- ¿Me estas llamando gorda?
- Deja el drama, sabes porque lo está diciendo – Contestó Javier cortándole el chiste.
- No me dejas divertirme.
- Basta Mei, lo asustas.
- Tus bromas me van a generar algún trauma bastante severo.
- No es mi culpa que no aguantes un chiste.
- Una cosa son chistes y otra muy diferente son los traumas que tu generas.
- Bueno, dejando el asunto de lado ¿Tienes alguna otra historia interesante Dan?
- Mira, sé lo que estás haciendo de cambiarle el tema, no hagas trampa.
- Nunca puedo contigo.
- La verdad tengo muchas historias, desde reales hasta fantásticas
- ¿Por qué fantásticas?
- Soy un escritor, no muy reconocido y tiendo a crear muchas historias en mi cabeza.
- Ya sabemos de dónde salió la que nos contaste.
- Esa es una historia real, sino quieres creerla, por mi bien.
- No te enojes señor sensible.
- Graciosa, en fin, tengo varias, pero ahora les toca a ustedes.
- Ya te contamos lo que querías.
- Pero llevan mucho tiempo juntos ¿Correcto?
- ¿Qué te hizo pensarlo?
- Por favor, alguien que maneja la esencia y energía de la vida y alguien que maneja las mismas características de la muerte ¿De verdad creen que con eso y el título de casados voy a pensar que se conocieron hace poco? No soy incrédulo.
- Pues la verdad la historia sigue y hay muchas cosas más que se podrían contar.
- Soy todo oídos Javier.
- Con la condición de rotar las historias por día que pasemos acá, ya sabes, un día y otro día nosotros, tomando cualquier historia entretenida como algo que contar.
- Siempre y cuando no sea tan depresiva por favor.
- Cosita ya deja el asunto.
- Me fastidian las cosas tristes a cada rato y a ti también.
- Sí, pero son sus historias.
- Nadie tiene solo historias tristes que contar.
- Estoy de acuerdo con ella Javier, nadie tiene solo historias tristes que contar, que solo piensen en ellas es en realidad el problema del asunto a la hora de relatar alguna circunstancia o experiencia relativa vivida que tenga al menos un poco de sentido.
- Mucha palabra para decir que piensas como yo.
- Tú lo dices a tu manera y yo a la mía.
- Eso sí.
- ¿Qué sucedió después de su pelea entonces?
- Bueno ya vamos a eso.
- Esperen, primero me gustaría contarles algo que ya he escrito en una historia, que por supuesto tengo que continuar.
- Bueno, será, si quieres ¿De qué trata? – Preguntó Javier.
- El origen del todo incluyendo el origen de la luz misma, nacida de lo más retorcido de la obscuridad.
- Vayan tema tan normal – Comentó Mei.
- ¿Verdad?
- Estoy jugando Dan, procede a contar lo que desees contar.
- Como le dije, no está completa.
- ¿Entonces?
- No espero que los entretenga.
- Colega cálmate, seguro esta bueno, tu historia anterior estaba muy buena y fue bastante interesante.
- ¿En serio lo creen?
- Claro que sí.
- Habla por ti- Comentó Mei.
- Algún día te vas a ganar enemigos por hablar así.
- No exageres que solo estoy jugando con él.
- ¿Entonces qué opinas?
- ¿Disculpa?
- ¿Si tan risueña estas y aseguras que no es mala, quiero saber qué opinas?
- No importa lo que opine una sola persona.
- Incapaz de siquiera dar una idea, quien lo diría.
- Fue entretenida, de momento déjame pensar el resto
- Agradezco tus palabras.
- Bueno ya, cuenta lo que vas a contar.
