Capítulo 5 La amenaza de Clayton

Una vez en el baño, Yvonne se miró en el espejo, y cuando notó lo pálido que estaba su rostro, metió la mano en su bolso y se aplicó un poco más de maquillaje.

Ella había pensado que podría enfrentarse a Louis sin problemas, pero todo cambió cuando lo vio con su elegante esmoquin al lado de Malinda.

Aunque esto desatara un tumulto de emociones mucho más profundas a las que creyó que podría afrontarse, la joven no se retractó. Ella misma había traído a Clayton a su vida; un camino plagado de peligros, tal vez, pero estaba decidida a seguir hasta el final.

Habiendo guardado su maquillaje, ella caminó con pasos firmes y decididos. Pero apenas dobló la esquina, chocó con alguien, lo que le provocó una dolorosa punzada en la nariz.

Antes de que pudiera siquiera recuperar el equilibrio, los brazos de Clayton la rodearon, levantándola con una facilidad que revelaba sus oscuras intenciones. Luego, la sentó bruscamente en el lavabo, antes de rápidamente desabrocharse el pantalón.

"¡Oye! ¿Qué diablos estás haciendo?", Yvonne preguntó en un susurro, agarrándose el vestido con confusión.

Sin embargo, el hombre ignoró el temblor de sus manos, y con un rastro de burla en su voz, respondió: "¿Tú qué piensas? Vine para recordarte con quién te estás metiendo".

Sus palabras, crudamente explícitas, golpearon a la chica como una bofetada.

Asustada, retrocedió lo más rápido que pudo, luchando por vincular la prestigiosa reputación de Clayton con la vulgaridad que mostraba en ese momento.

Justo cuando estaba a punto de reaccionar, él acortó la distancia entre los dos con una actitud desafiante y abrumadora.

A pesar de haberse aplicado un ungüento calmante sobre su parte más sensible, Yvonne se estremeció de dolor cuando Clayton la penetró.

Se sentía como un pequeño barco atrapado en una tormenta, sacudido sin poder hacer nada. Y para evitar resbalarse del lavabo, su única opción fue aferrarse fuertemente a su cuello.

"Tú me empujaste a esto", murmuró él, mirándola de una forma posesiva e intensa, "De ahora en adelante me perteneces, tanto tu cuerpo como tu corazón. No me quedaré de brazos cruzados viendo cómo te desmoronas de nuevo por culpa de Louis, ni permitiré que te escapes de mí".

Entonces, su voz se volvió severa y un tono amenazante coloreó sus palabras mientras continuaba: "¿Me estás escuchando? ¡Contéstame! ¿Me entendiste?".

En ese instante, la percepción que la chica tenía de Clayton cambió; era un tipo realmente impredecible, particularmente con sus audaces acciones en un baño público.

Temblando de deseo, ella respondió mientras sus entrañas ardían por él: "No... Yo no...".

No era que se sintiera abrumada por sus sentimientos hacia Louis ni tampoco estaba tratando de huir. Su reacción se debía a una alergia al alcohol, la cual la había debilitado y la obligó a buscar refugio en el baño para recuperar la compostura, lejos de quienes pudieran verla en desventaja.

En pocas palabras, Clayton estaba malinterpretándola.

"¿En serio? Entonces asegúrate de que sea verdad", respondió él, un tanto escéptico.

Acto seguido, levantó la barbilla de la chica y la obligó a mirarlo a los ojos.

"Después de todos estos años como asistente de Louis en Grupo Gibson, tú mejor que nadie deberías saberlo. No hay cosa que más odie que la traición. Así que si sigues pensando en mi sobrino cuando estás conmigo...".

Habiendo dicho eso, Clayton se le acercó más, su cálido aliento chocó contra su oído, y este agregó en un susurro amenazante: "Yo mismo te llevaré al infierno".

Yvonne sintió que se quedaba sin fuerzas y el dolor se extendía por todo su cuerpo. ¡Parecía imposible que sólo hubiera pasado una hora desde su intenso encuentro en aquella habitación!

¿Cómo podía Clayton volver a tener energía tan pronto?

Aferrándose a él, ella titubeó antes de llegar al orgasmo: "No puedo... Por favor, tenemos que detenernos. ¡Estamos en un baño público, cualquiera podría entrar!".

Pero en lugar de soltarla, el hombre apretó sus senos y no parecía tener la mínima intención de parar: "Te aseguro que es un espectáculo digno de contemplar. ¡Deja que sean testigos de lo impresionante que luces en este momento!".

"No, yo...", mientras hablaba, los dientes de Yvonne le rozaron el cuello, conteniéndose lo suficiente para evitar lastimarlo.

De pronto, sus sentimientos encontrados de rencor y miedo se transformaron en un gemido reprimido.

Clayton tenía sus gustos, no cualquier mujer llamaba su atención. A lo largo de los años, nadie había aparecido a su lado. Él tenía claros sus deseos, y al parecer, la chica encarnaba todos ellos.

Ahora que Yvonne había acudido a él por propia voluntad, ya no sentía necesidad de contenerse más...