Capítulo 6 Mi nombre es Chris Howard

Habiéndose tomado unos segundos para comprender las intenciones de la joven, Renee asintió con la cabeza: "Si no mal recuerdo, tus suegros pertenecen a la familia Walsh, a quienes les ha ido bastante bien últimamente. ¿Son ellos los que quieren colaborar con nosotros?".

Mientras hablaba, ella miró a Chris en busca de confirmación.

Sin levantar la vista de su celular, éste respondió casualmente: "El nuevo proyecto de energía que lanzaron recientemente ha sido su principal enfoque durante los últimos dos años".

Después de una breve pausa, agregó: "Aunque los Walsh tienen la capacidad para cooperar con nosotros, Declan tiende a excederse. Siempre quiere más de lo que puede manejar".

Entonces volvió a concentrarse en su dispositivo, como si sólo se tratara de un simple análisis comercial.

Sin embargo, Kimberly sintió una sutil advertencia en el tono del hombre cuando se dirigió a ella.

Entretanto, Renee sostuvo su mano y habló con una voz llena de genuina preocupación: "Si realmente deseas ayudar a la familia de tu marido, estoy dispuesta a considerar tu solicitud. Aunque debo confesarte que he escuchado algunos rumores sobre él en estos dos últimos años y puede que no sea el mejor socio...".

"Creo que no me entendió, señora Howard", interrumpió Kimberly, inhalando profundamente. "No vine para hablar en nombre de los Walsh. Lo que estoy buscando es una colaboración para mi tía con ustedes".

En cuanto terminó de hablar, la habitación quedó en silencio por un momento.

Chris, quien había estado absorto en su celular, volteó rápidamente y posó su atención en ella.

"¿Para tu tía...?", Renee sonaba sorprendida, "Mabel Holden, ¿la actual líder de tu familia?".

Sin decir nada, pero con una expresión convencida, la joven asintió con la cabeza.

Después de la muerte prematura de sus padres y la enfermedad de su abuelo, la familia Holden quedó en un estado de vulnerabilidad. Fue entonces que Mabel decidió intervenir para gestionar el caos y defender a los suyos.

En su vida pasada, ésta apostó al proyecto de energía para restaurar la gloria de los Holden con la esperanza de asociarse con la familia Howard. Sin embargo, no contaba con que el clan Walsh se aprovecharía del collar de Kimberly para tomar ventaja antes que ella.

Como resultado, la familia Walsh prosperó gracias a la colaboración, y en su esfuerzo por hacer crecer su imperio comercial, compitieron sin piedad y destruyeron la empresa que Mabel había trabajado tan duro para construir, lo que finalmente llevó a los Holden a la quiebra.

Derrotada y sin poder hacer más, Mabel se vio obligada a abandonar el país.

Pero antes de irse, visitó a Kimberly, le entregó una importante suma de dinero y le advirtió que había confiado en la persona equivocada. También le dijo que si alguna vez necesitaba un lugar a dónde ir después de divorciarse, siempre sería bienvenida a unirse a ella en el extranjero.

En ese momento, como estaba completamente enamorada, Kimberly ignoró sus preocupaciones, una decisión de la que se arrepentía profundamente.

"Solamente quiero darle a mi tía la oportunidad de competir por la colaboración. Pero si su familia piensa que no está a la altura, entonces puede declinar en cualquier momento", dijo la joven con una mirada determinada. "Sin embargo, confío en que mi tía le demostrará su valor".

Luego de observarla en silencio durante unos instantes, Renee estalló en carcajadas.

Kimberly se sintió incómoda ante su reacción, pero justo cuando estaba a punto de decir algo, la anciana respondió: "¿Sabes por qué estoy tan decidida a comprar este collar?".

Ella hizo una pausa para ver el rostro confundido de la chica y sonrió suavemente: "Porque fue un regalo de mi esposo".

Llenos de recuerdos, sus ojos se detuvieron en la joya mientras continuaba explicando: "Alguna vez mi familia atravesó tiempos difíciles, por lo que me vi obligada a empeñarlo para que pudiéramos salir a flote. Más tarde, cuando nuestra situación mejoró, fui a comprarlo de nuevo, pero ya lo habían vendido".

Incapaz de hablar, Kimberly se limitó a escucharla con atención.

Renee pareció recordar un pasado triste mientras tocaba la gargantilla y su voz se volvió más suave.

"En el pasado, esta joya nos trajo suerte a mi familia y a mí. Espero que a ti te pase lo mismo", luego, miró a su nieto y agregó, "Me siento un poco cansada. Por favor, acompaña a la señora Walsh a la salida".

Kimberly estaba a punto de oponerse cuando notó que Chris ya estaba de pie, moviéndose a su lado y haciéndole señas para que lo siguiera.

