Edrik tenía razón. En absolutamente todo. Me he equivocado tanto en estos últimos años que ni siquiera sé cómo comenzar a arreglar los escombros de mi vida. El amor de mi vida había vuelto a mí, casi como si el destino me estuviera dando una segunda oportunidad... y, aun así, lo estaba perdiendo otra vez.
Sentía que mi alma se desmoronaba, pero sabía que no podía quedarme en esta oficina llorando como una niña. Nada iba a cambiar si me dejaba vencer por la autocompasión. Mi vida no iba a repararse sola, y ciertamente nadie iba a venir a salvarme. Inspiré profundamente, me ajusté el cabello y me forcé a sostener mi mirada en el espejo. Cuando estuve segura de que no parecía tan evidente que había llorado, salí rumbo a la oficina de mi padre para encontrarme con Harding.
-Harding, ya estoy aquí. ¿Qué necesitabas? -traté de sonreír, aunque sabía que no era más que una máscara. Cualquiera que nos viera a Edrik y a mí juntos podría notar la tensión, la atracción que
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todavía latía entre nosotros. Y, sin embargo, aquí estaba, tratando de aparentar normalidad ante el hombre con el que había intentado llenar el vacío que Edrik dejó en mí.
Harding me observó con la misma expresión segura de siempre, una mezcla de superioridad y calma.
-Blossom, he estado pensando mucho en nuestra relación y he llegado a una conclusión que necesito compartir contigo. -Hablaba con un tono solemne, como si estuviera por decir algo trascendental.
Asentí mientras tomaba asiento frente a él, pero mi corazón comenzó a hundirse. ¿Iba a decir lo que pensaba que iba a decir? Rogaba en silencio, por favor, no lo hagas.
-Hemos estado juntos mucho tiempo, y creo que ha llegado el momento de llevar nuestra relación al siguiente nivel. -Harding me miró con una sonrisa suave, mientras yo sentía que cada palabra suya era como una daga.
No podía ser. No podía estar sucediendo.
-¿Qué quieres decir con eso? -pregunté, intentando fingir interés mientras mis manos jugaban nerviosas con el borde de mi vestido.
-Quiero decir que quiero casarme contigo, Blossom. Eres la mujer perfecta. La compañera ideal. Sé que juntos podemos construir una vida maravillosa.
¿Casarnos?
Mi mente se quedó en blanco. En un instante, todo lo que Edrik había dicho horas antes regresó a mí como una tormenta. Lo vi claramente frente a mí, diciéndome que no podía ser mi segunda opción, que no podía seguir viviendo en un limbo emocional que yo misma había creado. Y aquí estaba yo, tomando la decisión que terminaría de alejarlo para siempre.
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¿Qué debía hacer? ¿Decirle que no a Harding, cuando Edrik ya había dejado claro que no habría más oportunidades entre nosotros? ¿O aceptar, hundiéndome en una vida que no deseaba pero que, al menos, era estable?
-Tienes razón, Harding. Este es el momento adecuado para dar un paso más en nuestra relación. -Mi voz sonó extraña, como si no me perteneciera. Traté de sonreír mientras él se inclinaba para abrazarme.
Por dentro, me desmoronaba.
Me aferré a él, no porque lo quisiera, sino porque necesitaba un ancla para sostenerme en ese instante. Y luego, sin poder evitarlo, las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas.
-Blossom, ¿estás bien? -preguntó Harding, separándose un poco para mirarme con preocupación.
Inspiré profundamente y me obligué a recuperar la compostura.
-Es solo que me emociona pensar en lo lejos que hemos llegado. A veces siento nostalgia de todo lo que hemos vivido juntos.
Me sorprendió la facilidad con la que mentía.
-No llores por eso, cariño. Me gusta verte emocionada, pero prefiero que sonrías. -Harding me dio un beso en la frente antes de levantarse. -Pasaré por ti esta noche. Salgamos a celebrar.
Asentí en silencio mientras lo veía salir. Apenas se cerró la puerta, las lágrimas volvieron a brotar.
