La Rebelde De Los Alexandrov
img img La Rebelde De Los Alexandrov img Capítulo 5 5: Asedio en el Penthouse
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Capítulo 6 6: El Choque del Control img
Capítulo 7 7: La Mujer de Cinco Hombres img
Capítulo 8 8: La Furia del Dragón img
Capítulo 9 9: La Consumación de la Diosa img
Capítulo 10 10: El Ultimátum de los Alexsandov img
Capítulo 11 11: La Debilidad de Lukyan img
Capítulo 12 12: El Desafío y la Sorpresa img
Capítulo 13 13: El Precio de la Exclusividad img
Capítulo 14 14: Los Secretos de la Mansión Alexandov img
Capítulo 15 15: Los Misterios de la Casa Alexandov img
Capítulo 16 16: La Furia de Nikolay img
Capítulo 17 17: La Luz en la Oscuridad de Sascha img
Capítulo 18 18: La Falsa Calma y el Adiós a París img
Capítulo 19 19: La Prueba de Fuego y la Marca de Adrik img
Capítulo 20 20: La Conciencia de Lukyan img
Capítulo 21 21: El Fantasma de Nikolay y la Convocatoria del Amo img
Capítulo 22 22: La Música Silenciada y el Espectáculo de la Rosa img
Capítulo 23 23: El Debut Secreto img
Capítulo 24 24: Estrategia y Confesiones img
Capítulo 25 25: Ansiedad y Clubes Nocturnos img
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Capítulo 5 5: Asedio en el Penthouse

.Jennifer.

Los días junto a los hermanos Alexandov se habían convertido en lo mejor de mi nueva vida. No solo por su compañía, sino por la abrumadora y bienvenida atención. Casi a diario, me veía con Anton, Adrik o Gregori, o con los tres a la vez.

Anton era la chispa: atento, siempre bromeando y divertido. Adrik era mi roca: conversador, protector y hábil para hacerme sentir mejor. Gregori, el silencioso y enigmático, revelaba destellos de romanticismo y ternura bajo su fachada gélida. Me sentía feliz, constantemente deseosa de sus miradas, de un toque en el cabello o de un roce inesperado.

Lo que sentía era abrumador y caótico: una atracción intensa por tres hombres al mismo tiempo. Era la primera vez que experimentaba algo así, y aunque era turbio, no me desagradaba. El único temor era cómo se tomarían ellos mis sentimientos si alguna vez los descubrían.

-¿Qué harás este fin de semana? -me preguntó Alek al salir de la universidad.

Él y el resto de "mis amigos" -una colección de chicos y chicas que me seguían por atracción, envidia o algún beneficio velado- estaban demasiado cerca.

-No tengo idea -respondí de forma concisa-. Solo sé que no estaré en mi departamento.

A lo lejos, vi el auto de Gregori. Estaba recostado contra el capó, su postura revelaba una masculinidad tan intensa que sentí un calor recorrer mi cuerpo. Mis bragas se humedecieron instantáneamente.

-¿Entonces tienes planes? -insistió Alek.

-Sí, tengo planes. Pero aún no me han revelado cuáles son. -Me giré hacia el grupo-. Bueno, chicos, disfruten sus días libres. Nos vemos.

Me marché con paso rápido hacia el auto, llegando directamente a los brazos de Gregori.

-Veo que eres popular, preciosa.

-No lo creo. Solo soy la chica nueva, la extranjera y la diferente -Levanté la cabeza para mirar sus hermosos ojos azules, sintiéndome pequeña bajo su altura.

-Pero muchos de ellos son hombres.

-Y muchos de ellos no me interesan.

Me sonrió con una lentitud electrizante, acariciando mi mejilla.

-Eres una diosa -Su voz era un ronroneo bajo-. Es hora de irnos, preciosa.

Abrió la puerta con la galantería que lo caracterizaba. Al entrar, noté la mirada de Alek y los demás. El chico se veía visiblemente molesto, pero no le di importancia. Gregori me abrochó el cinturón con una cercanía que me hizo contener el aliento antes de rodear el coche para ocupar el asiento del conductor.

-¿Y qué haremos este fin de semana?

-Bueno, hoy nos quedaremos en el penthouse. Podemos hacer lo que tú quieras. Y mañana iremos a un club.

-¿Un club? -Me intrigó el cambio.

-Sí. Mañana es el cumpleaños de una prima. No la vemos hace tiempo. Al parecer, se reconcilió con mis primos y regresó a la ciudad.

-¿Estaré bien si voy? Debería ser algo familiar.

-No te preocupes. A mi prima no le sobran las amigas. Quizás se agraden.

-¿Lo crees? -dudé.

-Eso espero. Las dos tienen muchas cosas en común.

-Trataré de ser amable. No soy muy buena haciéndome amiga de mí mismo sexo.

-Sí, ya me di cuenta. -Colocó su mano en mi muslo, apretándolo ligeramente, enviando una descarga eléctrica.

-¿Tus demás hermanos no estarán incómodos con mi presencia en su hogar?

-Están informados. Además, debes acostumbrarte a ellos y conocerlos. Tú y ellos se verán muy seguido de ahora en adelante.

Alcé una ceja. ¿Acostumbrarme? No pensaba vivir con ellos. Sin embargo, un destello de comprensión me iluminó. Si Gregori decía eso, era porque tenían planes que me incluían. Su familia era polígama, después de todo. Su padre tenía dos esposas. ¿Podría ser una señal de esperanza para mis deseos?

