Marco Whitsen, había heredado el 60% de las acciones de Luna Modells, convirtiéndose en el accionista mayoritario habiendo podido cerrar un negocio multimillonario, en tan solo seis meses de gestión. El trabajo junto a sus socios, catapultó la empresa a ser la número uno en la industria del modelaje.
Gracias a su socia, Jessica Wilkenman había podido lograr el acuerdo con los rusos que ya habían rechazado la oferta en dos ocasiones anteriores y junto a ella lo había conseguido sin hacer mucho esfuerzo.
Con tan solo 30 años, se había convertido en el multimillonario más importante en la industria del modelaje con un activo de más de 500.000 millones de dólares en sus manos y ocupando el puesto n 10 en los empresarios más guapos del mundo.
El había llegado a Luna Modells luego de que su madre adoptiva le cediera en vida la dirección y desde que tomó el mando, la misma no había parado de crecer, tal es así que por semana tenían hasta tres desfiles en cualquier punto del planeta.
Marco siempre fue reservado en su vida privada, por eso jamás se le había visto con ninguna mujer ni mucho menos envuelto en algun escándalo, por el contrario llevaba sus asuntos en la intimidad y de allí estaba prohibido que salga. Su círculo íntimo se cerraba a su madre y sobrino porque luego no permitía a nadie que conocieran de él esa parte que guardaba tan celosamente, si quiera permitía llegar a Jessica, con la que llevaba meses acostándose.
Nadie que lo conociese podía imaginar que de tras de ese hombre, guapo y viril se escondía un pobre ser humano atormentado por los fantasmas del pasado, esos mismos que se hacen presentes cada noche y le hace la vida un infierno.
Cuando él era niño, vivía en la pobreza junto a su madre, una alcohólica que sufría violencia de género, una hermana de 10 años quien subiría los abusos reiterados por parte de su progenitor y este mismo, su padre, un sucio borracho y drogadicto que descargaba su frustración mediante la violencia y las reiteradas violaciones hacia la pequeña Michelle. A los 13 años tuvo que ver cómo su hermana moría en manos de su padre y producto de todo el incidente su madre se suicidó. Como resultado de ese terrible incidente, fue recluido en un hogar de menores dónde a la edad de 16, fue adoptado por Berta Whitsen, una sra de unos cincuenta y tantos, recientemente viuda con una fortuna incalculable y una empresa que estaba al borde de la quiebra.
- Está noche deberíamos festejar este nuevo logro de Luna Modells ¿No le parece Sr. Presidente? – insinuaba la mujer con un toque de sensualidad y picardía en sus ojos.
- Es imposible resistirse cuando me mira de ese modo. – le susurro al oído mientras extendía su copa para brindar nuevamente - luego que todos se vayan, haré de tu cuerpo un infierno bajo mis manos. –
La promesa explícita de sexo desenfrenado y caliente, hizo que todo el interior de Jessica ardiera por completo. Para ella, él era tan ardiente como misterioso. Desde que lo había conocido no espero momento para tirarse a sus brazos y realmente se sorprendía porque un hombre como él suele ser difícil de tener. Pero para ella había sido tan fácil como quitarle un dulce a un niño.
A ella no solo lo había cautivado su belleza ¿Quién no se mojaría ante la sonrisa de terrible Dios griego? Pues todas, seamos realistas. Un hombre tan seguro de si mismo, con cualidades tan positivas y agradables como su positivismo antes las circunstancias, su amabilidad, respeto y comprensión con los empleados. Él siempre dice que para que en una empresa todo funciones como corresponde y puedan hacer grandes cosas no debe faltar las relaciones interpersonales basadas en el respeto, la comprensión la amabilidad, la solidaridad y la cooperación sin importar la escala jerárquica. Allí, desde el directivo hasta el personal de Maestranza tenían exactamente el mismo trato ¿Quién creería que un hombre tan amable y aparentemente seguro de si mismo este tan roto por dentro? Por supuesto que nadie.
En el edificio empresarial, se corría rumores que él y su socia mantenían un romance pero era tal la admiración, agradecimiento y respeto que sentían por Marco que ninguno se atrevía a traicionar su confianza y quedaban en eso, rumores de oficina.
Al cabo de un amor de horas, todos se fueron dejándolos solos. Ella ingresa a su despacho con los botones de su camisa desprendidos hasta la mitad, dejando entre ver el encaje de su brazier, con los zapatos blancos de diseñador en sus manos y el pelo negro azabache alborotado que caía sobre sus hombros. En tanto él, se encontraba sentado en su enorme sillón negro extendiendo sus brazos por sobre el respaldo, haciéndolo ver imponente mientras fumaba un abano y sostenía una copa de vino fino y caro.
