Capítulo 5 FOUR

El vuelo salió con atraso y Jessica estaba nerviosa, tratando mal a las azafatas quienes trataban de explicarle que habían tenido un imprevisto en la pista de aterrizaje. A Marco le molestaba que ella tuviera ese tipo de actitudes con las personas, dado que para él todos eran iguales pese a su posición económica respetaba el trabajo del otro, la manera en la que se ganaba el pan de cada noche así sea un pobre hombre que junta botellas en la calle, merecía respeto de igual modo.

Pero Jessica era despectiva con las personas y él ya le había llamado la atención un centenar de veces, pero esta vez era diferente, por qué Marco estaba en otro lado.

No podía no sentir la sensación de haber estado tan cerca de aquella muchacha que si quiera sabe su nombre, pero conoce algo de su personalidad. Su aroma a jazmín se había impregnado en sus fosas nasales que hasta aún podía sentirlo en el aire. Estaba tan encandilado por la belleza de esa chica que todo lo que sucedía a su alrededor no tenía nada de importancia.

Jessica, luego de haber discutido con la azafata posa su atención en él y se da cuenta que aunque se encontraba físicamente junto a ella, su mente estaba en otro lado ¿Pero dónde?

- ¿Estás bien?. – le pregunta la morocha más intrigada que preocupada.

- Nunca he estado mejor. – él no se había dado cuenta de lo que dijo, en tanto ella le llamo la atención el comentario.

- ¿Pasó algo que desconozco? –

A ella lo único que le importaba era seguir manteniendo a Marco bajo sus sábanas, muy en el fondo temía que llegase otra mujer a su vida y todo lo que había construido en el último tiempo se fuera por la tangente.

A Marco le disgustaba cuando ella quería ahondar en cosas de su intimidad, dado que su relación se basaba en los negocios y pocas veces en lo sexual. Los unía el deseo y no el amor, pero esa vez, todo fue diferente. No podía dejar de pensar en la chica y no podía explicar el por qué. No conocía nada de ella, solo que trabajaba en una rotisería, si quiera sabía su nombre y contratar un investigador privado no era de ese estilo de gente.

- No pasó nada, solo que he soñado mucho tiempo con este momento. Me enorgullece ver el crecimiento de la empresa. –

En parte mintió. Era cierto el sentimiento de orgullo por haber ayudado a que la empresa saliera a flote lo tenía, pero la verdad era que su felicidad en gran parte corría por haber conocido a esa chica que le robaba cada suspiro.

Al cabo de un par de horas aterrizaron en París, dónde rápidamente se hospedarnos en el "Le Bristol París" uno de los hoteles más caros y lujosos de toda Francia. En menos de 72 hs se realizaría el desfile y aún tenían mucho que hacer, comenzando por aguardar el vuelo de las modelos que llegarían esa misma tarde, más luego organizar los últimos detalles para poder apersonarse con aquellas en el lugar. Todo debía quedar perfecto.

Lo que a Jessica le preocupaba era que Marco aún no había seleccionado la modelo que representaría la campaña de verano y pese a que ella era la socia, una vez quería estar del otro lado. Quería sentirse envidiada por Miles de mujeres que darían lo que fuera por tener un cuerpo como el de ella, una belleza indiscutible como creía que tenía, pero aún no encontraba oportunidad de plantearle su idea. Ella creía que el ser ella, su socia y mano derecha de la compañía seria una estrategia que ayudaría a crear una mejor imagen de la empresa. Lo cierto era que lo único que le importaba era mostrarle al mundo la mujer que en sus vidas irían a poder alcanzar.

Al mismo tiempo, en otra parte del planeta, Alina, sin saber que Marco no estaba en la empresa, se había decidido por devolver la supuesta propina por dos motivos. En primer lugar, para que él no crea que ella es una mujer interesada en tanto el otro, a lo mejor se había confundido y pensaría que se aprovechó de la situación. Sin más, luego de motivarse y darse valor a si misma, colocó los $1500 más los US$ 100 en un sobre con una nota porque no pensaba bajo ningún concepto volver a estar frente a él, por lo que solo iría a dejar el dinero con la recepcionista, más luego ellos se encargarían del resto.

- ¿De parte de quién quiere que le diga que dejó el sobre? – pregunto la rubia mientras sostenía el sobre en sus manos.

- Alina Thompson, por favor. – le contesta tímidamente con las manos en el bolsillo.

- Bueno, ni bien vuelva de su viaje le estaré informando del paquete. Desde ya, que tenga buena tarde. –

Por suerte para ella, no tendría que llevar ningún pedido por los próximos tres días, por lo que se sentía un poco aliviada. Ella no quería reconocerse a sí misma que ese hombre le había movido el suelo como nadie y eso que en su vida solo conoció a dos hombres y aunque a su edad, la mayoría de las mujeres han tenido su primera experiencia sexual, ella aún era virgen.

A diferencia de lo que su hermana y Pamela pensaban de ella, Alina esperaba a un hombre que la amase con intensidad, que sea capaz de hacerle frente al mundo por su amor, alguien que sepa escucharla, comprenderla y lo más importante, respetar y que ame a sus hermanos. Solo así, sería digno de entregarle su cuerpo. Pero sabía que era muy difícil encontrar todas esas cualidades en un solo hombre por eso siempre decía que si bien cree en el amor, no tenía tiempo para ello aunque la realidad era que tenía pavor de que la hicieran sufrir ya que consideraba que la vida la había golpeado demasiado.