Acababa de condenarme. Había aceptado casarme con un hombre que no amaba, solo porque no tenía el valor de enfrentar mi verdad. Acababa de perder al verdadero amor de mi vida.
Lo siento, Edrik. Lo único que sé hacer es lastimarte.
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Edrik
El rumor se extendió como pólvora. Blossom Vaughan se había comprometido con Harding Gibson.
En cada rincón del bufete se hablaba del compromiso. Harding se paseaba con una sonrisa de suficiencia, como si hubiera ganado el mayor trofeo de su vida. Y quizá para él lo era. Pero para mí, era el golpe final.
Tenía el alma destrozada, no pensaba negarlo en lo absoluto.
El amor de mi vida, la única mujer que ha podido apoderarse de mis sentimientos, acababa de comprometerse con otra persona siendo consciente de lo que provoco en ella. En la oficina todo mundo comenzó a hablar acerca de cómo Blossom acababa de comprometerse en matrimonio y Harding fue por allí hablando con todo mundo para exhibirla como un trofeo. Para él, era el mayor logro de su vida haberse comprometido con una mujer de tan alta categoría social y belleza exorbitante. Yo también la presumiría, pero la forma en que él lo hace no es la correcta.
Intenté distraerme con el trabajo, sumergirme en las pilas de documentos y los interminables casos que tenía en mi escritorio. Pero nada podía borrar la imagen de Blossom diciendo que sí.
Horas más tarde, la puerta de mi oficina se abrió y ahí estaba ella. Blossom.
Su rostro estaba marcado por el llanto, sus ojos hinchados y su postura encorvada. Era evidente que estaba sufriendo, pero yo no podía permitir que su dolor me volviera a arrastrar al abismo.
-¿Tienes algo que decirme? -pregunté sin mirarla.
-Harding me propuso matrimonio -dijo ella, con la voz temblorosa.
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-Y aceptaste -respondí con frialdad.
Ella asintió, incapaz de sostener mi mirada.
-No sé para qué me lo dices. No me interesa tu vida personal, Blossom. A partir de ahora, solo hablemos de trabajo.
-Edrik, por favor... -susurró ella, con lágrimas acumulándose en sus ojos.
-¿Por favor, qué? ¿Qué esperas que haga? ¿Qué me quede aquí, mirando cómo arruinas tu vida con un hombre al que no amas? No tienes derecho a pedirme eso.
Su silencio fue como una sentencia.
-Siempre supe que Harding no era tu elección. Lo triste es que tú tampoco sabes elegirte a ti misma.
No esperé su respuesta. No quería seguir siendo parte de este caos.
Había llegado el momento de dejarla ir. Aunque me doliera. Aunque me rompiera.
Ella había sido mi todo, pero yo no podía ser su nada.
-Harding me propuso matrimonio...-ella mencionó sin poder mirarme a los ojos. Por algún motivo, ella se sentía avergonzada. No comprendía la razón por la que continuaba repitiendo lo mismo, como si ni siquiera ella lo asimilaba.
-Y aceptaste la propuesta ¿No es así? -Me burlé sin dejar de trabajar en el caso que se me asignó con anterioridad.
Blossom asintió, con la cabeza baja.
-Está bien, ni siquiera sé para qué me lo dices. No quiero
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saberlo, tampoco he preguntado sobre tu relación así que, a partir de ahora, solo hablemos de asuntos del trabajo. Nada que tenga que ver con tu vida personal me interesa Blossom Vaughan, espero que a partir de ahora te quede bastante claro que todo se ha acabado entre los dos y que ya ni siquiera vale la pena que esté hablando contigo.
-Edrik... ¿Cómo es posible que me pidas algo como esto? - Sus ojos se llenaron de lágrimas casi de inmediato. Si ella decía que estaba preparada y segura de casarse con él, me preguntaba por qué esta decisión le estaba afectando tanto o si solo le estaban agobiando los recuerdos de pasado.