Ni bien la vio entrar por la puerta de su oficina, no sé resistió verla tan exquisita, tan dispuesta, tan hermosa. El siempre decía que la expresión de una mujer a punto de tener sexo era un cuadro digno de tener en lo alto de una pared. Que la mujer era tan perfecta por haber nacido como tal, que los hombres deberían inclinarse ante ellas como si fueran Diosas. Por eso amaba tanto a la mujer que consideraba que debían ser lavadas y deseadas como a Cleopatra o Afrodita.
Para Marco, Jessica era una mujer aparte de hermosa, interesante. Con tan solo 27 años de edad tenía un doctorado en administración de empresas y formaba parte de la dirección de una de las empresas más importantes de todo el mundo y lo había conseguido con esfuerzo y dedicación no utilizando sus atributos como ventaja. Aunque tampoco le hubiera ido tan mal.
Desde que él había pisado Luna Modells siempre se sintió atraído por esa morena que pasaba horas y horas explicándole el manejo de la empresa y aportando al éxito alcanzado, realmente tenía toda su confianza deposita en ella y pese a que llevaban intimando cerca de tres meses, nunca, ninguno de los dos perdió visión del lugar que ocupan dentro de la compañía y de las metas hacia donde debían llegar.
- Ya pensé que me iba a quedar con las ganas. – le dijo seductoramente mientras se levanta a para Dejar en el escritorio la copa de vino y puro y se acerca a su oído para susurrarle. – llega tarde Srta. Wilkenman. No me deja más opción que castigarla. –
- Quizás me apetecería que lo haga. – musito con una sensualidad que hizo derretir hasta sus huesos.
Él simplemente reaccionó y de un solo movimiento arranco los últimos botones de su blusa y rompió el cierre de su pollera dejándola tan solo en ropa interior. Ni bien la vio así, con escasa tela cubriendo su cuerpo sintió que su sangre comenzaba a hervir y que su miembro ya daba los primeros signos de querer despertarse ¿Y como no lo reaccionaria así, si tenía frente a sus ojos el pecado y la pasión personificada?
A él siempre le gustaba tomarla de la mano y hacerlas girar sobre su eje, le encantaba devorarla primeramente con sus ojos, antes de ser sus manos, su boca y su sexo quienes lo hagan salvajemente.
Llevaba puesto un conjunto de encaje blanco, que resaltaba el color de su piel y esas bragas tan diminutas hacían que su trasero sea una manzana que deseaba morder.
Ni bien sus ojos se encontraron otra vez, ella no pudo evitar morderse el labio inferior, actitud que encandecía a Marco y lo vivía loco.
- Dónde vuelvas hacer eso y no me hago responsable de lo que le haga a tu cuerpo. – dice por lo bajo mientras contiene un gemido entre sus dientes y es consumido lentamente por la excitación de la acción.
- ¿Qué cosa? – susurra dolorosamente sexi.
Ella sabía cómo volverlo loco, como despertar el león que él guardaba dentro, como hacer aflorar los deseos más sucios de ese hombre que tanto deseaba, que tanto quería en sus manos.
La pregunta de ella morena impulso a Marco a tomarla del cuello y devorar sus labios con tanta desesperación que al segundo tuvieron que separarse para tomar aire y repararse de ese beso casi orgásmico que acababan de tener.
Él, con excitación en las venas tomo a Jessica entre sus brazos y acomodándola a cada lado de sus caderas la aprisionó contra la pared para volver a besarla con la misma desesperación con la que se abalanzo hacia sus labios minutos antes.
Su boca la atacaba ferozmente mientras ella jugueteaba con el cabello desmarañado de él, en tanto su miembro, aún cubierto por el pantalón de vestir, se apretaba justo en el centro del miembro de ella.
Jessica podía sentir como su glande duro se hundía entre sus labios y resbalaba producto de la humedad que mojaba su parte íntima. Él sabía lo que provocaba esa acción en su socia y cada vez que se apretaba fuerte a ella, debía "comerse" su excitante gemido.
Sus labios bajaron hacia su cuello de cisne comenzando a besarlo delicadamente, para luego aumentar la intensidad, cuidando de no dejar marca en él porque si había algo que no compartía era el hecho de marcar, como un animal, a la mujer.