Con los preludios a las obras más hermosas e importantes de la historia, incluyendo el lúgubre pasado, el luminoso presente y brillante futuro, aun con los escritores más reconocidos y los que no son tan conocidos, aun entre todos aquellos capaces de escribir y con talento para hacerlo, agregando a los genios de mentes más brillantes entre todas las etapas del tiempo, aun con todo el conocimiento humano y no-humano, aun cuando el cosmos cobre conciencia y pudiera transmitirla, contando a los Dioses reconocidos por los hombres y las mujeres del planeta, contando todo lo que saben de este plano y el otro, contando las estrellas en las noches más hermosas, conociendo los extremos más profundos del planeta conocido y de todos aquellos que aún no se conoce, pensando en las leyes que pueden romperse, en las que no, más allá de lo que la humanidad y las deidades pudieran ingeniar o crear, más allá de eso, se encuentra ella. Si creían que afrodita era hermosa, queda claro que palidecía ante aquella divina y poderosa presencia de la cual relatare una sola de sus aventuras, uno solo de sus días, solo uno y nada más en lo que me dura este último aliento de vida. Si por momentos pensaron que Chronos era el padre el tiempo, solo logró utilizar una ínfima parte del poder prestado de esta divinidad. Entre las risas del crepúsculo y el llanto del alba fueron creadas las ascuas del universo que se conoce como "el todo", mucho antes de que el universo existiera o los simples conceptos del hombre referente al tiempo, antes del todo, no había nada y mucho antes de la nada, solo había monstruos, seres obscuros que nacieron mucho antes de la primera chispa de luz en la inmensidad del tiempo. Mucho más allá de cada división dimensional, de la percepción de esos seres primigenios de lo que sucedía a su alrededor, la inexistencia fue creada a partir de la muerte de esos seres. ¿Qué fue lo que pasó con esos eres? Es comprensible su duda, si a todas luces, lo seres primigenios deberían tener el poder absoluto de todo ¿Cierto? Bueno, estos caprichosos y endebles despojos de obscuridad se cansaron de matarse entre sí, un día simplemente tomaron la decisión de tomar un fragmento de cada dimensión, debido a que estaban en todas y a la vez en ninguna, convergieron el tiempo, el espacio, la existencia y una pizca de algo que encontraron por allí, restos dentro del cadáver de un titan que fue destrozado, el primero en morir se le llamó, en su burdo y voraz lenguaje, era bueno, aunque nació de la obscuridad, trató de guiar a los demás en sus ciegos caminos a la destrucción.
Eso no les gustó a sus iguales, tristemente para ellos, ella había nacido.
Todo eso trajo consigo una chispa, un brillo enceguecedor que dejó atónitos y perplejos a toda esa inmensa cantidad de obscuridad, aun mientras nacía, no había sombra en ningún lado, fue cuando conocieron, la luz. Tomó forma, una que los titanes no comprendían, era pequeña, parecía frágil, la luz regresó a ella al terminar de ser formada. Una larga y hermosa cabellera, una figura pequeña pero hermosa, tez blanca, la primera vez en todo, de conocer ese llamado color.
Los titanes arremetieron contra ella, con sus torcidas, extrañas y mal formadas extremidades de muchas dimensiones más grandes que esa creación suya, sin embargo, esa deslumbrante creación alzó lo que sería conocido como "mano" por encima de su cabeza, deteniendo el golpe del colosal e inmenso monstruo que yacía frente a ella.
- Contemplé en silencio su insensatez, mi conciencia existe, la primera de todas, a diferencia de ustedes, sé lo que se debe hacer. – Exclamó en un lenguaje que los titanes no comprendían – No deben existir – Exclamó arrancando el brazo del titán que le dio lo conocido como vida.
Su cuerpo, prístino e inmaculado, ojos brillantes como los nacimientos de planetas masivos, piernas gruesas, brazos ligeramente delgados, si la belleza aun no existía, la definición en la lengua de los hombres debía ser ella. Lo veía todo, pasado, presente, futuro, vislumbró con una bella sonrisa el futuro para el universo y supo enseguida que los titanes debían ser erradicados de la nada.
Por eones cazó y mató a todos y a cada uno de ellos hasta la extinción absoluta. Sin miedo, sin contemplaciones, hermosa, eficaz, así era ella, nada más importaba que la libertad de la luz en el universo, ella era todo lo que aún no existía para las futuras especies del todo, era vida, creatividad, arte, pasión, sueños, metas, esperanza, música.
Tomó los restos de cada uno de ellos, no dejó obscuridad alguna por capturar y las expulsó a los confines del todo, pudo contemplar como la luz empezaba a nacer en el universo y las dimensiones aledañas, sus luchas, su esfuerzo, su poder era desprendido de ella con cada pelea, y todas y cada una de esas fracciones de su poder dieron luz al universo, una obscuridad impoluta se mostraba frente a ella, un universo naciente.