-¿Cómo es posible que seas tan descarada como para venir hasta mi oficina a comunicarme que vas a casarte con otro hombre? -Farfullé, sintiendo que la sangre se me subía a la cabeza. Puede que estuviese siendo muy duro con ella, pero, ha sido un golpe muy duro el volverla a ver y enterarme que ya hay otro en su corazón.
-Siento que pensaras que iba a dejarlo todo solo porque aparecieras en esta firma, no iba a cambiar toda la vida que he llevado durante años tan solo por aparecer de un día a otro. Cuando me moría pensando en ti y en cuáles pueden haber sido los motivos para que me dejaras como si yo no valiera ni un centavo, ese hombre apareció y por lo menos me ayudó a distraerme...
¿Acaso ella ya se ha olvidado del pasado y no recuerda el motivo por el cual rompimos?
-¿A quién quieres engañar Blossom? Siento mucha lástima por ti, puesto que no queda ni rastro de la extraordinaria mujer que solías ser, recuerdo que aquella versión tuya que conocí nunca decidiría permanecer al lado de otra persona a la que no amas y ahora haces todo lo contrario. Tú misma estás diciendo que ese hombre al menos te ayudó a distraerte del dolor que te provocó nuestra despedida, si empezaste tu relación con Harding para olvidarte de mí, temo decir que eso no es amor. Pero ya veo que estás siendo demasiado cerrada como para entender de razones, tú misma dijiste que empezaste tu relación con él debido a que querías olvidar un poco el dolor que te
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causó nuestra separación. Si tu relación con alguien inicia de esa manera, lo siento, simplemente nunca fue amor desde el inicio y en el fondo lo sabes muy bien. Admito que desde que llegué a Londres nada ha sido como lo esperaba, esperaba verte y poder tener una conversación grata y no que terminaras por romperme el corazón en mil pedazos cada vez que nos viéramos. Ya tomaste tu decisión, y yo tengo que obligarme a mí mismo a respetar la elección que tomaste...No te pido demasiado, tan solo que hagas las cosas un poco más fáciles para los dos y que tratas de alejarte de mí. No pienso desaparecer de esta firma porque es una oportunidad muy buena para mí y no pienso rogarte cada vez que entre por esa puerta, si tu elección ha sido casarte con él tendré que respetar que vas a convertirte en la esposa de alguien más. Tendré que soportarlo todo mientras te veo de lejos, incluso si eso significa mi propia muerte.
Ella no está enamorada de él, sin embargo, acaba de comprometerse. Ni siquiera es valiente para admitir lo que desea y vivir la vida que necesita vivir.
-Ni siquiera escuchar tu adiós, porque el vacío ya lo sustituyó. Es una pena que después de lo mucho que tuviste que vivir, no seas capaz de tomar decisiones que solo te hagan feliz a ti. Espero que puedas aprender a vivir lo que tú quieres vivir, nada más. Ahora es demasiado tarde, y debo dejarte ir por más que sienta que tengo el alma rota en miles de pedazos.
Ella está fuera de mi vida. Alguna vez ella estuvo aquí, y pensé que era mía. Ahora no tengo nada, porque lo único que me mantenía vivo era el sentimiento de sentirme amado por ella.
Fui un arrogante, y eso me ha llevado a perder a la única mujer a la que he amado. Solemos pensar que cuando alguien corresponde a nuestros sentimientos, de manera instantánea, deben tener responsabilidad afectiva con nosotros. Y solo cuando es demasiado tarde nos damos cuenta que el amor no es nada sin compromiso, qué de nada sirve amar fervientemente cuando no se es lo suficiente valiente para gritarlo al viento que golpea nuestros rostros.
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Creí que al ella adorarme de la forma en que yo también la adoraba a ella, nos convertía en almas que no pueden separarse. Sin embargo, el destino jamás jugó de nuestro lado y mucho menos supimos tomar decisiones para arriesgarnos y estar juntos como queríamos.
El tiempo es el mayor enemigo del amor, y ahora que he vuelto, con la fuerza y madurez necesaria para adorarla como lo merece, alguien ha ocupado mi lugar.
Al final, supongo que las leyes del amor nunca son exactas.
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