Capítulo 6 El poder para echarme

"¿Quién es esa chica? ¿De qué familia proviene? ¡Es absolutamente impresionante!".

La llegada de Janice atrajo todas las miradas. Era una presencia que la convertía en el centro de atención con mucha facilidad.

Antes Janice había preferido la sencillez, evitando maquillarse y vistiéndose de manera informal en los grandes eventos sociales, por lo que Delilah disfrutaba de toda la atención.

Pero esos días habían quedado en el pasado. No tenía por qué apagar su propia luz para beneficiar a otro. Ahora abrazaba su verdadero yo sin reservas.

Llevaba un elegante vestido negro adornado con delicados detalles plateados que abrazaban elegantemente su figura; mientras que su maquillaje, hecho por profesionales, acentuaba sus rasgos perfectos.

Sus pendientes de perlas y su collar de diamantes no la eclipsaban, sino que aumentaban su resplandor natural.

Tenía un comportamiento sereno, una mirada confiada y una postura majestuosa, como una princesa moderna que honraba a la multitud con su presencia.

Pero la expresión de Delilah se volvió sombría. A pesar de que solo habían pasado unos días, el cambio en Janice era profundo.

No quería reconocerlo, pero se sentía eclipsada y simple al lado de ella.

Laurie continuó disfrutando de la adoración de todos, sin darse cuenta de la llegada de Janice.

"Mamá, creo que acabo de ver a Janice. No puedo creer que haya venido para la competencia. Considerando la situación de la familia, ¿quién puede saber qué es lo que busca?", susurró Delilah.

"¿Janice está aquí?". Laurie se volteó bruscamente y pronto sus ojos se posaron en Janice.

Al principio, se quedó impresionada por su atractiva presencia, pero luego frunció el ceño con desaprobación. "¿Por qué esa chica se molestaría en venir? ¿Acaso espera que sea indulgente con ella solo porque soy jueza? Si hubiera hecho las paces contigo, tal vez sería más generosa. Pero ahora no pienso serlo en absoluto".

Inclinando desafiantemente su barbilla, se acercó a Janice.

El encanto de la mujer parecía atraer a muchos. Varios jóvenes e invitados que no conocían su historia se sintieron atraídos por su encanto, pero ella rechazó respetuosamente cada avance, independientemente de su estatus.

No había querido asistir al evento, pero la idea de que Delilah compitiera con su diseño la hizo idear un plan divertido.

"Janice, ¿cómo te atreves a venir?", espetó Laurie, devolviéndola al presente.

Cuando alzó la mirada, vio que Laurie y Delilah se acercaban. Sus expresiones eran un complejo tapiz de emociones.

El semblante de Janice se volvió tormentoso, un marcado contraste con su anterior sonrisa cálida. Ya había perdido la paciencia. "¡Aléjense!", exclamó con una voz afilada.

Laurie se quedó paralizada. Apenas había abierto la boca para hablar cuando Janice la interrumpió.

"Janice, ¿cómo puedes hablarle así a mamá?", intervino Delilah con ojos suplicantes. "Pídele perdón ahora mismo. Si te disculpas, seguiremos siendo una familia".

"¿Cómo te atreves tú, la adoptada, a sermonearme? Señora Edwards, he cortado oficialmente cualquier relación con tu familia. Si no quieres hacer el ridículo, te pido que te mantengas lejos de mí. De lo contrario...". Janice miró a la multitud. "No me molestaría darles un espectáculo para que vean a la familia Edwards caer en deshonra".

Con cada paso que daba, su gélida presencia parecía hacer retroceder a Delilah.

Laurie apretó la mandíbula mientras veía las miradas curiosas de muchos invitados. Existía el riesgo de quedar en ridículo públicamente, amenazándolos con convertirlos en blanco de burlas.

Janice parecía haberse convertido en alguien muy diferente, como si estuviera al borde de la locura. Nadie podía predecir lo que haría a continuación.

Laurie inhaló profundamente, un esfuerzo silencioso para recuperar la compostura. "Janice, ¿no viniste para participar en el concurso? Si crees que por ser mi hija se te dará un trato especial, te recomiendo que desheches esa idea. Siendo jueza del evento, no mostraré ni una pizca de favoritismo hacia ti".

"¿Favoritismo?". Janice se echó a reír con incredulidad. "¿Ahora sabes que también podría necesitar favoritismo? ¡Pensaba que eso solo estaba reservado para tu hija adoptiva!".

"Janice, mamá solo quiere cuidarte", interrumpió Delilah ansiosamente. "Ni siquiera tienes un diseño para competir. Si insistes en participar, ¿no estarás exponiéndote a una situación embarazosa?".

"¡Cállate la boca, mentirosa de mierda! Si me sigues presionando, puedo contarles a todos el verdadero origen de tu borrador".

Los rostros de Laurie y Delilah se volvieron sombríos.

"Janice, ¿cómo te atreves?", exclamó Laurie antes de que la otra joven pudiera responder.

Tomando la mano de Janice, murmuró con fiereza: "Te he dado de todo, pero tú has hecho imposible que Delilah se concentre en su diseño. Le debes algo, así que es justo que ella use el tuyo".

Janice chasqueó la lengua, sin entender ese razonamiento ilógico. Pero no quería discutir más.

Rápidamente se liberó del agarre de Laurie y declaró: "Antes te respetaba. ¿Pero ahora quién carajo te crees que eres para hablarme así?".

Laurie se sintió más frustrada. No podía creer que la hija que siempre había sido tan complaciente pudiera actuar con tanta ferocidad.

"¡Guardias, saquen a esta mujer inmediatamente!", ordenó.

"¿Qué? ¿Piensas que tienes el poder de echarme?". Janice no pudo evitar reírse y se cruzó de brazos.

Laurie la señaló con el dedo. Estaba hirviendo de furia y sentía que la cabeza le daba vueltas. "¿No tengo el poder? Como jueza de este concurso, ¿no puedo expulsar a alguien que causa disturbios?".

Delilah exhaló un suspiro. "Janice, ¿qué sentido tiene todo esto? Entiendo que quieras llamar la atención de mamá, pero solo la estás haciendo enojar más".

Sin decir nada, Janice le dio una fuerte bofetada.

El rostro de Delilah se convirtió en un lienzo de incredulidad. ¿Cómo era posible que Janice se atreviera a golpearla?

"¡Janice, esto es inaceptable! ¡Guardias! ¡Exijo que la saquen ahora mismo!", exclamó Laurie autoritariamente.

De inmediato, varios guardias se reunieron a su alrededor. Pero dudaron cuando vieron que la persona en cuestión era Janice.

Si bien no sabían su verdadera identidad, habían visto que tenía una invitación de diamantes, un emblema de alto estatus. No se atrevían a ofender a alguien tan distinguido.

"¿Qué están esperando? ¡Llévense a esta mujer!", bramó Laurie con impaciencia. "¿En serio quieren que despida a todos ustedes?".

"Señora Edwards, por favor, entienda...", respondió un guardia, atrapado entre el deber y el decoro. Pero antes de que pudiera explicar más, varios guardaespaldas se unieron a la pelea.

"Señora Edwards, ¿de verdad está ordenando la expulsión de mi esposa?", exclamó una voz masculina.

Un hombre en silla de ruedas se acercó a la multitud.