Perfecto Desconocido
img img Perfecto Desconocido img Capítulo 10 Confianza
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Capítulo 11 No dudes de mi amor img
Capítulo 12 Atrapado en tu corazón img
Capítulo 13 Felicidad img
Capítulo 14 Chris Golden img
Capítulo 15 Medidas img
Capítulo 16 Nervios img
Capítulo 17 Tensión img
Capítulo 18 Confía en mí img
Capítulo 19 Mensaje img
Capítulo 20 Atrevimiento img
Capítulo 21 En busca de respuestas img
Capítulo 22 Confesión img
Capítulo 23 Sin salida img
Capítulo 24 Preocupación img
Capítulo 25 Sueño img
Capítulo 26 Tres por uno img
Capítulo 27 Trampa img
Capítulo 28 Cenizas img
Capítulo 29 Corazonada img
Capítulo 30 El único img
Capítulo 31 Ubicación img
Capítulo 32 Irreconocible img
Capítulo 33 Perfecto desconocido img
Capítulo 34 Uno solo img
Capítulo 35 Dolor compartido img
Capítulo 36 Extrañeza img
Capítulo 37 Bonita y dulce img
Capítulo 38 Odio img
Capítulo 39 Encuentro img
Capítulo 40 Beso img
Capítulo 41 Sorpréndeme img
Capítulo 42 Mía img
Capítulo 43 Error img
Capítulo 44 Fuera de control img
Capítulo 45 ¿Te gusta img
Capítulo 46 Deseo img
Capítulo 47 Único error img
Capítulo 48 Karma img
Capítulo 49 Placer img
Capítulo 50 Esposo obediente img
Capítulo 51 Resultado img
Capítulo 52 Vida nueva img
Capítulo 53 Celestina img
Capítulo 54 Especial img
Capítulo 55 Provocación img
Capítulo 56 Teoría img
Capítulo 57 Lazo de amistad img
Capítulo 58 Única img
Capítulo 59 Riesgo img
Capítulo 60 Deseo img
Capítulo 61 Lea Bardot img
Capítulo 62 Esperanza img
Capítulo 63 Plan fallido img
Capítulo 64 ¿Me esperabas img
Capítulo 65 Confesión img
Capítulo 66 Final img
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Capítulo 10 Confianza

La fiesta en el yate se extendió hasta largas horas de la noche, por lo que la pequeña travesía por el Río Po se vió retrasado. El día más maravilloso de mi vida ha sido perfecto y justo como lo soñé. Solo nos hace falta irnos rumbo a Venecia, dónde tendremos nuestra luna de miel en una casa que compramos en conjunto. Siempre fue mi sueño vivir allá, pero por ahora no está mal solo ir de paso.

Aiden me agarró con descaro el trasero frente a todos los invitados, que mi cara por poco y explota de la vergüenza. Me acercó a su cuerpo posesivamente y sopló suave en mi oído. Una corriente llena de escalofríos me sacudió todo el cuerpo.

-¿Qué tal si los despachamos ya? Ahora solo quiero darle todo mi tiempo y atención a mi preciosa esposa -susurró.

-Espera un poco más, mi vida. Todos están muy felices bailando -percibí su erección en mi estómago.

-¿Ves cómo me tienes con ese vestido? No creo aguantar por más tiempo -me besó efusivamente-. Quiero hacerte el amor hasta cansarme; o sea, nunca.

Reí sobre sus labios.

-Tendremos toda una vida para que lo hagas sin cansarte, ¿no? -se mantuvo en silencio por unos segundos-. ¿O sí?.

-¿Cómo crees que me voy a cansar de amarte, mamacita? -volvió a besarme, a la misma vez que de mis labios escapaba un suspiro-. Escúchame bien; vivo, muerto o así sea en la mismísima China, nunca dejaría de amarte.

Sus palabras fueron una punzada en mi pecho, pero no supe descifrar si fue de advertencia, dolor o simplemente escuchar sus palabras me dieron una felicidad muy grande.

Aiden caminó hasta la pequeña tarima y quitó el micrófono del cantante. Cómo que tiene bastante afán de estar a solas conmigo, no voy a negar que yo también muero por pasar las siguientes dos semanas a solas con él. Hace mucho no teníamos una escapada así.

-Mi esposa y yo queremos darles las gracias por haber compartido de este día tan especial con nosotros. De corazón, gracias, pero ustedes saben perfectamente que no se puede aguantar cuando se tiene al lado a una mujer tan hermosa como mi Sara -debía estar más roja que un tomate, mientras todos reían por sus ocurrencias-. No es por echarlos ni nada de eso, pero ya saben por dónde es la salida.

Todos estallamos en risas. Aiden hizo una ligera inclinación y se bajó de la tarima para empezar a despedir a los invitados. No eran muchos, solo los más allegados, mis padres y uno que otro de sus socios. Se me hace extraño que ningún miembro de su familia estuviera aquí compartiendo de este día junto a él. Tampoco es como que se vea afectado por ello, de hecho, la felicidad en su rostro se nota a kilómetros. Tiene una sonrisa radiante, efusiva y muy contagiosa.

-Ten mucho cuidado, mi amor. Visítanos a penas regresen, queremos saber más de nuestro nietecito -mi madre me abrazó.

-Les estaré avisando. Los amo y cuídense mucho.

-Cuídate, mi niña -papá dejó un beso en mi frente.

Los vi bajar del yate con una sonrisa y una felicidad que no les cabía en el rostro. Se les noto por encima que quieren explotar esa gran bomba que les he dado. Si yo estoy muriendo por decirle a Aiden, no me imagino lo que deben de sentir ellos; es su primer y único nieto, por ahora.

Según todos los invitados bajaron del yate, Aiden fue quien tomó el mando como Capitán. No es la primera vez que lo hace, pero sí me preocupa un poco por lo que ha estado bebiendo y además de que ya es de noche.

-Mi amor, ¿y si vamos a descansar un poco? Podemos atracar en el siguiente pueblo -rodee su cintura desde atrás, descansando la mejilla en su espalda.

-Tienes razón, mi reina -besó mis manos que descansan en su pecho-. Pero descansar en sí, es lo que menos vamos a hacer.

Atracó en el muelle más cercano e hizo las amarras en el mismo, mientras me quedé observando lo que hacia desde estribor. Me enamora todo de él, y más cuando de navegar se trata. Los yates son su pasión. Navegar es lo que más ama hacer en la vida.

El Río Po es hermoso por sí solo, con unas increíbles vistas de los pueblos a lo largo de su extensión hasta Venecia. Observé las casas coloquiales y coloridas hasta sentir un par de fuertes brazos abrazarme desde atrás. Aiden apoyó la barbilla de mi hombro.

-Estoy tan feliz de tenerte solito para mí. Te tengo una sorpresa.

Me giró suavemente, tomando mi mano y guiandome hacia la única habitación del yate. Es una enorme sala que tiene una cama en el centro, televisión, un gigante bañó y, lo que más me encanta; son las ventanas oscuras que nos dejan ver todo a nuestro alrededor. Lo importante es que de afuera hacia adentro no se ve absolutamente nada, por lo que me tranquiliza saber que nadie nos ve mientras nos entregamos apasionadamente uno al otro.

-Espera -me detuvo antes de abrir la puerta.

-¿Qué pasa?.

Cubrió mis ojos con sus cálidas manos, a su vez que su aliento me golpeó en el oído.

-Te tengo una sorpresa, mi reina hermosa -mordió el lóbulo de mi oreja haciéndome estremecer-. Confías en mí, ¿verdad?.

-Ciegamente, mi amor -respondí sin titubear.

                         

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