Irresistible encanto
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Capítulo 5 The..

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** * * * * * * * * * * * DASTON * * * * * * * * * * * * * * * * *

Voy conduciendo muy tranquilamente por toda la ciudad para poder llegar a mi casa, la cual está muy alejada de la universidad. Mientras tanto, me entretengo con una buena canción de Billy Ocean, "Love really hurts without you". Realmente la canción es demasiado buena y Ocean es uno de mis cantantes favoritos. Ante ello, solo me queda cantar un poco a solas, ya que, si alguien me viera haciendo tal cosa, se burlaría de mí en mi propia cara y muy probablemente no me consideraría una persona seria en su trabajo o tal vez no pensasen ello, pero me da igual; detesto hacer el ridículo en público porque, para ser totalmente sincero, canto muy mal. (río)

- "But don't you know you are turning me on. I know that it's wrong, but I can´t stop this pain inside me". "Baby, love really hurts without you, love really hurts without you and it is breaking my heart, but what can I do, baby?" "Love really hurts without you, love really hurts through and through and it is breaking my heart. But what can I do without you?" ...

-Este sí es un buen cumpleaños- digo ello mientras sonrío y muevo la cabeza como un loco y, de esta manera, entro a la carretera y me permito acelerar un poco más mi auto. Esta pequeña acción me hace recordar a cuando participaba en las dichosas carreras clandestinas cuando aún tenía veinticinco años. Solía venir con unos amigos de la infancia (Ethan entre ellos) y también con Diana, pero a ella no le agradaban tanto, pues siempre tenía el temor de que algo nos sucediese a Ethan o a mí (un accidente o que la policía nos atrapara), por lo cual no disfrutaba de la adrenalina que te brindaba este tipo de entretenimiento. Sin embargo, yo era adicto a la adrenalina y no me importaba lo demás cuando comenzaba a manejar el auto y aceleraba todo lo que daba.

-Wooooooooohhhh...- grito a como cuando tenía veinticinco y ganaba en una de las dichosas carreras. – Ya basta, Daston, ya no eres un veinteañero. – río a como hace mucho tiempo no lo hacía.

- "Baby, love really hurts without you, love really hurts without you and it is breaking my heart, but what can I do, baby?" "Love really hurts without you, love really hurts through and through and it is breaking my heart. But what can I do without you?" ...

Y así voy conduciendo a lo largo de la carretera hasta que entra una llamada de un número que no tengo registrado, ante lo cual, lo único que atino hacer es no atender la llamada y colgarla cuanto antes. Sin embargo, siguen insistiendo, pero no le tomo atención, pues lo único que hace es interrumpir la siguiente canción de Ocean y, por lo tanto, mi celebración personal de mi cumpleaños número cincuenta.

Sigo conduciendo hasta llegar al único lugar en el que me podía sentir tranquilo, mi casa. Me estaciono, cojo mis llaves, mi maletín de trabajo y con ello bajo del auto.

Al bajar del auto, me dedico a respirar un poco el aire fresco que me ofrecía este lugar. Mi casa me fascinaba, me gustaban los fines de semana que pasaba encerrado en esta propiedad escuchando música, leyendo, tocando el piano o simplemente viendo películas. Esta se encontraba muy alejada de la ciudad, por lo cual el camino hasta aquí (en auto) era de una hora y treinta minutos, pero realmente valía la pena cada minuto que tomase llegar hasta este lugar. Esta se encontraba al final de un camino lleno de árboles, lo cual era bastante agradable, pues en verano estos árboles refrescaban el ambiente; mientras que, en cuanto a los vecinos, no eran muchos, pues solo habitaban 5 familias más en el lugar. En cuanto a mi casa, esta era relativamente grande, ya que contábamos con un gran jardín en la frontera de esta, así como de una mesa de picnic y una hamaca que Diana y yo solíamos usar en las noches de verano. Este lugar era perfecto para la familia que Diana y yo pensábamos formar, realmente a ambos nos encantó la casa ni bien entramos en ella. Aparte del enorme jardín, en el interior de la casa había siete habitaciones (sí, bastantes habitaciones); esto se debió particularmente a que ambos queríamos formar una familia numerosa con 5 hijos, pero no fue así. Bueno, además de los siete dormitorios, esta contaba con una sala de estudio, un cuarto de música, un pequeño gimnasio y una sala de pintura, la cual era exclusivamente de Diana, pues ella era una gran artista plástica.

Nuestra sala era uno de nuestros lugares favoritos, ya que contaba con una cálida chimenea estilo francés. Aquí solíamos pasar largas horas de nuestros fines de semana conversando de cualquier tema, desde el trabajo hasta cada una de las bromas que Ethan solía hacerle a Dena, su esposa y mejor amiga de Diana, pero lo que más me gustaba era recordar cada una de las oportunidades en las que hicimos el amor. Recordar ello me hace sentir más miserable, pues desde su muerte hasta hoy no he podido llegar a sentir algo similar por alguien, solo he tenido salidas ocasionales, pero nada serio (ni mínimamente, pues solo es cuestión de una noche); además, nunca me atrevería a traer una mujer que no fuese Diana a esta casa.

