A la mañana siguiente, Alejandro llegó temprano a Ferrer Corp. No había pegado ojo en toda la noche, pero en su mundo, la fatiga no era excusa para la debilidad.
Sentado en su despacho, hizo algo que nunca había creído necesario: llamó a su abogado personal, Mariano Rivas, para pedir una revisión independiente de los términos de la fusión.
-Necesito que busques cualquier irregularidad en estos documentos -dijo Alejandro, pasándole el archivo digital-. Quiero saber exactamente cómo afectará la estructura de la empresa después del acuerdo.
Mariano frunció el ceño.
-¿No fue Isabela quien supervisó todo esto?
-Sí, pero necesito otra opinión. Solo por precaución.
El abogado no hizo más preguntas. Asintió y salió de la oficina con los documentos en mano.
Mientras tanto, Isabela estaba en otra reunión privada, pero no con él. Había ido a encontrarse con alguien más.
En una cafetería discreta del centro, se sentó frente a Rodrigo Valverde, el heredero de Valverde Industries. A diferencia de Alejandro, Rodrigo era más relajado, con una sonrisa fácil y una actitud despreocupada, pero su astucia era legendaria.
-¿Alejandro sospecha algo? -preguntó Rodrigo, bebiendo su espresso.
Isabela se acomodó en su silla.
-No del todo. Pero ya ha notado los cambios en el contrato.
-¿Crees que detendrá la fusión?
-No. Es demasiado orgulloso para admitir que su esposa le ha tomado la delantera.
Rodrigo sonrió.
-Entonces estamos más cerca de lo que pensábamos. En cuanto la fusión se firme, tendremos la ventaja. Ferrer Corp no será completamente suya... sino nuestra.
Isabela sostuvo la mirada de Rodrigo con determinación. Todo estaba saliendo según su plan.
Mientras tanto, en Ferrer Corp, Alejandro recibió un mensaje de Mariano Rivas.
"Necesitamos hablar. Hay algo en estos contratos que debes ver cuanto antes."
La sombra de la traición empezaba a revelarse.
Alejandro cerró su teléfono y sintió un escalofrío recorrer su espalda. Mariano nunca usaba ese tono en vano.
Sin perder tiempo, salió de su oficina y se dirigió al despacho de su abogado personal. A cada paso, su mente trabajaba con rapidez, intentando descifrar qué podía haber descubierto.
Mariano Rivas lo esperaba en su oficina privada con los documentos abiertos sobre su escritorio. Sus ojos reflejaban una mezcla de incomodidad y urgencia.
-Alejandro, hay algo en estos contratos que no deberíamos pasar por alto -dijo, señalando una de las páginas.
Alejandro se inclinó y leyó el párrafo resaltado. Sus pupilas se dilataron.
-¿Cómo demonios aprobaron esto? -murmuró.
El contrato especificaba que, tras la fusión, un 20% del control accionario quedaría en manos de Valverde Industries, pero lo que Alejandro no había visto antes era una cláusula que otorgaba a Rodrigo Valverde y su equipo un poder de veto sobre ciertas decisiones clave de Ferrer Corp.
-Esto les da demasiada influencia -dijo Alejandro con los dientes apretados-. No es una simple fusión, Mariano. Es un movimiento para debilitarnos.
El abogado asintió.
-El problema es que Isabela aprobó estas modificaciones. No hay rastro de objeción por parte de nuestro equipo legal.
Alejandro sintió que el aire en la oficina se volvía más pesado. Su esposa... su socia... había firmado esto sin consultarlo.
-¿Podemos detener el acuerdo?
Mariano exhaló con dificultad.
-Legalmente, sí, pero sería un desastre. Los accionistas ya están alineados con la fusión, y si intentas frenarla sin una justificación contundente, podrían acusarte de mala gestión.
Alejandro cerró los ojos un instante, procesando la situación. Esto no era un simple error. Isabela no era descuidada. Si había aceptado esos términos, significaba que había un motivo detrás.
Se enderezó y ajustó su reloj.
-Necesito hablar con ella.
La Confrontación
De regreso en Ferrer Corp, Alejandro entró en su oficina y llamó a Isabela.
-Necesitamos hablar. Ahora.
Ella llegó minutos después, impecable como siempre, con su expresión tranquila.
