Capítulo 6 La mañana después

Capítulo 6.

Al día siguiente

Me desperté con el sonido de los pájaros trinando suavemente fuera de la ventana. La luz matutina se filtraba por las cortinas, proyectando sombras suaves sobre la habitación. Me incorporé con pereza y llamé a una de las sirvientas.

-Por favor, prepara el baño.

-Señorita, el agua ya está lista -respondió con una leve inclinación.

Me levanté y, antes de entrar al baño, le pedí:

-Prepara mi ropa, por favor.

Mientras el vapor del agua caliente envolvía el baño, me sumergí en la tina, dejando que el calor relajara mi cuerpo. Sin embargo, mi mente estaba lejos de la tranquilidad. Recordé lo que pasó ayer en la tarde... la figura de Noah en la oscuridad.

-¿Por qué vino a salvarme? -suspiré, mirando al techo.

Noah debía odiarme por todo lo que estaba pasando con Elizabeth. Y aun así, me ayudó. Me giré dentro de la tina, inquieta.

"No tiene sentido. No sé cómo seguir con esto. La historia de Celeste ya terminó... Lo único claro es lo que va a pasar con Elizabeth. Tal vez debería concentrarme en cómo terminé atrapada en este mundo de fantasía. ¿Realmente quiero volver? Quiero ver a mi hermana. ¿Y si... morí en la vida real?"

Me incorporé de un salto, el agua se agitó a mi alrededor.

-¡No puede ser eso! -mi corazón comenzó a latir con fuerza-. Agh, mientras más lo pienso, menos llego a una respuesta.

Me eché agua en la cabeza, tratando de calmar la tormenta de pensamientos.

"¿Y si morí y los dioses me dieron una segunda oportunidad?... Pero, ¿por qué aquí?"

Mis ojos se llenaron de lágrimas.

-No, debo estar equivocada... -me susurré-. Ya pensaré en eso después.

Después de bañarme, me envolví en una bata y salí. La sirvienta me entregó un vestido rosa pastel, delicado y elegante, con pequeños bordados en las mangas. Me lo puse y me peiné, dejando mi cabello suelto con algunas ondas suaves.

Miré a mi alrededor, indecisa.

-¿Y ahora qué hago? -murmuré.

Justo entonces, mi sirvienta se me acercó y, con una ligera inclinación, me informó:

-Señorita, el joven Noah la está esperando en la sala.

-¿Noah? -Fruncí el ceño, sintiendo un escalofrío en la espalda.

"¿Qué hace aquí? ¿Viene a reclamarme...? ¿A matarme?"

Sacudí la cabeza. "¡No! No pienses eso."

Respiré hondo y caminé hasta la puerta de la sala. A medida que me acercaba, mi piel se erizaba con cada paso. Ya estaba delante de la puerta. Tomé aire y la abrí con cuidado.

Al entrar, lo vi sentado con una postura impecable, sosteniendo una taza de té en una mano mientras hojeaba un libro con la otra.

"El libro nunca me mintió: es demasiado guapo. Esas pestañas largas, piel clara, cabello negro y ojos grises... Su cuerpo atlético y lo bien que le queda ese traje... uf, Dios."

Su presencia llenaba la habitación con un aura de elegancia fría.

Él levantó la mirada y sus ojos grises se encontraron con los míos.

Sonreí, tratando de actuar con naturalidad mientras me acercaba al sillón frente a él.

-¿Qué te trae por aquí? -pregunté al sentarme.

Noah cerró el libro con calma, dejando la taza de té sobre la mesa con un movimiento pausado. Sus ojos grises se clavaron en los míos con una intensidad que me hizo contener la respiración.

-Celeste... tenemos que hablar.

Mi corazón dio un vuelco.

            
            

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