Ethan me ha propuesto muchas veces vender este lugar, pero me resisto a hacerlo. Simplemente no me podría deshacer del lugar en el que viví los mejores años de vida en compañía de la única mujer que he amado y seguiré amando. Así que todo reclamo y discurso de Ethan acerca de que "debo dejar ir" ha sido en vano; el tipo, simplemente, pierde su tiempo. Nunca abandonaré esta casa y mis recuerdos.

-Qué rápido pasa la hora- murmuro – ya van a ser las siete y debo estar en el restaurante a las nueve – suspiro con pesadez – ya no creo que pueda dormir si quiera veinte o diez minutos después de tomar una ducha, ya es tarde...Bueno, creo que esa es la desventaja de vivir al otro lado de la ciudad.

Y con ese pensamiento, subo a mi habitación y dejo las llaves en mi mesa de noche y empiezo a reproducir otro tema de Billy Ocean en el tocadiscos que tengo en mi habitación. En esta ocasión, me limito a disfrutar de Suddenly mientras voy camino a la ducha.

-Bueno, creo que no me caerá mal una ducha de agua fría – río – así sea setiembre, no puedo resistirme a la sensación que el agua fría le ocasiona a mi cuerpo. – abro el grifo de la regadera. - ¡carajo! -exclamo – al parecer está más fría que de costumbre – río – pero yo lo quise así – suspiro mientras siento cómo el agua me hace olvidar todas mis preocupaciones. Alzo mi cabeza y me limito a sentir cómo el agua cae directamente en mi rostro y hombros mientras disfruto del tema de Ocean.

Luego de unos largos 20 minutos, salgo del baño con una toalla alrededor de mi cintura, veo la hora y ya son las 7 y 12 minutos. Me dirijo a mi armario y saco el esmoquin negro que usaré esta noche. Puesto a que el Hostin era un lugar exclusivo, era que tenía que usar un traje de noche, de lo contrario, si entrase a ese lugar con cualquier camisa o pantalón, sería el centro de atención de toda persona que estuviese en aquel lugar. Ello, de alguna u otra manera me incomodaba hasta cierto punto, pero debía admitir que me sentía cómodo usando trajes; además que el Gritzel Hostin era mi restaurante favorito, la comida era realmente exquisita.

-Bueno, después de todo, 4 estrellas Michelín no lo obtiene cualquier restaurante.

Comienzo a vestirme cuando, otra vez, entra una llamada de el mismo número no registrado, pero, en esta ocasión, ante la insistencia, decido contestar.

-Diga- menciono – escucho una respiración al otro lado del teléfono, lo cual me hace perder la paciencia, ya que no entiendo por qué llamarían con tanta insistencia si no pensaban contestar. - Le comieron la lengua o qué – digo – por favor, deje de molestar a la gente que sí está ocupada.

Estoy decidido a cortar cuando de pronto contestan.

-Daston, hola, buena noche.

- Perdón ¿Quién habla? – cuestiono con notoria incomodidad

-Ah emmm – suspira

- Por favor, no tengo tiempo para perder...

- Soy yo, no cuelgues, por favor, soy Olivia Margaret.

- Doctora Richner, qué sorpresa. Disculpe, pero no sabía que fuese usted, no la tengo registrada y no entiendo cómo consiguió mi número – cuestiono de manera grosera.

- Sí, yo lo siento. Lamento mucho molestarte, pero solo quería desearte un feliz cumpleaños y, por lo de tu número, creo que fue inapropiado pedírselo al doctor Ethan. Lo siento nuevamente.

- Así que Ethan – digo mientras pienso en qué m****a estaba pensando Ethan cuando le dio mi número a Richner. – No se preocupe – digo – y gracias por el saludo. Ahora, si me lo permite, tengo un asunto que atender. Que tenga buena noche.

Cuelgo la llamada, aunque creo que ella, al parecer, iba a decirme algo más, pero no me importa, ya que es muy tarde y no tengo los ánimos suficientes para entablar una conversación con ella.

Me miro al espejo y me observo.

-Bueno, Daston, al menos no pareces un viejo decrépito – me digo a mi mismo – buen trabajo, amigo. – me coloco los gemelos, tomo mis llaves y mi billetera y salgo de mi habitación; inmediatamente, bajo las escaleras y salgo de mi casa. Ya en el auto, veo (una vez más) la foto que traigo de Diana en la guantera, mientras me permito escuchar "Don't dream it's over" de Crowded House y, con esa canción, finalmente, voy rumbo al Gritzel Hostin para celebrar mi medio siglo de vida. - Ya estás viejo, Daston, asúmelo. - sonrío. - me falta juventud, tal vez pueda conseguir algo hoy.

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