Capítulo 9 Descubrimiento

Capítulo 9:

El canto de los pájaros me despertó suavemente al amanecer. Aún desorientada por mi nueva realidad, me incorporé y llamé a las sirvientas para que prepararan el baño. Mientras el vapor llenaba la habitación, seleccioné un vestido adecuado para el día: un elegante traje de paseo en tonos pastel, adornado con encajes delicados.

Después de sumergirme en el agua tibia y perfumada, permití que el calor relajara mis músculos y despejara mi mente. Al salir, las sirvientas me ayudaron a vestirme, ajustando el corsé y abrochando los innumerables botones que adornaban el vestido.

Me dirigí al comedor, donde una opulenta mesa me esperaba. La variedad de platos era abrumadora: pequeñas tartaletas de champiñones con trufa como aperitivo, seguidas de un suculento pollo al curry acompañado de arroz basmati y verduras exóticas. Para finalizar, una tentadora tarta de chocolate belga con helado de vainilla.

-Oh, Dios mío -murmuré, llevándome una mano a la boca-. Esto es increíble; nunca habría imaginado probar algo así.

La sirvienta colocó el postre frente a mí, y no pude evitar sonreír ante la perspectiva de aquel deleite.

-Gracias -dije en voz baja antes de sumergirme en los sabores que tenía ante mí.

Al terminar, me recosté ligeramente en la silla, sintiendo la agradable pesadez de la satisfacción.

-Estoy tan llena -comenté, mirando al techo. Tras unos momentos de contemplación, me dirigí a una de las sirvientas-: Oye, ¿qué es lo que tengo que hacer hoy?

La joven me miró con una mezcla de sorpresa y confusión.

-Ah, lo siento... No estoy segura de cuáles son sus deberes, señorita.

En ese momento, la ama de llaves se acercó, con una expresión de serena autoridad.

-Señorita, tiene varios documentos que requieren su firma, relacionados con la empresa que le dejó su padre.

Me levanté, tratando de ocultar mi desconcierto.

"No sé mucho sobre su familia... De hecho, no sé nada. Solo sé que ella heredó las empresas, aunque es su madre quien las controla realmente. Esa bruja..."

-Ah, y durante estos dos meses, ¿quién se ha hecho cargo de todo? -pregunté mientras nos dirigíamos al estudio.

-Durante su convalecencia, su mayordomo asumió la responsabilidad.

Me detuve en la puerta, girándome hacia ella.

-¿Dónde está él ahora?

-Actualmente está descansando; cayó enfermo unos días antes de que usted despertara. -Bajó la mirada, mostrando preocupación.

-¿Él... era muy importante para mí? -inquirí, intentando desentrañar los lazos de esta nueva vida.

La sirvienta asintió con vehemencia.

-Claro, él fue el mejor amigo de su padre y también la crió a usted.

Al entrar al estudio, me encontré con un caos de papeles y libros apilados, todo cubierto por una fina capa de polvo.

-No recuerdo muy bien...

"De hecho, no sé nada de Celeste, solo que fue amiga de Elizabeth y que la envidia la consumió."

Encendí la lámpara de escritorio, observando el desorden que me rodeaba.

-¿El mayordomo... ha recibido atención médica?

-Sí, le hemos proporcionado todo lo necesario.

Suspiré, sintiendo una punzada de culpa por no haber preguntado antes.

-Mañana iré a visitarlo.

Me senté en el escritorio, abriendo los cajones para familiarizarme con su contenido. Uno de ellos estaba cerrado con llave.

-Ese cajón siempre ha estado cerrado; nadie ha podido abrirlo.

-¿Tenía una llave? -pregunté, intrigada.

La sirvienta pareció recordar algo y, con manos temblorosas, sacó una pequeña llave de su bolsillo.

-Antes de su accidente, me pidió que cuidara de esto y que se lo entregara cuando despertara. Nunca la he abierto y siempre la he llevado conmigo.

Tomé la llave, sintiendo su frío metal contra mi piel.

-¿Qué será esto? -murmuré, observando el pequeño objeto que podría desvelar secretos del pasado de Celeste.

            
            

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