Comprimió los restos de sus enemigos y los cargó con su propia luz, tanto que la inexistencia empezó a existir, los astros tomaron forma, las luces eran libres para pasear por el todo sin preocuparse por nada en su camino, y ella lo contemplaba de primera mano. Vio como todo cobraba vida y sentido, con el poder absoluto en sus manos ¿Qué haría? Ya se había encargado de la obscuridad ¿Cuál es su razón de ser?
Decidió entonces, y solo entonces, vivir como ella así lo deseara, y haría lo que deseare respetando las leyes que se impondría a sí misma. Viviría sin abusar de su poder, durante el tiempo que ella lo deseara, haría lo que fuese para ser feliz, sin perderse en el camino.
Solo con un chasquido adelanto a la creación hasta el punto en que el planeta donde nacería la humanidad, empezaba a tomar forma. Lo contemplo maravillada y llena de alegría, tanto que cambió el original color de su cabello blanquecino brillante a un negro azabache y reluciente. Tanta fue su emoción que adelantó todo hasta que las primeras formas de vida fuesen acordes a su propio tamaño, sus mejillas tomaron un poco más de color y se adaptó a estar en el planeta, contemplando la vida existente, creaturas gigantes, salvajes, algunos violentos, otros más tranquilos, ya poseía el conocimiento de la existencia y más allá, sabía todo lo que pasaría, y, aun así, le asombraba vivirlo de primera mano.
Una de esas creaturas se acercó a ella, con hostiles intenciones, a medida que avanzaba, la creatura iba perdiendo su hostilidad, hasta ser solo un gran y manso animal a los pies de una presencia superior.
- Eres tan lindo cuando estas tranquilo, lástima que seas naturalmente tan hostil, te amarían si fueses un protector, pero no es lo que eres, al menos tu aquí puedes ser libre y tomar tus propias decisiones – Comentaba ella mientras acariciaba la nariz de un gran lagarto.
- Serás un gran Rey tirano – Exclamó mientras se alejaba hacia las afueras del planeta.
Adelantó todo de nuevo, contemplando con tristeza la extinción casual de esa especie, la afectó un poco, pero la luz y la vida tienen su curso, las leyes ejercidas por la naturaleza son algo que no pretende quebrar a menos que lo necesite hacer. Vio a los primeros hombres erguirse, en esta y otras dimensiones, los veía de la misma forma, no obstante, cada humanidad era diferente a medida que avanzaba, algunos creaban maquinas, otros manejaron las artes de la existencia por casualidad y convicción, al punto que podían hacer cosas con canticos, estos fueron llamados hechizos. Esto le pareció muy curioso a ella, teniendo todo el poder y apenas iba aprendiendo como darle forma a su propia luz, después de todo, en el concepto de tiempo, era bastante mayor, y aun así conservaba su hermosa figura juvenil, radiante y llena de vida como solo su sonrisa podría demostrar. Los humanos tecnológicos crearon ciudades, educación, desarrollaron sus capacidades cada vez más, ella los miraba con asombro, y ni corta ni perezosa, decidió incluirse en esa humanidad futurista, adoptando el nombre de Dania De Luz. Estudió algo llamado carrera, una de enfermería, no lo necesitaba, ella podía curarlo todo, sanarlo todo, traerlo todo de vuelta o enviarlo de ser necesario, pero le pareció interesante como los humanos desarrollaron los estudios que llamaron médicos, ella sabía cómo llegarían ser, pero no sabía cómo se desarrollaría todo, tenía mucho que aprender y bastante tiempo para disfrutar del proceso.
- El solo paso de unos años era algo fugaz para ella, conoció a muchas personas, convivió con ellas, vivió muchas cosas, la primera vez que compartía con seres que no eran violentos al momento, comprendió rápidamente su lenguaje y podía saber cuándo le mentían, desarrollo conocimiento psicológico y analizaba todo, los comprendía.
Un día mientras ella paseaba con su grupo de estudios, un sujeto de más tamaño que ella se acercó, sujetándola del brazo, ella ni se dio cuenta y continúo caminando, cuando sintió la casi inexistente fuerza del tipo, se detuvo.