Llegamos al edificio. Subimos al ascensor privado que nos llevó directamente al lujoso penthouse.

-¡Linda! -Adrik no dudó en alzarme en el aire, envolviéndome con sus fuertes brazos-. ¡Qué gusto tenerte en casa! -Besó la comisura de mis labios, dejándome aturdida por su audacia.

-Hola, guapo -Enrollé mis piernas alrededor de su cintura, riendo-. Creo que se me vieron todas las bragas.

-Así es. Son blancas, hermosa -Anton apareció, besando mi mejilla con una mirada de complicidad.

Un carraspeo seco rompió el momento. Me congelé. Eso significaba que un extraño había visto la escena.

-Oh, Lukyan. Pensé que no estabas en casa -dijo Gregori, reconociendo al intruso.

-Insistieron tanto en que me quedara a saludar y conocerla, que tuve que cancelar mis planes.

Adrik me bajó. -Bueno, hermano, ella es Jennifer. Linda, él es nuestro tercer hermano, Lukyan.

-Disculpa por lo de hace un momento -dije, sintiéndome obligada.

Lukyan esbozó una sonrisa siniestra. -Tranquila. Parece que para ti es normal. ¿No es así?

¿Este tipo intenta ofenderme?

-Imagino que has visto muchos pares. No creo que el mío sea muy relevante. Pero te aseguro que no verás uno igual en tu vida -respondí, imitando su sonrisa con mi propia expresión desafiante.

Solo bufó y se dirigió a tomar asiento en la sala.

Se escucharon pasos de la cocina. Salió un chico corpulento, musculoso y joven. Me miró de arriba abajo y levantó una ceja, con un desprecio apenas disimulado.

-¿Y esta es Jennifer? No se ve tan interesante y especial como la describieron.

Respiré hondo, luchando por contener mi ira. ¿Qué les pasaba a estos hombres?

-¡Sascha! -advirtió Gregori con una voz fuerte y una mirada asesina.

-¿Qué? No es nada del otro mundo. Solo una niña buscando atención.

-¿Lo dice el que ofende a una mujer? -Me acerqué a él, cruzando los brazos-. No te ves muy varonil haciéndolo, te ves patético. Además, lo único que tenemos en común, aparentemente, es que yo tampoco te veo interesante o especial.

Una vena se le hinchó en la frente. -¡Zorra!

Antes de que Sascha pudiera acercarse con amenaza, Gregori se interpuso. -¡Suficiente! Jennifer es nuestra invitada y no toleraré más comentarios ofensivos de ustedes. ¿Quedó claro?

Ambos se quedaron callados y se perdieron por el pasillo.

Me agradó el dominio de Gregori. Para ser el más tranquilo, su autoridad como segundo hermano era palpable.

-Lo siento, linda -Adrik tomó mi mano-. Son unos cavernícolas con las mujeres. Te aseguro que simplemente no saben cómo hablarle a alguien como tú.

-Estuviste grandiosa. Ninguna mujer les ha hablado así -Anton tomó mi mochila-. Ven, vamos a mi habitación. Así podrás ponerte algo más cómodo.

Gregori se dirigió a su habitación, mientras Anton y Adrik me guiaron a la de Anton.

-¡Trajiste muchas cosas! -Ambos revisaron mi mochila como niños.

-La vida de una mujer no es sencilla -Me quité las botas, uniéndome a la inspección-. Además, no sabía qué ponerme.

-Con esto está bien. No necesitas pijama, puedes usar nuestras camisas -dijo Anton, con una naturalidad desconcertante.

-Tendrás que dejar tus cosas aquí -concluyó.

-¿Y por qué en tu habitación? -se quejó Adrik.

-Porque yo lo decido.

-Esa no es tu decisión. Si quiero, llevo todas sus cosas a mi cuarto.

Deseé tener palomitas. Discutían por mí constantemente, y la única forma de detenerlos era...

-¡Ya basta! -Gregori entró, vestido ahora con ropa de casa, mucho más cómoda.

-Están atormentando a mi preciosa con sus peleas estúpidas. -Tomó asiento en la cama y me atrajo a su regazo-. Toma, preciosa. Cámbiate. -Me entregó una de sus camisas.

-¡Oye! -protestaron los gemelos.

-Yo le iba a dar la mía -se cruzó de brazos Anton.

-No, yo le iba a dar la mía -siguió Adrik.

Rodé los ojos. Eran un caso. Sin decir nada, y dejando que siguieran con su absurda discusión, entré al baño. Me quité el vestido y me quedé en la camisa de Gregori, bragas y calcetines.

-Chicos -Me quedé quieta al salir. Los tres me miraban con una intensidad brutal.

Sus ojos estaban fijos en mis piernas, y sentí mis pezones endurecerse bajo la tela delgada.

-¿Les incomodo? ¿Debería ponerme algo más?

-¡No! -dijeron los tres al unísono.

-Te ves perfecta así -Adrik me atrajo de nuevo a la cama.

Los tres se colocaron a mi alrededor. Me sentí pequeña, vulnerable y deseada. Podría entregarme a ellos en ese mismo instante si me lo pidieran.

-¿Tienes que hacer algo ahora? -preguntó Gregori.

-Debo hacer algunas tareas de la universidad.

-Bien, preciosa. Te dejaremos hacer tus cosas. Y luego vemos una película. -Besó mi mejilla.

Dios. Esto era real. Y me encantaba.

                         

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