/0/15720/coverbig.jpg?v=96bdf7266d46f7f410b3e16b9d127f8a)
Fue entonces que desde el pasillo, Sofía observaba a Leonardo salir de su oficina, su figura tensa, con una determinación que solo él parecía poseer. Sus pasos eran firmes, pero su rostro delataba una tormenta interna. La situación se estaba volviendo más peligrosa de lo que ella había imaginado, y aunque trataba de mantenerse tranquila, las dudas no dejaban de acosarla.
Sofía respiró profundamente y se dirigió hacia su escritorio. Las luces de la oficina parpadeaban suavemente, creando una atmósfera que, lejos de tranquilizarla, parecía intensificar la sensación de que todo estaba al borde del colapso. Sabía que Leonardo tenía la capacidad de manipular cualquier situación a su favor, pero este juego con Claudia era diferente. Esta vez, no solo se jugaban negocios, sino su futuro, y el de todos los que estaban cerca de ellos que puedan estar involucrados.
Sentada frente a su computadora, Sofía abrió el correo electrónico que había recibido esa mañana. Su propio informe sobre Claudia y Mónica Delgado. Había incluido lo que sabía, pero, sin embargo, algo no encajaba. ¿Por qué Mónica? Ella no era la típica aliada de Claudia. Algo mucho más grande estaba en juego, y Sofía sentía que se le escapaba de las manos.
"Si algo sale mal, Leonardo no va a dudar en sacrificarnos a todos." La frase se repetía en su cabeza como un mantra. Sabía que él estaba tomando decisiones, pero también sabía que, en este tipo de situaciones, las lealtades eran frágiles, y ella misma no estaba tan segura de que pudiera confiar plenamente en él. Si llegaba a enfrentarse con Claudia, la batalla no se libraría solo entre ellos dos; sería un enfrentamiento directo con todos los que lo rodeaban, incluida ella misma.
Puede que Leonardo no vaya a perder nada, pero, ¿Sofía? Quién sabe como terminarían las cosas con ella en este juego mal jugado.
Sofía apretó los dientes mientras observaba la pantalla. Tenía que tomar una decisión. Si quería protegerse a sí misma, tenía que actuar. ¿Debería ir a Claudia? El pensamiento la azotó de inmediato. Si Leonardo estaba jugando con fuego, tal vez era hora de que ella hiciera lo mismo porque ella no confiaba para nada de que Leonardo fuera a protegerla como se lo había prometido.
En ese momento, la puerta de su oficina se abrió de golpe, y Mario, el asistente de Leonardo, apareció con su rostro sombrío.
-Sofía, tenemos que hablar. -Su tono grave no dejaba lugar a dudas.
Sofía se levantó, instintivamente desconfiada.
-¿Qué pasa? -preguntó, su voz contenía un dejo de ansiedad.
Mario la miró a los ojos, serio, casi como si estuviera, dándole una advertencia tácita.
-Esto está fuera de control. Claudia ya sabe demasiado. Y no solo eso... está usando a Mónica Delgado para algo mucho más grande que un simple ajuste de cuentas. Ya no es solo un juego entre ellos dos. Está involucrando a otras piezas, Sofía. Algo muy oscuro se está gestando, y si no haces algo, no solo te verás atrapada, sino que todos aquí estaremos en peligro.
El miedo atravesó a Sofía como una corriente eléctrica, y por un momento, el aire en la habitación se volvió denso.
-¿Qué debo hacer? -preguntó, sabiendo que la decisión era mucho más difícil de lo que quería admitir.
Mario la miró fijamente.
-No sé si Leonardo sabe todo lo que está pasando, pero si quieres seguir con vida, tienes que dejar de ser solo una espectadora. Este juego no lo juegan solo él y Claudia. Todos somos parte de esto. Y si eliges quedarte al margen, serás la primera en caer.
Sofía se quedó en silencio por un momento, procesando las palabras de Mario. El peso de la situación era más grande de lo que había imaginado. Había sido una espectadora, sí, observando desde las sombras mientras Leonardo y Claudia se enfrentaban. Pero ahora, se encontraba atrapada en un juego del que no podía salir sin perder algo.
El miedo comenzaba a transformarse en desesperación. Sabía que si Leonardo había hecho todo lo posible por proteger sus propios intereses, ahora le tocaba a ella proteger los suyos. El riesgo de estar involucrada en este conflicto no era solo una cuestión de perder su puesto en la empresa o su relación con él; era algo mucho más personal. Si Claudia decidía actuar, no solo destruiría la relación de Leonardo con ella, sino que podría arrastrarla también a un abismo sin retorno.
-¿Qué sugieres que haga? -preguntó Sofía, alzando la mirada hacia Mario. Su voz, aunque firme, tenía una incertidumbre que no podía ocultar.
Mario la observó por un momento, evaluando sus palabras con cautela.
-Tienes que acercarte a Claudia. No hay más tiempo. Si lo haces bien, puede que puedas ganarte su confianza antes de que ella dé el siguiente paso. Si la situación avanza sin que tú hagas nada, perderemos todo. No solo el trabajo, Sofía. Todo.
Sofía sintió que su estómago se encogía ante la sugerencia. ¿Acercarse a Claudia? Era una mujer fría, calculadora y despiadada. No había espacio para la duda en su vida, y Sofía sabía que cualquier error podría significar el fin de su carrera, de su seguridad y, en última instancia, de su vida.
-¿Y si ella ya sabe lo suficiente como para arrastrarme? -Sofía murmuró, casi para sí misma, mientras miraba el escritorio. Podía sentir la tensión que se acumulaba en el aire, la presión de saber que cualquier movimiento en falso podría ser fatal.
Mario dio un paso hacia ella, y por un momento, Sofía pensó que iba a decir algo más, pero sus palabras fueron interrumpidas por un sonido proveniente de la puerta. Un suave golpeteo.
Ambos se giraron rápidamente, sorprendidos por la interrupción.
-¿Sofía? -La voz de Claudia, suave pero con una firmeza que heló la sangre de Sofía, atravesó la puerta. Su presencia se sentía incluso sin verla. Sofía tragó saliva, su corazón acelerado. Claudia había llegado antes de lo que esperaba.
Sofía se levantó, con la sensación de que el suelo temblaba bajo sus pies. Mario la miró con una última advertencia en los ojos antes de dar un paso atrás, dejándola sola con lo que estaba a punto de suceder.
La puerta se abrió lentamente. Claudia estaba allí, de pie en el umbral, vestida con un elegante traje negro. Sus ojos, siempre afilados, brillaban con una intensidad que Sofía no pudo evitar notar.
-Necesitamos hablar, Sofía -dijo Claudia, con una calma inquietante. La tensión en la habitación aumentó.
Sofía asintió lentamente, tratando de mantener la compostura mientras su mente corría a mil por hora. "Este es el momento," pensó, sabiendo que cualquier palabra equivocada podría ponerla en una posición de vulnerabilidad.
Claudia la miró fijamente, como si estuviera observando cada detalle de su ser. Y en ese instante, Sofía sintió que algo en su interior se quebraba. Este encuentro no sería solo una conversación más, sino el inicio de una batalla silenciosa, una que cambiaría su vida para siempre.
-Sofía, sé que no eres tan ingenua como aparentas -dijo Claudia con una sonrisa fría. El tono de su voz dejó claro que estaba esperando algo de ella. Tal vez no una respuesta, sino una confesión.
Sofía se obligó a no ceder a la presión, pero sabía que el juego acababa de comenzar, y no había vuelta atrás.