Capítulo 2
Jade había caminado al lado de Alexa hasta llegar al pabellón donde se encontraban los casilleros. Era el comienzo de otro día de exámenes, y aunque los nervios la acompañaban, sabía que estaba preparada. Había estudiado todo lo que pudo, pero siempre quedaba esa sensación de incertidumbre, esa vocecita en su cabeza que la hacía cuestionar si había hecho lo suficiente. Con rapidez, ambos habían sacado sus libros y repasado algunas cosas en el pasillo, buscando aferrarse a cualquier detalle que pudiera marcar la diferencia en el examen.
-¿Crees que podamos pasar el de literatura sin problemas? -preguntó Alexa mientras ajustaba su mochila, mirando a Jade con una mezcla de nerviosismo y confianza.
Jade le sonrió con seguridad. -No te preocupes, todo lo que estudié está en mi cabeza. Ya verás que no hay de qué temer.
Una vez en la clase de literatura, la profesora repartió los exámenes. Jade se sentó, separada de su amiga, y comenzó a responder con rapidez. Había estudiado bien la materia, y su amor por la lectura hacía que las respuestas le fluyeran con naturalidad. Cada palabra en el examen parecía familiar, como si el contenido ya estuviera grabado en su mente. Los minutos pasaron volando, y antes de lo esperado, Jade había terminado.
Miró hacia el frente y vio que Alexa aún estaba sumida en sus respuestas, aunque no tenía dudas de que también lo haría bien. Entregó su examen y salió del salón, seguida por Alexa, quien le dedicó una sonrisa satisfecha.
-¿Qué tal el tuyo? -preguntó Jade mientras caminaban hacia los casilleros.
-Fácil -respondió Alexa, ajustándose la mochila al hombro. -Aunque no sé si la profesora pondrá algo que no estudiamos.
Jade se rió. -Lo mismo digo. Pero ya lo hemos hecho, no hay marcha atrás.
Cuando llegaron a los casilleros, sacaron los libros de matemáticas. El examen de esa asignatura era el que más les preocupaba, y Jade sabía que tendría que ayudar a su amiga con algunos ejercicios que aún no comprendía del todo.
-Esto va a estar complicado -dijo Jade, abriendo el libro de matemáticas y señalando una de las páginas. -Pero no te preocupes, yo te ayudo con lo que no entiendas.
Alexa la miró con algo de escepticismo. -Ojalá logres explicármelo, porque yo ya me siento como un cero a la izquierda en esta clase.
Las dos entraron al salón de matemáticas y se sentaron juntas. Jade, con lápiz en mano, comenzó a explicarle a Alexa cómo resolver un problema complicado. Utilizó la regla para dibujar un cuadrado en el papel y comenzó a desglosar los pasos con paciencia. Sin embargo, Alexa parecía distraída. Jade notó que la mirada de su amiga se deslizaba hacia dos chicos que acababan de entrar al salón. Ambos eran atractivos, y Alexa no podía evitar observarlos con la misma intensidad con la que observaba sus modelos de Instagram. Jade, a pesar de su concentración, no pudo evitar notar cómo su amiga dejaba de prestarle atención.
-¿Alexa? -dijo Jade, con tono firme pero sin perder la paciencia. -¿Estás escuchando?
Alexa le dedicó una sonrisa traviesa. -Lo siento, estoy un poco... distraída. Esos chicos son... bueno, ya sabes.
Jade resopló, más para sí misma que para su amiga. -Si te concentras un poco más, te ayudo. Si no, le puedes pedir ayuda a uno de esos chicos de tus sueños. Seguro sabrán explicarte mucho mejor que yo.
Alexa soltó una risa nerviosa, aunque no dejó de mirar a los chicos. -¿Estás loca, Jade? ¿Qué te pasa? -respondió entre risas, tratando de volver a concentrarse.
Jade no pudo evitar sonreír ante la típica reacción de su amiga. Sabía que Alexa no cambiaría nunca, y esa era una de las cosas que más la divertía de ella. Pero también sabía que, cuando se trataba de estudios, no podía permitirse distracciones.
-Si no me prestas atención, mejor olvídalo -dijo Jade, volviendo a tomar su lápiz con más determinación. -Vas a reprobar el examen.
Al ver que Alexa finalmente empezaba a concentrarse en los ejercicios, Jade continuó explicando con más claridad. A veces se sorprendía de lo paciente que podía ser cuando realmente se lo proponía, sobre todo con Alexa, quien, aunque sabía mucho, necesitaba un empujón para entender ciertos conceptos.
Poco después, el profesor entró al salón, y la tensión de la clase aumentó al ver los exámenes en sus manos. El ambiente se cargó de nervios, pero Jade, aún con los ojos fijos en el ejercicio de matemáticas, trató de mantener la calma. Sabía que no sería un examen fácil, pero también sabía que si se había preparado lo suficiente, lo superaría.
-Listo -dijo Jade con una sonrisa, entregando su examen mientras sentía una ligera oleada de alivio. -Esto ha sido peor que una maratón.
Alexa la siguió, entregando su examen y mirando de reojo a los chicos que seguían en el salón. Ambas salieron del aula, respirando con dificultad, pero sabiendo que el trabajo duro ya estaba hecho.
El receso llegó y ambas caminaron hacia la biblioteca, una de las pocas zonas de la escuela donde Jade podía encontrar algo de paz. A su lado, Alexa siempre destacaba, con su altura y su figura perfecta. Jade, aunque se sentía pequeña en comparación, no podía evitar admirar a su amiga.
Al llegar a la biblioteca, presentaron sus carnets de estudiantes y se dirigieron a una mesa cerca de la ventana, donde podrían estudiar un poco más cómodas. Jade, sin embargo, tenía otro objetivo en mente: un libro que necesitaba para un ensayo de historia. Lo vio en la cima del estante, y aunque sabía que no era tan alto, parecía estar fuera de su alcance.
Intentó alcanzar el libro de varias maneras, subiendo a un banquillo, saltando, estirando los brazos, pero nada parecía funcionar. Fue en el último intento cuando perdió el equilibrio y, con un resbalón, terminó cayendo sobre alguien. La sensación de caer fue inmediata, y antes de que pudiera reaccionar, una mano fuerte la sostuvo, impidiendo que ambos cayeran al suelo.
Jade se levantó rápidamente, su rostro completamente rojo de vergüenza. -Lo... Lo siento, no sabía que estabas detrás -murmuró, desordenándose el cabello mientras se sentía torpe por lo sucedido.
-No pasa nada -dijo una voz suave pero cálida, mientras el chico que la había ayudado se reía un poco-. De hecho, era chistoso ver cómo intentabas alcanzar el libro.
Jade, aunque avergonzada, no pudo evitar sonreír un poco ante la risa del chico. Era uno de esos momentos incómodos que parecían sucederle solo a ella, pero al menos no era tan malo como había imaginado.