Capítulo 4 Diagnóstico

Capítulo 2

KRIV IVANKOV

Ella estaba siendo revisada por mi medico, no permiti que el histérico de su padre llamara a una ambulancia, mi gente lo tenia retenido en la sala, se negaba a que la lleváramos al hospital, se negaba a decirnos su nombre, así que tuve que hacerlo a las malas, mis hombres lo sometieron y subieron ala furgoneta, mientras que mi hermano Griv, que tiene conocimiento del cuerpo humano y no solo en cómo saber torturarlo, si no que sabe acomodar huesos, dar masajes terapéuticos, cargo ala chica inconsciente en mi furgoneta, pero algo extraño se apoderó de mi, un instinto que nunca había sentido, la necesidad de protegerla, regularmente no me involucro con las mujeres que emos rescatado Y viven en nuestra villa, pero la fragilidad de la chica, su rostro inocente, su cabello negro largo y ondulado. Nose que me poseyó para arrebatarsela de los brazos de mi hermano. Ahora estaba sentado en mi pusf, de mi habitación mientras nuestro médico la baloraba, no tenía nada roto, pero entre más arrugada el gesto, más me tensaba, quizá necesitaba cirujía.

– ¿Que pasa ? – no resistí mucho, mi tolerancia era poca.

– Algo no anda bien, la chica está pálida, muy desnutrida y las cicatrices en sus muñecas me indican que ha intentado suicidarse en más de una ocasión.

Respire profundamente, en esta mancion han existido esos casos, y sabía identificar a los monstruos, yo era uno de ellos, yo los cazaba solo por diversión, y apostaría mi vida que su padre era el causante. Lo olía en el, lo olía en ella, su rostro contorsionado no solo por el dolor físico, si no también por el dolor emocional, podía olerlo en ella, era como si lo tuviera marcado en la piel y me cortaría un brazo, si la dejaba volver a ese infierno, porque se había arrojado contra mi auto, no fue un accidente. Ella buscaba una salida.

Salí de la habitación para dar instrucciones, quería que sacaran a ese imbecil de mi casa, estaba bajando las escaleras cuando escuché sus gritos de protesta, quería llevarse asu hija, pero su tono de voz no era de un padre preocupado, era más bien de un hombre que no quería soltar asu juguete, conocía de memoria ese tono de voz, la respiración trabajosa, el sudor frío, las manos temblorosas y que se negara desde un principio que nos hiciéramos cargo de su hija, pero en su mudez ahora era más que evidente, tenía mucha urgencia de irse con su hija y ya sabía porque. Estaba apunto de tomarlo del cuello, arrastrarlo hasta mis hombres, cuando unos gritos de terror conmocionaron mi corazón, nuca había sentido tanto dolor, que oírla gritar y suplicar "No porfavor" solo tres palabras bastaron para que le hiciera una señal a mis hombres y se ocuparán del padre que intento subir las escaleras y nadie se lo permitió, ignore sus gritos furiosos y subí las escaleras lo más rápido posible, cuando llegue a mi habitación, el doctor Freud, la enfermera luchaba contra una muchacha histérica, fuera de sí, salí de mi estupor y me acerque a ella sometiendola con toda mi fuerza, mientras ella gritaba como si la estuviéramos matando, las lágrimas, los alaridos inhumanos, era una criatura lastimaba, pero tenía que someterla para que pudieran ponerle un calmante. Ella estaba en el infierno y yo me juré qué la sacaría de él, así me costase la vida.

Sus gritos me partían el alma mientras suplicaba, "No más porfavor" "Matenme" "Matenme" Había visto personas rotas, pero este era otro nivel.

Le lanze una mirada de reproche al médico, porque se había quedado petrificado mientras sujetaba contra mi pecho ala mujer que se revolvía, llorando y gritando qué la mataran. Salió de su estupor y le inyectó el calmante en el cuello. La seguí sujetando, a pesar de que seguía gimiendo, como animal herido. Hasta que porfin dejo pelear y cayó inconsciente.

– ¿Que desató esta crisis? – le pregunte al médico, mientras descendió de mi cama y la arropada, nunca una mujer había dormido en mi cama, esta sería una primera vez y era un alma rota.

– La enfermera le dijo que su padre la esperaba en la sala y fue cuando empezó a llorar y cuando intente tocarle el hombro empezó a gritar, "No porfavor, no con el, no con el" y la perdimos ahí.

Joder. Maldito. Lo mataría.

            
            

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