Mientras besaba su cuello, una de sus manos viajó hacia dentro de su entrepierna, necesitaba saber cómo es que ese beso estaba poniendo a su acompañante, qué tan húmeda estaba, que tan dispuesta a recibirlo se encontraba. Su vagina estaba tan empapada que no pudo evitar dejar de besar su cuerpo para beber de sus fluidos. Cuidadosamente, la sentó sobre su escritorio y la dejó unos segundos para llevar la copa y el puro que se consumía solo, a alguno de los muebles del despacho. Para él, si bien los empleados de Maestranza se ganaba su sueldo limpiando las oficinas, no eran esclavos e infundir en sus empleados el orden y la limpieza, más allá del respeto por las personas que hacen que todos brille y puedan trabajar como corresponde.
Jessica se sentía deseada, viendo ahí, arrodillado ante ella, jugando con su le gua en su interior se sentía imponente. Ella sabía que en la empresa no había mujer que no quisiera ocupar su lugar y ella se sentía orgullosa de ello.
El primer contacto de su lengua hizo que su cuerpo se electrificar unos momentos. Segundos que él contuvo con una sonrisa mientras envolvía su pequeño y tan sensible clítoris, en tanto dos de sus dedos entraban en ella aprovechando la humedad de la zona.
Jessica se retorcía del placer sobre esa mesa, con las piernas abiertas, casi desnuda y ese Dios griego jugando con su punto más sensible, regalándole momentos de placer a su cuerpo.
Sus manos apretaban y pellizcaba los pezones en sus pechos, provocando que ella viniera audiblemente. Sus gritos habían ocupado cada espacio de la oficina, haciéndose eco en todo el edificio que se encontraba vacío.
Deja de atacar su vagina para deleitarse con ese jugo blanquecino que aún saboreaba en su lengua. Ahora, le toca a él.
Toma su mano y con suavidad la ayuda a incorporarse para luego conducirla hacia el sillón donde la recibió hacia unos minutos antes. Se acomoda en el abriendo sus piernas y la invita a que sea ella la que desnude la parte inferior de su cuerpo.
Las manos de ella envolvieron el tronco de su grande y grueso miembro y antes de meterlo en su boca, sus ojos hicieron contacto el mismo tiempo que el relamía sus labios al verdad alli, arrodillada con su pene en las manos.
Si había algo en lo que Jessica se destacaba era en la práctica del sexo oral. Sabía perfectamente que hacer con su boca para volver loco a un hombre, para tenerlo a sus pies y ella estaba orgullosa de saberlo. Ella era una mujer que no había cosa que le engrandezca más el ego era el que alguien la manera, casi cinematográfica, de realizar los orales. El hecho de escuchar los cumplidos al respecto la hacían sentir tan segura de si misma que era imposible que no exista un hombre que luego de probarla, no quisiera más.
Con los ojos cerrados y su mano en el cabello de ella profundizando los movimientos, se sentía sumido en un profundo y ardiente infierno y sus jadeos le demostraban a ella cuan excitado lo estaba poniendo. Pero justo, en el instante en el que sintió latir el glande en su lengua, sacó el miembro de su boca y se incorporó para observarlo unos segundos antes de sentarse en su regazo.
Se veía tan sexi desnudo, con el torso, los brazos y las piernas marcadas de las corridas que le daba al inmenso jardín de su mansión todas las mañana en el tiempo exacto de dos horas. El sudor abrillantada su cuerpo moreno hacia solo verse más deseable y ese cabello desalineado, cuyos mechones caían en su frente mojados de la excitación le daban una imagen impresionante.
Con cuidado, la ayudo a sentarse encima de él, acomodó su miembro en la hendidura de su parte más íntimas y luego, al mismo tiempo que atraía su rostro para besarla, se hundía en ella atrapando un gemido desgarrados.
Los movimientos de ella eran tan hipnotizantes que no podía evitar sentirse cada vez más duro. Mientras exploraba el interior de su boca, sus manos sujetaban con fuerza las planas caderas de la Srta. Winkelman guiando sus movimientos, profundizándolos y acelerándolos. Sus gritos de placer se grababan cuál melodía que encanta en su mente y ella el tamaño de su miembro de si dentro de su cuerpo.
Ella sujeta las manos de él sobre su cabeza para poder tomar control del acto sexual. Pega su frente con la de él y comienza a cabalgar su miembro una dos, siete, veinte veces, mientras cierra los ojos y gime en su boca. Se sienta de espaldas a él con sus piernas cerradas y comienza a moverse en forma circular aún con su miembro dentro de ella, al mismo tiempo que él corre su larga cabellera negra a un costado para morder su cuello y el hombro.