- Oye nena, ven conmigo a divertirte, tienes un buen cuerpo, gran trasero y tanto frete como posterior cabrán bien en mis manos con esas medidas – Expresó el incauto sujeto.
- No, no lo haré, no quiero – Respondió ella tajante.
- ¿Quién te crees? No te lo estoy pidiendo, tu vienes conmigo.
- El pobre macho humano trató de levantarla por las piernas, pero no podía, la luz, el poder, era un peso demasiado grande como para que alguien además de ella pudiera con él.
- ¡Esta pesada! ¡No puedo ni moverla! – Exclamó el bruto ser masculino.
Ella, de baja estatura, de tez blanca, cabello obscuro, usaba una falda que le llegaba hasta las rodillas, se veía esplendida ese día, y este idiota tratándola bruscamente, tocó sus pantorrillas tratando de alzarla, más que hacerla molestar, solo le fue muy incómodo, y controlando toda su fuerza le dio una bofetada tan fuerte que casi le rompía la mandíbula, derribando al pésimo prospecto de hombre que quería violentarla.
- ¡No estoy pesada! – Gritó ella un tanto infantil.
Ella se alejó con sus ya conocidos como amigos, comentaron sobre el día y las clases, los eventos cotidianos, se había encariñado con todo lo que había vivido los últimos años, no obstante, deseaba algo nuevo, observó la humanidad desarrollada en el otro mundo, del otro lado en una dimensión aledaña.
- En el mundo humano donde la magia cobraba vida, había guerreros, diferentes especies, cosas que ella jamás había imaginado, dragones, bestias místicas que en este mundo no habían, donde no se desarrollaban, estaba atónita, no creía lo que veía aunque ya en su visión e infinito conocimiento ya los había visto, los conocimientos entre ambos mundos era diferentes, las vidas acciones, todo lo era, sin pensarlo dos veces, se lanzó con una sonrisa a esa dimensión, impaciente por ver las maravillas y los conocimientos que habrían allí, para ella ver el resultado no era conocer el proceso.
- Fue conocida como la Emperatriz, todo guerrero quería hacer equipo con ella, a su lado el éxito era garantizado. Tuvo que aprender a recitar los encantamientos y después usar su poder de la luz para dar forma a lo que deseaba hacer, para que nadie sospechara de quien o que fuese a ser ella.
- Era magnifica, su cuerpo esbelto y hermoso, como una aparición de una deidad ante los hombres, con cualquier arma tenía habilidades exquisitas, verla en combate era presenciar el arte y la historia siendo formadas. Colmillos salvajes, salamandras, ogros, trolls, gigantes, nigromantes, no había nada que ella no pudiera superar. Sentía gran euforia en la lucha, parte de su esencia, superar al mal en todas sus formas.
- ¡Cuidado! – Exclamó el más joven del grupo.
Un dragón, una bestia, la más poderosa de todas en esas tierras, lo suficiente para acabar con reinos enteros, como el que ella estaba visitando, Brightburn era un reino próspero y pacífico, que muchos pensaron que pasaría a la historia.
Ella tomó la espada que había forjado el primer día que había llegado, ya hace unos cinco años, con la cual alcanzo el rango más alto, los mejores obsequios y las innecesarias solicitudes de matrimonio de nobles, de esa misma tierra y de tierras aún más lejanas.
El dragón se comunicó con ella a través de su mente, usando magia que para ellos era antigua, una forma de manipular la luz que ella misma había desarrollado años atrás.
- ¿Osas oponerte a mí? Humana – Exclamó el dragón.
- ¿No tienes modales? – Le reprochó ella.
- ¿No tienes sentido común? – Le increpó él.
- Más que tu sí, eso puedo asegurarlo.
- Ella dejó escapar su presencia, poco a poco, de forma pausada mientras combatía con él, desviaba los ataques que el dragón lanzaba con sus garras, desviaba o suprimía el aliento de fuego con su poder, conocido por los demás como magia, esquivaba sus ataques como si no fuesen nada, haciendo creer a los otros que le costaba solo para evitar sospechas.
- ¿Ya regresó tu sentido común? – Preguntó ella.
