El murmullo en la sala del tribunal se apagó cuando el juez golpeó el mazo contra la mesa. Alejandro Ferrer no apartó la vista del magistrado, aunque sentía el peso del veredicto antes de que este fuera pronunciado. Sabía lo que venía.
-Tras analizar las pruebas y los alegatos presentados -dijo el juez con voz firme-, el tribunal falla a favor de la demandante, Isabela Montenegro.
Alejandro apretó los puños. Sabía que la sentencia no acabaría ahí.
-Se ordena la división equitativa de los bienes adquiridos durante el matrimonio -continuó el juez-, lo que incluye el 50% de Ferrer Corp a favor de la señora Montenegro.
El golpe fue devastador.
No solo le estaba entregando la mitad de su empresa a su exesposa... Se la estaba regalando a su enemiga.
Pero el juez no había terminado.
-Además, considerando el nivel de vida mantenido durante el matrimonio y la contribución de la demandante al crecimiento de la compañía, se otorga a la señora Montenegro una compensación adicional por daños y perjuicios.
Alejandro sintió que le arrancaban el alma.
-Asimismo -prosiguió el juez-, la demandante recibirá una suma mensual como manutención y conservará la residencia conyugal.
El silencio en la sala era sofocante. Solo se escuchaban los flashes de las cámaras de los reporteros afuera, esperando captar la caída de un titán.
Alejandro apenas pudo escuchar la voz del juez cuando finalizó.
-Con esto, el juicio queda concluido.
El golpe del mazo selló su destino.
Ferrer Corp estaba condenada.
La Reacción del Mercado
El mundo empresarial explotó con la noticia.
"Ferrer Corp: el divorcio más costoso en la historia de los negocios."
"Alejandro Ferrer pierde la mitad de su imperio."
"Isabela Montenegro, la nueva reina del poder corporativo."
Los accionistas entraron en pánico. La imagen de la compañía se desplomó junto con sus acciones, perdiendo más del 30% de su valor en dos semanas. Inversionistas retiraron su confianza, los bancos endurecieron sus condiciones, y los rumores de una posible bancarrota comenzaron a circular.
Alejandro Ferrer luchaba por contener la crisis, pero con la mitad de la compañía en manos de Isabela, su margen de maniobra era casi inexistente. Sus decisiones necesitaban ser aprobadas por ella, y en cada junta directiva, Isabela bloqueaba cualquier intento de salvación.
Y entonces llegó la estocada final.
La Convocatoria
Una semana después del veredicto, Alejandro recibió un correo de la junta directiva.
Asunto: Reunión urgente del Consejo de Administración
El mensaje era frío y directo: se discutiría el futuro del liderazgo en Ferrer Corp.
Alejandro ya sabía lo que eso significaba. Iban a destituirlo.
La reunión se llevó a cabo en la misma sala donde años atrás Alejandro había tomado las decisiones más importantes de su vida. Ahora, estaba en posición de ser juzgado por su propio consejo.
Cuando entró, todos los ojos estaban sobre él. Algunos con lástima, otros con indiferencia. Y en la cabecera de la mesa, estaba ella.
Isabela Montenegro.
El Juicio Empresarial
-Alejandro -comenzó uno de los accionistas principales-, hemos analizado la situación de la empresa y creemos que es momento de hacer algunos cambios en la dirección.
-Ferrer Corp ha perdido más del 40% de su valor en un mes -intervino otro-. Los inversionistas están perdiendo la confianza y necesitamos estabilidad.
Alejandro los escuchó con los dientes apretados.
-Si la empresa está en crisis, es porque alguien la debilitó desde adentro -dijo, mirando directamente a Isabela.
Ella ni siquiera se inmutó.
-Las empresas fuertes sobreviven a cualquier crisis -dijo con su tono sereno-. Quizás el problema no es la situación, sino el liderazgo.
Alejandro sintió la sangre hervir en sus venas. Era un golpe bajo y ella lo sabía.
El presidente del consejo aclaró la garganta.
-Hemos considerado distintas opciones, y después de una votación unánime... hemos decidido que lo mejor para Ferrer Corp es un nuevo liderazgo.
Alejandro cerró los ojos por un segundo.
-¿Esto es un golpe? -preguntó con frialdad.
Isabela sonrió levemente.
-Es solo negocios.
-Se ha votado tu destitución como CEO -anunció el presidente del consejo-. Efectiva de inmediato.