Marco no podía dejar de sentir tanta excitación en el cuerpo, que lo único que quiere es vivir hundido en ella. Adoraba su cuerpo, su perfecto y voluptuoso cuerpo. Jessica tenía los pechos operados y los glúteos bien trabajados dado que se la pasaba diariamente entre tres y cuatro horas en el gimnasio y gastaba fortunas en tratamientos de belleza.
Desde el primer momento en el que su madre adoptiva se la presentó no pudo resistirse a sus encantos y pese a que se había jurado no involucrar el sexo en los negocios era imposible no sucumbir al deseo y las ganas que le provocaba esa mujer.
Ella no era la primera mujer con al cual se acostaba, si la primera que lo volvía loco en la cama y si bien, era un hombre que creía en el amor, luego de lo sucedido en el pasado con su hermana se sentía incapaz de comprometerse en una relación amorosa basada en el amor y no solo en el sexo. Pero pese a todo, disfrutaba acostándose con ella y como era tan detallista, de esos caballeros que ya no existen, llenaba de detalles a su socia, como al personal femenino de la empresa. Aunque con Jessica sus atenciones eran... ¿Cómo decirlo? Más íntimas.
El olor a sexo había copado cada milímetro de la oficina y sus gritos de placer se habían hecho eco en cada piso del gran edificio, habiendo llegado a cada espacio recóndito de la empresa.
Minutos más tarde, el cuerpo sudado de ella, cae de espaldas sobre el pecho húmedo de él ante un desgarrador gemido producto del éxtasis que habían logrado alcanzar juntos.
- ¿Cómo lo hace? – le susurra en el oído aún en la misma posición.
- ¿Hacer qué? – ella sabía a qué se refería, pero amaba escucharlo de sus labios.
- Volverme loco. – musitar casi sin aire.
- ¿Será por genera la misma sensación en mí? – responde con una sonrisa triunfante en el rostro e incorporándose para darle un tierno beso en los labios.
- Ya es tarde Srta. Winkelman, vamos a vestirnos que la llevo a su casa. –
Era de costumbre terminar por romperle la ropa a la Srta. Winkelman, por lo que siempre llevaba una muda de ropa elegante y fina, justo de su talla, la cual debía reponer cada vez que tenían un encuentro sexual como este.
Para Marco, Jessica era más que la mujer que saciaba su hambre de sexo, ella era su mano derecha, su socia y no confiaba en nadie como en ella ¿Será por eso que no ve venir las verdaderas intenciones de la Srta. Winkelman?
En otro punto de la ciudad.
- Sentenció que, la custodia total de los hermanos Thompson pasen a la Srta Thompson Alina, hermana mayor de los menores. Además, se le otorga una manutención, a cargo del gobierno, por la suma total de 10000 pesos mensuales los mismos que deberán ser utilizados para apalear parte de las necesidades básicas de los niños. Dejo constancia que, se le otorgará dos becas completas para asistir a la institución educativa más importante y por tanto más prestigiosa de la Ciudad de Buenos Aires, completamente a cargo de este juzgado de menores. Por último, un grupo de asistentes sociales seguirán de cerca la reinserción social de los niños por lo que deberá estar siempre disponible ante cualquier visita hasta que yo disponga lo contrario. Siendo 24 de enero del corriente, dejo firme la sentencia. – Y ante el golpe del martillo del juez los tres hermanos se abrazan entre lágrimas.
Luego de la muerte de sus padres, los hermanos Thompson habían Sido alojados en un hogar para huérfanos y al año siguiente fueron pasando de familia de acogida en familia. Con tan solo 11 años de edad Alina había tenido que presenciar la muerte de sus padres en manos de un conductor borracho quedándose sola con sus hermanitos de 10 meses de edad y 6 años. Para ella nada había sido fácil desde entonces, mucho menos cuando la jueza había ordenado mandarlos con familias de acogida diferente dónde por más de cinco años ninguno supo del otro. Cuando Alina cumplió la mayoría de edad hizo un petitorio a la juega del menor y dos años más tarde al fin le habían otorgado la patria potestad de sus hermanos, Lara, una hermosa niña de 16 años y Alex un niño de 8 años.
En el tiempo que Alina lucho por tener la tutela de los niños, había tenido que trabajar duro para demostrarle a los jueces de que ella podía darle todo lo que necesitan y que en sus cuidados estarían bien. Pudo conseguir en alquiler, a unas 30 cuadras de la estación de Lanús, en la Provincia de Buenos Aires, dónde las calles no eran de tierra pero tampoco eran de asfalto, una pequeña casa con dos habitaciones, un pequeño living comedor y una muy reducida cocina. No era una mansión pero sabía que por el momento estaba bien, ya más luego podría darle a sus hermanos una casa y una vida mejor.