El dragón entró en cuenta de todo el tiempo que había pasado peleando, gastando energía y centrado solo en atacar, sin embargo, en cuanto se relajó, entendió la pregunta, el aura de Daria había superado con creces la de cualquier otro ser vivo que él hubiera podido conocer en todos sus años de vida, aun más que aquellos seres que eran llamados Dioses.
- ¿Podrías explicar quién eres tú? ¿Por qué superas a los dioses?
- No interactúo con ellos, son formas de luz que cobraron su conciencia propia, pero eso no hace que yo deje de ser la fuente primordial de ella.
- ¿Es cierto lo que expresas?
- ¿Te quedan dudas?
- El dragón hizo una reverencia y se retiró a sus tierras, tan lejanas al norte, prometiendo que nunca volvería a molestar a los humanos.
Dania volvía a la otra dimensión, con los humanos tecnológicos, cerrando el portal tras de ella. Fueron días tranquilos hasta que en las noticias apareció el anuncio de un asesino serial, ella ya sabía que la obscuridad de los titanes fue fragmentada y unos que otros corazones eran contaminados por la misma, algunos la aceptaban gustosamente. Después de un día de clases y una tarde con sus amigos, regresó a su casa.
Al llegar consiguió la puerta abierta y sintió un leve olor a sangre, horrible, su corazón palpitaba acelerado, preocupado y confuso.
- ¿Quién está ahí? Salga de inmediato.
- Escuchaba ruidos y susurros, mientras caminaba por el pasillo de la sala con la linterna que había en su bolso. Solo se vislumbraba la luz de la luna, las luces no encendían, un ratón corrió rápidamente al lado de su pie asustándola en el proceso.
Algunos ruidos se escucharon en la cocina, objetos de plástico cayeron, los vio esparcidos por el piso al llegar, súbitamente un objeto de vidrió hizo estruendos varios metros a su espalda, las luces se encendían y apagaban con frenesí, se escuchaba pasos a su alrededor pero no veía nada, algo la empujó y la hizo tropezar con la mesa pequeña que estaba al lado de la puerta de la cocina, un vidrio de la ventana se rompió, se levantó rápidamente buscando la puerta que daba hacia la calle pero una mano la retuvo y tapó su boca, sintió el frio pero duro metal clavándose en su espalda.
- Ya puedes dormir pequeña, quédate tranquila, le daré buen uso a tu cuerpo cuando estés durmiendo.
Su mente se aclaró, era el asesino serial que habían pasado por las noticias temprano en la mañana. Sentía el cuchillo frio, la mano del hombre tapando su boca, temblaba, se apagaba. Justo antes del final, recobró conciencia, la conciencia del todo.
- Un corazón confundido carece de poder ¿Eh? Sabias palabras.
- ¿Qué diablos? – Preguntó él.
Su cuerpo repelió el cuchillo y tomó la mano del hombre, se la apartó del rostro y lo aventó contra la pared suavemente, rompiéndola en el proceso. Ella era la luz primigenia, todopoderosa, nada podría contra ella ¿Por qué sentía miedo? La confusión es algo muy peligroso.
Envió al sujeto a través de un portal a un acantilado en otra parte del mundo, en la región de lo que llamaban Europa, mientras ella se encontraba en América. Arregló sus ropas, su casa, todo tu entorno.
- Asustada por un humano, que tonta soy.
- Me pregunto qué aventura viviré mañana.
Y aquí termina este breve relato ¿Qué cómo sé todo esto? La conocí por supuesto, hace extremadamente poco tiempo, recién nos conocemos y vislumbra en sus ojos la eternidad que ha vivido, como si fuera un obsequio el solo compartir de su tiempo, es agradable, simpática, graciosa, inteligente, apasionada, tiene metas, sueños, esperanzas, seguramente cumplirá todo y vivirá feliz y contenta hasta los últimos días de la luz y la obscuridad, mucho más que ello que en este momento solo puedo decir, hasta más allá del borde de la existencia y de regreso, justo así es la magnitud que tiene el poder de sus palabras y su talento para maquillar. Se me acaba el oxígeno, joder, que buena vida he tenido, aunque exclamo buena, no larga. Un solo día en la historia de la luz.