Capítulo 5
La luz cálida de la lámpara caía suavemente sobre el espejo, mientras Jade observaba a Alexa preparar todo el maquillaje. Había algo casi mágico en la forma en que su amiga manejaba las brochas y los colores, como si tuviera un talento innato para hacer que todo se viera perfecto. Jade la observaba atenta, notando los detalles que hacían la diferencia. El maquillaje de Alexa siempre era impecable, delicado pero fuerte al mismo tiempo. Era la mezcla perfecta entre sofisticación y poder. Esta noche, no era la excepción.
-A ver, cierra los ojos, Jade -dijo Alexa, con una sonrisa que reflejaba la confianza de alguien que sabía lo que hacía.
Jade obedeció y dejó que Alexa comenzara con su rutina. Primero, aplicó una base ligera sobre su rostro, cubriendo cualquier imperfección sin perder la naturalidad de su piel. Luego, pasó al polvo traslúcido, sellando lo que ya había hecho. Jade no podía evitar sentirse tranquila bajo las manos expertas de su amiga.
-No quiero que me quede muy exagerado, ¿sabes? -le dijo Jade, rompiendo el silencio mientras Alexa continuaba.
Alexa sonrió con picardía, respondiendo sin detener su trabajo. -Claro, te haré ver como una diosa, pero sin exagerar. Relájate.
Jade rió, confiando plenamente en ella. A lo largo de los años, Alexa había demostrado ser una experta en esas cosas. Se conocían tan bien que Jade sabía que su amiga nunca haría algo que la hiciera sentirse incómoda. Además, tenía una habilidad especial para resaltar la belleza natural sin que se viera demasiado artificial.
Primero, Alexa comenzó con la sombra. Colocó un tono negro suave sobre los párpados de Jade, difuminándolo perfectamente. Luego, aplicó un toque de blanco brillante en la parte superior, creando un contraste delicado. Los ojos de Jade, ya grandes de por sí, parecían aún más expresivos. Alexa no perdió el ritmo y añadió un poco de naranja en el lagrimal para iluminar la mirada. Por último, el toque dorado en los párpados hizo que su rostro cobrara vida. El rímel resaltó las pestañas y el delineador las definió aún más. Para los labios, eligió un tono rosa suave, lo justo para darle un toque femenino sin robar protagonismo al resto del maquillaje.
-¡Listo! -exclamó Alexa, apartándose para admirar su trabajo.
Jade abrió los ojos y se observó en el espejo. No podía evitar sonreír ante la perfección de su rostro. La mezcla de los colores había sido tan precisa que se sentía como una obra de arte, pero sin perder su esencia. Estaba fascinada.
-Me encanta. Gracias, de verdad, Alex. Estás hecha una artista.
Alexa se rió y levantó las manos, como si fuera una estrella de cine. -Nada que agradecer, es lo que mejor sé hacer.
Ahora era el turno de Alexa. Jade la observó mientras su amiga comenzaba a maquillarse. Sin maquillaje, Alexa parecía una Barbie humana. No había otro modo de describirla. Con su piel clara, cabello castaño claro y ojos grandes, era imposible no verla como una de esas modelos que siempre parecían salidas de un catálogo. Y cuando Alexa se maquillaba, no solo su belleza era más destacada, sino que parecía aún más perfecta.
Jade la observaba en silencio, admirando cómo su amiga aplicaba cada producto. Empezó con una base clara, casi del mismo tono que su piel, y luego un poco de polvo. El contorno perfilaba su rostro, acentuando la curva de sus pómulos y la delicadeza de su mandíbula. Luego vino la sombra: primero un tono suave de naranja que, al difuminarlo, parecía casi imperceptible. Después, un poco de sombra blanca sobre los ojos, creando un hermoso contraste con el naranja. Finalmente, Alexa aplicó un toque de sombra cobriza en el lagrimal, difuminando hasta que apenas se notaba, y terminó con una capa de sombra rosa que dio el toque perfecto.
Jade estaba completamente impresionada. Alexa no solo tenía la habilidad de maquillarse, sino que además lo hacía con una naturalidad impresionante.
-¡Te ves increíble! -dijo Jade mientras Alexa terminaba su maquillaje.
Alexa se giró hacia ella con una sonrisa, agradeciendo el cumplido. -Gracias, gracias, pero no es nada comparado con el arte que te acabo de hacer.
Antes de que pudieran hablar más, Alexa comenzó a buscar en su bolsa y sacó su teléfono. -¡Venga, Jade, tómame algunas fotos! Quiero ver cómo quedé.
Jade asintió, agarró la cámara de su teléfono y comenzó a sacar fotos de su amiga. Alexa posaba con gracia, casi como si estuviera acostumbrada a estar frente a una cámara, cada gesto suyo estaba lleno de confianza. Jade no pudo evitar sentirse un poco celosa de su amiga, pero no en un mal sentido. Alexa era tan hermosa, tan perfecta en cada gesto, que parecía sacada de una revista de moda. Sin embargo, Jade no se sentía insegura. Había algo en su amistad que siempre había sido especial: la aceptación. Ambas se querían sin importar su apariencia. Podían ser ellas mismas, disfrutar juntas y divertirse, sin preocuparse por las expectativas que el mundo tenía de ellas.
Finalmente, después de unas fotos, Jade y Alexa decidieron que era hora de salir hacia la fiesta. Tomaron lo necesario y salieron rumbo a la casa de Joel. Durante el trayecto, hablaron de todo menos de la fiesta.
-Oye, ¿te has enterado de que algunos profesores van a estar en la fiesta? -preguntó Jade, algo sorprendida.
Alexa frunció el ceño. -No lo sé, pero si es cierto, probablemente vayan para controlar la situación. A lo mejor van a dar anuncios sobre el baile de graduación.
Jade no pudo evitar sentirse un poco nerviosa. Era raro que profesores se presentaran en una fiesta, especialmente en una como la que Alexa y sus amigos organizaban. Pero dejó de pensar en eso, ya que no podía evitar la sensación de estar fuera de lugar.
Al llegar a la casa de Joel, Jade vio la mansión blanca frente a ella, con vehículos estacionados por todo el césped. La música a todo volumen podía oírse desde la acera. Alexa la guió hacia el grupo de los populares, donde saludaron a todos con efusividad. Jade, por su parte, saludó de manera cortés, pero se mantuvo al margen, observando desde lejos el bullicio de las conversaciones y las risas.
-¡Hola a todos! -dijo Alexa con una sonrisa.
-¿Qué tal, Jade? -respondieron los chicos, pero sin mucho interés. Aunque nadie parecía desagradable, Jade no podía evitar la sensación de que se encontraba en un lugar donde no pertenecía del todo.
El ambiente se llenó con la llegada de dos chicos más, Alan y Aarón, quienes llegaron en coche. La fiesta estaba a punto de comenzar, y Jade ya se sentía atrapada entre el caos y la diversión. Pero, por alguna razón, no podía evitar la sensación de estar un paso atrás de todo lo que ocurría.