Gracias a Pamela, una vecina, de quién se había hecho muy amiga había logrado entrar a trabajar en una rotisería en San Telmo y aunque el horario ahora no le ayudaría en mucho no tenía otra opción.
- ¿Y ahora qué haremos? – le pregunta Lara a su hermana.
- Iremos a casa y ya el lunes pasaremos a ver la escuela. – responde orgullosa Alina.
- Te aclaro que yo a una escuela de nenes bien no voy ni loca. –
Lara era todo lo contrario a Alina. Si bien ella pudo haber tenido su etapa de rebeldía, jamás hubiera sido tan desafiante como lo era su hermana. Ésta tenía una personalidad tan imponente, tan frontal y jodidamente segura de si misma y sus ideales que cualquiera que se atrevía a confrontarla o contradecirla respondía con todo el valor y la rebeldía de una adolescente de 16 años que pasó gran parte de su vida de familia sustituta en familia sustituta.
Alina debía ser honesta con ella y explicarle que si algo salía mal, que si para las asistentes ella no estaba apta para tenerlos podía regresarlos al orfanato entonces si, ya no habría nada que hacer para recuperarlos y lo que menos quería era eso, por lo que le pidió, le exigió que se comportarán y evitará cualquier tipo de peleas con quiénes serían sus nuevos compañeros.
- ¿Yo también tengo que ir a esa escuela? – interrumpe la voz del pequeño.
- Si mi amor. Chicos, yo sé que la vida no ha sido fácil para nosotros, pero nos han dado una oportunidad y debemos aprovecharla. ¿Saben cuántos quisieran estar en el lugar de ustedes? No desaprovechen esta oportunidad. Mire me a mi, no soy nadie y quiero que ustedes lo sean. No pongan las cosas difíciles, quizás nos es tan malo. –
Alex aún no comprendía la situación ni mucho menos le afectaba. Él sabía que Alina y Lara eran sus hermanas, pero las conocía hace un año y medio y realmente aún extrañaba a su última familia de acogida.
Alina entendía que ella nunca podría darle a su pequeño hermano unos padres, pero sabía que los suyos hubieran deseado que estén juntos. Ellos eran lo único que tenían, no podía seguir separados. Ella haría y daría hasta la vida por no separarse jamás de ellos y tenían que entender que aunque faltaba una mamá y un papá, eran una familia llena de amor.
- ¿Y vos dónde dormirás? – pregunta preocupada Lara al ver que, dónde se supone que es su cuarto, había tan solo una sola cama.
- No te preocupes por mí, yo estaré bien. ¿Te gusta? –
Alina estaba tan feliz de saber que sus hermanos irían a vivir con ella que no escatimó gastos en acondicionarles las habitaciones donde irían a dormir.
Ella sabía que Alex era un fanático de los cómics y la temática de diseño era justamente sobre ello. En tanto Lara, era más naturalista por lo que despidió acondicionar su alcoba con temática de la naturaleza escogiendo un jardín lleno de flores coloridas como tapiz para su pared.
Ni bien la chica ingresó a su habitación no pudo contener sus lágrimas no solo al ver cómo su hermana con tanto amor había realizado la decoración, sino por qué eso demostraba cuan ansiosa estaba por tenerlos a su lado. Ambas hermanas terminaron fundidas en un fuerte y sentido abrazo.
- Tengo hambre. – las interrumpe Alex. - ¿Por qué lloran? – pregunta sin comprender.
- Son lágrimas de felicidad piojito – responde con mucho amor Lara mientras revuelve su cabello.
- ¿Qué quieren comer? –
- ¿Podemos comer hamburguesas con papas fritas? –
Alina lo miro con tanto amor y recordó esa misma expresión en su rostro cada vez que le pedía a sus padres que la llevarán a comer hamburguesas y no pudo evitar soltar algunas lágrimas de emisión.
- Por supuesto que sí. Agarren sus abrigos y vamos. –
Alina sabía que no sería sencillo criar a sus hermanos sola con un trabajo de medio tiempo y un sueldo que apenas le servía para cubrir los gastos de la casa y algunas cosas esenciales para ella y sus hermanos, pero nada le impediría poder tenerlos consigo.
Esa noche, después de tanto tiempo Alina pudo dormir tranquila sabiendo que lo que tanto había luchado lo había