Capítulo 4 Harlee vuela un helicóptero

Adelina empezó a odiar más a Harlee cuando vio la decepción de Liam y la sorpresa de Averie.

Nunca imaginó que ella sabría de moda y expondría su plagio frente a todos. Ahora era la hazmerreír de la alta sociedad de Adenarora. ¡Y Harlee tenía la culpa de todo!

Con la clara evidencia de su plagio, se dio cuenta amargamente de que tratar de defenderse solo empeoraría la situación. Con los dientes apretados, reprimió su furia y corrió tras Harlee.

Afuera la vio arrastrando su maleta, sin ninguna intención de tomar un taxi. Esa escena la hizo sentirse menos molesta.

"¿No me digas que ni siquiera puedes pagar un taxi ahora?", resopló. "¿Por qué no regresas, te disculpas con los invitados y les dices que metiste esos diseños en mi cuaderno? Si haces eso, haré que un auto te lleve a casa. ¿Te parece bien?". Estaba hablando de forma condescendiente, como si quisiera burlarse de ella.

Liam también la alcanzó y miró a la joven con una expresión complicada. "Harlee, no podemos dejar que la reputación de Adelina quede empañada. Si aceptas asumir la culpa, te prometo que conseguiré un auto para ti".

"¿Por qué desperdicias tu aliento con esta mocosa sin corazón? ¡Incluso antes de irse, quiere arruinar a Adelina! ¡Harlee, escúchame bien! ¡Si no regresas y asumes la culpa, te juro que te haré pagar!", intervino Averie. Su rostro se iluminó ante la propuesta de su hija.

Harlee se dio la vuelta y observó a su antigua familia haciendo esa demanda irrazonable con tanto descaro. Con ojos fríos, les dirigió una última y larga mirada. Luego, se cepilló el cabello hacia atrás y acarició la cámara oculta en su pendiente. Se dio la vuelta y se alejó sin decir una palabra. Ya estaba cansada de esa farsa.

Averie montó en cólera ante su firmeza. "¡Esa malvada mujer! ¿Cómo puede ser tan cruel para ver desmoronarse la reputación de Adelina? ¡Guardias, agárrenla de inmediato! ¡La imagen de Adelina está en riesgo por su culpa!".

"¡Suficiente!", gritó Liam. Su expresión se oscureció mientras observaba a su esposa. Los invitados se estaban reuniendo a su alrededor, por lo que todo empeoraría si la situación se intensificaba.

La tiró hacia el salón de banquetes, intentando salvar su dignidad. Mientras tanto, Adelina vio a Harlee alejarse sin inmutarse. Estaba hirviendo de ira. Apretando los dientes, hizo una llamada, dio instrucciones y siguió rápidamente a la otra a la distancia.

Harlee estaba yendo a un helipuerto temporal. Bajo una lona plateada impermeable, había algo estacionado. Extendió la mano y lo sacó. Era su helicóptero personalizado.

No era muy grande, pero destacaba por su atrevido tono carmesí y los intrincados lirios araña de color blanco plateado que estaban pintados a lo largo de su cuerpo. Era llamativo y una auténtica obra de arte, además de ser a prueba de balas.

Estaba completamente equipado. Cada pieza era de primera calidad y estaba hecha con excelentes componentes personalizados.

Ella arrojó su maleta a la bodega, se puso el casco y se acomodó en el asiento del piloto.

El helicóptero empezó a elevarse del suelo. Cuando bajó la mirada, vio a Adelina observándola escondida en las sombras.

Estaba tan aturdida que se frotó los ojos con incredulidad, sin poder aceptar lo que estaba viendo. ¿Harlee tenía un helicóptero? Y lo más sorprendente, ¿sabía cómo volarlo? ¡Eso no podía ser cierto!

La cabeza de Adelina estaba dando vueltas. No podía creer lo que estaba presenciando. Este helicóptero tenía que ser robado. ¡No había manera de que la perezosa e inútil Harlee tuviera las habilidades o los recursos para poseer algo así!

Impulsada por los celos, gritó a sus guardaespaldas que la detuvieran.

Estos la obedecieron y lanzaron sus bastones eléctricos al helicóptero, intentando romper el parabrisas.

Harlee entrecerró los ojos con una expresión gélida. Sin dudarlo, inclinó el helicóptero hacia abajo, volando justo por encima de las cabezas de Adelina y sus hombres.

Esta última lanzó un grito cuando la poderosa ráfaga de viento de las palas del rotor del helicóptero enredó su cabello. Un enorme mechón fue arrancado de su cuero cabelludo, dejando una zona calva y ensangrentada.

Ignorando los gritos de la mujer y el caos debajo de ella, Harlee se elevó hacia el cielo y se dirigió a su empresa.