-¿Qué sucede?
Alejandro sostuvo los documentos entre los dedos.
-Explícame por qué firmaste esto.
Ella bajó la mirada al papel y luego volvió a mirarlo con calma.
-Es la mejor opción para la compañía.
-No lo es -su voz se endureció-. Es un movimiento que le da poder a Valverde. Un movimiento que debilita mi posición.
-Nuestra posición -lo corrigió ella, sin inmutarse-. Y sí, les da más influencia, pero a cambio obtenemos acceso a sus recursos y tecnología.
Alejandro se inclinó sobre el escritorio.
-¿Y por qué no discutimos esto antes?
Un destello cruzó los ojos de Isabela, algo entre desafío y frialdad.
-Porque sabía que lo rechazarías sin pensarlo.
-¡Por supuesto que lo rechazaría! -Alejandro golpeó el escritorio con la palma-. ¿Desde cuándo tomas decisiones sin mí, Isabela?
Ella cruzó los brazos y lo miró sin pestañear.
-Desde que entendí que Ferrer Corp no puede crecer solo con tus reglas.
Alejandro sintió una punzada en el pecho. Por primera vez en años, vio en Isabela no a su esposa ni a su socia, sino a una oponente.
-¿Qué más has negociado a mis espaldas?
Ella sonrió con ironía.
-Si no puedes confiar en mí, quizás deberíamos replantear nuestra sociedad.
Las palabras flotaron en el aire como una amenaza velada. Alejandro comprendió lo que significaban. No era solo un desacuerdo empresarial. Era una fractura en su relación.
La Sombra de la Traición
Esa noche, Alejandro revisó más a fondo los documentos de la fusión. Cada cláusula parecía parte de un plan más grande, una maniobra calculada.
Intentó recordar momentos recientes en los que Isabela había actuado diferente. Sus ausencias, las llamadas discretas, su creciente independencia en las decisiones de la empresa. Había estado preparándolo todo mientras él confiaba ciegamente en ella.
Tomó su teléfono y llamó a su investigador privado de confianza.
-Necesito información sobre Isabela Montenegro. Movimientos financieros, reuniones, comunicaciones. Todo.
El investigador no tardó en responder:
-Ya tengo algo, señor Ferrer. No le va a gustar.
Alejandro se tensó.
-Dime.
-Hace semanas que Isabela se reúne con Rodrigo Valverde en secreto. No en Ferrer Corp, sino en lugares privados. Restaurantes discretos, hoteles... incluso en su propia casa.
El silencio fue absoluto.
-¿Qué más tienes?
-Movimientos bancarios extraños. Una transferencia reciente de una cuenta en las Islas Caimán a nombre de una empresa que no está registrada en Ferrer Corp, pero está vinculada a Isabela.
Alejandro sintió un nudo en el estómago.
No solo estaba cediendo el control de la empresa.
Lo estaba traicionando en todos los sentidos posibles.
El Punto de Quiebre
Al día siguiente, Alejandro llegó a la oficina con una nueva determinación. Si Isabela creía que podía engañarlo y quedarse con parte de su imperio, estaba muy equivocada.
Su primera acción fue reunirse con Mariano.
-Necesito blindar mi control sobre Ferrer Corp antes de que la fusión se complete.
El abogado asintió.
-Hay formas de hacerlo, pero requerirá estrategia.
-Hazlo. No dejaré que Isabela se salga con la suya.
Horas después, Isabela entró en su oficina con la misma seguridad de siempre.
-¿Ya se te pasó el enojo? -preguntó con sarcasmo.
Alejandro le mostró un nuevo documento.
-Mañana en la junta de accionistas voy a anunciar una enmienda en la fusión.
Isabela tomó el documento y lo leyó con rapidez.
-Esto... Esto cambia todo.
-Sí -confirmó él-. Esto me devuelve el poder absoluto en Ferrer Corp.
Isabela lo miró con frialdad.
-No puedes hacer esto sin la aprobación del consejo.
-¿Quieres apostar? -Alejandro sonrió con dureza-. Recuerda, Isabela... yo soy Ferrer Corp.
Ella apretó la mandíbula, pero no respondió. Por primera vez, su plan tenía un obstáculo real.
Alejandro la observó fijamente. Había comenzado la guerra.