Ella se sentía sola, si bien estaba de acuerdo con que sus hermanos estudiarán en uno de los mejores colegios de Buenos Aires, lo que jamás imaginó era que tendría que separar de ellos cada semana y eso la devastada. No era lo mismo hablar por teléfono. De hecho solo te permitían hacerlo dos veces por semana y aunque Lara tenía su teléfono celular y podía comunicarse con ella cuántas veces quiera, con el pequeño Alex solo podía hacerlo en el tiempo estipulado por reglamento escolar.

Lara no le comentó sobre la lista negra y esas cosas, dado que no quería preocupar a su hermana. De hecho solo le había dicho que si bien sus compañeros no eran como los del hogar, podía sobrevivir, aunque lo deteste, entre niños que se creen el ombligo del universo por ser hijos o nietos de quienes eran.

El segundo día de clases para ella, no había sido tan diferente como el primero, de hecho lo único que cambió fue que su compañera de banco había llegado temprano. Ni bien llegó y se ubicó en su lugar, la chica de junto le comentó sobre el cambio de habitación que había solicitado. De primeras no le dio mucha importancia, después de todo le daba igual con quién compartía el cuarto mientras que no le toquen sus cosas, todo estaría más que bien.

En un momento ella voltea a mirarla y nota que la chica tenía algo diferente y eso era su cabello. Lo tenía por los hombros y a decir verdad bastante desprolijo. Ni bien inspeccionó el corte de su compañera no contuvo la carcajada, lo cual provocó en la chica se sintiera mal y se avergonzara de si misma y escondiera dentro de su boina su cabello.

Sinceramente Lara no le iba a preguntar sobre el corte, realmente no le interesaba. Así se pusiera un cuerno de unicornio en la frente le daba igual, pero al parecer la cosa no venía del lado de querer cambiar de look, por supuesto que no. Porque las culpables eran ese dúo de bobas que se creen populares y con la libertad de decidir por sobre cualquier persona.

- Que lindo te queda el corte Sofía. –

Ese tono burlesco de parte de Emma, le dio tanta bronca que no contuvo el impulso de tirarle su botella de jugo de naranja en todo su rojillo cabello, mientras entre gritos y sollozos se intentaba cubrir la cabeza.

- Esto es para enseñarte a respetar a Sofía y a todos. – se lo enunciaba en tanto las últimas gotas de jugo tocaban la parte superior de su cabeza.

Emma no podía hablar, estaba shockeada, por primera vez en sus 16 años, alguien la había ridiculizado ante algunos compañeros, quienes no tardarían en correr la voz, y se sentía humillada. Lo único que pudo hacer, a parte de llorar, fue pararse bruscamente y exigirle a Lara no solo el motivo de tal falta de respeto, sino que la estaba obligando a limpiarla y a rogarle el perdón.

Lara bajo ninguna circunstancia le pediría a nadie, que no sea su hermana y hermano, disculpas ni mucho menos rebajarse a limpiar a nadie. Por el contrario, volvió a desafiarla frente a todos quienes miraban y contenía la risa al ver a quien alguna vez se rió de ellos, siendo sometida ante una chica de la cual no conocían nada.

Ni bien, Thomas y Carlos entraron al aula y vieron toda aquella escena no pudieron evitar reír a carcajadas, cosa que ofendió aún más a Emma. Se rumoreaba en los pasillos del Madero School, que ella llevaba enamorada de Thomas desde hace tres años y que pese a que han Sido amigos desde el primer día y se los ha visto juntos desde entonces, ella jamás se le había confesado, en tanto él no la veía más que como una amiga.

Cuando Emma se vio ridiculizada frente a la persona que amaba, tuvo el impulso de golpear a Lara y lo hizo. Un solo cachetazo bastó para que Thompson se olvidara de la promesa que le había hecho a su hermana y le diera un golpe de puño cerrado a la pelirroja. Segundos más tarde, tenía a Carlos y Thomas sosteniéndola para que no le vuelva a pegar, en tanto Emma se encontraba desmayada producto del golpe.

- ¡¿Qué significa esto señoritos?! – ninguno se había dado cuenta, pero el director había ingresado al aula justo en la preciso momento en el que Sucedió lo del golpe de Lara hacia Emma.

- Ella tiene la culpa, mire lo que le hizo a Sofía.- quiso justificar lo que había hecho mostrándole que tenía motivos.

Lo que no se esperó, fue que Sofía no afirmara la versión de Lara, es que realmente estaba aterrada de lo que esos cuatro podían llegar hacerle si se ponía del lado de la nueva. Si con sólo haberla expuesto le cortaron el pelo ¿Qué llegarían hacerle si dijera lo que le hicieron?

- ¿En serio no vas a decir nada? – la muchacha le pregunto incrédula de verla allí, aún sin levantar la mirada - ¿Todos van a seguir dejando que estos cuatro hagan lo que quieran con ustedes? –

Estaba incrédula, en su vida había conocido personas como ellos, tan inhumanos y tan cobardes como lo eran. Esa mañana firmó su primera amonestación, sin saber que solita se había cansado su propia tumba y que estar en la lista negra sería nada comparado con lo que irían hacerle.