Capítulo 3 La Cena de Compromiso

La mansión Villeneuve estaba llena de vida aquella noche. Las luces suaves y la decoración meticulosamente cuidada daban la bienvenida a los invitados. Elian no pudo evitar sentirse impresionado por la grandiosidad del lugar. Sin embargo, su mente estaba completamente centrada en el propósito de su presencia allí: su próxima jugada en el tablero de ajedrez que había estado planeando durante años. Había llegado acompañado de Camille, su prometida, quien irradiaba felicidad al caminar junto a él.

A pesar de la enorme opulencia que lo rodeaba, Elian se sentía tranquilo. A esa edad, 21 años, había logrado mucho más de lo que muchos en su posición habrían imaginado. Como joven empresario, su influencia se extendía por varios sectores, y su red de contactos era una de las más poderosas del país. Pero todo eso había sido solo un medio para llegar a donde realmente quería estar: dentro de la familia Villeneuve.

El compromiso con Camille no era solo una cuestión de amor; era la clave para alcanzar su venganza, para destruir a la familia que había destruido la suya. No se trataba solo de casarse con ella. Su objetivo era mucho más grande. Elian sabía que, para cumplir con su juramento de vengarse de los Villeneuve, debía ser paciente. Había trabajado durante años en su ascenso, y ahora estaba ante un punto crucial. Este era el primer paso para infiltrarse en la familia y, eventualmente, derribarla desde adentro.

La mansión era un reflejo del poder de la familia Villeneuve. Cada rincón estaba adornado con muebles de lujo y arte en las paredes. Elian caminaba entre los pasillos con Camille, observando a los invitados. La mayoría eran figuras prominentes de la sociedad, empresarios, políticos y miembros de la élite. Era un ambiente cómodo para Elian, quien había sido moldeado por el mismo tipo de vida.

"Está todo listo, Elian", dijo Camille, sonriendo de forma encantadora mientras tomaba su brazo. "Mis padres están muy contentos de que por fin lo estemos anunciando."

Elian asintió con una sonrisa complaciente, pero por dentro, su mente no dejaba de pensar en el siguiente paso. La cena de compromiso, más allá de ser un momento romántico, era una oportunidad para acercarse a la familia Villeneuve de una manera mucho más profunda. Camille, aunque adorada por su familia, era solo el medio para llegar al verdadero objetivo: el poder de los Villeneuve. Pero esa noche había algo inesperado que cambiaría el curso de todo.

La puerta principal se abrió con suavidad, y todos los ojos se volvieron hacia la figura que cruzaba el umbral. Una joven de porte elegante y con una belleza llamativa entró en la sala. Elian frunció el ceño al instante. No podía ser. Pero sí, allí estaba, Maya. La hermana de Camille, que había estado ausente durante años.

Elian la había reconocido en cuanto entró al salón. Años atrás, ella era Maia, su hermana pequeña, la niña que solía esconderse detrás de él cuando tenía miedo. Ahora, era Maya Villeneuve, la hija adoptiva de Jacques, una joven refinada que se movía con la seguridad de quien pertenece a la élite. Su cabello oscuro caía en ondas suaves sobre sus hombros y su mirada, aunque serena, tenía una intensidad que lo perturbaba.

Se obligó a mantener la compostura. Nadie debía notar su reacción. Agradeció las felicitaciones con una sonrisa impecable, brindó con los invitados y se mostró atento con Camille. Sabía que Jacques lo observaba con su característica mirada fría, evaluándolo en cada gesto, en cada palabra.

Mientras tanto, en otro punto de la mansión, Jacques y Maya estaban teniendo una conversación privada.

-Regresaste en un buen momento -dijo Jacques, sirviéndose una copa de coñac mientras la miraba con ojos calculadores.

-Me pareció importante estar aquí para Camille -respondió ella con naturalidad.

Jacques sonrió con un aire de satisfacción.

-Me alegra escuchar eso. Tu hermana parece realmente enamorada de ese muchacho... demasiado, diría yo.

Maya enarcó una ceja, entendiendo el verdadero significado de sus palabras.

-No confías en él.

-No confío en nadie que no haya sido probado -dijo Jacques con voz firme, paseando su mirada por la habitación. Luego volvió a verla con seriedad-. Y ahí es donde entras tú.

Maya dejó su copa sobre la mesa, cruzándose de brazos.

-¿Qué quieres que haga?

-Quiero que seduzcas a Elian.

La frialdad con la que lo dijo la hizo pestañear.

-¿Quieres que le sea infiel a Camille?

Jacques sonrió con calma, como si estuviera pidiéndole algo trivial.

-Quiero ver qué tan fiel es él. Si es un oportunista que solo busca entrar a nuestra familia, caerá. Si es leal, lo sabremos. En cualquiera de los dos casos, tendremos respuestas.

Maya exhaló lentamente. Nunca había cuestionado las decisiones de Jacques, pero esta prueba le parecía peligrosa. Si Camille se enteraba, quedaría devastada. Sin embargo, Maya sabía que su opinión no cambiaría nada.

-Lo haré -dijo finalmente.

Jacques asintió, complacido.

-Hazlo con sutileza. No quiero escándalos.

Maya tomó su copa y bebió un sorbo para ocultar su incomodidad.

-No habrá escándalos.

Mientras tanto, en el salón principal, Elian continuaba desempeñando su papel con precisión. Se obligó a concentrarse en la conversación de los invitados, pero su atención siempre volvía a Maya. La miró de reojo y su mente se llenó de recuerdos enterrados. Era como ver a su madre resucitar en otra persona.

Cuando Maya regresó al salón después de hablar con Jacques, sus ojos se encontraron fugazmente con los de Elian. Ella le dedicó una sonrisa educada y caminó con gracia hasta su lugar en la mesa. Elian sintió un escalofrío. Algo estaba mal.

La cena transcurrió sin incidentes, pero para Elian, la verdadera guerra apenas comenzaba.

            
            

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