Aunque no quería hacerlo, terminó resignándose y lo siguió en silencio.

Cuando las puertas se cerraron a sus espaldas, ella rozó el collar con los dedos mientras sus pensamientos daban vueltas con inquietud.

A su lado, Chris la miró y comentó: "No te preocupes, mi abuela aceptó tu propuesta".

Sorprendida, la joven se giró y lo miró con unos ojos tan grandes y cautivadores que la hicieron lucir indescriptiblemente encantadora.

Por supuesto, eso no pasó desapercibido para Chris, quien volteó rápidamente hacia otro lado.

"El nuevo proyecto energético de tu familia comenzó tarde, y si bien no tiene las mismas conexiones fuertes de la familia Walsh, tu tía es confiable, mucho más que el villano de tu marido", dijo él, en tono casual.

Esa era la primera vez que Kimberly escuchaba que alguien se refería a Declan como un villano, lo cual le pareció ridículo y hasta cierto punto apropiado, haciéndola reír.

Su risa contagió a Chris, provocando que sus labios se curvaran en una sutil sonrisa.

"¡Ay, el collar!".

Al acercarse al jardín, ella se dio cuenta de que había olvidado entregarle la joya a Renee. Entonces levantó la mano para quitársela, pero ésta se enredó en su cabello y no pudo hacerlo.

Cuanto más tiraba de ella, más frustrada se sentía.

Pero justo cuando estaba a punto de jalarla con fuerza, una voz masculina acudió en su auxilio: "No te muevas, déjame ayudarte".

Antes de que Kimberly pudiera negarse, Chris ya estaba detrás de ella, tratando hábilmente de liberar el collar.

Cuando sus dedos fríos rozaron su piel cálida, la joven quiso alejarse de inmediato. Entonces pensó que era algo demasiado insignificante como para hacer un escándalo, así que se quedó quieta y dejó que Chris desenredara cuidadosamente la gargantilla.

"Espera un poco, estos últimos hilos están atorados. Creo que tendré que romperlos".

Al oír eso, Kimberly cerró los ojos y se preparó para el ligero dolor cuando una voz severa preguntó: "¿Qué están haciendo ustedes dos?".

Para entonces, Chris ya le había quitado el collar e incluso lo había sacado de su cuello.

Con la ira reflejada en su rostro, Declan se acercó acompañado de Valerie.

La escena que acababa de ver había sido la gota que derramó el vaso.

Primero, el mayordomo de la alta sociedad de Javille lo humilló públicamente y casi lo expulsó del banquete, convirtiéndolo en el hazmerreír de toda la ciudad. ¡Y ahora, su instigadora esposa estaba siendo cariñosa con un extraño!

Furioso, Declan corrió hacia adelante y le gritó a Kimberly: "No me extraña que hoy te hayas comportado tan diferente y me hayas tratado con tanta dureza frente a todos. ¡Querías deshacerte de mí para andar con otro!".

Frunciendo el ceño, ella refutó: "¿Entonces por qué me habías mantenido alejada de estas reuniones? ¿Acaso era para que otras mujeres pudieran coquetear contigo?".

Perplejo y temblando de coraje, el hombre se quedó sin palabras: "Tú...".

A su lado, Valerie se cubrió la boca y se mostró sorprendida por el enfrentamiento: "Kimberly, independientemente de lo que hagas en privado, este es un evento público y tienes que cuidar tu comportamiento. ¡Si la gente ve esto, la reputación de nuestra familia se hará pedazos!".

Sus palabras sugirieron sutilmente que la joven era una mujer infiel y promiscua.

Eso enfureció aún más a Declan, quien agarró la muñeca de su esposa con la intención de llevársela: "Ve a casa y quédate allí. ¡Deja de seguirnos avergonzando!".

Sin embargo, un brazo fuerte detuvo abruptamente su movimiento.

"Si la señora Walsh no quiere ir a ningún lado, tú no tienes derecho a decidir por ella".

Declan se giró y encontró a un hombre de cejas pronunciadas y ojos cautivadores, cuya personalidad irradiaba un aura de arrogancia y poder.

Más enojado que antes, respondió: "Yo soy su esposo, y por esa razón, ¡ella tiene que hacer todo lo que le pida!". Suponiendo que el joven y apuesto hombre que tenía frente a él era un tipo interesado en búsqueda de alguna mujer rica, su desprecio se hizo más grande: "¿Y quién te crees tú para interferir?".

Ante eso, Chris respondió con una leve sonrisa, realzando su ya carismática presencia: "Desafortunadamente, en este contexto sí tengo voz y voto. Mi nombre es Chris Howard".