Capítulo 6 Fuerza

-¿Entonces tu madre, era pariente de la familia Reed? -Daniel no le quedó muy claro eso todavía.

No entendía muchas cosas. ¿Por qué sus padres nunca les hablaron de Serena y su mamá, por qué había puesto a la chica como parte del servicio de limpieza de la casa? Si eran familia, Serena también merecía ser tratada como ellos.

-Mi mamá era prima de la señora Reed. No tengo más familia. Ustedes son todo lo que tengo.

-Pues ha sido una mala decisión de su parte hacer que vinieras a la casa del lobo, ¿verdad?

La chica se encogió un tanto. No supo a que se refería.

-¿Cu-cuál lobo? -Serena lo miró a los ojos por unos segundos eternos. Jamás le había retenido la mirada tanto tiempo, y Daniel solo pudo deleitarse con esos ojos azules hermosos, que lo hacían suspirar por su prima, luego de eso, bajó la mirada a sus apetecibles labios.

Cuando serena se dio cuenta de lo cerca que se encontraban, se dispuso a alejarse, pero Daniel agarró su muñeca con fuerza, sonriendo con entretenimiento.

-¿Cuántos hombres te han besado antes, Serena? -La pregunta salió sin pensarla, pero Daniel no era la clase de hombre que le preocupara lo que salía de su boca.

Ahora la sonrisa del chico se había amplificado, mientras sostenía a su prima sin hacer presión. El rostro de Serena parecía arder en rubor, su débil brazo temblaba ante el agarre, mientras oprimía la mandíbula y miraba con desesperación hacia la cocina.

Tenía miedo de que alguien los viera tan juntos. No era correcto.

-Joven Reed...

-¿Quién se ha atrevido a tocar tus labios? Vamos, Serena, sé sincera conmigo. No creo que nadie se haya topado tan cerca de ellos y los haya dejado ir.

-Por favor, alguien puede vernos

-¿Cuántos han sido? ¿Muchos o pocos?

-Por favor...

-¿Qué harías si te beso en este momento?

La puerta sonó de golpe. La anciana salió con una bandeja que llevaba un vaso con agua sobre sus brazos. Daniel soltó a su prima, aunque sus ojos aún la acechaban, mirándola con deseo en todo momento, mientras tomaba el vaso de agua de un solo trago. ¿Por qué diablos se hacía la difícil y aterrorizada? De seguro, era una zorra como todas con las que se había acostado; solo era cuestión de tiempo para descubrirlo. Sonrió.

Le encantaba sentir como el cuerpo de Serena temblaba de miedo, aunque hubiese sido mucho mejor verla temblar de placer. La idea se desplazó rápidamente por su cuerpo, centrándose en una sola zona.

-Me largo -soltó de repente, mientras la sirvienta le miraba con el mismo rostro patético de siempre-. Si marca mi padre, dígale que sí asistí a las clases o la echo.

Le dio una última mirada a Serena y se dirigió hacia las escaleras y tras cambiarse de ropa, se subió en su deportivo, encendiendo el motor y colocándolo a toda velocidad, mientras una sonrisa sarcástica se formaba en toda su boca.

"Ya caerás, Serena. Ya caerás. Como que me llamo Daniel Reed", pensó.

...

-¿Y qué coño querían que hiciera? ¿Qué me sentara a esperar a la chica esa y cuando regresara, le dijera "hola zorrita, estoy esperando mi desayuno"? -Daniel estaba en el colegio, contándoles a sus amigos lo que le ocurrió aquella noche de fiesta en su casa.

Había pasado un tiempo, pero como su padre lo mandó al extranjero no había podido llenar aún aquel hueco en su memoria. Solo descubrió la identidad de la chica con la que se acostó y no era de sorprenderse. Fany estuvo rondándolo por varios días antes de la fiesta.

El reloj marcaba las seis de la tarde. Rick Stone rompió en carcajadas, mientras estrellaba su palma sobre la mesa de la cafetería y llamaba así la atención de montón de estudiantes que se hallaban con un cappuccino en sus manos, intentando tomar un café antes de entrar a clases.

La atmósfera en la cafetería se volvió tensa mientras los demás estudiantes miraban curiosos hacia la mesa donde Daniel compartía su experiencia. Rick Stone, con su risa estruendosa, no podía contenerse, pero los demás amigos de Daniel lo miraban con interés.

