi cuerpo, para besar sus labios con pasión, como lo hacía cada vez que las circunstancias y los lugares me lo permitían. Por cuanto, siempre estábamos acompañados de sus amigas o sus hermanas.

-¡Mi amor, qué alegría verte tan temprano! -Saludó ella efusiva, después de que la besé- ¡Me encanta, que me recibas así! Lo deberías hacer más seguido -me pidió, abrazándome por la cintura.

»¡Me siento como si hubieses amanecido conmigo! -Me ilusionó, por lo que me volvieron las ganas de ser sincero, antes de que alguien le cuente las cosas como no son.

-¡Ja, ja! -Me reí con una sonrisa forzada, sintiéndome peor y lo cual ella descifró de una vez. Si alguien me conoce bien, es Vicky...

-¿Qué te ocurre, mi vida? ¡Estás muy tenso! -Exclamó, empinándose sobre las puntas de sus pies, para besar mis labios. Dejé que me besara y saboreara, como me decía a veces, porque no sé cuándo la vuelva a tener así, después que hable con ella.

-¡Nada, mi amor! -Exclamé, arrepintiéndome, de haber tomado la decisión de contar toda la verdad a ella. Sin embargo, en ese momento, repicó mi celular, por lo que le pedí permiso para responder la llamada de Kiko, entretanto ella se sentó en la silla de frente a mí.

-¿Sí, dime? -Contesté, apenas abrí el celular, sentándome frente a Vicky.

-¿Dónde estás? -Interrogó este, como atribulado.

-¿Qué ocurre? ¿Pasó algo? -Fue la respuesta que le di.

-¡Creo que va a estallar la bomba! En uno de los programas de entretenimiento de TV, están hablando de tu relación, con una fan, la cual supuestamente es menor de edad. Luis Carlos, esto no te conviene, hay que actuar rápido -aconsejó él.

Creo que perdí el color en mi rostro, porque Victoria, se levantó de su silla preocupada y se acercó a mí, para saber qué pasaba. Ella, me consoló y me echó aire con una servilleta. Esto fue peor, ver como se angustió por mi salud, comenzó a gritar al mesonero que me trajera algo.

-¡Por favor, trae un té bien frío! -Solicitó ella, preocupada por mi salud.

-¡Calma, mi amor! Ya me está pasando -Admití, tomándola de las manos y haciendo que se sentara a mi lado. Así, comencé a contar todo, omitiendo algunos puntos como las veces que estuve con ella, por qué la invité, entre otras cosas.

El rostro de Vicky, fue el que ahora perdió color. Ella, se mantuvo inmóvil. Escuchó todo con valentía y valor. Obviamente, soltó sus manos de las mías. Sus ojos se desbordaron en lágrimas, lo cual me dolió.

-¡Perdón, mi amor! Por favor, ¡Perdón, por haberte fallado! No te imaginas cuanto me arrepiento de lo que hice -supliqué sintiéndome abatido y deprimido ante ella.

-¡Me prometiste, que tus hijos, los tendrías solo conmigo! En vista, que me fallaste también con esa promesa, prefiero olvidar que algún día te conocí. Por lo tanto, olvídate que te voy a esperar. ¡Chao! ¡No fue un placer conocerte! -Me gritó y salió corriendo.

Al salir del lugar, Victoria iba descontrolada, por lo que corrí detrás de ella. Cuando la alcancé en el estacionamiento, comenzó a gritar, llamando la atención del vigilante, quien me reconoció. Este me solicitó amablemente que le soltara y la dejara ir. Y así hice.

A pesar, de todo lo que hice por salir de esta situación sin afectar a Vicky, se desató un fuerte escándalo y salió a relucir mi relación a escondida con ella. Alguien, dio a conocer la noticia, aunque dudé de su madre, no creo que sea capaz de generar una situación perniciosa, que involucre a su propia hija...

En Tablasa, abril de 2003

Así, fue como perdí al amor de mi vida, porque al día siguiente desapareció de Tablasa. De esto, hace 20 años y hoy estoy aquí, llorando, sufriendo y recordando mi trágica vida sin ella. Hasta ese día, me consideré un ser humano privilegiado, que sobresalía de mi clase humilde...

Era afortunado, con una madre que daba su vida por mí, e igual la mujer de quien me enamoré. A veces me creía único. Había logrado, a mi poca edad, lo que otros se tardan toda la vida en conseguir: el amor de una buena y bella mujer, la fama, ser rico, adinerado, en fin, aventajado.

Y resulta que al final, la que creía que era mi madre, la que me crio, no era mi verdadera madre y la mujer que amé y amaré por siempre, no fue ni será mi mujer, menos mi esposa...