Casada Con El CEO Cruel (La venganza)
img img Casada Con El CEO Cruel (La venganza) img Capítulo 5 Intentando forzarla.
5
Capítulo 6 No hagas preguntas. img
Capítulo 7 Fin de semana de amigos. img
Capítulo 8 Como te atreves a salir. img
Capítulo 9 ¿Qué es lo que quieres con mi esposa img
Capítulo 10 Viaje. img
Capítulo 11 En el Archipielago. img
Capítulo 12 Seducción. img
img
  /  1
img

Capítulo 5 Intentando forzarla.

Por la tarde, cuando salió Antón de su oficina, se dirigió hasta el asilo de ancianos. Ahí yacía un hombre mayor, atado con camisa de fuerza. Al abrirse la puerta, un dolor en el pecho agudizó su corazón; la mirada perdida de Ramiro estaba sobre el techo, y de sus grandes ojos se formaban grandes ríos de lágrimas.

Desde hacía años, Ramiro vivía encerrado en un centro de ancianos y, a la vez, manicomio. La muerte de su hija lo volvió loco; intentó suicidarse varias veces por la culpa que yacía en su pecho. Con un nudo en la garganta y reprimiendo las lágrimas, Antón se inclinó y besó el rostro delgado de su padre.

-Papá, ¿cómo estás?

-Je... -el hombre río como un maniático. A pesar de llevar tantos años encerrado, no había mejoría.

Una lágrima se desprendió de los ojos de Antón; tragó grueso a la misma vez que apretaba los labios contra sus dientes. Al sentir pasos, limpió la pupila de sus ojos para que no hubiera evidencia alguna de que estaba llorando.

-Antón, cariño, ¿por qué no me avisaste que vendrías?

-Fue de improviso...

La joven cerró la puerta y luego lo rodeó con sus manos por la espalda. Suspiró hondo y le habló muy cerca del hombro.

-Te extrañé tanto; necesitaba verte, abrazarte, tocarte.

-Ahora no tengo ganas -replicó Antón, soltándose de su agarre. Una vez que arregló su traje, salió del asilo.

-Pero ¿qué sucede? -se quedó gritando Luna mientras le veía marcharse.

Antón llegó furioso a la mansión. Preguntó a todos dónde estaba Alexa; con gran temor, las empleadas le dijeron que estaba en la habitación. Con gran susto, Alexa miró al hombre que estaba parado en la puerta; su rostro parecía que estaba drogado. Al verlo dirigirse hacia ella de esa forma brutal, caminó en cuatro patas hasta el otro filo de la cama. Antes de que se parara, Antón la tomó del pie y la arrastró hasta él.

-No me lastimes, por favor.

-Vas a pagar por todo... -gruñó él mientras sacaba su corbata.

-No, por favor, te lo imploro, no... -gritó con desespero al sentir al hombre sobre ella.

Los gritos de auxilio se escucharon por toda la mansión. Justo en ese instante llegaba Ana; la joven subió a toda prisa y abrió la puerta con rapidez, encontrando a su amado queriendo abusar de Alexa.

-Antón, ¿qué mierda haces?

Una vez que escuchó la voz de Ana, se detuvo. Se paró furioso mientras ordenaba su ropa, caminó hasta donde Ana y la llevó fuera de la habitación.

-¿Cómo te atreves a interrumpir en mi intimidad?

-No puedo creerlo de ti; jamás has necesitado llegar a esto. ¿Por qué ahora?

-No te metas en lo que no te importa -gruñó molesto.

-Ahora márchate de mi habitación.

Mientras hablaban, Alexa arregló su ropa y, una vez que estuvo lista, corrió hasta el balcón y se lanzó al césped. Cuando Antón la vio, le gritó que se detuviera.

-¡Detente o te matarás! -gruñó rabioso.

Ella no quiso escuchar; lo que menos quería era seguir en esa habitación y que ese hombre abusara de ella. Una vez que cayó al césped, se torció el pie y gritó por el fuerte dolor que sintió al abrirse el tobillo.

Antón bajó rápidamente las gradas. Una vez que llegó al lugar, no dudó en tomarla en sus brazos. Ana contempló la escena caballerosa que tuvo Antón con la joven. En cuanto a Alexa, ella estaba perpleja por la actitud del hombre; permanecía mirando el rostro hermoso que tenía Antón. No encontró cicatriz alguna en esa parte del rostro de su esposo. El corazón empezó a latir con fuerza; no podía comprender por qué sentía mariposas en su estómago por alguien cruel y despiadado que hace minutos atrás intentó forzarla.

De repente, él la soltó en la entrada de la puerta, haciendo que se lastimara más el tobillo. Alexa reaccionó tras el golpe que sintió en sus pompas al caer al suelo.

-¡Auhs! -gimió.

-¿Muy cómoda? -sonrió Antón con frialdad.

Después, entró a la mansión y se encerró en el despacho, sacó una bebida y la alzó de un solo trago. Mientras tanto, Alexa intentaba pararse, pero no podía. Luego, desde atrás, una mujer le ayudó y la llevó hasta la habitación.

-Gracias... -respondió ella.

-No hay de qué -respondió molesta Ana. Se llenaba de envidia al ver a la hermosa joven.

-¿Por qué no huyes? Digo... una vez que se cure el pie.

-No podría; matarían a papá.

-Pues huye junto a él; yo te ayudo... -respondió Ana.

-¿Cómo podría hacerlo? Mi padre está en coma.

-Hablaremos cuando te recuperes. Ahora pon seguro y no le dejes entrar... -le dijo mientras tocaba la hermosa cara de Alexa. Si bien era cierto que sentía celos, se alegraba al ver que la joven rechazaba a Antón. Eso era golpear su ego; le dolía más que le golpearan la entrepierna.

Ana bajó hasta el despacho y le vio bebiendo; se sentó sobre el escritorio y empezó a acariciarlo. Antón dejó que la mujer recorriera su cuello. Una vez desnuda, ella se acostó sobre el escritorio. Antón recorrió con sus manos el cuerpo de Ana y la sintió tan diferente al de Alexa. Recordó que esa mujer lo había rechazado y eso le quitó las ganas que tenía.

-Vístete y márchate... -gruñó mientras le daba la espalda.

Avergonzada, Ana se vistió y salió llorando de la hacienda. Juró un día hacerle pagar todos los rechazos que le había hecho. La mirada de Antón se perdió en la oscura noche; recordar a su padre le hería sus sentimientos. Alzó otra copa de vino hasta que se sintió mareado.

Se encaminó hasta la habitación y se encontró con la puerta cerrada. Empezó a golpear más fuerte. Dentro, Alexa permanecía en una esquina de la cama; el miedo a que Antón se aprovechara de ella embargaba todo su ser.

                         

COPYRIGHT(©) 2022