Daniel esbozó una media sonrisa con aires altaneros, mientras se acariciaba el labio con el pulgar derecho. Aun sentía la cicatriz de aquella herida.

-No me jodas, loco. Tampoco es que deberías hacer eso, sino que solo debiste esperar y preguntarle con quien fue que te peleaste o como fue qué terminaste así.

-No me importa con quién me he peleado. Ya estoy acostumbrado, Nick. -Solo quería saber quién había terminado peor de aquella pelea.

-Yo opino que deberías dejar de acostarte con la primera que se te cruza. Tienes suerte que esta haya sido la capitana del instituto, pero... ¿y si la próxima es una captura órganos? -Y entonces, todos los ojos se centraron en Mark.

-¡No me molestes, Mark! -soltó Daniel, chasqueando los dedos violentamente sobre su rostro-. ¿Qué tienes últimamente, carajo? ¿Estás en tus días o te has fumado más de lo necesario?

-Lo que pasa es que el muchacho está estresado -comentó Nick, riéndose a sus anchas.

La risa de Nick se extendió por la cafetería, pero Mark no pudo evitar sentirse incómodo bajo las miradas de sus amigos. Se recostó en la silla, cruzó los brazos y miró a Daniel con una expresión seria.

-No estoy estresado, solo digo la verdad. ¿Qué tal si en lugar de meterte en peleas sin sentido, comienzas a pensar un poco más en las consecuencias?

Mark se limitó a colocar una sonrisa patética en su rostro y rodar los ojos, alejando con fuerza las manos de Daniel sobre su rostro, mientras se bebía de un solo trago todo el café que tenía en las manos y se disponía a hablar.

A veces no entendía por que se juntaba con esos tres idiotas. Sus cabezas huecas no los hacían entender, pero a pesar de todo los apreciaba sinceramente.

-Ya no voy a decir nada, tercia de idiotas.

-Dejemos eso de lado -dijo Nick, tratando de calmar el ambiente-. Mejor hablemos sobre Rick... tiene una historia que contarnos, ¿no?

Los aludidos giraron sus rostros para observar a su amigo que de pronto se sintió cohibido ante tanta atención. Y se encogió de hombros.

Pero de pronto las carcajadas reventaron nuevamente. Daniel frunció rápidamente el ceño,

echándoles una confusa mirada a todos, mientras se recostaba plenamente sobre el respaldo del asiento de la cafetería y le guiñaba el ojo a una de las empleadas.

-Nada, todos ya lo saben, es sobre Miranda... me he dado cuenta de que, si sigo intentando tener sexo con ella después de darle tragos en las fiestas o cosas así, no va a funcionar, así que he pensado en que fingiré un momento estar enamorado de ella y tener una relación formal...

-Todos los presentes se quedaron boquiabiertos, no podían creer lo que Rick estaba diciendo-. No me vean así, joder, ¡sólo será hasta que acepte acostarse conmigo!

El club de amigos de Daniel eran tal para cual, era por esa razón también que se llevaban tan bien.

Las miradas atónitas se intercambiaron entre los amigos de Daniel mientras procesaban la inusual confesión de Rick. La sorpresa inicial se convirtió en risas nerviosas y comentarios sarcásticos.

-Rick, eres un genio estratégico del amor, ¿no? -bromeó Daniel, intentando aligerar el ambiente.

Nick, sin poder contener la risa, agregó:

-Deberías escribir un libro sobre tus tácticas de conquista. Estoy seguro de que sería un bestseller.

Rick, orgulloso de su ocurrencia, continuó explicando su plan:

-Miren, sé que suena loco, pero Miranda siempre se hace la difícil. Creo que si hago ver que estoy completamente enamorado de ella y que quiero algo más serio, cederá. Después de todo, ¿Quién podría resistirse a mi encanto?

Daniel se mordió el pulgar, mientras se le quedaba mirando de una manera un tanto

Sorprendida, al principio creyó que estaba bromeando, pero entre más lo veía más se hacía evidente su plan.

-Estas de broma, ¿no? -Cuando Rick puso su semblante serio, lo supo-. ¿Qué carajos?

¿Una relación formal? ¿Rick Stone quiere tener una relación formal con la mojigata esa de Miranda? -Daniel soltó una carcajada, centrado su entretenida mirada en el pedazo de imbécil que tenía como amigo.