Un silencio denso cayó sobre la sala.
Alejandro se puso de pie lentamente, recorriendo con la mirada a cada uno de los traidores que alguna vez le habían jurado lealtad. Pero no fue hasta que su mirada se cruzó con la de Isabela que comprendió la magnitud de su derrota.
No solo le había quitado la empresa.
Lo había humillado.
La Caída
Esa misma noche, los noticieros anunciaron la noticia.
"Alejandro Ferrer, destituido de Ferrer Corp."
"Isabela Montenegro asume el control del imperio."
"La caída de un titán: el divorcio que destruyó una empresa."
Alejandro observó en silencio las pantallas de televisión en su penthouse vacío. Todo lo que había construido, todo por lo que había luchado, estaba en ruinas.
Y la persona a la que más había amado...
Era la responsable de su destrucción.
La Venganza
Alejandro sirvió un whisky y lo bebió de un trago. No podía permitirse caer. No aún.
Esto no había terminado.
Isabela le había quitado todo.
Ahora, él haría lo mismo con ella.
Isabela Montenegro observaba la ciudad desde su nueva oficina en el último piso de Ferrer Corp. La misma oficina que había pertenecido a Alejandro.
Lo había logrado.
Había ganado el juicio. Había destruido a su exesposo. Y ahora, estaba en el poder.
El trono era suyo.
Un mes atrás, lo había perdido todo cuando Alejandro bloqueó la fusión con Valverde. Ahora, no solo tenía el 50% de la empresa... tenía el control total.
Pero algo no encajaba.
Desde que asumió como CEO, el declive de Ferrer Corp no se detuvo. En lugar de estabilizarse, la empresa seguía perdiendo valor.
Las reuniones con inversionistas eran cada vez más tensas. Algunos la escuchaban con diplomacia, pero al salir de la sala, sus asesores les susurraban algo al oído... y al día siguiente, sus fondos desaparecían.
El precio de las acciones había caído otro 20% en dos semanas.
Los empleados murmuraban.
Los clientes más importantes renegociaban contratos o los cancelaban por completo.
Y en el fondo, Isabela lo sabía.
No había logrado conquistar Ferrer Corp.
Solo había heredado su cadáver.
El Problema: Alejandro Ferrer
La primera señal de alarma la recibió en una reunión con el Fondo Empresarial Delacroix, uno de los mayores inversionistas de la compañía.
El representante, un hombre mayor con décadas de experiencia en los mercados, la observó con calma mientras ella exponía su plan para recuperar la estabilidad.
Cuando terminó, él cerró su carpeta lentamente.
-Señora Montenegro -dijo con cortesía-, no dudo de su capacidad, pero me temo que hemos decidido retirar nuestra inversión en Ferrer Corp.
Isabela frunció el ceño.
-¿Puedo preguntar por qué?
El hombre sonrió, casi con lástima.
-Confíabamos en Ferrer Corp por una razón: Alejandro Ferrer.
Ella sintió un escalofrío.
-La empresa sigue siendo la misma -insistió.
El hombre negó con la cabeza.
-No. Ferrer Corp no era solo una empresa. Era una extensión de Alejandro Ferrer. Su visión, su liderazgo, su instinto. Ahora que él ya no está... nosotros tampoco.
Isabela sintió un sabor amargo en la boca.
El problema no era ella.
El problema era que, sin Alejandro, Ferrer Corp no valía nada.
El Exilio Dorado
Mientras Ferrer Corp colapsaba, Alejandro observaba desde la distancia.
Después de su destitución, se había retirado de la esfera pública. No dio entrevistas. No hizo declaraciones.
Y eso fue suficiente para que el mundo de los negocios se diera cuenta de una verdad absoluta:
Si Alejandro Ferrer no estaba al mando, Ferrer Corp estaba muerta.
Las noticias comenzaron a cambiar de tono.
"Montenegro al mando: ¿una crisis sin fin?"
"Los inversionistas huyen de Ferrer Corp tras la salida de Alejandro Ferrer."
"¿El fin de un imperio?"
Alejandro, por primera vez en semanas, sonrió.
Ella pensó que lo había destruido.
Pero en realidad, solo había destruido la empresa que él dejó atrás.
Y mientras ella trataba desesperadamente de salvar lo insalvable...
Él estaba planeando su regreso.